Embalse La Jarosa desde Cuelgamuros. Al fondo las nevadas cimas de La Bola y La Maliciosa. |
Escondido entre pinares y jaras,
este embalse (el más pequeño de la Sierra de Madrid) es un lugar bonito y
acogedor desde donde se pueden trazar diversos circuitos delimitados por la
estribación Sur de la Sierra de Guadarrama, separadora de las provincias de
Madrid y Segovia: al Este, el pueblo de Guadarrama (Madrid); al Oeste, el de San
Rafael (Segovia).
Para hoy diseño una circular que,
saliendo de la zona de aparcamiento La
Jarosa II (1.035m), se adentra en el pinar por una pista asfaltada
siguiendo el Camino de la Carrasqueta, pasa tras la gran Cruz en la falda de
Cuelgamuros (1.450m), accede al GR-10 que surca la parte superior del cordal
separador de Provincias por la Portera
del Cura (1.534m), visita el Refugio
de la Naranjera (1.600m) y retorna seguidamente a la Portera para recorrer
en sube y baja la cuerda, sentido Sur-Norte, pasando por el Cerro de la
Carrasqueta (1.652m) y el Risco del Palanco (1.687m), alcanzando por fin el Cerro de la Salamanca (1.785m), cima desde donde se desciende
directamente hacia el Este en busca de un cortafuegos que se dirige, recto y pendiente,
hacia el muy visible embalse de la Jarosa. En suma, una circular de unos 17.5km de longitud, salvando un desnivel total en
ascenso ligeramente superior a los 1.000m de D+ por una zona con hermosas y
amplias panorámicas. Resulta ésta una ruta cuyo denominador común son “los
muros”: que varias veces se cruzan, el del cordal junto al que discurre el
GR-10 y el propio nombre del valle.
Son las 9:30h de una fría mañana cuando
comienzo la marcha en la Jarosa II siguiendo el Camino de la Carrasqueta, pista
asfaltada que, en dirección Oeste, va desde el restaurante hacia la gran Cruz
de Cuelgamuros. Los altos pinos filtran los rayos del sol.
Tras una pronunciada curva y a la
altura de 1.340m, alcanzo el primero de los muros de hoy, que se cruza
fácilmente por un paso habilitado al efecto.
Unos 200 metros más adelante, junto
a un cartel indicador, sale de la senda principal (Norte-Sur) otra que enfila
directamente hacia el Oeste ganando rápidamente altura hasta alcanzar 1.440m de
altitud, momento en el que gira de nuevo hacia el Sur, encaminándose hacia la ladera
de Cuelgamuros, por detrás de la Cruz y del Monasterio.
El panorama que se abarca a lo
largo de este tramo es realmente extenso: desde la monumental Cruz hasta las
cumbres de La Bola, La Maliciosa y La Pedriza.
En primer plano la Ermita del Altar Mayor, sobre el Risco de la Brulera |
La contemplación es interrumpida
por el frío que se me apodera. Si bien el frente está soleado, la retaguardia,
a la sombra, sigue congelada.
"Código de barras del invierno", a la espera de que nieve. |
A los pocos metros abandono la
buena senda, que continúa hacia el Sur, y en su lugar tomo una trocha hacia el
Oeste que se interna monte arriba (hay algunos hitos), hacia la parte superior
de la ya próxima cuerda de la Sierra. Son 100 metros de subida que me vienen al
pelo para entrar en calor.
En lo alto la nieve hace acto de presencia,
son los restos de la exigua nevada que ha caído en los días de atrás (mientras
el resto de la Península continúa bajo los efectos de la gran borrasca, que
apenas ha tocado tangencialmente a la zona Centro) ¡Y llego a un nuevo muro!
Siguiendo las huellas de quienes
me han precedido por estos parajes busco el modo de atravesarlo.
