sábado, 30 de marzo de 2019

Los cerezos del Valle del Jerte. Albada de primavera.



Las albadas se entonan por la mañana, para animar a las gentes a comenzar la jornada.


Esta es una albada de primavera, entonada acercándonos de veras para percibir cada detalle.


Es delicadeza balanceada por el viento.


Insinúense los recatados.



Asomen sin tapujos los más osados.


Que ya ha llegado la hora de mostrarse sin reparo,


Dejando atrás los pretextos del invierno.


Siga luego el fruto el camino emprendido por  el atrevimiento de las flores.


Sea ésta albada un cántico a los detalles, para que no pasen desapercibidos en el fogonazo que  pronto se habrá esfumado.

domingo, 24 de marzo de 2019

Aceña y Hornillo, río pausado y arroyo deslizante, respectivamente, en la Sierra de Malagón.



Al Sur y Oeste del puerto de Guadarrama se levanta la Sierra de Malagón que, además de marcar el límite entre Madrid y Ávila, es el enlace entre las parameras de Ávila y el conjunto montañoso de Gredos.

El "dorso" SSO de Malagón, con el punto más señero en el Pico de Abantos, constituye una especie de plano inclinado de superficies onduladas surcadas por los cursos de agua que se encajan en gargantas más bien amplias, como la del río de la Aceña y la del arroyo del Hornillo.

La circular de hoy discurre por zonas de Majadas, Rentas y Cercas, Solanas y Umbrías en una franja de aproximadamente  1,5km de ancha por unos 5km de larga, orientada de Oeste/Este, con puntos más distantes en el Puerto de Malagón (1.536m) y el Puente de la Aceña (1.160m), respectivamente.

El recorrido, realizado en el sentido de las agujas del reloj, sigue aguas arriba el fluir pausado del río de la Aceña, y de su afluente el arroyo del Tobar, descendiendo luego, tras pasar por el Puerto de Malagón, junto al arroyo del Hornillo en su deslizar por las Chorreras Alta y Baja. Es el Aceña el cauce principal, que primero recoge las aguas del arroyo del Tobar (en la zona de Las Hurdillas) y posteriormente, en el  Puente de la Aceña, las del arroyo del Hornillo.


Son las 9h cuando emprendemos la marcha en el solitario Puente de la Aceña, aguas arriba del río del mismo nombre hasta alcanzar la Umbría Calleja. El ganado pasta aparentemente insensible al frío que hace a la sombra mientras nosotros apretamos el paso para llegar cuanto antes a la zona soleada, al tiempo que observamos el incipiente brotar de los arbustos.




En un momento dado, tras cruzar los cauces del río Aceña y del arroyo Tobar, un sendero pedregoso enfila directamente hacia arriba, abandonando el llano, al encuentro del sol que hace rato está dando sobre el Risco del Galdano.

Es una subida empinada que salva unos doscientos metros de desnivel. El sol y la pendiente tardan poco en “templarnos” a medida que dejamos atrás y abajo la sombra junto al río. Las jaras perfuman el ambiente y los enebros lo adornan.


Alcanzamos un murete en lo alto del cordal (encontraremos muchos más a lo largo de la jornada) y continuamos ascendiendo pegados a él. Por encima, a la izquierda y a lo lejos, se divisa el embalse de la Aceña, a los pies de la población de Peguerinos.

Embalse de la Aceña
Seguimos la senda que pronto se transforma en camino de herradura, y por debajo del Risco del Galdano nos adentramos en un corto desfiladero que luego da acceso a unas amplias laderas, al pie de las Rentas del Tobar y de Robledondo.

Desfiladero del Galdano


Tras abandonar el desfiladero la trocha, al principio difusa y que exige cierta orientación, se va consolidando a medida que se acerca al embalse del Tobar, hasta confluir con una clara pista que ya se sigue sin dificultad alguna. A pesar de ser entrado el invierno aún quedan hojas de roble prendidas de algunas ramas. De nuevo detalles que adornan la marcha.


Paulatinamente nos acercamos al Puerto de Malagón, lugar de referencia y de confluencia de caminos. Atrás queda el embalse del Tobar.


Una vez en el Puerto tomamos dirección SSO por el Camino del Pinar, iniciando un largo llaneo con zona de páramo a la derecha y de pinar a la izquierda.  El paisaje es amplio e induce a la serenidad.

En un momento dado una pista lateral hacia la izquierda abandona la que venimos siguiendo y se interna en el pinar para, al poco, embocar con un cortafuego que se enfila directamente hacia la cima del Cerro de la Cabeza, cuyo vértice geodésico es visible desde la distancia.

El Cerro de la Cabeza (1.679m) es el punto más alto por el que pasamos hoy, y constituye una buena atalaya desde la que observar alrededor, desde el lejano Gredos a los más próximos Pedriza, y San Lorenzo del Escorial, al pie mismo del Cerro.

