La Ralla de la Negra |
La Bardena Aragonesa, en la
comarca de las Cinco Villas, es colindante con la Bardena Navarra. Si bien
ambas presentan un paisaje de similares características, la frondosa vegetación
de la Aragonesa contrasta con el aspecto de la Navarra, más seca y fundamentalmente
cubierta de matorral bajo.
La zona es también conocida como
la Bardena Negra, por el color oscuro de los pinares en los montes.
Su altura máxima se encuentra en
la Punta de la Negra (648m), marcada con el vértice geodésico que corona la
Plana de la Negra, amplia meseta de arcillas y calizas, bordeada por
terraplenes de unos 150 metros de desnivel. Son muy características las “rallas” o paredones rocosos.
A Eduardo y a mí nos agrada
descubrir y recorrer de vez en cuando este tipo de parajes, próximos a
Zaragoza, cuyo acceso no requiere de un desplazamiento largo y que guardan
rincones a veces tan sorprendentes como éste.
Accedemos al lugar desde
Valareña, internándonos hacia el Sur por una pista, con la Punta de la Negra en
la lejanía. Al poco dejamos el coche junto a un refugio cerrado, rodeado de
árboles, y emprendemos la marcha. En verano será otra cosa, pero hoy, a
mediados de mayo, la temperatura resulta muy fresca.
Llevamos la intención de realizar
una circular que nos permitirá acceder a la Punta por el Oeste y descenderla
por el Este. En total un recorrido con una longitud algo superior a los 14km,
salvando un desnivel en ascenso de 380m de D+. Suficiente para una mañana y que
permite estar de vuelta en casa a la hora de comer.
Desde el principio nos sorprende la
pluralidad de espacios vegetales que se ofrecen a la vista, campos
de cereal en un entorno de carrascas y pinos alternando con pequeños barrancos
arcillosos y yeseros.
En dirección Sur / Suroeste
iniciamos la circular que, en sus primeros siete u ocho kilómetros, está
balizada por una serie de paradas señalizadas con carteles, que se siguen sin
dificultad.
En el primer tramo caminamos por
la pista, en paralelo al Barranco de Juan Ramón. El paisaje ofrece un anticipo
de las dolinas y formaciones arcillosas que constituirán el plato principal a
la vuelta, cuando retornemos de la Punta de la Negra.
Al poco alcanzamos la pequeña
Balsa de Capuchinos, primera del conjunto de humedales y cañizales que salpican
la Bardena Aragonesa. A su izquierda arranca un sendero que se adentra entre
abundante vegetación.
En estos parajes los pinos están
libres de la perniciosa procesionaria que tanto los castiga en otros lugares.
Como planta parásita aparece en abundancia el muérdago.
El muérdago encuentra buen acomodo sobre los pinos |
Bayas de muérdago |
Tras un placentero y corto
recorrido por el pinar, con sotobosque de lentisco (Pistacia lentiscus) y coscoja
(Quercus coccifera), alcanzamos la Plana de Cazuelas donde el cereal reemplaza
a los arbustos.
Lentisco en flor |
Bordeando el campo se alcanza una
pista, que seguimos hacia la izquierda para, un poco más adelante, retomar de
nuevo el sendero junto al cartel indicador de la Facera de Capuchinos. Comenzamos
el ascenso a la Plana de la Negra por la ladera del Modrollar.
Hacia la Plana de la Negra |
Nos internamos en el pinar caminando por una estrecha senda que
discurre por la cara Norte de la Plana.
En el tramo final alcanzamos la
base de la Ralla del Modrollar. Aceleramos el paso para salir cuanto antes de
la exposición a la caída de piedras desde lo alto.
Finalmente accedemos a la Plana
de la Negra. A corta distancia, a la izquierda y por entre altos lentiscos, alcanzamos
el punto geodésico de la Punta de la
Negra.
A la izq. tras los lentiscos, el vértice geodésico de la Punta de la Negra |
Tomamos un tentempié mientras
observamos el panorama que se contempla desde este otero.
Tras ello, nos ponemos de nuevo
en marcha e iniciamos el descenso por la pronunciada ladera. El sendero es
estrecho y muy atractivo.
Enseguida damos vista a la
segunda ralla de la jornada, la Ralla de
la Negra. A sus pies contemplamos un paisaje próximo de suaves desniveles tapizados
de pinar, y campos de cereal en la lejanía.
La Ralla de la Negra |
Le damos la espalda y, dejándola
atrás, continuamos bajando por una senda entre abundante vegetación.
Llegamos a lo plano, a una pista
junto a la cual hay una charca. Las ranas croan, pero no logramos ver ninguna.
Siguiendo los carteles de “la
Bardena Roja” (por el rojo de la pintura que los marca) iniciamos el cierre de
la circular. Pausadamente dejamos atrás la Punta de la Negra y su ralla.
La Punta de la Negra y su ralla |
Giramos hacia la izquierda y seguimos
la pista que discurre a través de dolinas y barrancos erosionados, pasando
junto a diversos cañizares y charcas donde por fin, sí, por fin, además de
oírlas croar, somos capaces de ver a las ranas que las habitan.
El camino es todo un repaso al
comportamiento de arcillas y calizas frente a la erosión, resultado de precipitaciones esporádicas de carácter tormentoso. El recuerdo de los Aguarales de
Valpalmas acude a la cabeza.
Pero todo se acaba y, tras una nueva curva de la pista que seguimos, dejamos atrás el espectacular paisaje de arcillas, llegando a la zona verde otra vez. Los pinos sustentadores de muérdagos oportunistas anuncian que estamos a punto de concluir nuestra circular por la Bardena Aragonesa, lugar de verdor inesperado, perfumado por el olor desprendido de los pinos y las diversas plantas aromáticas, al que más vale visitar cuando el verano aún queda lejos y las tormentas no se esperan.
Hola Carmar.
ResponderEliminarLa gran diferencia entre las Bardenas Reales y las Aragonesas, es sin duda la gran promoción que le han dado a estas primeras, porque en belleza, nada tienen que enviarles a las de Navarra, es más, yo diría que con los bonitos bosque que pueblan la aragonesa, la hacen más atractiva, porque ofrecen una diversidad de paisajes que las Reales no tienen.
Sin duda fue un recorrido muy atractivo, y sorprendente, porque en un terreno tan árido uno no espera encontrase una vegetación tan variada, que además con esta primavera tan lluviosa, estaba radiante.
Un saludo
Cucú cantaba la rana
Eliminarcucú dentro del agua
cucú pasó un montañero
cucú con malla y sombrero
cucú pasó su compañero
cucú llevaba romero
cucú le pidió un ramito
cucú no le quiso dar
cucú se echó a nadar.
Radiante fue el recorrido, de los que, por inesperados, quedan en el recuerdo.
Salud y Montaña.