Es lo que tiene la sierra de Madrid: hay de todo, sólo que a tamaño reducido. Así pues, este kilómetro se queda en 800m (es un “casi”), que se suben, eso sí, en una distancia lineal de 3km. El grado de exigencia queda a criterio del ritmo de cada cual.
En ningún caso se tratará de “un paseo”, pues la cuesta es empinada y continua. El recorrido discurre por cara Sur, con vegetación mayoritaria de arbusto bajo, principalmente jaras y cantueso, con alguna digitalis. Muy buen aroma pero poca sombra. Así que, protegidos del sol o poniéndose morenos, y hacia arriba con ánimo.
Ah, y como últimamente, siempre llueve cuando no hay escuela, esta vez también vuelve a tocar buena madrugada, para aprovechar la consabida ventana de tiempo sereno, porque anunciaron que a partir de mediodía las tormentas iban a tomar cuerpo.
Dejo el coche antes del Tranco (920m), en una zona de aparcamiento, y comienzo la marcha a las 8:15h, disfrutando del frescor de la mañana, muy clara de momento.
Cantueso en flor |
Enseguida llego al Tranco; tomo el camino a la derecha, junto a unas casas, muy empinado, iniciando estos tramos de pendientes fuertes que, por el Canchal de Manzanares, me llevarán hasta el Mirador del Tranco. Las blancas flores de las jaras combinan a la perfección con el color lila del cantueso, los aromas se solapan, el sol va apareciendo por detrás de las rocas, a mi derecha, el entorno es solitario, acogedor, todavía fresco, con muchos tramos a la sombra. Vale la pena madrugar.
Digitalis |
Corta praderita esta del Mirador, para recuperar el resuello y enseguida enfilar por fuerte pendiente otra vez. Al poco, unos 50m más arriba, hay una fuente que mana durante todo el año. Ahora su caudal es muy abundante. Ya toca sol a partir de aquí. Voy subiendo hacia el Collado de las Encinas, puerta de acceso a la cara S del Yelmo y a su conocida pradera, absolutamente solitaria a estas horas (9:10h).
Nueva zona plana que se agradece. La recorro a zancadas, con cuidado porque el terreno está “farto d’agua” y muy blandito, mirando continuamente hacia las vías de escalada que recorren este amplio “paredón”, rememorándolas sin añoranza.
Bordeo la pared por su extremo E, por el collado de la Vistilla, entrando en la zona granítica de la cara N, donde se encuentra la vía de ascenso / descenso para “cualquiera”, discurriendo la misma por dentro de una fisura de no más de 40cm de anchura en su parte inicial, ampliándose hasta los 50cm en la segunda mitad, delimitada a ambos lados por altas moles graníticas.
Trepando por unos grandes bloques de granito “made in la Pedriza” llego al pie de la fisura. Me la miro y decido de qué lado voy a entrar en ella, pues una vez dentro no puedes girarte. Hasta la mochila has de llevar en una de las manos, porque con ella puesta no cabes. Vas empotrado, progresas a base de refrotones contra las paredes. Incómodos pasos “de lado” para superar algunos escalones del fondo, hasta recorrer los primeros 5 ó 6 metros.
Desde aquí parece que un gran bloque la ciega por delante, mientras una aparente y algo acrobática salida se te ofrece hacia la derecha. La tomo y me encaramo fuera de la fisura, alcanzando una cornisa que se interna recta en la cara N del Yelmo. La sigo hasta el final, reconozco, hacia arriba, el último tramo de la vía de escalada por el N y comprendo que por allí no es. No con el calzado que llevo, y solo.
Vuelvo a la fisura, entro en ella de nuevo. Estudio el bloque empotrado, pienso que por encima no es. Ahora veo que no llega hasta el suelo, así que me acerco y constato que “quepo por debajo” ¡Por fin! ¡Mira que he pasado por aquí más de una vez, y lo que me ha costado encontrarlo! Paso muy en cuclillas, la fisura se va ensanchando hacia su final. Salgo a las placas cimeras del Yelmo, con la cima a la derecha, a pocos metros. Llego, respiro bien y miro alrededor. Oigo el soplido de una cabra. Distingo una pareja a pocos metros, bebiendo apaciblemente el agua recogida en una de las numerosas oquedades del granito.
Desde la cima, con punto geodésico de primer orden (1.717m), doy una mirada circular por toda la Pedriza y sus características rocas: Pared de Santillana, el Acebo, las Torres, las más distantes Cabezas del Hierro, La Bola, el embalse de Santillana. No veo a nadie al pie de la pared S. Echo un trago de agua, como un plátano, ajusto las zapatillas, y hacia abajo. Se están ya formando nubes de tormenta sobre las Cabezas del Hierro.
Sigue sin haber nadie aún al pie del Yelmo, son las 10h. Qué paz y sosiego siento aquí, y qué fácil de alcanzar resulta. Regreso por el mismo camino de subida. Empiezo a encontrar a los primeros que suben cerca del Collado de las Encinas, luego me voy cruzando con numerosos grupos más. Ahora pega el sol de firme. Parece un entorno distinto del de la subida, con el fresco de la mañana.
Recorrido inusualmente solitario (madrugar ayuda lo suyo) que salva 800m de D+, completado en 3h, de las cuales 1h 20m las he dedicado a subir, 1h a bajar y el resto a holgazanear y a solazarme en la solitaria cima del Yelmo.
800 m de D+ en 3 km, es una señora cuesta arriba!! Bien se merece por lo menos esos cuarenta minutos de solaz.
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