domingo, 24 de junio de 2018

La Peña Cebollera Vieja por la cascada de Litueros y arroyos aguas arriba: la sorpresa del itinerario fuera de las pistas.


La Peña Cebollera Vieja desde la vertiente de Somosierra
La Peña Cebollera Vieja o Pico de las Tres Provincias (2.129m – la tercera altura de la Sierra de Ayllón), se alza sobre el puerto de Somosierra y está situada en el extremo de los cordales principal y occidental de la sierra de Ayllón, constituyendo el punto de confluencia de los límites de las provincias de Madrid, Guadalajara y Segovia. En sus estribaciones nacen los ríos Jarama, al sur, y Duratón, al oeste.

Desde Somosierra, lugar habitual para iniciar el ascenso, la franja de sus laderas entre 1.400m y 1.800m se encuentra mayoritariamente cubierta por retamas y piornos, así como por zonas boscosas de pinar de repoblación. Por regla general el acceso a su redondeada cima se realiza por alguna de las pistas que recorren tales laderas, sin ofrecer más problema que el desnivel y/o el frío y la nieve en tiempo de invierno.

Sin embargo, para hoy opto por trazar una ruta circular que en su ascenso rehúye las pistas y, en su lugar, discurre aguas arriba por los barrancos del Arroyo de la Peña (primero) y del Reajo del Oso (después), saliendo finalmente a la pista superior que, a la altura de 1.900m, circunvala y llega prácticamente a la cima de la Peña Cebollera.

En síntesis: Somosierra (1.404m) – Chorrera de los Litueros – Barranco del Arroyo del Chorro (1.650m) – Barranco del Reajo del Oso (1.900m) – Peña Cebollera (2.129m) – Cabeza del Tempraniego (2.069m) – Pista Cuchar Quemado (2.022m) – La Tolla (1.750m) – Cerro de las Yeguas (1.650m) – Los Cambronales – Somosierra. En total una circular de 13.5km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 850m de D+.

Son las 8:30am cuando inicio la marcha en Somosierra encaminando el trote por la antigua N-I, ya cerrada al tráfico, hacia la cascada de Litueros, mientras se van levantando las brumas de la mañana.

 
 
 
Tras apenas un kilómetro dejo la carretera y emboco la pista hacia la cascada. El ambiente húmedo y a la sombra, junto con el fragor del agua, anuncian la inmediatez de la espectacular cascada de Litueros.
 
En las proximidades de la cascada de Litueros
El salto final del arroyo del Chorro, donde el agua se encajona y cae unos cincuenta metros, en tres escalones, envía su caudal a unirse al del Arroyo de las Pedrizas (apenas trescientos metros más abajo) conformando el Río Duratón.

Cascada de Litueros
Después de admirar la espectacular caída de agua asciendo rápidamente por la resbaladiza y muy empinada ladera que supera el desnivel de la cascada. Todavía voy a la sombra. Conviene andar con cuidado en esta zona.

 
A punto de alcanzar la parte superior de la cascada.
La estrecha senda bordea la chorrera y desemboca sobre unas rocas algo por encima de la misma. Desde este punto se ve claramente el comienzo del barranco del Arroyo del Chorro, si bien no se aprecia senda alguna hacia el mismo. Nada hace intuir que haya un paso aguas arriba. Pero lo hay J

Embocadura del barranco del Arroyo del Chorro
Trazo una diagonal ligeramente descendente hacia el cauce, sin perder demasiada altura, hasta que ya próximo al arroyo distingo un grueso tronco que lo cruza. Parece claro que se trata del lugar adecuado para hacerlo, si bien lo resbaladizo del mismo hace que extreme la precaución.

Por aquí se cruza el arroyo :-)
Una vez “al otro lado” encuentro una trocha mínima que, todo el rato por la derecha orográfica de las aguas, primero del Arroyo del Chorro y después el del Reajo del Oso, conviene seguir, apartándose lo menos posible de los respectivos cauces.

Ascender caminando junto a las aguas, a la sombra, sorteando los numerosos regajos laterales que fluyen hacia el curso principal, absorto en un paraje boscoso y solitario, constituye todo un placer para los sentidos.

 
 
 
Al principio, y hasta atravesar una primera pista que se encuentra a 1.700m de altitud, la pendiente es moderada (250m de D+ en 2km de longitud).

Nada más de cruzar la pista continúo arroyo arriba sin abandonar la dcha. orográfica. La pendiente se acentúa algo y entre los pinos comienza ya a verse la loma cimera.
 
 
 
Tras ascender 200m más de D+ en menos de 1km de longitud, finalmente alcanzo la pista superior a los 1.900m  de altitud. A partir de este punto la zona boscosa queda atrás y comienza la parte de loma y pista.

Tomo un evidente y anodino cortafuego que, abandonando la pista, se enfila directamente hacia la redondeada cumbre de la Peña Cebollera Vieja, resultando éste un tramo algo tedioso y con pendiente muy acusada que me permite, a ritmo machacón, alcanzar la cima y la gran roca erigida como monumento a los Forestales, tras la cual me protejo del viento que sopla.

