En la Pedriza de Manzanares a los
pináculos se les llama “pinganillos”. La Cuerda de los Pinganillos, pétrea
estructura que constituye la parte SE de la herradura que delimita la Pedriza
Posterior, está formada por una serie de abruptos y difícilmente accesibles
riscos de granito cuyo punto más relevante es El Pájaro o Pinganillo grande,
siendo la Muela y los Guerreros componentes no menos reseñables de la misma.
Al Sur de la Cuerda, el Callejón
del Laberinto; al Norte de ella, el Callejón de los Pinganillos, un recorrido a
pie de farallón ideal para espíritus curiosos y dispuestos a sortear grandes
bloques, ascender al filo de la Cuerda por alguna de sus contadas chimeneas
accesibles, deleitarse con recoletas placillas, “opositar” si la abertura lo
permite, así como reptar bajo amontonamientos de enormes bolos que forman
largas cuevas para salir, finalmente, a la radiante luz, confluyendo con la
parte superior del Laberinto.
Visitar el Salón del Pájaro, en
lo alto de la Cuerda de los Pinganillos, unos metros por debajo de la cumbre, supone
realizar una incursión por una de las zonas más bonitas y auténticas de la
Pedriza; hacerlo además en el año en el
que se cumple el centenario de la primera ascensión al Pinganillo Grande o
Pájaro (20 de abril de 1916) añade un
plus especial.
En síntesis, el circuito
realizado es el siguiente: Canto Cochino – Callejón de los Pinganillos – Acceso
al “Salón” por la chimenea de la cara Norte – Paseo elevado por la zona de los
Guerreros – Retorno al Callejón por “el Ventanal” – Culminar el recorrido del
Callejón de los Pinganillos hasta su final – Parada y Fonda en la parte más occidental
de Navajuelos – Senda de los Forestales para entroncar con la senda del Collado
de la Ventana – Canto Cochino. Unos 12km de marcha salvando un desnivel total
en ascenso de unos 650m de D+. En este
caso, lo “de menos” son los datos y lo “de más” son las sensaciones.
A las 8 de la mañana iniciamos la
marcha en Canto Cochino: Rícar, Fernando, Benjamín y yo con las mochilas
“inusualmente” repletas, el cuello protegido del frío y marcando buen paso para
combatirlo.
Por delante un itinerario que nos
adentra en un terreno agreste, rocoso y poco visitado en el que las imágenes
hablan por sí mismas.
Por la a esta hora solitaria
Autopista de la Pedriza vamos ascendiendo contemplando las pinceladas otoñales
en el paisaje.
Dejamos atrás y a la derecha el
desvío hacia el Refugio Giner. La cara Sur del Pájaro y de los Guerreros empieza
a teñirse con las luces de la mañana. Dentro de un rato andaremos por allí
arriba, ya que ambas cumbres forman parte de la Cuerda de los Pinganillos, a la
que nos dirigimos.
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Cara Sur de la Cuerda de los Pinganillos: a la izq., el Pájaro; enfrente, los Guerreros |
En un punto determinado tomamos
una trocha lateral que se desprende del camino ascendente que vamos siguiendo
(hacia los Llanillos) y se encamina hacia un visible vado que permite cruzar el
Arroyo de la Ventana. Por encima de los pinos se adivina la enhiesta silueta de
la cara Oeste del Pájaro, hacia cuya base nos encaminamos.
Cruzado el arroyo nace la senda
que, por medio del bosque, comunica con el Collado de la Ventana, y que
seguimos durante unos doscientos metros hasta que, poco más arriba, localizamos
un mojón a nuestra derecha que marca el inicio de una trocha que,
internándose entre las jaras, abandona el sendero principal en dirección a la
base del Pájaro.
Comienza una cuesta empinada por
terreno áspero, con vegetación tosca y resistente (pinos, robles y jaras), a lo
largo de cuyo recorrido encontramos rocas con formas tenebrosas. Zona
transitada mayormente por escaladores y buscadores de lo inédito.
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La Calavera |
Al cabo se alcanza la base de la
pared Sur-Oeste del Pájaro, junto al gran bloque del Platillo Volante.
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Cara Oeste del Pájaro |
Mirando hacia el Sur la vista
topa con la sombreada cara Norte de la cresta de la Pedriza Anterior en la que
destaca La Maza.
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La Maza |
Hacia el Oeste, en cambio ¡Qué
luz ya sobre las Milaneras y Tres Cestos (el Patriarca, para algunos)!
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Las Milaneras; a la dcha., Tres Cestos (el Patriarca) |
Bordeamos la base del Pájaro para
introducirnos en el estrecho Callejón de los Pinganillos. La sombra de la cara
Norte y las erosionadas formas del granito confieren un cierto aspecto
fantasmagórico al entorno.
Dos son las vías de acceso al filo de lo Cuerda en este primer tramo en
el que se concentran Pájaro, Muela y los Guerreros. Vamos buscando la más
próxima al inicio del Callejón, una
estrecha chimenea que surca la pared de arriba abajo, casi en la vertical del risco
de la Muela. Por poco la pasamos de largo pero no, ahí está la vía de ascenso al Pájaro de los primeros
que lo intentaron. Subiremos por ella a lo alto de la Cuerda y
descenderemos después al Callejón por la
siguiente posibilidad, un “ventanal” que se abre en la cresta, junto a los
Guerreros, que no requiere escalada alguna.
