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El Puente Mocha, de origen romano, sobre el río Cofio |
De relieve montañoso redondeado y
sin cimas prominentes, lo más destacado es su cobertura vegetal. Ni un ruido ajeno a la
naturaleza perturba el ambiente, tan sólo nuestras pisadas, el zumbido de los insectos en busca de la flor más vistosa y el sosegado
discurrir de los cursos de agua que hay.
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Abejorro en la sencilla y deslumbrante amapola |
La población de Valdemaqueda, a 5 kilómetros de Robledo de Chavela, es el punto de partida de esta
circular que integra la visita al Puente Mocha, de origen romano, sobre el río
Cofio. Paraje fresco y solitario a primeras horas de la mañana.
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Río Cofio |
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Puente Mocha |
La vegetación predominante en
esta zona son los bosques de coníferas, con dos especies de pino predominantes:
El PINO ALBAR, de recios troncos
rojizos con dos o más vástagos por ejemplar, desnudos y sin ramas en la parte
inferior, culminando en unas copas redondeadas e inmensas que concentran las
ramas, pudiendo alcanzar los 30 metros de altura, y,
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Pinos albares |
El PINO NEGRO o RESINERO, de
hasta 25 metros de altura, más estilizado que el albar, con una corteza
pardo-oscura profundamente agrietada, y ramas naciendo a lo largo del tronco
único y con hojas aciculares muy largas y gruesas.
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Pinos resineros (escasos en esta parte Sur de Valdemaqueda) con sotobosque de jaras |
En sus laderas también crecen
encinas y enebros centenarios, mientras el sotobosque de jaras pringosas aporta
su perfume al continuo bien oler de los pinos, en su mayoría albares.
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Encinas centenarias |
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Atractivas jaras pringosas |
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Pinos albares con sotobosque de jaras |
Enormes ejemplares de inabarcable
copa, que tan buenas y abundantes piñas dan desde siempre.
-- “Te pagaré para las piñas” –
Le decía al tendero quien, por no disponer de dinero, debía comprar de fiado y
esperar a la recolección, que se extiende de noviembre hasta abril.
Hay albares gigantescos de los
que penden hasta 4.000 piñas; para derribarlas, los piñoneros trepan a los pinos
provistos con una vara de unos seis metros acabada en gancho. Antaño, para cambiar de árbol sin perder tiempo, algunos saltaban de copa en
copa. Quién sabe si de aquí proviene la expresión “darse una piña”.
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Albares gigantescos |
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De inabarcable copa |
En suma, un recorrido sin
demasiadas exigencias, adecuado para quienes buscan el sosiego que ofrecen los
lugares poco transitados, donde el perfume natural acompaña de principio a fin,
ideal para realizar en una mañana de primavera, por un entorno sorprendente y
acogedor donde se percibe la tradición de los oficios de antaño.
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Imagen entrañable en las proximidades de Valdemaqueda |
Hola Carmar.
ResponderEliminarArriesgado oficio el de recoger piñas, saltando de copa en copa, como si de primates se tratara en vez de personas, en el que tiene toda la pinta, que hace que tu teoria sobre la expresión "darse una piña" sea cierta.
Recorrido tranquilo, placentero, en el que disfrutar de una mañana en plena naturaleza, lejos del ajetreo de la ciudad.
Un saludo
En parajes como estos se ve cuán acertado estaba Lope de Vega cuando decía que "la pena nunca viene a buscar las soledades", pues pocas o ninguna persona se encuentra y todo es placidez.
ResponderEliminarLo de los "Tarzanes" por los pinos tiene su aquel, y más cuando, desde abajo, a pie de árbol, elevas la vista y te das cuenta de la altura que tienen ¡Ufff con la piña!
Gracias Eduardo por tu comentario y un saludo.
Pues los piñones son de mis frutos favoritos, están buenísimos. Entiendo, por lo que comentas, su elevado precio, creo que, por lo visto, bastante justo. Estaría bien, para acrecentar nuestro breve diccionario sobre el pino, lo de darse un piñazo desde semejante altura y, dejarse los piños...
ResponderEliminarBonita la cita de Lope de Vega, en consonancia con el fantástico y asilvestrado paisaje.
Un abrazo, buscador de placidez en las soledades...
Piñas, piños, piñatas, en fin, que vamos poco a poco hilando :-)
EliminarNos volvemos a encontrar, quizás, para las piñas, y sabiendo que te gustan los piñones, el día que coincidamos procuraré llevar un puñado en el bolsillo.
Un abrazo, Javier