Monumento a los Forestales en la cima de la Cebollera Vieja
He terminado la parte “poco usual” de la circular de hoy; toca ahora emprender el descenso que, ahora sí, realizaré por el concurrido cordal de la Sierra Cebollera en sentido Norte – Sur, siguiendo la ancha pista que lo surca, y que sólo dejo temporalmente para acceder a la solitaria Cabeza del Tempraniego (2.069m) a fin de contemplar desde su cumbre las cimas más prominentes de la Sierra de Ayllón: el Pico el Lobo (2.272m - el más alto) y el Cerrón (2.197m – el segundo más elevado).

A la izq., el Pico del Lobo; a la dcha., el Cerrón
Dejo esta cima, me reincorporo a la pista y comienzo el trote ligero durante poco más de un kilómetro, cruzándome con buena cantidad de personas en su marcha hacia la Cebollera, hasta encontrar un mojón que indica el punto donde dejar la comodidad e iniciar el descenso directo y monte a través, por zona tupida de piornos, hacia las pistas inferiores que se ven más abajo.

Este mojón indica dónde dejar la pista y lanzarse ladera abajo
 La bajada es clara, siguiendo al principio un cortafuego asilvestrado, que luego se transforma en una trocha invadida por los arbustos, y permite perder altura con mucha rapidez (250m de altitud de una tirada), a la par que la ropa se impregna del agradable perfume de la flor del piorno.

Entre piornos, enfilando directamente hacia las pistas de la parte inferior.
 
 
Alcanzada la pista inferior (1.650m), junto al Cerro de las Yeguas,  sólo queda seguirla en bajada contemplando hacia el Norte la cima de la Peña Cebollera Vieja en cuya cima estaba apenas hace una hora, así como el cortafuego por el que he descendido.

Peña Cebollera (izq) y Cabeza del Tempraniego (dcha)
 
En la ladera se aprecia el inicio del cortafuego utilizado durante la bajada
El trazado de la pista permite admirar de nuevo, desde la distancia, la cascada de Litueros (ahora ya totalmente soleada).

 
En la zona baja, próximos ya a Somosierra, un potrillo y su madre pastan tranquilamente.

 
Atrás quedan los pinares y las laderas cubiertas de piorno en flor que he recorrido durante unas horas saboreando la paz y el sosiego que el lugar transmite.

 
¡Qué inesperadas prendas
para quienes, huyendo del mundanal ruido,
siguen las escondidas sendas
por donde antes muy pocos han ido!
("Parafraseando" a Fray Luís)

9 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    En estas zonas tan concurridas siempre resulta más agradable transitar por lugares más emboscados, pero que ofrecen mayor tranquilidad, al final el esfuerzo tiene su recompensa.

    Avituados a ver últimamente las chorreras, esta vez la cambiaste por una cascada, palabra más utilizada por aquí.

    Una gozada ver esos paisajes, en comparación con los que estamos ahora.

    Un saludo

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    1. El agua, fuente de vida. Sigue su curso allá donde lo encuentres. Seguro que te conducirá por entornos sorprendentes.

      Cascada o chorrera, qué más da; espectáculos naturales siempre.

      Un abrazo, Eduardo

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  2. Seguindo o som e o aroma dos rios, pode-se chegar onde queira... que bonitas são as flores, os animais, o aroma e o frescor de uma natureza tão delicada e persistentemente tão querida!
    Obrigada por tão preciosa rota, fonte de calmaria e beleza inigualável!
    Um beijo

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    1. E que bonitos são seus olhares!!! Belíssimas fotografias.
      Outro beijo

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    2. Precisamente encuentro yo que estos lugares son, como tú acertadamente dices, "fonte de calmaria e beleza". Transitar por ellos es lo que me mueve, pues el propósito no es otro que buscar la comunión con la naturaleza, a cuyo sosiego siempre miro y trato de acudir tanto como la vida y ajetreo urbano me permiten.

      Gracias, como siempre Teca, por tus sentidos comentarios.

      Un abrazo

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  3. Echándole algo de imaginación y, con la tranquilidad que da la fotografía de la madre y el potrillo, me viene a la mente los pastos de Norteamérica con los caballos indios; aquellos que llevaron los colonizadores españoles o, en su defecto, los dictadores de la España conquistadora.
    Como siempre que me agobia el calor de Zaragoza, de buena gana me cambiaría por esos verdores silvestres de esta sierra castellana.
    Un abrazo.

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    1. La misma imagen que te ha venido a ti a la cabeza es la que me hizo a mí fotografiar a los pintos, al recordarme la familia a los «caballos de los indios».
      Gracias por tu comentario y un abrazo, Javier.

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  4. El camino te llevó por distintos escenarios: entre cursos de agua que discurren en origen entre saltos y que después generarán caprichosas curvaturas y profundos cañones en su devenir por el terreno calizo, por terreno domesticado por las máquinas que aporta la subida franca a la panorámica cima y por las acogedoras zonas de pastoreo de verano. Todo ello conforma lo singular de las montañas. Salud y montaña. Manuel

    “La geografía es el amor a la tierra. Deleitarse con ella, amar los bosques y los ríos. Hay que aprender el lenguaje de las piedras y contárselo a los demás” Eduardo Martínez de Pisón.

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    1. Muy bien sintetizada la esencia por EMdP en unas breves frases. Gracias Manuel por aportarla junto con tu comentario que es, en sí mismo, un resumen sustancial.

      Salud y Montaña.

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