domingo, 30 de diciembre de 2018

Las Cascadas del Aljibe y los ríos Jarama y Jaramillo en circular desde Colmenar de la Sierra.

Cascadas del Aljibe 

Recorrido largo y solitario por retirados e inusuales parajes de jara y miel: Guadalajara, ríos Jarama y Jaramilla(o), cubiertos de jaras, lavandas y tomillos tan apreciados por las abejas. Escenarios naturales sumamente atractivos que incomprensiblemente siguen fuera de los destinos habituales. 

Entre Colmenar de la Sierra y el embalse del Vado el río Jarama recorre, profundamente embarrancado a tramos o por terreno más amplio en otros, unos siete kilómetros, a la par que recoge las aguas de afluentes tan importantes como el río Jaramillo (encajonado entre abruptos paredones) o el arroyo del Soto, que forma las espectaculares cascadas y pozas del Aljibe o de Matallana justo antes de confluir con el Jarama.

El propósito del itinerario de hoy es recorrer por ambas márgenes el curso de este tramo del río, el único corredor biológico que atraviesa de Norte a Sur la región de Madrid, llenando nuestros sentidos de extensos paisajes de pizarra, encinas centenarias y agradables aromas.



Son las 9am cuando iniciamos la marcha en Colmenar de la Sierra en un día, de momento frío, pero que se anuncia nítido y claro.



Nos encaminamos hacia el Sur, en busca del cauce del río Jarama, fijándonos en los detalles que, a lo largo de todo el recorrido, serán numerosos y nos irán llamando la atención.


Los líquenes cubren las ramas y los troncos de las carrascas dándoles un aspecto blanquecino y antiguo.


Atravesamos el Jarama por el Puente Nuevo y continuamos el recorrido por su margen derecha, a mayor o menor distancia de él en función de lo embarrancado que fluye.

El Puente Nuevo, sobre el río Jarama
Caminamos a la sombra en sentido Oeste / Este. El Cuchillar del Asomante se yergue altivo; el río lo atraviesa y los buitres se asolean en los cortados esperando, algunos, o aprovechando ya las térmicas, otros.

Cuchillar del Asomante
La humedad es muy elevada y las viejas encinas, cubiertas de musgo y liquen, confieren al pasaje un aspecto antiguo y severo.

Humedad rezumando por todas partes


Tras dejar atrás el Cuchillar el camino sale de los cortados, se orienta al Sur y el paisaje se abre e ilumina. En un entorno de jaras, en la distancia se da vista al Ocejón. El trazado de una pista lejana, en la otra margen del Jarama, se asemeja a “la Muralla China”.

El Ocejón al fondo dcha. La Muralla China en el centro
Por terreno cálido nos vamos aproximando al enclave de Matalallana. De nuevo los detalles nos atrapan en forma de hojas de roble alfombrando el camino y cubriendo las aguas de los regajos.


Arroyo de la Llana
Matalallana es un asentamiento en el que varias de las casas están habitadas, compartiendo escenario con encinas centenarias monumentales. Rezuma tranquilidad y sosiego por todos los rincones. Hasta el momento tan sólo nos hemos encontrado con un perro que, desganadamente, se ha limitado a lanzarnos cuatro ladridos antes de dar media vuelta.

Matalallana y sus encinas centenarias


Abandonamos el paraje siguiendo un estrecho camino junto a un murete de piedras que empieza a picar hacia abajo.


El sonido del agua se hace más perceptible y pronto alcanzamos el puente para cruzar el río Jarama. Pasamos al otro lado y nos acercamos a contemplar las Cascadas del Aljibe o de Matallana que se encuentran muy próximas. Aquí sí hay visitantes que vienen desde los pueblos próximos como Roblelacasa o Campillo de Ranas, a los que se accede cómodamente en coche por buena carretera.

El espectáculo de las Cascadas bien merece la visita. No se requieren palabras para describirlas.

Cascadas del Aljibe
Toca ahora iniciar el retorno e ir cerrando la circular, para lo cual aún queda mucho por recorrer.

Primero llegar a Roblelacasa, bonito y turístico pueblo donde, junto a la recoleta fuente de las afueras, hacemos un alto para reponer fuerzas.

De nuevo en marcha, y siguiendo las indicaciones, emprendemos rumbo a los Corralejos por terreno de jaras. 

Entre las jaras escondida

Que iremos atravesando hasta alcanzar el hondo barranco por donde fluye el río Jaramillo, al pie de lo que antes habíamos denominado como “Muralla China”.

Muralla China y garganta del río Jaramillo
Las jaras liberan su perfumado aceite bajo el efecto del sol.

