En las
postrimerías del otoño elijo un itinerario que permita deambular por naturaleza
agreste y solitaria y que, a la par, cuente con los brillantes colores de la
estación que se acaba.
En síntesis, el
circuito es el siguiente:
Inicio en el
Collado de Quebrantaherraduras (1.080m, portal de acceso a la Pedriza); sigue
luego el trazado de la Cuerda de los Porrones hasta el Collado de las Vacas
(1.888m); ascenso a la cumbre de la Maliciosa (2.227m); retorno al Collado de
las Vacas desde donde desciende hasta el río Manzanares llegando al Puente de
los Manchegos (1.750m). A partir de éste el recorrido sigue paralelo a la
margen izquierda del Manzanares para desembocar en la pista que comunica con la
Charca Verde, retornando al punto de partida tras pasar por Canto Cochino.
Son las 9h de
una mañana fría cuando comienzo el trote en el Collado de Quebrantaherraduras. El
cielo azul tiene algún vestigio de nubes que anuncian cambio al cabo de algunas
horas.
El Yelmo de la Pedriza |
Voy adentrándome
en el bosque de coníferas por un sendero de suave pendiente (PR 16, marcas
amarillas y blancas). El camino, un centenar de metros por debajo del filo de la
Cuerda de los Porrones, en su tendido Este – Oeste, va empinándose. El frio
espolea la marcha. Salgo del resguardo de los árboles y veo que la neblina va
tomando cuerpo, aunque todavía es difusa.
El sendero sale del bosque a la altura de los últimos Porrones |
Enfrente ya se ve la Maliciosa Alta |
Alcanzo el
roquedo que hay al pie de la Maliciosa Baja. Por delante unos doscientos metros
de cuesta algo exigente que, afortunadamente, se encuentra parcialmente
protegida de las ráfagas de viento. La visión de la cima de la Maliciosa (Alta) me
induce a seguir, “todavía está libre de niebla”.
Desde fuera del bosque se divisa el embalse de Santillana y, a lo lejos, el monte de San Pedro |
Tras el roquedo, la Maliciosa |
En medio de una
fuerte ventolera alcanzo el Collado de las Vacas (1.888m). La pala somital Este
de la Maliciosa Alta, que se eleva 300m desde aquí hasta la cima, se presenta
fácil. Al poco de comenzar la subida unas cabras captan mi atención; mientras
tanto la bruma continúa aposentándose.
Sin apenas darme
cuenta, de lo poco que se ve, alcanzo la cima de la Maliciosa (2.227m) y me
resguardo al pie de su vértice geodésico. Llega gente, no mucha, desde el collado
del Piornal. Espero, en vano, que al menos durante algunos segundos las nubes
dejen ver el paisaje.
Sin visión y con
mucho frío nada me retiene aquí arriba, y sí me apremia abandonar el pico para
dirigirme a cotas inferiores, más protegidas, en pos del tramo “otoñal” del
recorrido.
Desciendo rápido
de nuevo al Collado de las Vacas (curioso nombre para un lugar en el nunca he
visto otro rumiante distinto de las cabras) y busco la trocha que, piorno a
través, lleva hasta el lecho del río Manzanares, unos 150m más abajo. Algunos
hitos van indicando la senda entre los altos piornos.
Descenso entre los piornos |
Al fondo, la Pedriza |
Llego junto al
cauce ¡El Manzanares baja crecido de verdad! Mucho caudal y rocas superficiales
mojadas así que, sin dudarlo, me meto directamente en el agua (cubre hasta la
rodilla) y vadeo el río sin pensar siquiera en descalzarme, que la seguridad es
lo primero; además, ya se secarán las zapatillas durante el resto de la marcha
¡Es lo que tienen las “trail running shoes”, tal como entra el agua, después
sale!
¡Hay que cruzar el río Manzanares! |
Alcanzo el
Puente de los Manchegos, lugar donde las “zetas de la Pedriza” hacen un giro de
360º y vuelven hacia su origen, discurriendo al pie de la Sierra del Francés.
A unos 100m del
puente, sin haberlo cruzado, comienza el sendero que discurre por la orilla
izquierda del Manzanares. Vegetación natural y apretada; pendiente trocha que
discurre por solitario entorno.
Atrás queda el
pico de la Maliciosa Alta, con su pala, y las nubes parece que ahora ofrecen
más claros.
Al fondo, la cima de la Maliciosa |
Comienzo la
bajada internándome en un barranco cada vez más profundo. Los pinos autóctonos,
helechos y brezos predominan al principio.
El río se desploma a saltos, el caudal es cada vez más agitado y
tumultuoso. El Manzanares continúa su impetuoso discurrir por la garganta.
Las tonalidades
del otoño “iluminan” el recorrido.
El estrecho sendero a tramos se convierte en arroyo; resulta primitivo y bello.
¿Tronco fosilizado, roca lignificada, o ambos? |
El estruendo del
agua aumenta considerablemente. Me acerco a contemplar las Chorreras del
Manzanares. Comienza a lloviznar ligeramente.
Chorreras del río Manzanares |
Ya va quedando menos.
Continúo ahora por un bosque de arizónicas tras el cual el barranco se abre y tornan a aparecer los robles.
El otoño confiere un precioso toque impresionista al rincón en el que se encuentra el Puente del Retén ¡Por el que se puede cruzar el Manzanares sin mojarse!
Bayas de Mostajo (Sorbus aria) |
Puente del Retén |
Continúo la marcha al otro lado, por una buena senda, dejando atrás, bajo la llovizna que no cesa, el colorido, el silencioso pinar y el barranco, lugares que dentro de poco serán cubiertos por la nieve y el hielo.
En pocos metros
más alcanzo los escalones de piedra que me dejan en la pista que lleva hasta la
Charca Verde.
Acelero el trote mientras, por la izquierda, voy observando
alguna de las rocas singulares de la Pedriza del Manzanares. Tras pasar por Canto Cochino tomo una senda
paralela a la carretera que me conduce de nuevo hasta el Collado de
Quebrantaherraduras.
Son las 15h
cuando llego al coche, tras haber realizado un circuito de casi 20km, salvando
un desnivel acumulado de 1.330 de D+, en
un día en el que constato cómo los colores del otoño van llegando a su fin.