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Chimenea de acceso de los primeros ascensionistas |
Estrecha fisura con pasos de III
por la que se accede directamente al Jardín del Pájaro, en la Cuerda, antesala
del Salón, nuestro objetivo de hoy.
Mientras nos acercamos a su
inicio se nos incorpora Ángel, un solitario que a partir de este momento hace
que el grupo pase de cuatro a cinco componentes.
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Superada la chimenea |
Superada la vertical hendidura se
accede al arenoso Jardín, con la espectacular forma de los Guerreros a nuestra izquierda;
tan a la mano y tan inaccesible su cima.
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Los Guerreros, desde el Jardín del Pájaro |
Desde el Jardín, tras pasar bajo
un bloque que hay a la derecha, enseguida se llega al Salón del Pájaro:
recoleto, umbrío y evocador rincón rocoso, aislado del entorno luminoso y aéreo
que lo rodea.
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Salón del Pájaro. |
De frente, un muro de sólido
granito dificulta el camino hacia el cuello del Pájaro y después a la cumbre,
tan sólo unos treinta metros por encima de donde nos encontramos. Nos limitamos
a contemplarlo (no vamos preparados para escalarlo) y a rememorar ocasiones
anteriores en las que los pies de gato nos impulsaron hacia la sesión de adrenalina que
supone acceder a la parte más alta de la Cabeza del Pájaro.
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Para seguir hacia la cima hubiésemos necesitado algo más que los pies de gato ;-) |
Abandonamos el Salón por donde
hemos llegado para, desde el Jardín, salir al resplandor de la cara Sur. Durante
unos instantes contemplamos lo abajo que queda el Tolmo, y somos conscientes de
la altura a la que estamos.
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Abajo se divisa el Tolmo |
Debemos ahora acercarnos a la
base de la cima de los Guerreros, en busca del “ventanal” por el que
descenderemos de nuevo al Callejón de los Pinganillos.
Nos ponemos en marcha bajando
fácilmente hasta alcanzar una estrecha terraza herbosa en la cara Sur, a unos
cincuenta metros por debajo del filo de la Cuerda de los Pinganillos, que
recorremos en dirección hacia los Guerreros, dejando atrás el Pájaro y la
Muela.
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Terraza recorrida: al fondo, el Pájaro, en el centro, la Muela. |
Al final de la terraza
inspeccionamos las varias fisuras que surcan la pared hacia lo alto de la
Cuerda, hasta encontrar la que lleva hasta la misma cresta. No presentan
dificultades reseñables ninguna de ellas.
De nuevo en la el filo de la
cresta contemplamos el panorama que se abarca desde esta atalaya.
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Desde el filo de la Cuerda: en primer plano, la Muela; el siguiente, el Pájaro. |
Antes de
iniciar el retorno al Callejón a través del sencillo “ventanal”, cuyo destrepe nada tiene que ver
con la “entretenida” chimenea de ascenso ;-)
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"Ventanal" en la Cuerda, desde el Callejón de los Pinganillos |
De vuelta en el Callejón, al pie
de las Arañas Negras, se asciende junto a ellas buscando el mejor modo de ir
sorteando los peñascos que lo obstruyen. Pasos gimnásticos, adherencia y ánimo
para encarar el fuerte desnivel.
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Torre de las Arañas Negras |
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La Muela y el Pájaro van quedando atrás mientras ascendemos por el Callejón de los Pinganillos |
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Ventanas en la Cuerda de los Pinganillos permiten ver al otro lado |
La Torre del Buitre Negro queda
atrás, accediendo a una zona plana tras la cual se atraviesan unas pequeñas
cuevas, para después alcanzar “la luz” saliendo del Callejón.
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Cueva de salida del Callejón |
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Mirando hacia atrás, desde fuera del Callejón, se ve la característica Torre del Buitre Negro. |
El panorama se abre. Los
conocidos Mogote de los Suicidas y Bola de Navajuelos marcan las posiciones
cual jalones de agrimensor.
Entonces decidimos que estamos en
el sitio idóneo para hacer un alto y ….. abordar un ágape tan inusual como el
circuito que venimos realizando. Dejemos que la imagen hable por sí misma.
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Sin comentarios por nuestra parte ;-) |
Ojos curiosos nos observan.
Con las mochilas aligeradas
emprendemos el descenso por la Senda de
los Forestales, al pie de la pared Norte del Cancho Buitrón, en busca del
entronque con el camino que conecta con el collado de la Ventana.
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Cancho Buitrón |
Atrás van quedando los paredones
y sus habituales moradores mientras, por no tener paciencia, abandonamos la Senda
que seguimos y emprendemos una incómoda pero rápida bajada bosque a través que
finalmente nos permite alcanzar el buen sendero del collado de la Ventana.
Al trote sostenido vamos
perdiendo altura rápidamente, pasamos de nuevo bajo el Pájaro y alcanzamos la
Autopista, que recorremos más pausadamente, como si nos costara abandonar el
lugar.
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Cara Oeste del Pájaro, con la Muela sobresaliendo por la izquierda |
Mientras de nuevo nos prendamos
de las pinceladas del otoño en la Pedriza.
P. D.: En lo tocante a los detalles del intrincado itinerario, me
remito a lo publicado por mi amigo Rafa en su blog del Maestro Giner que, en mi
opinión, lo describe inmejorablemente.
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"Los Cinco" en el Jardín del Pájaro |