El Cerro de los Álamos Blancos |
Situado a poco más de kilómetro y
medio al Este del cerro de la Salamanca (1.785m), y de algo menos al Sur del
Cabeza Líjar (1.823m), se alza el Cerro de los Álamos Blancos (1.509m), visible
desde distintos puntos de la Jarosa, cuya singularidad más reseñable la
constituye un bosquete de unos 150 ejemplares de álamos temblones (Populus
tremula), que no blancos (Populus alba), los cuales, de primavera a otoño (en
invierno pierden la hoja), ponen una nota distintiva de color que resalta de entre
la homogeneidad cromática del pinar.
A lo largo del recorrido de hoy,
con origen y punto final junto al muro del embalse de la Jarosa, cruzamos numerosos
arroyos, atravesamos plácidas navas donde el ganado de altura va a lo suyo, nos
internamos en un espeso pinar cada vez más atractivo, cobijo de árboles
singulares y visitamos el bosquecillo de álamos en lo alto del cerro,
retornando finalmente al punto de partida por sendas flanqueadas de vegetación,
discurriendo la mayor parte del itinerario por zonas alejadas de los circuitos
tradicionales, donde tan sólo en los tramos inferiores (aproximadamente a lo
largo del 15% del recorrido) coincidimos con alguien más. En total, una circular
de unos 13.5km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 580m de D+.
Son las 9h 30m cuando comenzamos
la marcha junto al embalse de la Jarosa tomando una pista asfaltada que,
dejando la carretera, se enfila hacia el N en el pinar bordeando por el E el
cerro de la Viña.
Al poco de comenzar la marcha, mirando
hacia atrás, distinguimos en la lejanía la inconfundible silueta del Yelmo,
allá en la Pedriza.
Al fondo destaca la silueta del Yelmo |
A medida que sube, la senda va
girando hacia el O. Abajo, tras las jaras y los pinos, va quedando el embalse
de la Jarosa.
Atraídos por el ruido cada vez
más fuerte de las aguas del arroyo de la Chorrera abandonamos momentáneamente la pista en un
punto determinado, y continuamos por una senda hasta localizar la pequeña
chorrera que queremos ver, no muy alta, pero sí con un acceso incómodo y
punzante, defendido por todo tipo de zarzas y pequeñas lianas.
Arroyo de la Chorrera |
Aproximación a la chorrera |
Una vez “recompuestos” de la
visita retornamos a la pista principal pasando por los restos de la Casa de los
Resineros para llegar, seguidamente, a la fuente de la Chorrera, amplio espacio
ahora libre de las numerosas personas que lo ocuparán algo más
tarde.
Restos de la Casa de los Resineros |
Seguimos la amplia pista hacia el
O para, a unos cincuenta metros, abandonarla y tomar una senda que se encamina
hacia el N. Se trata de la senda de los Reajos. A partir de aquí la pendiente
se acentúa sobremanera y pasamos del “modo paseo” al “modo montaña” durante los
siguientes 250m de desnivel.
Casi al final de la pronunciada
subida, y poco después de pasar la fuente de los Reajos, llegamos a una nava
que parece un jardín de infancia equino, donde los potrillos se amontonan y
curiosean.
A partir de este punto localizamos y seguimos, hacia el O, el Sendero de los Álamos Blancos (balizas indicadoras). La pendiente se atenúa, los pinos cobran más relevancia (algunos resultan imponentes) y el parche de color que conforman los álamos hacia los que nos dirigimos se encuentra cada vez más cerca.
El muérdago encuentra buen acomodo en los pinos |
Los álamos brillan entre el pinar y las rocas |
Alcanzamos al poco la fuente de
la Pinosilla, de agua fría y abundante, emplazada en un apacible paraje donde
destaca un gran pino silvestre, catalogado como “singular”, al que se le
calcula una edad de unos 200 años.
En este entorno, donde los pájaros trinan sin parar y fluye el agua, tomamos
un tentempié tratando de imbuirnos al máximo de la paz que nos rodea.
Fuente de la Pinosilla |
Reanudamos la marcha; el Cerro ya
está próximo, la senda se sigue muy bien y el porte de los pinos continúa
siendo impresionante.
Una gran acumulación de acebos,
formando un conjunto magnífico, atrae nuestra mirada.
