miércoles, 26 de febrero de 2014

Cabeza de Hierro Mayor. Ascenso por loma del Empalotado y descenso por el tubo Norte.

Cabeza de Hierro Mayor desde la loma del Empalotado
La ligera nevada del día precedente, junto con la jornada de tiempo estable anunciada para éste, pronosticaban unas condiciones excelentes para el esquí de travesía: dos o tres centímetros de nieve polvo sobre buena base compactada y helada.

El otoño pasado Manuel y yo quedamos gratamente impresionados al recorrer el Valle de Valhondillo, y de aquí nace su propuesta de ascender a la Cabeza de Hierro Mayor por una ruta poco habitual, recorriendo el bosque de la loma del Empalotado, paralela a Valhondillo, aprovechando la nieve que cubre la sierra a partir de los 1.600m – 1.700m de altitud.

Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento que hay en el km 38 de la carretera de Cotos a Rascafría. En principio toca acarrear los esquíes mientras descendemos por la margen derecha del arroyo, en busca del puente de los Hoyones, en la cota 1.500m.Cuesta abajo el porteo se hace más llevadero. Tras cruzar el arroyo enfilamos la fuerte pendiente que, bosque a través, encara la loma del Empalotado. En la cota de 1.700m, encontramos nieve suficiente como para calzarnos los esquíes.

El tiempo se mantiene sereno, las cumbres se muestran radiantes en la distancia, escuchamos el rítmico deslizar de las focas sobre la nieve ¿Estamos verdaderamente a 60km de Madrid?





Salimos del pinar y avanzamos por la loma. 


A la izquierda, el pico de Peñalara

La Cabeza de Hierro Mayor se ofrece a nuestros ojos sin obstáculos. Trazamos mentalmente la ruta a seguir.

Cara Norte de la Cabeza de Hierro Mayor
Por delante un elevado “plateau” helado sobre el que se recorta la línea de la Cuerda Larga.

La helada superficie que tenemos por delante, junto con las “polvaredas” que comienzan a alzarse sobre la cresta, aconsejan no afrontar la cima directamente y, en su lugar, trazar una deriva hacia el Este (izquierda), para alcanzar la Cuerda por su parte más asequible.

El viento azota sin descanso mientras avanzamos hacia el cordal. Las nubes siguen aumentando y la visibilidad va disminuyendo a medida que ascendemos. El tiempo está yendo claramente a peor.


Deambulamos en medio de la ventisca, aprovechando los cortísimos intervalos sin nubes para fijar el rumbo  antes de volver a ser engullidos por la niebla.

Envueltos por la bruma alcanzamos la cumbre de Cabeza de Hierro Mayor (2.376m), cuyo punto geodésico y alrededores están absolutamente helados. El termómetro marca -5ºC y las ráfagas son fuertes.

Cima de Cabeza de Hierro Mayor
Buscamos resguardo tras un montón de hielo esculpido por el aire.Tomamos alguna barrita energética y confiamos en que el tubo Norte, al estar protegido por las paredes laterales, mantenga la película superficial de nieve polvo y que pueda esquiarse bien.

Aquí, al menos, no nos da el viento
Iniciamos “a tientas” el descenso hacia el collado entre las dos Cabezas, lugar muy venteado en el que permanecemos lo justo hasta que un breve claro permite orientarnos hacia la entrada del tubo Norte, unos 100m más abajo.

La nieve está helada pero bastante uniforme, sin las clásicas coliflores de hielo. Encaramos el tubo Norte e iniciamos el comprometido descenso.

Encontramos, a nuestro pesar, que no queda ni rastro de la esperada película de nieve polvo. El viento ha hecho su labor y lo ha barrido todo. Nieve dura sobre la cual los cantos rechinan en cada giro produciendo tenues nubecillas del polvo de hielo recién cortado ¡Pero qué dura es la nieve dura! Precaución con los resbalones.

No hay que perder la concentración. La pendiente, unos 45º, se torna muy exigente en esta superficie.