Al poco localizo la Portera del Cura que, sin mucho
esfuerzo, permite pasar al otro lado de la valla: delante, Oeste, Segovia;
detrás, Este, Madrid; a la derecha, Norte, la cuerda hacia el Cerro de la
Salamanca; a la izquierda, la cuerda hacia el próximo Refugio de la Naranjera.
Atravesando la Portera del Cura |
El Refugio de la Naranjera, lamentablemente sin techo, constituye
un buen parapeto en el que protegerse del fuerte y frío viento del Norte que
azota hoy estas alturas. Lugar en el que tomo un bocado antes de reemprender la
marcha hacia La Salamanca.
Refugio de la Naranjera |
Desde el Refugio la orientación
de la ruta es clara: retornar a la Portera y seguir el cordal pasando de un
lado al otro del murete o de la valla de alambre, en función de las
indicaciones y de las ganas que se tengan de trepar o no los apilamientos de
rocas que se encuentran.
A partir de este momento el
GR-10, ora por la vertiente madrileña, ora por la segoviana, transcurre
paralelo al muro que delimita ambas provincias.
Marchando junto al muro, por el cordal |
Cordal divisorio en el que se
estableció un prolongado frente militar, y del que quedan numerosos restos en
forma de nidos de ametralladoras, bunkers y alambrada espinosa (¡Ojo con los
“invisibles” trozos de alambre, caídos y disimulados! Constituyen una trampa
peligrosa para los pies).
Restos bélicos |
Al fondo el Cerro de Cueva Valiente |
Zonas boscosas seguidas de tramos
más despejados, en un sube y baja que lleva por el Cerro de la Carrasqueta, el Risco del
Palanco y alcanza finalmente el Cerro de la Salamanca, el objetivo de hoy.
Extensos panoramas a ambos lados
mientras el incesante viento me obliga a continuar bien abrigado. En cualquier punto expuesto se
acumula el hielo.
Tengo ganas de alcanzar ya el refugio del Cerro de la Salamanca, que a pesar de estar en un estado ruinoso al menos ofrece protección frente a la ventolera.
El refugio del Cerro de la Salamanca |
Últimos metros antes de llegar la Cerro de la Salamanca |
Aunque la temperatura sea baja ¡Qué
bien se está al sol y resguardado del viento! Mientras tomo un plátano y unas
avellanas aprovecho para contemplar el paisaje.
Resguardado del viento, en el refugio del Cerro de la Salamanca. Vista hacia el cordal recién recorrido (al Sur) |
El Cerro de Cueva Valiente, desde el refugio del Cerro de la Salamanca |
Impronta de viento y frío |
Llega el momento de emprender el
descenso y, abandonando el GR-10, subo los pocos metros que separan el refugio
de lo alto del cordal, en busca de un paso en la alambrada que me permita
acceder a la vertiente madrileña.
Con el embalse de La Jarosa a la
vista emprendo el trote monte a través en busca del cortafuego que, más abajo,
constituye el modo más rápido de perder altura.
A la búsqueda del cortafuego |
El paisaje es amplio y espléndido en todo
momento.
El descenso es rápido y el embalse está cada vez más cerca |
El trote por el cortafuego, sin
bajar la guardia para no resbalar sobre los guijarros, cunde mucho y permite
perder altura rápidamente.
A partir de los 1.450m las jaras
comienzan a abundar y a perfumar el entorno, conformando un sotobosque denso y
aromático. Se entiende bien la razón para dar el nombre al embalse: La Jarosa.
Olorosas jaras en las proximidades del Embalse |
Alternando trote y carrera
retorno finalmente al lugar donde he dejado el coche, tras haber completado una
circular que permite contemplar vastos y bellos panoramas, desde unas
perspectivas diferentes de las habituales, por una zona que abre las puertas
para futuros recorridos.
El Embalse de la Jarosa y su
entorno reciben los tibios rayos del atardecer, mientras el día se encamina hacia
otra noche de crudo invierno, con poca nieve en perspectiva.
Embalse La Jarosa |