Llegamos al pie del Cerro de los
Álamos Blancos. Quedan pocos metros de desnivel para alcanzar a la parte más
alta. Un enclave singular: algo más de un centenar de álamos temblones entre
una mayoría de pinos, junto a varios robles.
El lugar mantiene también restos de
fortificaciones provenientes de la guerra que infunden cierto desasosiego.
Son amplias las vistas sobre el
Embalse y el valle de la Jarosa.
Deambulamos por este sitio en el
que belleza y recogimiento se aúnan a partes iguales, tomándonos
nuestro tiempo antes de emprender el descenso. Habrá que volver en otoño,
cuando el amarillo de los álamos y el marrón de los robles "pinten" el lugar.
Abandonamos el Cerro de los Álamos y emprendemos el descenso |
Bosque a través, siguiendo en sentido SE una trocha apenas indicada, descendemos hasta encontrar una pista forestal que seguimos en sentido N (hacia la izquierda), encaminándonos de vuelta hacia la fuente de la Chorrera. Nos pasamos de largo una senda secundaria hacia la derecha y llegamos hasta la misma fuente, con lo que debemos retornar unos 500m hasta el desvío que nos habíamos saltado.
Lo tomamos y ya, de nuevo por
zona nada frecuentada, cruzamos el arroyo de la Jarosa cuyo curso seguimos
encaminándonos hacia uno de los aparcamientos intermedios de la Jarosa.
A partir del aparcamiento, y
siempre próximos a la carretera, tomamos una bonita senda que va bordeando el embalse
de la Jarosa, discurriendo entre diversa vegetación y pinos, con ventanas ocasionales
a las aguas del pantano y a sus alrededores, de forma que alcanzamos el punto
de partida tras apenas un kilómetro que se nos hace corto, quedándonos prendidas unas bellas imágenes en el recuerdo.
Senhor encantador de animais, já estou enlouquecida de ver tanta beleza em seus registros compartilhados. Nas últimas postagens fiquei eu aqui sem palavras para fazer qualquer tipo de comentário. Mas, basta! Já vou logo me manisfestar como bem sei fazer a minha maneira: AMEI! Fiquei encantada com cada detalhe, com cada passo que você deu nas suas rotas tão bem traçadas e aproveitadas... a de hoje então... nem preciso comentar. O que vale é o encantamento, a loucura de sentir cada momento desta natureza tão bela e fantástica! Obrigada por estar aí!...
ResponderEliminarUm beijo, senhor
"O que vale é o encantamento, a locura de sentir cada momento desta natureza täo bela e fantástica"
EliminarQué mejor comentario que este, que en sí mismo recoge la sensación que experimento cuando voy por las montañas. Encontrar e interactuar con los animales me resulta natural y soy yo el "encantado".
Muchas gracias Teca por tu comentario que, como siempre, anima a seguir compartiendo estos recorridos y vivencias.
Un abrazo.
Coincido con Teca; encantador de animales y encantado con los animales.
ResponderEliminarBonito recorrido con un gran broche final, culminado por el bosquecillo de álamos temblones. Por cierto, que maravilloso tiene que ser el contraste dorado en otoño con el verdor de las píceas.
Que suerte con la mariposa arlequín, tan confiada pero, en compañía de una ejemplar mirada. Está bastante fastidiada su población debido a los coleccionistas sin escrúpulos, precisamente, por su confianza.
Un abrazo.
Muchas gracias por la visita y el comentario. Queda pendiente de volver en otoño para impregnar la retina del dorado temblor.
EliminarLa mariposa, posada sobre el punzante majuelo, nada ha de temer de nuestra proximidad. Lamento saber que la falta de escrúpulos de algunos la amenaza.
Como le digo a Teca, resulto yo encantado con la proximidad e interacción con los animales que encuentro.
Un abrazo, Javier.
Hola Carlos.
ResponderEliminarPor fin llego la primavera y como no, con los arroyos repletos de agua y los bosques resplandecientes. Hay que ver la gran variedad de recorridos y especies vegetales que esconde está sierra de Guadarrama.
Un saludo
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
EliminarAbundante agua tiene Guadarrama este año y la vegetación luce esplendorosa.
ResponderEliminarLa visita a la cascada de la Chorrra, atravesando zarzas, deja un recuerdo perdurable :-)
Un saludo, Eduardo