Cabeza de Hierro Mayor desde la loma del Empalotado |
La ligera nevada del día precedente, junto con la jornada de tiempo estable
anunciada para éste, pronosticaban unas condiciones excelentes para el esquí de
travesía: dos o tres centímetros de nieve polvo sobre buena base compactada y
helada.
El otoño pasado Manuel y yo quedamos gratamente impresionados al recorrer
el Valle de Valhondillo, y de aquí nace su propuesta de ascender a la Cabeza de
Hierro Mayor por una ruta poco habitual, recorriendo el bosque de la loma del
Empalotado, paralela a Valhondillo, aprovechando la nieve que cubre la sierra a
partir de los 1.600m – 1.700m de altitud.
Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento que hay en el km 38 de la carretera
de Cotos a Rascafría. En principio toca acarrear los esquíes mientras
descendemos por la margen derecha del arroyo, en busca del puente de los Hoyones,
en la cota 1.500m.Cuesta abajo el porteo se hace más llevadero. Tras cruzar el
arroyo enfilamos la fuerte pendiente que, bosque a través, encara la loma del
Empalotado. En la cota de 1.700m, encontramos nieve suficiente como para
calzarnos los esquíes.
El tiempo se mantiene sereno, las cumbres se muestran radiantes en la
distancia, escuchamos el rítmico deslizar de las focas sobre la nieve ¿Estamos
verdaderamente a 60km de Madrid?
Salimos del pinar y avanzamos por la loma.
A la izquierda, el pico de Peñalara |
La Cabeza de Hierro Mayor se
ofrece a nuestros ojos sin obstáculos. Trazamos mentalmente la ruta a seguir.
Cara Norte de la Cabeza de Hierro Mayor |
Por delante un elevado “plateau” helado sobre el que se recorta la línea de
la Cuerda Larga.
La helada superficie que tenemos por delante, junto con las “polvaredas”
que comienzan a alzarse sobre la cresta, aconsejan no afrontar la cima
directamente y, en su lugar, trazar una deriva hacia el Este (izquierda), para
alcanzar la Cuerda por su parte más asequible.
El viento azota sin descanso mientras avanzamos hacia el cordal. Las nubes
siguen aumentando y la visibilidad va disminuyendo a medida que ascendemos. El
tiempo está yendo claramente a peor.
Deambulamos en medio de la ventisca, aprovechando los cortísimos intervalos
sin nubes para fijar el rumbo antes
de volver a ser engullidos por la niebla.
Envueltos por la bruma alcanzamos la cumbre de Cabeza de Hierro Mayor
(2.376m), cuyo punto geodésico y alrededores están absolutamente helados. El
termómetro marca -5ºC y las ráfagas son fuertes.
Cima de Cabeza de Hierro Mayor |
Buscamos resguardo tras un montón de hielo esculpido por el aire.Tomamos
alguna barrita energética y confiamos en que el tubo Norte, al estar protegido
por las paredes laterales, mantenga la película superficial de nieve polvo y
que pueda esquiarse bien.
Aquí, al menos, no nos da el viento |
Iniciamos “a tientas” el descenso hacia el collado entre las dos Cabezas,
lugar muy venteado en el que permanecemos lo justo hasta que un breve claro permite
orientarnos hacia la entrada del tubo Norte, unos 100m más abajo.
La nieve está helada pero bastante uniforme, sin las clásicas coliflores de
hielo. Encaramos el tubo Norte e iniciamos el comprometido descenso.
Encontramos, a nuestro pesar, que no queda ni rastro de la esperada
película de nieve polvo. El viento ha hecho su labor y lo ha barrido todo. Nieve
dura sobre la cual los cantos rechinan en cada giro produciendo tenues nubecillas
del polvo de hielo recién cortado ¡Pero qué dura es la nieve dura! Precaución
con los resbalones.
No hay que perder la concentración. La pendiente, unos 45º, se torna muy exigente
en esta superficie.
En la parte final encontramos a dos personas, José Luís y Roberto, que van
descendiendo con crampones. Intercambio breve de comentarios sobre el estado de
la nieve, despedida, giro para tomar impulso antes de encarar el talud del
corredor que conduce a la ladera del bosque, y…..me salta y pierdo el esquí
derecho; comienzo a caer por la pendiente helada, trato de frenar cruzando el
esquí izquierdo, sigo resbalando; me
salta el segundo y me encuentro deslizando cabeza abajo a toda velocidad, fugazmente
puedo constatar que aún quedan lejos las rocas hacia las que me dirijo; trato y
consigo poner los pies por delante, y finalmente alcanzo a detener la caída
clavando bien las botas. El estrechamiento del barranco y sus rocas aún quedan
lejos.
