Una de las Lagunillas de Peguerinos |
Este recorrido, con origen y
final en el Camping del Valle de Enmedio, discurre por parajes siempre solitarios,
bien atravesando densos pinares o bien por sendas zigzagueantes bordeando
formaciones rocosas de altura.
Transitar por el Valle de
Enmedio, bien sea por su base o por las afiladas alturas que lo delimitan,
supone adentrarse en un paraje especialmente retirado.
Seguramente constituye uno de los lugares más apartados y tranquilos de la
Sierra de Guadarrama.
En nuestro caso optamos por
realizar la ruta en sentido contrario a las agujas del reloj, adentrándonos de
salida en el recoleto Valle de Enmedio por una buena pista, que abandonamos
pronto para encaramarnos al enriscado cordal Este del mismo.
Saliendo a la parte alta del cordal |
Una vez en la parte alta
recorremos la cuerda por una serpenteante senda o trocha que rodea los
enhiestos roquedos y bloques que la conforman, alternando las vertientes
(soleada al Este y en la umbría al Oeste), en un itinerario agreste y
entretenido, típicamente “Pedricero”.
Para concluir, tras atravesar un
estrechamiento / ventana natural, en un recoleto plano donde se encuentran unos
curiosos petroglifos que, de no andar advertidos, pasan fácilmente
desapercibidos.
Petroglifos |
Seguidamente la senda deja atrás
las rocas y se interna descendentemente en el pinar que tapiza la vertiente Sur
de la Sierra de Malagón.
Hacia el Refugio de Enmedio, hoy día en ruinas y abandonado a pesar de la
robustez de sus muros.
Refugio de Enmedio |
Dejando atrás el refugio, y en
fuerte pendiente, el camino continúa la subida por un bosque asilvestrado.
Poco a poco remite la cuesta, y
se llega a la zona despejada de las Navas del Toril, desde donde distinguimos el
cercano punto geodésico de la cima de Cueva Valiente.
Dado que en el objetivo de hoy no
entra hacer cima, entroncamos directamente con la deteriorada pista que la une
con el Collado de la Gargantilla, siguiéndola en descenso hasta llegar a él, flanqueados
por los numerosos restos bélicos que hay a nuestra izquierda (al Sur de la
misma).
Una vez en el Collado, verdadero
cruce de caminos, iniciamos el segundo tramo de esta variopinta circular poniendo
rumbo hacia Las Lagunillas, lugar especialmente bucólico e igualmente poco
frecuentado. A mitad del recorrido hacia las Lagunillas la abundosa Fuente de
Fernando Benito es un buen punto para beber y reponer agua.
Fuente de Fernando Benito |
Las Lagunillas son unas charcas
naturales que contienen más o menos agua en función de la época del año.
Desde ellas (1.670m) y por bosque
a través, siguiendo las tenues huellas dejadas sobre la hierba por una
bicicleta de ancha rueda, emprendemos la bajada directa hacia las inmediaciones
del Embalse de Cañada Mojada (1.550m) a través de un pinar de altos ejemplares,
paralelos al cauce de un arroyo, sin senda definida pero sin problema alguno de
paso, por un paraje cuya belleza y sosiego inducen a ralentizar la marcha
porque da pena de que se acabe.
Finalmente vadeamos con facilidad
el Arroyo del Chuvieco a pie de Embalse, accedemos a una pista superior y, tras
recorrerla durante algo menos de un kilómetro y medio, alcanzamos de nuevo el
Camping, dando por terminada esta infrecuente circular con dos tramos bien
diferenciados: el primero, rocoso y
agreste hasta llegar a las Navas del Toril, y el segundo, especialmente
apacible de Las Lagunillas, conformando el conjunto un recorrido variopinto y poco habitual, de
algo menos de 17km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de unos
550m de D+, a lo largo del cual el tiempo pasa sin sentir a la par que los
sentidos se impregnan de naturaleza.
De vez en cuando, cómo se agradecen las dehesas con esa paz que emanan y, sobre todo, a la sombra de cualquier árbol. Apreciable, además, esa lagunilla tan atractiva donde poder observar la llegada de sedientos pájarillos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pajaricos y trinos nos acompañaron durante toda la jornada.
EliminarUn abrazo, Javier.
Se ve que está vez no tenías ganas de hacer un pico extra ... bonita y variada circular.
ResponderEliminarUn saludo
Hay veces, no muchas ciertamente, en las que uno ve la cima y vuelve la cabeza hacia otro lado para seguir el camino. Eso pasó esta vez.
EliminarUn saludo, Eduardo.