sábado, 16 de junio de 2018

La Chorrera de San Mamés. Parajes montaraces y solitarios en un día húmedo de primavera.


En la linde del pinar la Casa del Leñador marca el camino hacia la chorrera de San Mamés
Esta primavera pródiga en lluvias, continuación de un invierno inusualmente abundante de nieve, está consiguiendo que los bosques y arroyos de Guadarrama luzcan esplendorosos.

La oportunidad de realizar circuitos placenteros e inusuales, visitando cascadas / chorreras caudalosas, por sendas inmersas en entornos vegetales propios de zonas habitualmente húmedas, es como para no dejarla escapar.

Bajo esta perspectiva la ruta a la Chorrera de San Mamés (salto de agua que forma el arroyo del Chorro) no es sino otra más de las que venimos realizando en estos meses. Al igual que en las anteriormente visitadas, la Chorrera en sí no es sino uno de los rincones, quizás el más llamativo o chocante, de los varios que componen el circuito.


En síntesis, el recorrido de hoy es: San Mamés (1.100m) – Casa del Leñador (1.400m) – Puerta de los Montes Carpetanos (1.400m) – Chorrera de San Mamés (1.475m) – Aguas arriba del arroyo del Chorro hasta enlazar con pista forestal a los 1.650m – Retorno a  Puerta de los Montes Carpetanos – Descenso por pinar hasta cruzar el arroyo del Chorro (1.350m) – Dehesas de Matamolinos y el Rincón – San Mamés.

Son las 9h 30m cuando inicio la marcha en la Quesería de San Mamés (lugar de apacible pasto bajo el tibio sol de la mañana).

Materias primas de la Quesería :-)
Por delante unas tres horas para empaparme de bosque y naturaleza, en el literal sentido del término, dada la elevada humedad ambiente y el agua acumulada en cualquier superficie: camino, arbustos y rocas.

Al principio, con la Casa del Leñador a la vista, sigo el camino habitual a la Chorrera. La característica edificación, justo en la nítida linde del pinar que cubre la ladera Este de la Sierra, cuya loma permanece oculta en la bruma, es un punto evidente de referencia.

Al poco rato de haber comenzado la marcha se distingue ya la cascada, a media ladera y al fondo.

Enseguida alcanzo la Casa del Leñador, puerta de acceso al pinar. Continúo sin detenerme: la marcha es rápida, el trote resulta natural.

A los pocos minutos llego a una curva hacia la derecha de la pista, desde la que arranca y sigue de frente un sendero que continúa aguas arriba del arroyo del Chorro. Grabada sobre un gran mojón de granito figura la inscripción de “Puerta de los Montes Carpetanos”.

A este punto retornaré luego, cuando haya pasado por la Chorrera y vuelva por la pista, pero de momento la abandono y tomo el estrecho sendero que sigue de frente. A partir de ahora cualquier roce con la vegetación que flanquea la senda supone mojarse.

Sigo adelante y dejo de lado, a mi izquierda, el inicio de la trocha que, pinar abajo, desciende hacia el lecho del arroyo del Chorro. Será después cuando tome este camino, a la vuelta. Por el momento continúo el trote a media altura en dirección a la cascada.

Vadeo con cuidado un regajo caudaloso. La trocha discurre ahora por una ladera rocosa bastante resbaladiza. La vegetación disminuye notablemente. Gira hacia la derecha y la Chorrera de San Mamés se hace visible.

 
La cascada se presenta magnífica. Me quedo un rato contemplándola desde diferentes puntos de vista.

Chorrera de San Mamés
 
 
Voy bien de tiempo y el cielo no se ha encapotado todavía, así que opto por continuar con la circular ascendiendo a la parte superior de la chorrera. La estrecha senda se empina y el entorno se torna agreste.

Está claro que el tiempo va aguantando, por lo que sigo barranco arriba abandonándolo enseguida para salir al encuentro de la pista que sé que está por encima, a unos 1.650m  de altitud.

Resulta trabajosa la subida. Un par de ramas caídas que encuentro, y que recojo, me sirven de improvisados y útiles bastones.

Saliendo del barranco por zona empinada y agreste
 
 
Finalmente alcanzo la pista superior y la tomo hacia la derecha. Por delante unos dos kilómetros de trote sostenido, flanqueado por los altos pinos, hasta llegar de nuevo a la “Puerta de los Carpetanos”. La humedad ambiente que impregna aire, árboles y terreno, junto con la soledad del entorno y la pendiente suavemente descendente hacen que este tramo resulte sumamente agradable.

 
Mojón: "Puerta de los Carpetanos".
Alcanzada “la Puerta”, en este punto me interno de nuevo por la senda que abandona la pista (este próximo tramo es coincidente durante un centenar de metros con el que seguí por la mañana hacia la cascada) hasta alcanzar el inicio de la trocha que, por medio del pinar, se enfila hacia el fondo del barranco del Chorro por un entorno agreste y boscoso.

Descendiendo hacia el arroyo del Chorro
Un puente de piedra bajo el cual el agua fluye rápidamente permite cruzar el arroyo sin dificultades.

 
La senda “al otro lado”, estrecha y flanqueada de vegetación, discurre por la derecha orográfica del curso de agua encaminándose hacia la linde del pinar, y más concretamente hacia una cancela en el murete que separa el bosque de la dehesa.

