El Frondiella Central, con esquís, por su cara W; “perla escondida” entre las cimas de 3.000m que pueblan esta zona del Pirineo central. Para encontrarla has de estar dispuesto a realizar un altruista porteo de esquís y botas durante algunas horas.
Se parte desde el embalse de la Sarra (1.434m). La mejor época para realizar la ascensión es al final de la temporada, cuando el acceso al llano de Cheto está limpio de nieve y los regulares aludes que barren este tramo del trayecto ya hayan caído.
Mi hermano Manuel y yo pensamos que este “objetivo pendiente” era el broche perfecto para cerrar la temporada de esquí de este año. La idea se venía gestando desde hace ya algunos años, cuando él hizo la cima un verano y vio la hermosa “esquiada” que ofrecía esta cara W; un par de veranos más tarde la recorrí yo con “ojos de invierno”, y confirmé “el hallazgo”. Las circunstancias vitales nos hicieron arrinconar en el subconsciente este objetivo común durante unos años hasta que, hace unas semanas, de vuelta de nuestra ascensión al Petit Arriel, Manuel musitó, como quien no quiere la cosa, cómo le gustaría ponerlo en práctica en algún momento. Yo le miré, y nos entendimos sin mediar más palabras: acabábamos de decidir llevarlo adelante en la primera oportunidad, porque la temporada se estaba acabando.
Mi hermano Manuel y yo pensamos que este “objetivo pendiente” era el broche perfecto para cerrar la temporada de esquí de este año. La idea se venía gestando desde hace ya algunos años, cuando él hizo la cima un verano y vio la hermosa “esquiada” que ofrecía esta cara W; un par de veranos más tarde la recorrí yo con “ojos de invierno”, y confirmé “el hallazgo”. Las circunstancias vitales nos hicieron arrinconar en el subconsciente este objetivo común durante unos años hasta que, hace unas semanas, de vuelta de nuestra ascensión al Petit Arriel, Manuel musitó, como quien no quiere la cosa, cómo le gustaría ponerlo en práctica en algún momento. Yo le miré, y nos entendimos sin mediar más palabras: acabábamos de decidir llevarlo adelante en la primera oportunidad, porque la temporada se estaba acabando.
La meteorología no permitió que fuera en Semana Santa, pero sí nos ofreció una “ventana” entre borrascas para el día 30 de abril: “nubes de evolución diurna, con tormentas y aparato eléctrico a partir de medio día, empeorando para los días siguientes”. Una lectura optimista entre líneas, junto con nuestra ilusión, combinaron bien y decidimos intentarlo.
Para aprovechar al máximo “la anchura de la ventana” nos dimos un buen madrugón; a las 7h ya empezamos a caminar desde la Sarra. Mochilas conteniendo todos los bártulos: botas, esquís, crampones, etc., y nosotros debajo, con las zapatillas de “trial running” para andar ligeros hasta llegar a la nieve.
Incluso bajo tal carga encuentras hermoso el trino bullanguero de los pájaros tan de mañana. El tramo de bosque, por el barranco de Aguas Limpias, sobre tapiz de hojas de haya, es bonito y rápido. Tras ducharnos obligadamente en el paso del Onso, alcanzamos el llano de Cheto. Cruzamos a saltos el torrente que baja de los ibones de Arriel, porque el alud de cada año había sepultado bajo un montón de piedras el puente metálico que lo salva.
Al poco llegamos al desvío hacia los ibones del Arriel, a la izquierda, dejando el camino hacia Respomuso, y nos internamos bosque arriba por empinada ladera.
Al salir de él vemos que la pedrera que da acceso al ibón inferior de Arriel está sin nieve. Consiguiente extensión del porteo hasta el ibón. El sendero, a tramos, está borrado por los aludes del invierno. Las piedras movidas nos hacen ir con cuidado.
En dos horas desde la Sarra hemos alcanzado el ibón inferior de Arriel(2.000m), donde comienzan la nieve y la ascensión con esquís. “La perla” se ofrece ante nuestros ojos, el tiempo sigue aguantando, si bien nubes deshilachadas se entretienen ya por las cimas del Arriel y Palas. Delante nuestro, hasta alcanzar la cima del Frondiellas, se extiende “un kilómetro vertical” de nieve virgen, en condiciones excelentes.
Cogemos agua en el ibón, cambiamos zapatillas por botas, calzamos esquís con cuchillas, y a por los primeros y más empinados metros del kilómetro.