Sierra de Gredos

La Pedriza, con el collado de la Dehesilla en el centro

San Lorenzo de el Escorial
Retomamos la marcha iniciando el descenso hacia la Majadahonda, en busca del arroyo del Hornillo. Seguimos y cruzamos varias de las pistas que abundan por la zona, con el punto final fijo en la mirada.

Llegamos junto a un oportuno abrevadero / fuente cuya agua bebemos con agrado a la par que observamos sus detalles.



Continuamos el descenso y nos internamos en un pinar en el que se pierde la perspectiva. Encaramos el tramo en el que más atentos hay que ir del track.

Finalmente ya vemos el barranco del Hornillo; amplio e inconfundible por su arroyo directo hacia una mancha de pinar y por el gran número de cercas y muretes que anteceden. Paisaje en verdad característico.

Barranco del Hornillo


Abandonando la senda vamos directamente a cruzar el arroyo del Hornillo atravesando las lajas tumbadas que conforman las Chorreras Altas por las que el agua se desliza silenciosamente ¡Atención a los resbalones! Tienen poca inclinación pero caer sentado de golpe sobre el pulido granito es una sensación a evitar.

Chorreras Altas del Hornillo
Seguidamente, con la vista fija en la embocadura del pinar, vamos perdiendo altura progresivamente a la par que vamos franqueando muretes. Una especie de entretenida gymkana campestre.

Alcanzado el pinar se encuentra la nítida senda que, aguas abajo del arroyo del Hornillo, conduce hasta la popular Chorrera Baja, hoy con poca agua pero espectacular en primavera (pincha aquí), a tope de caudal.

Chorrera Baja del Hornillo
Estamos cerrando la circular; tan sólo un último tramo dentro de un bosque de muy altos pinos que, cómodamente nos devuelve al Puente de la Aceña, ahora repleto de vehículos y de personas, dando por finalizado un recorrido de unos 14km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de unos 600m de D+ sosegado y pleno de detalles que permite orear el espíritu en paisajes solitarios.



domingo, 17 de marzo de 2019

El Cerro de Valdemartín y el Circo de las Cerradillas. El último reducto invernal para el esquí de montaña en la Sierra de Guadarrama.

El Cerro de Valdmartín se sitúa en la cabecera del Circo de las Cerradillas

Tras un invierno seco y muy escaso de nieve en la Sierra de Guadarrama intuimos que ésta va a ser la última salida en modalidad esquí de travesía por estos parajes. Nos invade un cierto sentimiento de melancolía, que suele acompañar al cierre de un ciclo.

Teniendo presentes las condiciones que encontramos durante la subida por el Norte a la Cabeza Mayor deHierro hace poco más de una semana, y cómo desde la distancia se aprecia la retirada del manto de nieve, enseguida pensamos que el Circo de las Cerradillas es el lugar idóneo, y el ascenso al Cerro de Valdemartín el punto alto del itinerario a realizar.


Es fría la mañana en el Puerto de Cotos

La luz del amanecer ilumina la cara Este del Cerro de Valdemartín, mientras la Norte sigue a la sombra
El Cerro de Valdemartín (2.282m) y su collado Este (2.153m), del mismo nombre, constituyen la cabecera del Circo de las Cerradilas, bello y solitario paraje que permanece totalmente ajeno al trajín imperante en la vecina estación de esquí de Valdesquí de la cual está como escondido ¡Qué suerte!

Si Valdesquí es sinónimo de bullicio, el Circo de las Cerradillas lo es de silencio.

El Cerro de Valdemartín

Huellas en la nieve y frío en el bosque hasta salir al sol de las cotas superiores
Al pie de las caras Norte de las Cabezas de Hierro y del cordal que las une al Cerro de Valdemart el  Circo es el punto de acceso a cualquiera de dichas cimas, manteniendo la nieve mucho más tiempo que el resto de los lugares de la Sierra de Guadarrama. Para el esquí de travesía constituye un reducto con seguro de nieve. 

Avanzando hacia la cabecera del Circo de las Cerradillas con el Cerro de Valdemartín siempre a la vista

Bordeando por su base el espolón Este del Cerro de Valdemartín
La ascensión por dicho valle al Cerro de Valdemartín por su loma Norte (que con cuchillas se deja y sin ellas suele hacer padecer de lo lindo), siguiendo después hasta el collado del mismo nombre (entre éste y la vecina Cabeza de Hierro Menor), para seguidamente descender esquiando hasta el fondo del Circo de las Cerradillas, permiten un esquiar sereno y agradecido por un entorno hermoso y silencioso donde los sentidos se llenan de paz.