"Jara pringosa"
Desde la parte alta de la garganta son trescientos metros de descenso por abrupta ladera pero por excelente camino los que habremos de recorrer hasta alcanzar el solitario puente de madera que permite cruzar el río, dejando paulatinamente atrás el soleado jaral.

Puente sobre el río Jaramillo
Una vez al otro lado hay que subir lo bajado, de manera que con paso machacón ascendemos entre las carrascas mientras el río Jaramillo va quedando cada vez más, y más en la distancia.

Saliendo del barranco del Jaramillo

Cada vez más lejano el puente por el que se cruza el río
Finalmente salimos de nuevo al sol bajo el que las reses de los Corralejos se mustran tranquilas y apacibles. Ninguna persona hemos encontrado desde Roblelacasa, ni con nadie nos cruzaremos hasta llegar a Colmenar.

Los Corralejos
La circular va tocando a su fin y las piernas acusan la distancia recorrida mientras atravesamos la Pedriza Matacuras (curioso el canchal, por lo inesperado que resulta, y no menos curioso el nombre), de modo que cuando, tras el último recodo de la senda, damos vista a Colmenar, una sonrisa de satisfacción aparece en el rostro. 

Colmenar de la Sierra. La circular toca a su fin.
Los días son cortos en esta época del año y no hay demasiadas horas de luz, todas son necesarias para recorridos de esta envergadura.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Los cisnes del estanque y sus polluelos. A way to say goodbye to 2018 and welcome 2019




Varios meses después, solo en el apeadero, mientras contemplo al tren que se aleja, me viene a la mente aquella jornada de finales de abril cuando, junto al estanque, tuve la fortuna de ver cómo el cisne hembra incubaba los huevos en su nido bajo la atenta vigilancia del macho que controlaba los alrededores.


“Si dentro de un mes  o mes y medio vuelvo por el lugar seguramente podré ver entonces a los pichones, celosamente cuidados por los dos padres”, me había dicho a mí mismo.  Lamentablemente he tardado más de lo previsto en volver; cinco meses casi.

Miro el reloj, constato que aún tengo tiempo; la evocación me impulsa a hacer una rápida visita al estanque.


Voy directo, no puedo entretenerme demasiado. 

En un rincón retirado encuentro a la familia al completo. 






Los dos adultos, macho y hembra, ambos con plumaje blanco, los cisnes pequeños presentan en cambio una coloración marrón grisácea.




Contemplo sus cuerpos exuberantes, con un cuello largo y flexible que les permite tomar fácilmente alimentos bajo el agua, lugar donde pasan la mayor parte del tiempo alimentándose: peces, ranas, insectos acuáticos y mucha vegetación acuática.



Un rápido cálculo mental, y la constatación de que los polluelos claramente ya pueden valerse por sí mismos, me llevan a estimar su edad en torno a los cuatro o cinco meses.



Todavía tardarán unos ocho meses en verse totalmente blancos ¡Para la próxima primavera!


Atrás quedó el momento, y me lo perdí, en el que, tras salir la camada, el macho los condujo al agua para recibir la primera lección de vida acuática. Ahora ya se valen por sí mismos y sus padres se han desentendido de ellos.


Será a partir de los tres años cuando logren conectar con alguna pareja para instalarse en un nuevo espacio y comenzar su apareamiento, manteniéndose fieles el uno al otro toda la vida (unos doce años) o hasta que la muerte los separe.




Es éste el ciclo de la vida del cisne, ave poseedora de un vuelo poderoso que sólo ocasionalmente pone en práctica.







domingo, 16 de diciembre de 2018

Reajo Alto y Pico Reventón desde el embalse del río Ceguilla.

Cima del Reajo Alto


Los Montes Carpetanos es el nombre que recibe la parte norte de la alineación montañosa principal de la Sierra de Guadarrama. Forman un cordal de lomo mayoritariamente redondeado, que tiene una longitud aproximada de 50km, extendiéndose en dirección suroeste-noreste desde el puerto del Nevero o Collado de Quebrantaherraduras en la base norte de Peñalara (extremo suroeste), hasta el puerto de Somosierra (extremo noreste). Los Montes Carpetanos definen el límite entre las provincias de Segovia y Madrid (valle del Lozoya).

La montaña más alta de estos montes es El Nevero (2.209 m), ubicado en la zona central de los mismos. La parte noreste del cordal, a partir del Nevero, está formada por montañas algunos de cuyos nombres hacen alusión a su forma, tales como Reajo Capón (2.092m) y Reajo Alto (2.100m) (“reajo” significa “prado pequeño”). Recorrer el tramo entre ellos y el Puerto de Navafría permite ir oteando un horizonte de montañas amplio y espectacular.