Manuel sigue marcando el fuerte ritmo que hemos traído hasta ahora; me cuesta seguirle pero le mantengo a la vista. Así vamos, hasta que me saca de punto totalmente. Yo quiero seguirle, pero mi otro yo me dice que pare, que así no llegaré a ningún sitio. Mientras mi pulso se acelera cada vez más ellos dos siguen debatiendo, hasta que la realidad se impone. Mi yo realista, el veterano, toma la iniciativa, dice que llevo 3 h de marcha, que dónde creo que estoy, que para estas pendientes tan sostenidas “has de ir a tu ritmo”, que he de parar un momento, comer una barrita energética, y acompasar el paso. Hago caso, hasta bebo un trago de agua, y reanudo la marcha. La forma de continuar es “subiendo”, al ritmo que sea, pero subiendo; de modo que, adelante con la fórmula: secuencia de 25 pasos contados con la pierna de la montaña, parada, dos respiraciones profundas, 25 pasos ….., y así hasta que las fuerzas me vuelven: cada vez los pasos son más rápidos y las secuencias más largas, he encontrado mi ritmo.
A mi espalda el Petit Arriel ya queda por debajo; estoy a 2.600m. Sigo. Ahora es el Gran Arriel el que queda a mi altura; estoy a 2.800m.
Las nubes van cubriendo las cimas circundantes, incluso se atreven con el Frondiellas, que hasta el momento se libraba.
La siguiente referencia lateral, el Palas, la tengo al nivel; son 2.900m. Se pone gris el cielo, Manuel me espera sonriente al pie del resalte que da acceso a la cima.
Nos calzamos los crampones, dejamos los esquís y la mochila aquí, y alcanzamos la cumbre del Frondiellas central tras 5h 45m de ascensión.
Por debajo quedan, esperándonos, 1.000m de desnivel, en esquiada perfecta hasta los ibones helados de Arriel.
Alegre cima, fotos, abrazo de ilusión alcanzada y esfuerzo compartido, y a por los esquís, que parece que las nubes y niebla cobran fuerza.
Suave deslizar por esta ladera que tanto nos atraía, nieve primavera que facilita los giros, rápido descenso que en 40 minutos nos planta en la base de la nieve, junto al ibón.
Lo bordeamos con precaución, hay una línea de fractura clara que lo delimita, y llegamos al desagüe, donde ya nos los quitamos.
Mirada atrás, hacia la enorme pala que acabamos de recorrer, y grabamos en nuestra mente, con cierta nostalgia, este recorrido que tanto nos ha motivado. Es momento de cargarse los bártulos a la espalda, cómo pesa todo, y emprender rápida bajada porque la tormenta que viene de Pondiellos y de los Infiernos se acerca rápidamente. El viento que la precede nos da de cara por la pedrera que nos ha de llevar al bosque. Ojalá no empiece a llover mientras la bajamos.
Nos internamos entre los árboles, ahora deseamos que no llueva hasta que hayamos salvado un tramo bastante vertical y de rocas que hay antes de llegar al camino de Respumoso (se pondría algo peligroso con estas mochilas y los esquís sobresaliendo); pero persiste la especie de sortilegio bondadoso que nos está acompañando hoy, y sigue sin llover.
Alcanzamos el camino y lo recorremos deprisa, a ratos a grandes trancos. Ahora ya no es la tormenta la que nos azuza, sino la sed y el agua que nos espera en el coche. Este sendero siempre me da la impresión, cuando retornas, de que tiene 20 minutos más de los necesarios.
Al llegar al coche aún tenemos tiempo de recoger todo ordenadamente y felicitarnos mutuamente por el objetivo e ilusión conseguidos; es entonces cuando la tregua, que por alguna razón desconocida nos ha sido concedida, se acaba y comienza a llover torrencialmente.
Han sido 9h de marcha, para recorrer 1.621m de D+, con un porteo en el entorno de las 4h que nuestros hombros acusan dolorosamente.
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Ya está el video colgado. Hecho con mimo y sabiendo que seis minutos no pueden plasmar realmente nueve horas de esfuerzo y sensaciones. Que te apetezca verlo muchas veces!!
ResponderEliminarHola CARMAR,
ResponderEliminarLo prometido es deuda, aunque sea con un poco de retraso :) Me quito el sombrero con tus proezas montañeras... bueno de momento la melena de pelo jejeje Un abrazo, eDu