En la parte final encontramos a dos personas, José Luís y Roberto, que van descendiendo con crampones. Intercambio breve de comentarios sobre el estado de la nieve, despedida, giro para tomar impulso antes de encarar el talud del corredor que conduce a la ladera del bosque, y…..me salta y pierdo el esquí derecho; comienzo a caer por la pendiente helada, trato de frenar cruzando el esquí  izquierdo, sigo resbalando; me salta el segundo y me encuentro deslizando cabeza abajo a toda velocidad, fugazmente puedo constatar que aún quedan lejos las rocas hacia las que me dirijo; trato y consigo poner los pies por delante, y finalmente alcanzo a detener la caída clavando bien las botas. El estrechamiento del barranco y sus rocas aún quedan lejos.

Ufff! Escaneo rápido del cuerpo. Nada roto. Contusión fuerte en el costado derecho. Calor e insensibilidad de la cara. Mentón algo despellejado ¡Barata ha salido la factura!

J. Luís y Roberto, algo asustados por la caída, bajan los esquíes que han ido recuperando y cuando llega Manuel, que por el cambio de la pendiente no ha visto el final de “mi descenso”, me conforta y reiniciamos la marcha esquiando por el bosque hasta alcanzar la pista forestal que va paralela al arroyo de Cerradillas.

Esquiando hacia el arroyo de las Cerradillas
Atrás quedan las cumbres con sus penachos y el tubo Norte, de elegante trazado, que esta vez se ha cobrado un pequeño peaje.

Tubo Norte de Cabezas
Tubo Norte de Cabezas con la zona de la caída remarcada
Cuando la nieve empieza a escasear sobre la pista forestal cargamos los esquíes en la mochila y ascendemos los 200m de desnivel que nos separan del km 40 de la carretera de Cotos a Rascafría, abandonando la soledad de las laderas Norte de la Cuerda Larga, por las que hemos deambulado durante toda la jornada, saliendo a la aglomeración de vehículos y personas que suponen los alrededores de Cotos. Manuel va a por el coche.

En total unos 1.100m de D+ de hermosa y dura jornada, accediendo a Cabeza de Hierro Mayor por el Noreste, atravesando un bosque recóndito muy bien conservado, donde la soledad del entorno se saborea en todo momento, con descenso final por el “adrenalínico” tubo Norte.

Toca ahora recuperar y restañar mientras vamos diseñando la próxima “delicatessen”. 

lunes, 17 de febrero de 2014

Pico de Peñalara desde Cotos. Con esquíes por la vertiente segoviana. Ruta por la cara Noroeste y Norte.

Palas nevadas en la Norte del pico de Peñalara
Las continuas nevadas que han barrido la sierra de Guadarrama dejan, por fin, un resquicio de buen tiempo. Pronóstico de cielos abiertos, una vez que se acaben de disipar las nieblas, claro, lo cual no parece tan evidente cuando Manuel y yo conseguimos aparcar el coche en el abarrotado aparcamiento de Cotos, donde nevusquea ligeramente.

Hemos diseñado una ruta que nos lleve a adentrarnos en el solitario entorno del bosque nevado.

Justo a la izquierda del antiguo edificio del Club Alpino Español, algo por encima de la Venta Marcelino de Cotos, se encuentra una cerca de madera que indica el límite entre las provincias de Madrid y Segovia. Nace aquí la Senda del Batallón Alpino que, por la vertiente segoviana, cruza la ladera con rumbo Noroeste por un espléndido bosque de pino silvestre.


Deslizamos los esquíes entre los árboles cargados de nieve, mientras con la mirada tratamos de penetrar más allá entre los pinos.



La niebla todavía nos envuelve. De vez en cuando distinguimos alguno de los círculos amarillos pintados en los troncos de los árboles.

Poco a poco se va aclarando el bosque, la luz del sol se vislumbra a través del vaho y las acículas muestran sus filigranas de nieve.





Alcanzamos el límite del pinar y podemos deleitarnos con las amplias perspectivas nevadas del extenso valle de Valsaín, a nuestros pies, así como con la línea de cumbres formada por Cabezas de Hierro, Cerro Valdemartín y Alto de Guarramillas, 


A continuación Siete Picos y más a la derecha el Montón de Trigo y la Mujer Muerta completan el panorama, la niebla todavía cubre los valles.

Salimos del bosque al tiempo que la cuesta se suaviza. De la nevada superficie por la que transitamos sobresalen los piornos y restos de troncos.



Enfrente, el amplio collado que separa la Hermana Mayor, a la derecha, de Peña Citores, a la izquierda. Nos encontramos en la linde de los dos mil metros de altitud.

Vamos abriendo huella hacia el pico de Peñalara.

