domingo, 27 de mayo de 2018

La Bardena Aragonesa. Dista mucho de ser una estepa.


La Ralla de la Negra
La Bardena Aragonesa, en la comarca de las Cinco Villas, es colindante con la Bardena Navarra. Si bien ambas presentan un paisaje de similares características, la frondosa vegetación de la Aragonesa contrasta con el aspecto de la Navarra, más seca y fundamentalmente cubierta de matorral bajo.

La zona es también conocida como la Bardena Negra, por el color oscuro de los pinares en los montes.

Su altura máxima se encuentra en la Punta de la Negra (648m), marcada con el vértice geodésico que corona la Plana de la Negra, amplia meseta de arcillas y calizas, bordeada por terraplenes de unos 150 metros de desnivel. Son muy características las “rallas” o paredones rocosos.

A Eduardo y a mí nos agrada descubrir y recorrer de vez en cuando este tipo de parajes, próximos a Zaragoza, cuyo acceso no requiere de un desplazamiento largo y que guardan rincones a veces tan sorprendentes como éste.

Accedemos al lugar desde Valareña, internándonos hacia el Sur por una pista, con la Punta de la Negra en la lejanía. Al poco dejamos el coche junto a un refugio cerrado, rodeado de árboles, y emprendemos la marcha. En verano será otra cosa, pero hoy, a mediados de mayo, la temperatura resulta muy fresca.

Llevamos la intención de realizar una circular que nos permitirá acceder a la Punta por el Oeste y descenderla por el Este. En total un recorrido con una longitud algo superior a los 14km, salvando un desnivel en ascenso de 380m de D+. Suficiente para una mañana y que permite estar de vuelta en casa a la hora de comer.

Desde el principio nos sorprende la pluralidad de espacios vegetales que se ofrecen a la vista, campos de cereal en un entorno de carrascas y pinos alternando con pequeños barrancos arcillosos y yeseros.

En dirección Sur / Suroeste iniciamos la circular que, en sus primeros siete u ocho kilómetros, está balizada por una serie de paradas señalizadas con carteles, que se siguen sin dificultad.

En el primer tramo caminamos por la pista, en paralelo al Barranco de Juan Ramón. El paisaje ofrece un anticipo de las dolinas y formaciones arcillosas que constituirán el plato principal a la vuelta, cuando retornemos de la Punta de la Negra.

 
Al poco alcanzamos la pequeña Balsa de Capuchinos, primera del conjunto de humedales y cañizales que salpican la Bardena Aragonesa. A su izquierda arranca un sendero que se adentra entre abundante vegetación.

En estos parajes los pinos están libres de la perniciosa procesionaria que tanto los castiga en otros lugares. Como planta parásita aparece en abundancia el muérdago.

El muérdago encuentra buen acomodo sobre los pinos
 
 
Bayas de muérdago
Tras un placentero y corto recorrido por el pinar, con sotobosque de lentisco (Pistacia lentiscus) y coscoja (Quercus coccifera), alcanzamos la Plana de Cazuelas donde el cereal reemplaza a los arbustos.

 
Lentisco en flor
Bordeando el campo se alcanza una pista, que seguimos hacia la izquierda para, un poco más adelante, retomar de nuevo el sendero junto al cartel indicador de la Facera de Capuchinos. Comenzamos el ascenso a la Plana de la Negra por la ladera del Modrollar.

Hacia la Plana de la Negra
Nos internamos en el  pinar caminando por una estrecha senda que discurre por la cara Norte de la Plana.

En el tramo final alcanzamos la base de la Ralla del Modrollar. Aceleramos el paso para salir cuanto antes de la exposición a la caída de piedras desde lo alto.

 
Finalmente accedemos a la Plana de la Negra. A corta distancia, a la izquierda y por entre altos lentiscos, alcanzamos el punto geodésico de  la Punta de la Negra.

A la izq. tras los lentiscos, el vértice geodésico de la Punta de la Negra
Tomamos un tentempié mientras observamos el panorama que se contempla desde este otero.

 
Tras ello, nos ponemos de nuevo en marcha e iniciamos el descenso por la pronunciada ladera. El sendero es estrecho y muy atractivo.

Enseguida damos vista a la segunda ralla de la jornada, la Ralla de la Negra. A sus pies contemplamos un paisaje próximo de suaves desniveles tapizados de pinar, y campos de cereal en la lejanía.

La Ralla de la Negra
 
Le damos la espalda y, dejándola atrás, continuamos bajando por una senda entre abundante vegetación.

Llegamos a lo plano, a una pista junto a la cual hay una charca. Las ranas croan, pero no logramos ver ninguna.

Siguiendo los carteles de “la Bardena Roja” (por el rojo de la pintura que los marca) iniciamos el cierre de la circular. Pausadamente dejamos atrás la Punta de la Negra y su ralla.

La Punta de la Negra y su ralla
Giramos hacia la izquierda  y  seguimos la pista que discurre a través de dolinas y barrancos erosionados, pasando junto a diversos cañizares y charcas donde por fin, sí, por fin, además de oírlas croar, somos capaces de ver a las ranas que las habitan.

 
 
El camino es todo un repaso al comportamiento de arcillas y calizas frente a la erosión, resultado de precipitaciones esporádicas de carácter tormentoso. El recuerdo de los Aguarales de Valpalmas acude a la cabeza.
 


 
 
 
Pero todo se acaba y, tras una nueva curva de la pista que seguimos, dejamos atrás el espectacular paisaje de arcillas, llegando a la zona verde otra vez. Los pinos sustentadores de muérdagos oportunistas anuncian que estamos a punto de concluir nuestra circular por la Bardena Aragonesa, lugar de verdor inesperado, perfumado por el olor desprendido de los pinos y las diversas plantas aromáticas, al que más vale visitar cuando el verano aún queda lejos y las tormentas no se esperan.
 
 

2 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    La gran diferencia entre las Bardenas Reales y las Aragonesas, es sin duda la gran promoción que le han dado a estas primeras, porque en belleza, nada tienen que enviarles a las de Navarra, es más, yo diría que con los bonitos bosque que pueblan la aragonesa, la hacen más atractiva, porque ofrecen una diversidad de paisajes que las Reales no tienen.

    Sin duda fue un recorrido muy atractivo, y sorprendente, porque en un terreno tan árido uno no espera encontrase una vegetación tan variada, que además con esta primavera tan lluviosa, estaba radiante.

    Un saludo

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    Respuestas
    1. Cucú cantaba la rana
      cucú dentro del agua
      cucú pasó un montañero
      cucú con malla y sombrero
      cucú pasó su compañero
      cucú llevaba romero
      cucú le pidió un ramito
      cucú no le quiso dar
      cucú se echó a nadar.

      Radiante fue el recorrido, de los que, por inesperados, quedan en el recuerdo.

      Salud y Montaña.

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