Uno de los tubos que, desde el cordal, se descuelgan hacia el Circo de las Cerradillas
De hecho, cualquiera de los tubos que hacia el Norte se desprenden del tramo de loma comprendido entre el Cerro y el Collado de Valdemartín tiene inclinaciones moderadas, y cuentan hoy con una cobertura de nieve en óptimas condiciones.

Descendiendo desde el Collado de Valdemartín
¡Pero atentos a las pendientes en las proximidades del cordal, que son más pronunciadas de lo que aparentan en la distancia!

Collado de Valdemartín
A lo largo de esta circular se tiene una vista perfecta de las condiciones del tubo Noroeste de Cabezas. Es potestad de cada cual evaluar si lo transita o no.

Tubo Noroeste de Cabezas entre la Cabeza Mayor (izq) y la Menor (dcha)
Uno se resiste a abandonar un paraje tan atractivo.


A la par que retornamos al bosque, cerrando la circular, vamos también cerrando el círculo invernal, mientras las miradas se nos van hacia los paisajes con nieve en retirada que alcanzamos a contemplar.


Macizo de Peñalara, al fondo

Cara Norte de las Cabezas de Hierro
Como única “pega” constatar que la nieve aparece con continuidad a la altitud de 1.850m, lo cual nos obliga a un prolongado porteo de esquíes durante unos 6km, tres al inicio, que aún resultan llevaderos, pero que durante la vuelta, camino del aparcamiento de Cotos, se atragantan sobremanera, haciendo que de pronto nos sorprendamos con el martilleo insistente de la estrofa de la canción que allá por 1960 Nancy Sinatra popularizara, convenientemente adaptada a nuestro caso particular, y que dice algo así como: “Ski boots are not made for walking……” una y otra vez.



domingo, 10 de marzo de 2019

Cabeza de Hierro Mayor por las Cerradillas y el Empalotado. Una circular con esquí de travesía.



Rodear por su base la cima de la Cabeza de Hierro Mayor recorriendo el bosque de las Cerradillas, ascender al pico por el Nordeste, confluyendo con la Cuerda Larga, y descender por el corredor Noroeste, desde el collado entre las dos Cabezas, constituye un circuito muy montañero y poco convencional que permite saborear en toda su plenitud la llamada de la montaña invernal, allí donde los crampones o las cuchillas de los esquíes apenas dejan huella sobre la blanca superficie en la que, durante el invierno, se transforman las altas y solitarias campas del Empalotado y Valhondillo.

Pocas horas de sol a lo largo del día, temperaturas habitualmente bajo cero y viento casi permanente, hacen que la vertiente de las Cabezas de Hierro sobre el circo de las Cerradillas sea “una norte” de las de verdad. Un lugar con “seguro” de nieve mientras que en el resto de vertientes de Guadarrama se encuentra en franca retirada.

El itinerario circular que nos fijamos para el día de hoy es el siguiente: Parking de Cotos (1.830m) – Refugio del Pingarrón (1.836m) – Arroyo de las Cerradillas (1.700m) – Base del Tubo Norte de Cabezas (1.850m) – Loma del Empalotado (2.050m) – Cabeza de Hierro Mayor (2.381m) – Collado de Cabezas (2.328m) – Canchal Noroeste – Circo de las Cerradillas (1.800m) – Parking de Cotos. En conjunto resulta un recorrido de 14km de longitud, con un desnivel acumulado en ascenso de 850m de D+.


Está amaneciendo cuando, desde el aparcamiento de Cotos, iniciamos la marcha hacia el refugio del Pingarrón. Comienza el tramo de porteo de los esquíes, que la escasez de nieve obligará a llevar a cuestas hasta el entronque con el Arroyo de las Cerradillas.

Las laderas norte por las que más adelante deambularemos permanecen a la espera del sol que aún tardará en alcanzarlas.

Cara Norte de las Cabezas de Hierro: la Mayor (izq) y la Menor (dcha); entre ambas, el Tubo Norte
Tras dejar a un lado el refugio del Pingarrón descendemos hasta el Arroyo de las Guarramillas. A partir del puente de madera que lo cruza la traza en la nieve está muy  dura a consecuencia de las múltiples pisadas. Si bien todavía no es el momento de ponerse los esquíes, sí lo es para los crampones. Claramente es un itinerario mucho más frecuentado por los montañeros que por los esquiadores de montaña.

Arroyo de Guarramillas


Hacia el bosque de las Cerradillas
En un recodo del camino, donde éste gira claramente hacia el Oeste para adentrarse en el agreste rincón de las Cerradillas, las principales montañas que delimitan el Circo se muestran en toda su dimensión.

Cara Norte de la Cabeza de Hierro Mayor
A partir de este mirador el sendero desciende suavemente en dirección al Circo de las Cerradillas. En un punto determinado de la senda hay un poste indicador con varios letreros de madera: las marcas blancas y amarillas guían hacia las Cabezas de Hierro; las balizas azules, hacia Rascafría. Tomamos estas últimas porque son las que nos llevan hacia el cruce del Arroyo de las Cerradillas.