Hacia Peñalara, cuya cima asoma en el horizonte
Dejamos nuestra leve impronta en un espacio sin transitar mientras bordeamos las cimas de Dos Hermanas.


Acusamos la baja temperatura que hay en la cima de Peñalara. Mientras comemos algo dirigimos las miradas hacia la Norte de las Cabezas de Hierro. Hoy hubiéramos podido descender el tubo Norte hasta el final del bosque, pero no cambiaríamos la adrenalina de tal descenso por las sensaciones que vamos experimentando con la inusual ruta que vamos siguiendo.

Cabezas de Hierro Mayor y Menor, con el tubo Norte entre ambas, a la dcha del todo, el cerro de Valdemartín.
Echamos un vistazo al vecino pico de Claveles (¡Vaya cómo se pone su cresta en invierno!) antes de emprender el descenso hacia la Majada Hambrienta.

Pico de Claveles
Toca ahora deslizarse por las hermosas palas nevadas que cubren la cara Norte de Peñalara. Esquiar por un palmo  de nieve polvo  sobre una sólida superficie de hielo es una delicia.

Abajo, el chozo de Aránguez; lugar que deseábamos visitar desde que descubrimos la Majada en una de las excursiones del pasado otoño y hacia donde nos  dirigimos seguidamente.


Tras alcanzar la Majada observamos que las nubes, que no han desaparecido del todo a lo largo de la jornada, parece que empiezan a tomar cuerpo, así que, comemos un plátano y una barrita energética, y emprendemos la subida hacia Dos Hermanas por una pendiente que se nos antoja bastante pronunciada.

Arriba nos envuelve la niebla y el frío, el termómetro marca -7ºC y el viento del Norte se nos cuela por el cogote a medida que avanzamos sobre el hielo que aflora por la loma que precede a Dos Hermanas.

En la cima estamos el tiempo justo para quitar las pieles, ponernos en modo descenso y emprender la bajada por la vía normal de acceso desde Cotos. El tiempo está revuelto, a lo lejos distinguimos el promontorio sobre el que se asienta el refugio Zabala.


Cara Sur de Peñalara. El refugio Zabala apenas se distingue sobre el montículo.
A la altura de los 2.000 metros entroncamos con la pista que sube desde Cotos, el sol vuelve a lucir y nos templamos de nuevo.

De vuelta al aparcamiento, tras haber realizado un recorrido poco frecuente, salvando unos 1.000m de D+, la sonrisa de nuestros rostros exterioriza la plenitud que nos han proporcionado los distintos entornos por los que hemos transitado. 

domingo, 16 de febrero de 2014

¡Buen tiempo por fin en Guadarrama!

Montón de Trigo (en el centro) y Grupo de la Mujer Muerta (a la derecha), desde la senda del Batallón Alpino, camino de Peñalara
Voto a Dios que me deslumbra esta grandeza,
 y que diera un doblón por describilla,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta naturaleza hermosa, esta belleza?

Esto musitó al alzar la vista,
después de pararse y clavar bien los bastones,
contemplando de derecha a izquierda.

Y luego, espontáneamente, abrazó a su compañero,
recompuso seguidamente la figura,
reemprendió la marcha, y continuó subiendo.

P. D.: Discúlpeme don Miguel (de Cervantes) por la licencia.

domingo, 9 de febrero de 2014

Cae la tarde en el parque de la Dehesa.

Después de un día metido en agua y nieve por las zonas altas, salgo a  mirar el cielo, a contemplar el brillo de un sol que, entre nubes, se esconde por el horizonte.

El atardecer comienza poco a poco, marcando los contornos y alargando las sombras,




Proporcionando unos toques luminosos y rojizos a todo el entorno. La humedad satura el ambiente.



Aunque el terreno ha absorbido bien el agua recibida, transito ahora por una zona en la que el lodo requiere de toda mí atención a la hora de lanzar las zancadas. Está resbaladizo y no puedo evitar pisar los charcos. El tramo embarrado es corto, enseguida se acaba, pero cuando vuelvo a poder levantar la vista del suelo encuentro que el rojo predomina.

No dura mucho el atardecer; el sol se desploma anunciando sus tonos dorados la despedida del día.



Tras caer la tarde, cuando el sol ya ha desaparecido en el horizonte, la noche se hace presente, el descanso es merecido después.