 
Tras el muro se acaba el pinar y comienza la dehesa
Tras pasar la cancela se accede a una zona exenta de arbolado en la que las trazas de sendero, bastante difuso en realidad, discurren por pradera cubierta de hierba y arbustos.

Con tanta lluvia la dehesa está totalmente encharcada. Bajo la hierba hay un lecho de agua de entre 5cm y 10cm que al principio trato de evitar pero que luego deja de importarme. Una vez asumido que los pies y las zapatillas van empapados, y no hay forma de evitarlo, la marcha vuelve a fluir.

La combinación de pasto, cantueso y robles en lontananza confieren una belleza singular a esta zona.

Las nubes ocupan el cielo casi en su totalidad y comienza a lloviznar. Son poco más de las 12h. Parece que el pronóstico se va a cumplir. Acelero la marcha para buscar la protección del robledal. Antes de internarme en él aún dirijo la vista a la serrada silueta de la sierra de la Cabrera, visible en la distancia.

Al fondo, en último plano, la Sierra de la Cabrera
Ya queda poco. El omnipresente murete sigue marcando la dirección a seguir, ahora orientado de nuevo hacia el arroyo del Chorro, de cuyo cauce me he ido separando paulatinamente desde que abandoné el pinar.

La llovizna se acusa menos dentro del robledal. Un grupo de peonias silvestres junto al muro pone una luminosa nota de color.

Al trote cuidadoso por la estrecha, y a tramos, embarrada senda voy completando la circular de hoy.

Finalmente alcanzo el curso del arroyo del Chorro, que se cruza por un cómodo puente, y estoy de vuelta en el lugar donde dejé el coche por la mañana, al tiempo que la llovizna cesa y comienza a lucir un tímido sol.
 
En resumen, una circular corta, corredera en un sesenta por ciento, de 8,5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de 600m de D+, realizando un recorrido poco frecuente, donde los parajes primigenios son mayoría ¡Dichosa primavera metida en agua que hace posible estos entornos reverdecidos, no muy habituales por estas latitudes, y que los embellecen sobremanera!

8 comentarios:

  1. La verdad es que tanta humedad este año en todas partes, a pesar de lo molesta, ha resultado una bendición. El paisaje en general está verde incluso allá donde no suele estarlo.

    Desde Huesca la Sierra de Guara se ve verde, eso es algo que pasa muy pocas veces.

    Salud y monte que no falten!

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    1. Hemos pasado del blanco luminoso de la nieve al verde resplandeciente de una vegetación que lo inunda todo. Una delicia para los sentidos que, cuando se presenta, hay que aprovechar al máximo.

      Tú tampoco paras mucho, pero es lo que decimos, al monte hay que salir aunque haga buen tiempo.

      Salud y Montaña, Pirene.

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  2. Las flores del cantueso, un flor tan sencilla pero llena de color y capacidad inmensa de colorear enormes superficies, me recuerda, siempre que las veo, a ese programa de Félix Rodríguez de la Fuente acompañado de aquellos pequeños lobeznos caminando en línea detrás del equipo.
    Que grandes son las imágenes capaces de llevarte con sus detalles a otros recuerdos guardados algo revueltos en tu mente.
    Un abrazo.

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    1. El cantueso es una de las plantas aromáticas que más me agradan. Seguramente por el componente de naturaleza y parajes fascinantes que siempre evoca en mi cabeza.

      Un abrazo, Javier

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  3. Una caminata idónea para salir de la rutina. Lo mejor, el contraste al entrar en el bosque. Por último, llegar a la chorrera a través de un camino abrupto, pero asequible y ver a una vaca beber plácidamente del mismo, ha hecho que esta experiencia sea digna de repetir.

    Un saludo,
    AOrtiz

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    1. El contacto con la naturaleza suele inducir a la serenidad, y más cuando el paraje es como el que San Mamés ofrece. Las pilas se recargan al mismo tiempo que la mente se relaja, a la par que las piernas caminan y caminan.

      Pensar en repetir es la mejor indicación de que uno ha salido contento. Un paraje similar lo encuentras en https://carmar-zancadasligeras.blogspot.com/2017/10/el-canon-del-rio-guadalix-y-la-cascada.html

      La cascada del Hervidero, y su entorno, es tan atractiva como onomatopéyico el nombre.

      Gracias, Alba por tu comentario.

      Un saludo,

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  4. Me recomendó esta ruta un compañero de una amiga mía y nos encantó. Yo no conocía este lugar y fue un descubrimiento. Además esta ruta es alcanzable para todos los públicos, estamos deseando repetir la experiencia con otra nueva recomendación.

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    1. Me alegra que os haya gustado la ruta y el entorno por el que discurre. Son bastantes los lugares con "chorreras" que ofrece la Sierra de Guadarrama, cada uno con su encanto particular y todos muy bonitos.

      Ya que manifiestas el deseo de repetir, aquí abajo pongo una recomendación de características similares a la de San Mamés: original, bonita y algo recóndita, pero alcanzable para "todos los públicos" :-) Ojalá os guste.

      https://carmar-zancadasligeras.blogspot.com/2017/10/el-canon-del-rio-guadalix-y-la-cascada.html

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