Granito, jaras aromáticas, empinadas cuestas, rocas espectaculares,
regajos, chorreras, pasos gimnásticos, rápida subida hacia el Yelmo.
Lo imaginativo de su trazado, los
parajes por los que discurre y las formas pétreas que se ven, o se imaginan,
hacen de ella un recorrido atractivo para cualquier aficionado a la montaña o
para quien, simplemente, desee tomar contacto con la Pedriza genuina y sin
aglomeraciones.
Son poco más de las 7:30h cuando Flavia, Quique y yo iniciamos la marcha en
Manzanares el Real. Por calles muy empinadas, con nombres de flores, nos vamos
acercando al comienzo de la Senda.
Se acaba el pueblo, aparecen las marcas blanquiamarillas y encaramos la
subida por la Senda Maeso que, sin rellanos apenas, nos ha de conducir hasta
las proximidades de la cara Sur del Yelmo. Seiscientos metros de un tirón que
resultan divertidos y variados.
Agradecemos que las nubes dificulten el paso del sol. En pleno mes de julio
esta ladera orientada al Sur se supera mucho mejor si no da de pleno.
A partir del Caracol la senda se torna arriscada. Zigzaguea entre jaras y
rocas.
El Caracol |
Frecuentemente la vista va más allá de donde se pone el pie, atraída por
las curiosas formaciones rocosas que se apiñan alrededor.
Vale la pena
detenerse un momento para observarlas a tenor de la imaginación de cada cual. A
veces no las asemejas con nada en particular, simplemente las encuentras bellas
o curiosas.
Lustroso acebo entre el roquedo |
Las nubes se han retirado y el sol brilla con fuerza. Se acaba el subir y
se alcanza una zona plana al final de la cual la senda atraviesa un estrecho paso entre las rocas.
Al otro lado, a resguardo del sol y tras un corto destrepe, se alcanza una
vaguada a cuya izquierda se divisa el Yelmo.
Imágenes desde "el otro lado" |
Sin detenernos apenas, vamos contorneando el Yelmo por el Este en dirección
al Acebo. Es ésta la zona más descarnada del recorrido. La mente sigue
interpretando las rocas junto a las que vamos pasando.
¿Guante de ciclista? |
¿Pacífico perro contemplando sierras lejanas? |
Bajada rápida entre rododendros hasta Collado de la Dehesilla, lugar en
donde hacemos un alto antes de encarar la segunda parte del recorrido que,
pasando junto al risco de Mataelvicial, nos llevará hasta la Pared de
Santillana.
Risco de Mataelvicial |
Plátano, agua y aúpa hacia arriba, que tras Santillana espera el Collado de
la Ventana. Bonita y entretenida cuesta entre robles, que proporcionan algo
sombra y asideros, y que nos hace sudar de lo lindo.
La Cara y las Cuatro Damas, desde la subida hacia Mataelvicial |
Tras superarla alcanzamos la Pradera de Navajuelos y sus pétreos jardines, cuya
travesía ofrece sombra, gimnasia y bello zigzagueo sin apenas pendiente.
¿Palomas o focas? |
Entorno recoleto y silencioso |
Alcanzamos la base de la cara Sur de la Pared de Santillana,
Cara Sur de la Pared de Santillana |
La bordeamos
por el Este y accedemos hasta el pie de su cara Norte. Lo mismo que en el caso
del Yelmo es por el Norte por donde más fácilmente se accede a la cumbre del
pico.
Bajo la atenta mirada de un “habitual” de la zona, trepamos por evidente
chimenea, más arriba contorneamos varios bloques y accedemos a la cima de la
Pared de Santillana. Bello y tranquilo otero desde donde contemplar el
itinerario recorrido.
Pétrea faz contemplando la chimenea de acceso a la cima de la Pared de Santillana |
Desde la cumbre de la Pared de Santillana, el recorrido que venimos siguiendo, con el Yelmo, a la dcha., detrás, el embalsa de Santillana |
Descendemos y alcanzamos enseguida el Collado de la Ventana. Lugar de
cabras curiosas y amigables que no pueden resistirse a unas almendras.
¡A por las almendras! |
Ya es hora de comenzar el descenso; el calor se nos ha echado encima y aún
hemos de retornar a Manzanares. Suerte que ahora toca bosque.
Durante la bajada, con el arroyo de la Majadilla a nuestra derecha,
aprovechamos “las ventanas” en el arbolado para contemplar el entorno.
