La primavera en la sierra de Guadarrama es verde y amarilla, huele fundamentalmente a piorno en las zonas altas y a pino en las boscosas. Abunda el agua y los frescos días acompañan el deambular por sus cumbres en el entorno de los 2.200m de altura. El inmisericorde calor del verano todavía no se ha enseñoreado del entorno.
La zona de la Mujer Muerta, cerrando por el W el bello valle del Río Moros, está compuesta por tres cimas principales que conforman, de N a S, la silueta de una mujer yacente: Cabeza – La Pinareja (2.197m), Pecho –El Pico del Oso (2.196m) y piernas –los picos de la Apretura (2.051m) y Pasapán (2.005m).
El recorrido circular de esta mañana empieza y termina en el aparcamiento de Majavilán (1.305m), en las Dehesas de Cercedilla. Y comienza temprano, exactamente a las 8:15m, porque la amenaza de tormentas a partir del mediodía condiciona.
El Montón de Trigo, al fondo, espera la llegada de visitantes desde el puerto de la Fuenfría |
Humedad a tope por la calzada romana, que no me abandona hasta llegar al puerto de la Fuenfría (1.796m), lugar desde donde diviso claramente el Pico del Montón de Trigo, no sólo porque está ahí, sino porque el sol ya toca y la humedad del entorno deja por fin de empañarme concienzudamente las gafas.
Emprendo clara subida hacia el Cerro Minguete (2.025m), primera atalaya desde la que se divisa la cadena de montes que voy a enlazar hoy y punto desde el que se dominan los valles de la Fuenfría, al E, y del río Moros, al W.
Piornos en flor y enebros conforman el sustrato de los cada vez más escasos pinos. El aroma de estas resistentes matas me acompañará a lo largo de todo el recorrido por los altos.
Desde el cerro veo claramente la silueta de la Mujer Muerta, el collado de Tirobarra entre ella y el Montón de Trigo, y por debajo de mí el collado Minguete.
Como hoy mi objetivo es reconocer el valle del río Moros, y las nubes ya se están comenzando a formar, opto por la rapidez; desciendo al collado Minguete (1.992m), y dejando a mi derecha el Montón de Trigo (en otra ocasión será) me dirijo hacia el collado de Tirobarra (1.984m), tomando un camino poco insinuado que une ambos collados en un trazado E – W, desde el que se domina claramente el valle del río Moros donde brillan sus dos embalses, entre el denso bosque de pinos.
Valle del río Moros, con sus dos embalses, desde el coll de Tirobarra |
La humedad cubriendo las matas de piorno sigue manteniendo mojados mis zapatillas y pantalones. No se secarán en toda la jornada. Es poco transitado este “alcorce”, pero muy útil y fresco, de agradecer en el tórrido verano, ya que sus pinos te ofrecen buena sombra, tan escasa por estos altos.
Alcanzo el pico de la Pinareja (2.197m) por cuesta enlosada de piedras graníticas. Estoy a la sombra porque una gran nube permanece justo encima. Emprendo presto el pronunciado descenso hacia el collado que separa este pico del siguiente, el P. del Oso. Lo emprendo presto pero inmediatamente lo ralentizo, tras el primer resbalón en las piedras que se amontonan en este tramo. Las lluvias de ayer hacen que estén mojadas y muy resbaladizas. Bajada con suma precaución hasta el collado (2.150m), y subida con el mismo cuidado, por la vertiente segoviana, a la sombra, hasta alcanzar el Pico del Oso (2.196m), donde sí da el sol. Hacia el W, la planicie segoviana, hacia el E, el verde y boscoso valle del río Moros.
El descenso por el cordal hacia el S, rodeado de piornos en flor, me permite pasar por el Pico de la Apretura (2.051m), collado del mismo nombre (1.949m), el Pico de Pasapán (2.005m) y alcanzar finalmente el puerto del mismo nombre (1.846m), terminando el recorrido de la Mujer Muerta.
En este collado confluyen dos anchas pistas, una por cada vertiente. Tomo la del E, hacia el embalse superior del río Moros, el de “las Cabras”, referencia que dejaré de ver en cuanto me interne en el bosque. A los pocos metros, en el primer giro a la derecha, la abandono y continúo por senda menos usada que sigue recta, hacia la cabecera del valle, mientras la pista principal se interna a grandes lazadas por el bosque. Sí tomo el siguiente ramal que sale hacia la derecha, por tramo ya directo en descenso, que por entre pinos sigue tenues trazos de paso. Rápidamente voy acortando recto hacia abajo, a trocha, cruzando varias puertas de alambrada para el ganado, hasta de nuevo ganar la pista a unos 1.450m de altitud.
Aquí ya he de buscar el embalse de las Cabras, para alcanzar la vertiente opuesta. Sigo hacia mi izquierda, durante un par de km, de frente diviso a un corzo que viene a la carrera el cual, al verme, de un salto lateral desaparece entre los pinos.
Llego a la presa que cierra el embalse de las Cabras (1.550m), la cruzo y tras una pequeña subida de unos 20m, al otro lado, retomo la pista que dejé antes y que circunvala el valle.
Ahora me queda la última parte del itinerario, alcanzar el collado de Marichiva, paso de acceso al valle de la Fuenfría. Emprendo la marcha hacia la derecha, caminando durante 2 km, hasta el arroyo de los Tejos, lugar desde donde se toma el franco camino que lleva al collado de Marichiva (1.753m) tras 200m de subida.
Último vistazo hacia la Mujer Muerta (detrás), la Fuenfría y Siete Picos a la izquierda, y emprendo fuerte descenso hacia las Dehesillas por el marcado sendero del Poyal de la Garganta (puntos rojos sobre los pinos).
Llego finalmente al coche a las 13:30m; bullicioso y repleto este aparcamiento a estas horas, tan silencioso y solitario cuando llegué por la mañana.
Recorrido circular de unos 27km, con un desnivel total de 1.200m D+, realizado en 5h 15m incluidas paradas, que bien es cierto fueron pocas, porque para lo que comí y con la amenaza de tormenta, me entretuve poco.