Por el bosque de las Cerradillas
Tras cruzar el arroyo por un cómodo puente de madera la continuidad de la nieve permite que, por fin, me pueda calzar los esquíes. Nos internamos de nuevo en el bosque trazando una diagonal que nos llevará al pie del tubo Norte de Cabezas.

Puente sobre el Arroyo de las Cerradillas
Los crampones guían barranco arriba del arroyo que baja directamente del Tubo Norte de Cabezas, los esquíes les siguen. Ascendemos por él hasta alcanzar la cota de 1.950m.

Vista hacia atrás, ascendiendo el barranco del Tubo. Al fondo el Macizo de Peñalara

Saliendo del barranco del Tubo
Enfrente el Tubo se enfila; a la izquierda, según se mira, los Pulmones de Cabezas presentan su habitual aspecto helado. Algunos ya están “trabajándoselos”.

Detalle de los Pulmones de Cabezas
Remprendemos la marcha girando claramente al Este, salimos del Tubo y nos dirigimos hacia la loma del Empalotado internándonos en el tramo más infrecuente del circuito de hoy. Son pocos los que optan por recorrer estos parajes, helados en invierno y cubiertos de incómodos pedregales en verano.

En nuestro camino hacia la loma del Empalotado dejamos atrás, aún a la sombra, el Tubo de Cabezas
Transitamos entre pinos cada vez más solitarios y ralos, por pendiente sostenida y sobre nieve muy dura. Avanzamos imbuidos de la gran serenidad que transmite el ambiente luminoso y espectacular por el que vamos.


Tanto los crampones como las cuchillas chirrían sobre la brillante superficie blanca.


La Cabeza de Hierro Mayor muestra su reluciente cara Norte.

La Cabeza de Hierro Mayor (cara Norte)


A partir de los 2.200m de altitud la pendiente aumenta y el hielo toma el relevo de la nieve dura. Los esquíes pasan a la mochila y ambos continuamos en modo crampones.


Alcanzamos la Cuerda Larga y la cumbre de la Cabeza de Hierro Mayor se ve ya cercana.


Alcanzamos la cima de la Cabeza Mayor (2.381m) y, protegidos del viento, tomamos algo de alimento antes de iniciar el descenso ¡Qué contraste, al Norte hielo cristal, al Sur apenas algunos parches de nieve!

Panorama hacia el Sur, desde la cima de la Cabeza de Hierro Mayor
Descendemos a pie seco al cercano collado entre ambas Cabezas, donde la helada superficie toma el relevo de nuevo.

Cabeza de Hierro Menor, desde el collado de Cabezas
Y continuamos bordeando la Cabeza de Hierro Menor hasta encarar el empinado Canchal de la cara NE de la Cabeza Menor ¡Trescientos metros de desnivel esquiando / rebotando!

Dejando atrás el collado de Cabezas
En el hombro que desciende directamente de la Cabeza Menor el estado de la nieve cambia, dura pero no helada. Los esquíes encadenan los giros que ojalá durasen más y más, completando trescientos cincuenta metros de desnivel que saben a poco, mientras que los crampones trazan una línea recta y descendente hacia el fondo del Circo de las Cerradillas.

Un breve alto para reagruparnos mientras la tarde cae sobre el recoleto Circo. A lo largo de nuestro recorrido de hoy tan sólo hemos coincidido con un grupo, ha sido en la cima de la Cabeza Mayor. 

Atardece sobre el valle de las Cerradillas. En el cetro, el Cerro de Valdemartín
Tras un corto tramo por el bosque alcanzamos de nuevo el puente de madera sobre el Arroyo de las Cerradillas. Hacemos una corta parada para que los esquíes vuelvan a la mochila, y con ello a ser transportados a cuestas, así como para fijar en las retinas el entorno en el que nos encontramos.

De vuelta en el puente que cruza el Arroyo de las Cerradillas
Transitando por un tramo de bosque de altos ejemplares aprovechamos cualquier ventana en la vegetación para echar miradas evocadoras a las laderas por las que nos hemos esforzado durante el ascenso, en lo que parece que será una despedida “hasta las nuevas nieves del próximo invierno”

Llegados al Arroyo de las Guarramillas lo atravesamos por el amplio puente de madera y, sin detenernos, seguimos hacia el Puerto de Cotos. Las nubes en el cielo anuncian un cambio de tiempo que, con suerte, puede que traiga algo de nieve, y que ello permita hacer durar un poco más la que todavía queda en las caras Norte de la Sierra de Guadarrama, a la que las borrascas le han sido tan esquivas este invierno.