Robledondo es una pequeña
localidad ubicada a unos 1.400m de altitud, próxima al Puerto de la Cruz Verde,
en territorio madrileño de la Sierra de Guadarrama, lindando con la provincia
de Ávila. La ladera Oeste de la sierra que, culminando en el Pico de Abantos,
separa esta vertiente de la del Escorial, está cubierta principalmente de
robles y jaras, a la par que surcada por varios cursos de agua.
Uno de estos arroyos, el del
Hornillo, con nacimiento próximo al Puerto de Malagón, tiene en su parte alta
un discurrir tranquilo por parajes muy atractivos y solitarios, culminando en
una chorrera o cascada cuya contemplación en primavera, cuando más caudal de
agua presenta, vale en sí misma una visita.
Si bien la chorrera puede
visitarse en un recorrido de ida y vuelta apto para todos los públicos, dejando
el coche en una zona de aparcamiento junto al Puente de la Aceña (km 5.5 de la
M-535), nosotros optamos por hacer un recorrido con inicio y final en
Robledondo, a lo largo del cual la contemplación de la Chorrera sea un punto
más de una circular que nos permita deambular por los distintos parajes que
ofrece la parte meridional de la sierra.
No madrugamos mucho, de hecho son
pasadas las 9h 30m cuando iniciamos la marcha en Robledondo, habiendo dejado el
coche detrás de la iglesia. Nos guiamos por el buen track de losK2delascumbres que, como en tantas ocasiones, dibuja un trazado original
por zonas infrecuentes que los amantes de la naturaleza y buscadores de lo
inédito apreciamos sobremanera.
Los primeros tres kilómetros,
paralelos y en altura sobre el trazado de la carretera M-535, caminamos de E a
O manteniendo la altitud, en pos del Puente de la Aceña por zona de olorosas
jaras y abundantes robles cuyas hojas se encuentran en distintas fases de crecimiento.
Flor y hojas tiernas de roble |
Agallón del roble: inducido por insectos, se trata de la respuesta del vegetal a la presencia del parásito |
La frescura y luminosidad de la
vegetación, junto con la soledad de la trocha (salvo por un grupo de vacas con
las que la compartimos en un determinado momento) confieren a este tramo un
atractivo particular.
Finalmente, en la zona del
Palancar, con el Puente de Aceña a la vista, el sendero desciende rápidamente
hasta embocar, junto al puente de la carretera, con el arroyo del Hornillo y el
inicio de la senda hacia la Chorrera; comienza aquí el tramo más frecuentado de
la circular de hoy. De hecho, el único en el que coincidimos con alguien más.
Hermosa encina próxima al inicio de la senda de la Chorrera |
Si hasta ahora hemos transitado
al sol, a partir de este punto el camino discurre bajo la sombra de altos pinos
y luminosos álamos, siguiendo aguas arriba el arroyo del Hornillo.
Álamos y pinos sombrean la senda de la Chorrera |
No tardamos mucho en llegar a la
Chorrera. El agua del arroyo desliza por las placas graníticas dando la
sensación de una gran caída que en realidad no lo es tanto. El conjunto induce
a detenerse durante un rato para su contemplación desde todos los ángulos.
Chorrera del Hornillo |
En la parte superior de la
cascada tomamos un tentempié mientras observamos cómo la velocidad y el
discurrir del agua va acelerándose y transformándose a medida que se aproxima
al borde superior de la cascada. Un numeroso grupo de ciclistas se hacen muchas
fotos al pie de la chorrera antes de montar de nuevo en sus bicis y tornar por
donde han venido.
El agua del Hornillo se acerca mansamente al borde superior de la chorrera |
Aguas arriba de la chorrera la
trocha al principio se introduce en el cauce para luego abandonarlo, obligando
a vadear al arroyo en varias ocasiones. En cualquier caso, se sigue sin
dificultad, a la sombra de pinos y álamos. El tramo es corto y muy apacible.
En un momento dado salimos a
cielo abierto, dejando atrás la arboleda. Entre el lugar donde estamos y el
lejano pinar al que no habremos de llegar, se abre un espacio sin árboles, de
arbustos y muretes.
Numerosos muretes que hay que ir sorteando (buenas las
indicaciones del track) y que abandonaremos para, tras vadear por última vez el
arroyo del Hornillo, acceder a la amplia pista que, en altura, vemos unos cien
metros por encima del cauce. De nuevo distinguimos a un grupo de ciclistas que
circulan por ella.
Alcanzamos la pista (1.500m),
echamos una mirada hacia la solitaria zona que acabamos de
abandonar y emprendemos el retorno hacia Robledondo por la zona de pasto y
arbustos de poca altura que, al cabo de dos kilómetros y medio, nos permite
llegar al lugar donde habíamos dejado el coche a tiempo de volver a casa a
comer, tras haber realizado una bonita circular mañanera, de unos 8km de
longitud salvando un desnivel total en ascenso de 350m de D+, por unos rincones
sosegados, bellos y poco frecuentados.
Hola Carlos, hacía tiempo que no escribía un comentario aunque te he estado siguiendo.
ResponderEliminarEsta es una de esas salidas que dan paz al paseante, una pena que te cruces con los ciclistas ruidosos que además van con prisas, o eso parece ;-)
Como casi siempre no te faltan los habitantes naturales de semejantes parajes, a los que tampoco hay que molestar más de lo necesario, están en su casa.
Un abrazo y mucha montaña!
Francisco
Gracias, Francisco, por tu comentario. Los echaba de menos. Intuyes bien los apuntes que hago, y sí, los ciclistas parecían tener prisa. Quizás hasta tan sólo se fijaban, y por mor de inmortalizarse en las muchas fotos con chorrera en segundo plano, en el punto de inicio y final de su trayecto. Cuando tan interesante y abundante es lo que el trayecto en su totalidad ofrece. En fin, las prisas.
EliminarDejarse imbuir por la placidez y el sosiego de estos entornos es, en mi opinión, el gran objetivo.
Salud y Montaña.
Hola Carmar¡
ResponderEliminarCuantos sitios interesantes que nos enseñas, y casi todos por conocer¡¡¡
Muchas gracias por compartirlos.
Salud¡
Fer
Hola Fer, buscador de alturas y verticales recorridos, aquí te estarán esperando tales circuitos por lo plano y lo verde para cuando decidas poner pie a tierra de nuevo.
EliminarGracias por tu comentario.
Salud y Montaña.
Hola Carmar.
ResponderEliminarCuriosas resultan las chorreras donde el agua en vez de caer, se desliza por la roca. Corto pero bello recorrido que bien sirve para desconectar del día a día, y conocer nuevas zonas.
Un saludo
Desconectar de, conectar con, pasear, depurarse, impregnarse, y un largo etc. es lo que buscamos al deambular por estos parajes.
EliminarUn saludo, Eduardo.