El Puente de la Cantina (1.350m) es el punto de salida y llegada de un
circuito que, con la única pretensión de “pasear por el bosque”, permite
realizar un recorrido bello y solitario que se extiende a lo largo de trece
kilómetros, salvando un desnivel total de 900m de D+, discurriendo por unos
parajes silenciosos, donde el rumor del viento entre los árboles y el murmullo
del agua descendiendo por la montaña acompañan nuestros pasos.
El itinerario puede hacerse tanto en el sentido de las agujas del reloj
como al contrario, y durante el ochenta por ciento del tiempo se transita por
bosque. Tan sólo por encima de los 1.900m de altitud la vegetación de bajo
porte, en forma de brezos fundamentalmente, toma el relevo de los árboles.
La Peña Cítores (2.181m) se encuentra en el punto medio de una loma que,
desprendiéndose de la Hermana Menor y orientada de Este a Oeste, se alarga
durante dos kilómetros. Semejante atalaya, con vistas a los extensísimos pinares de Valsaín que se
extienden por todo aquello que la vista puede abarcar, proporciona una
sensación de serenidad difícil de conseguir desde otros lugares.
En el extremo más occidental del cordal, a 2.060m de altitud, hay una
pequeña caseta / refugio que permite guarecerse de los fuertes vientos del
Norte que frecuentemente azotan la zona. A partir de este cobijo la senda desciende fuertemente por el lomo
Suroeste. En cuatro kilómetros más se cierra el circuito de nuevo en el Puente
de la Cantina.
La Fuente de La Canaleja, posiblemente la más monumental de las que existen
en el pinar de Valsaín, junto al puente de la Cantina, constituye el punto de
inicio de la ruta. A ambos lados de la misma, algo separadas de ella, hay cancelas
con tornos. Iniciamos la marcha por la que se encuentra a la derecha de la
fuente, según la miramos. Nos internamos en la senda de la Canaleja, que forma parte del Camino Viejo
del Paular, siguiendo las marcas amarillas sobre los pinos.
Fuente de la Canaleja |
Altos árboles, buena senda que se sigue bien, rocas cubiertas de musgo, para
luego cruzar la pista asfaltada que recorre de Sur a Norte el pinar de Valsaín
a la altura de los 1.550m/1.600m.
“Al otro lado”, tras recorrerla unos
cien metros hacia nuestra izquierda, entroncamos con el siguiente ramal
ascendente de buen sendero (zonas de apilamientos de troncos cortados), ahora
también señalizado con marcas blancas y rojas, además de los puntos amarillos.
Roca en forma de menhir, rayos del sol colándose entre los árboles, agua
saltarina, paz y soledad. El terreno se abre cuando nos aproximamos al Puerto
de Cotos (1.829m).
Llegada al Puerto de Cotos |
Antes de abordar el siguiente tramo por la Senda del Batallón Alpino, junto
al antiguo albergue del mismo nombre (ahora en riesgo de derrumbe), hacemos un
alto en el Mirador de Lucio. Al frente la cara Norte de las Cabezas de Hierro,
cubiertas por las nubes y la loma del Empalotado, todo a la espera de las
nevadas que este año parece que se están retrasando más de la cuenta.
Cara Norte de Cabezas de Hierro desde el Mirador de Lucio |
La Senda del Batallón Alpino gana altura entre pinos que, a
medida que subimos, son cada vez menos altos y más recios.
Los contornos de las familiares sierras vecinas van apareciendo en el
horizonte con sus laderas tapizadas del manto arbóreo que todo lo cubre. Valsaín
en plenitud hasta donde la vista alcanza.
En la lejanía, la Sierra del Dragón o Siete Picos |
Cara Norte de Cabezas de Hierro |
Vastos pinares de Valsaín |
Peña Cítores, adonde nos dirigimos |
Notamos el frío mientras recorremos el cordal, el suave viento del norte
contribuye a acrecentar la sensación. Caminamos a pleno sol procurando no pisar
los restos de nieve helada que salpican la trocha que serpentea entre los
brezos enanos.
Al final de la loma se distingue la caseta, a la dcha. |
La silueta de la caseta recortándose en el extremo de la loma resulta
reconfortante, en su interior o al socaire del viento se está
estupendamente.
Unos frutos secos antes de reemprender la marcha
mientras la vista recorre el amplio panorama de lado a lado. Varios son los
mojones que vemos, pero optamos por los que marcan la bajada siguiendo la
loma descendente en dirección Suroeste.
Al poco encontramos también marcas de color rojo, además de los hitos.
Hay que ir atentos a no perderlas porque la senda es sinuosa.
Poco a poco los pinos van haciéndose más altos, si bien el bosque no es tan
denso como durante la subida. Se nota que, al estar la zona expuesta al viento
directo, sin obstáculo natural que lo frene, las inclemencias del tiempo se
manifiestan tal cual, compartiendo espacio los altos árboles con los
achaparrados brezos.
Por todas partes se percibe la soledad de un lugar poco frecuentado, que
no tardará en estar totalmente cubierto por la nieve pero que ahora se
transita placenteramente.
Un caballo solitario nos otea desde su disimulada posición.
A la altura de los 1.600m atravesamos la pista asfaltada que ya encontramos
en la subida, sólo que en otro punto distinto. Seguimos la traza descendente al
otro lado y nos internamos en una franja de robledal.
Troncos de roble deshojados mantienen en sus ramas
alguna solitaria hoja junto con los característicos “agallones”.
A ras de suelo las lobuladas hojas alfombran el camino que nos conduce al punto final del recorrido, en la Fuente de la Canaleja,
Adonde
accedemos por el segundo torniquete, el que no usamos por la mañana,
completando de esta manera un hermoso “paseo por el bosque” otoñal, que se
puede realizar tanto a favor como en contra de las agujas del reloj y que, en
cualquiera de los dos casos, constituye una bella inmersión en la solitaria y
serena atmósfera que ofrece el gran pinar de Valsaín.
Una “delicatesen” para
amantes de la Naturaleza.
¡Feliz salida y entrada de año, y de bosque también!
¡Feliz salida y entrada de año, y de bosque también!