Torre de los Buitres |
Cuerda de las Milaneras, en el centro, Tres Cestos; detrás, a la izq., la Maliciosa |
El Pájaro y la Muela |
Vadeamos el arroyo de la Majadilla y nos integramos en la poblada Autopista
de la Pedriza.
Arroyo de la Majadilla |
Lugar de libélulas |
Unos cuantos kilómetros entre abundante gente, calor y bañistas
que habremos de superar para alcanzar el coche tras haber completado un
circuito de 18.5km de longitud, con un desnivel acumulado de 1.150m de D+, que
iniciamos con la fresca y lo acabamos sofocados por la solana, bajo la curiosa
mirada de un cornilargo que afortunadamente bastante tenía con aguantar el
calor.
Como suplemento de esta entrada, y dado que la mayoría ya os habréis
percatado del calcero que cada cual llevábamos, tres y ninguno el mismo:
zapatillas de trail running, de trekking y las super “cinco dedos”, sigue a
continuación la valiosa información de Quique y sus “FiveFingersSpyridon”.
Habla Quique:
Mi experiencia con las FiveFingersSpyridon MR
La verdad es que fue un auténtico bautismo de fuego para
las Spyridon: 18,5 km de trekking
por una de las montañas más abrasivas que conozco, La Pedriza. Cierto es que
las había probado antes pero en paseos tranquilos de 6 ó 7 km, en terrenos
llanos y franco-arenosos… Y precisamente por ello, para qué negarlo, también
fue un bautismo de fuego para mis pies y algunos de los músculos de mi tren
inferior.
Las Spyridon son unas
zapatillas minimalistas diseñadas para trail running. Subrayo
minimalistas porque si uno no está avezado en esas suertes es mejor realizar
una transición en su uso para evitar disgustos, dolencias o lesiones: hacer
distancias cortas e ir progresando “adecuadamente”, llevando nuestras
zapatillas habituales en una mochila para casos de “emergencia” (dolor en la
planta de los pies, rodillas y gemelos cargados). Así lo hice yo aunque me
empecinara en no usar las de emergencia.
A nivel técnico: Drop 0, con
una separación entre el suelo y la planta del pie de unos 7 mm.; gran flexibilidad;
suela Vibram de 3,5 mm, totalmente taqueada por unos tacos multidireccionales
de 1,5mm de grosor de dos tamaños y zona del puente reforzada por un trozo de
plástico que te protege de las rocas; lengüeta fina, sencilla, resistente y
bastante ancha que envuelve muy bien el pie; sistema de atado tipo zip, de
ajuste muy bueno y rápido.
Y ahora mi experiencia:
- A pesar de estar diseñadas para poderse llevar sin calcetines yo recomiendo su uso: evitaremos olores y ampollas.
- Proporcionan una gran sensibilidad del terreno que pisas, siendo extraordinario el tacto que tienes al andar o correr con las Spyridon (lo que hace también que debas estar muy pendiente y con mucho cuidado de por dónde vas, por supuesto).
- Obligan a desplazarse siempre de mediopié cuando no de puntera, que para eso son minimalistas.
- La estabilidad de la zapatilla es muy buena gracias a ir tan pegado al suelo. La excepción son los planos inclinados laterales, en los que la sensación que transmiten las zapatillas dista mucho de la seguridad (aunque bien podrían ser mis tobillos los que transmitan esa sensación).
- Las Spyridon tienen un excelente agarre tanto en subida (óptimo) como en bajada (algo menos). Las rocas muy pulidas o húmedas son una excepción a este principio.
- Las protecciones son escasas pero suficientes (aunque se recomienda no golpear las piedras con los dedos, que duele ;)). De hecho, la suela es bastante dura y se agradece en zonas de rocas.
- Son altamente recomendables en zonas de rocas grandes o en terrenos más o menos homogéneos de cualquier tipo por su gran agarre pero yo no las veo para terrenos con mucha piedra pequeña, ya que puedes acabar con dolor en las plantas de los pies. Y en ningún caso, repito, en ningún caso, las recomiendo para usarlas sobre asfalto ya que las articulaciones pueden sufrir bastante por la dureza del piso (al menos corriendo o tras una larga marcha).
- Si uno no es experto en el “correr minimalista” pueden ser, de hecho son, unas zapatillas perfectas para “trekkear” bajo las prescripciones del natural running.
Ah, se me olvidaba: ¡Hacía
tiempo que no tenía tan cargados los gemelos!; pero la sobrecarga en las
almohadillas de los dedos desapareció en cuanto me calcé mis Skechers de running,
y eso aunque por la tarde me pegué otro paseo de 5 km paseando al perro por el
campete…