Ufff! Escaneo rápido del cuerpo. Nada roto. Contusión fuerte en el costado
derecho. Calor e insensibilidad de la cara. Mentón algo despellejado ¡Barata ha
salido la factura!
J. Luís y Roberto, algo asustados por la caída, bajan los esquíes que han ido
recuperando y cuando llega Manuel, que por el cambio de la pendiente no ha
visto el final de “mi descenso”, me conforta y reiniciamos la marcha esquiando
por el bosque hasta alcanzar la pista forestal que va paralela al arroyo de
Cerradillas.
Esquiando hacia el arroyo de las Cerradillas |
Atrás quedan las cumbres con sus penachos y el tubo Norte, de elegante
trazado, que esta vez se ha cobrado un pequeño peaje.
Tubo Norte de Cabezas |
Tubo Norte de Cabezas con la zona de la caída remarcada |
Cuando la nieve empieza a escasear sobre la pista forestal cargamos los
esquíes en la mochila y ascendemos los 200m de desnivel que nos separan del km 40
de la carretera de Cotos a Rascafría, abandonando la soledad de las laderas Norte
de la Cuerda Larga, por las que hemos deambulado durante toda la jornada,
saliendo a la aglomeración de vehículos y personas que suponen los alrededores
de Cotos. Manuel va a por el coche.
En total unos 1.100m de D+ de hermosa y dura jornada, accediendo a Cabeza
de Hierro Mayor por el Noreste, atravesando un bosque recóndito muy bien
conservado, donde la soledad del entorno se saborea en todo momento, con
descenso final por el “adrenalínico” tubo Norte.
Lo contaste para contarlo y con eso cuento que es lo importante.
ResponderEliminarLas fotos como siempre interesantes y estupendas.
¿Cómo te encuentras de los golpes y abrasiones?
Supongo que todo bien.
Salud, Libertad y Montaña :|´
Pude no contarlo, pero pensé que, ya que fui afortunado y podía hacerlo, pues que lo contaba con fines ilustrativos. Es la montaña un lugar que, con la necesaria experiencia, técnica y conocimiento, brinda ocasiones y vivencias plenas; ahora que, en los sitios complicados, cualquier merma de concentración o inconveniente técnico pueden desencadenar situaciones bien comprometidas. De nuevo la suerte conviene tenerla de tu parte. Las abrasiones cicatrizan rápido y bien, el costalazo se resiste a dejarme tranquilo. Cuento con no pillar un resfriado, porque no quiero ni pensar en cómo lo pasaría si me diera un ataque de tos. Salud y Montaña, amigo Deicar.
EliminarEl silencio del bosque se rompe con los canturreos casi primaverales de las aves, y el sol en lo alto adivina una jornada de buen tiempo. Con una calma total del aire avanzamos con la cadencia habitual. La nieve fresca ofrece una sensación de total libertad. En lo alto de la loma ya se barruntan cambios en la climatología. El viento blanco nos atrapará. ¡Seguro! Preparados y concentrados estamos. La cumbre no es un lugar muy amable en esta ocasión. En la bajada como siempre atención plena, lectura de la calidad del manto y adaptación a las condiciones. El resultado es claro, el viento ha barrido la nieve recién caída y ha convertido en hielo las zonas al descubierto. Bajamos por las zonas donde se ha acumulado la nieve pero éstas desaparecen, y el giro se mide. La canal está inusitadamente con gente. La pendiente rompe y mis limitaciones de material hacen que baje despacio. No veo, pero presiento. Me aproximo y ya lo percibo. Estás bien, así que me tranquilizo. Chequeo, ánimo, y más ánimo. Seguimos, viendo cuáles son las sensaciones. Repasamos lo ocurrido para buscar respuestas. Las tenemos. Lo importante, la reacción fue la esperada a pesar del momento. Cabeza fría y maniobras rápidas en milésimas. Secuencias fugaces. Estamos preparados para estas ocurrencias pero no las esperamos. Vienen de forma súbita, inesperada. Continuamos. Vamos. El reposo traerá calma y sosiego. Recuperar y volver cuanto antes. Porque es nuestro medio. Salud y Montaña
ResponderEliminarEs tenue pero firme la cuerda imaginaria de nuestra cordada. Transmite y comunica sin ver, apoya sin necesidad de palabras; un breve gesto basta para componer un mensaje entero. Poco a poco, tras una larga dedicación a nuestro medio, conseguimos que "salgan" las acciones de forma refleja. Esto, junto con algo de suerte, permite salir del trance y continuar. Atento al otro, con la ayuda presta, pero sabiendo que cada uno ha de valerse, acumulamos vivencias, y preparamos nuevas. Recuperar para volver a no mucho tardar. Nuestro medio nos espera. Salud y Montaña, Manuel.
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