Hoy tengo el propósito de completar un circuito íntegramente por la vertiente segoviana con origen y final en la Piscifactoría que hay junto al embalse del río Ceguilla (1.327m), en la cara Norte de la Sierra, aprovechando la red de pistas y senderos que surcan los extensos pinares que cubren las laderas hasta la altitud de 1.700m.


Caminar por estos lugares es garantía de soledad ya que son muy pocas las personas que se adentran por ellos, porque la mayoría o bien toman el Pico del Nevero como destino, partiendo del Puerto de Navafría, o bien se mueven preferentemente por la vertiente madrileña del Lozoya.

Son casi las 9am cuando inicio la marcha en una mañana de frío, cielo bastante nublado, humedad y con visibles restos de nieve en las partes altas.

Avanzo rápido por un entorno invernal donde, a medida que asciendo, los altos y rectos pinos de las partes inferiores van dando paso a los de menor porte y troncos retorcidos de las cotas superiores.



En la vertical de la Peña del Buitre abandono la pista y enfilo directamente hacia lo alto aprovechando un arrastradero de madera muy pendiente que se acaba a los 1.850m de altura.

A partir de esta altitud los pinos se hacen más escasos y dan paso a zona de pedrera, bien asentada por enebros de bajo porte, que se deja transitar sin mayores inconvenientes. El frío arrecia y las nubes encapotan el cielo.


La nieve ya ha hecho acto de presencia lo que, a la par que contribuye a afianzar el canchal, me obliga a poner los “pinchos” en las zapatillas, pues al poco de entrar en ella la encuentro helada.


Se hace necesario suplementar las zapatillas con los "pinchos" para la nieve dura
El ambiente es invernal y nieva ligeramente. Me cuesta identificar el lugar exacto del cordal al que estoy llegando, así que continúo recto y hacia arriba, ya me orientaré cuando esté en lo alto.


La pendiente se va moderando al tiempo que distingo un grupo de rocas más elevadas hacia las que me dirijo. Finalmente identifico que se trata de la Peña del Buitre tras la cual es casi un llaneo hasta el Reajo Alto.

Aplanada cima del Reajo Alto en la que se distingue, al fondo, un redil de madera 
¡Atención en casos de niebla o con nieve, ya que la falta de referencias visuales llamativas (todo el entorno es bastante aplanado) inducen a desorientarse con suma facilidad, aun conociendo la zona! Para tales condiciones climatológicas el uso de GPS o de brújula resultan de suma utilidad.

Una vez en el PR-33, que recorre en altura el cordal hasta el Puerto de Navafría, todo es dejarse llevar mientras voy contemplando el extenso paisaje a ambos lados y al frente. Atrás queda la borrasca mientras los cielos se van despejando algo. Las nubes dibujan atractivas formas como consecuencia del viento en altura.

Al fondo, el Pico del Nevero, desde el PR - 33

El viento en altura contornea las nubes dándoles atractivas formas


Tras alcanzar el Puerto, comienzo la bajada tomando una larga y amplia pista entre altos pinos, con aislados ejemplares destacando ostentosamente de entre los demás.


La sigo durante varios kilómetros hasta cruzar el Arroyo de los Tejos donde, a la altitud de 1.650m, se encuentran ejemplares (más bien pocos) de estos árboles, en mi opinión tan dignos de reverencia y contemplación.

Tejos entre los pinos, achicados en tamaño pero crecidos en años


El arroyo baja caudaloso.

Arroyo de los Tejos
Cortando camino ladera a través, evitando las lazadas de la pista, pierdo altura rápidamente.

En la soledad y quietud por la que me muevo unos barracones antiguos y cerrados confieren al paraje un algo de misterioso. Sé que ya estoy cerca del punto de partida.


Enseguida alcanzo el cauce del Arroyo de las Pozas, que cruzo por un puente de piedra, accediendo al tramo asfaltado de una pista que me permite llegar al lugar donde dejé el coche por la mañana, tras recorrer apenas quinientos metros.


En suma, una circular  poco convencional, de 20km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de 900m de D+, que se desarrolla en la zona segoviana, tan dada a las soledades entre inmensos pinares, donde únicamente es usual encontrarse con otras personas a lo largo del PR-33, muy adecuada para recorrer con esquíes o raquetas, cuando la nieve cubra pistas y laderas. Hasta entonces dejo el lugar mientras el frío del atardecer anticipa la helada que seguirá durante la noche.