sábado, 25 de agosto de 2018

Por rutas salvajes de Guara: Paso Len, Paso de los Articazos, río Vero, Tozal de Alquezar.



El Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara es el lugar idóneo para internarse en la naturaleza agreste de los cañones y barrancos calcáreos excavados por las aguas de sus ríos, deambular por sus caminos y sendas intrincadas, invisibles aún desde la proximidad, trazadas y construidas para cubrir la necesidad de transitar por estos complicados lugares, habiendo encontrado la manera de pasar por ellos tanto las personas como los animales (fundamentalmente cabras), o  bien para conectar con el río en cuyas exiguas márgenes cultivaban huertos. Parajes donde los hombres primitivos dejaron su impronta en forma de pinturas rupestres en abrigos y covachos de los que Guara tiene gran abundancia.

Algunos de estos espectaculares pasos, colgados sobre el vacío, son los que Eduardo y yo decidimos recorrer en forma de una circular muy poco habitual como es la siguiente:

Puntos más relevantes del circuito:

Alquézar – Balsas de Basacol – Abrigo de Quizans – Paso Len – Paso Articazos – Río Vero (cruzarlo) – Ascenso al Tozal de Alquézar por ladera izq. del río (terreno y vegetación para jabalíes) – Cueva Abierta – Barranco de Arpán – Abrigo de Arpán – Cueva de la Fuente del Trucho – Puente de Villacantal – Alquézar.

En total un itinerario de algo más de 19 km de longitud salvando una altitud total en ascenso de 1.300m de D+ ¡Y todo ello a mediados de agosto, cuando “face más calor”!

Teníamos interés y ganas de realizar este recorrido que nos lleva por una de las zonas más intrincadas del cañón del río Vero y de sus alrededores.

Comenzamos la marcha en Alquézar, y ya se nota que las temperaturas serán altas; confiamos en que los dos litros de agua que llevamos cada uno sean suficientes. 

Alquézar

Siguiendo los carteles indicadores nos encaminamos hacia las Balsas de Basacol. En ellas (son dos), que se alimentan de la fuente de San Pelegrín, se recoge el agua de lluvia que más tarde abastecerá el riego de la huerta de Alquézar. Su aspecto nos recuerda algo a los balnearios.

Balsa de Basacols y esconjuradero
Dejándolas atrás nos encaminamos hacia el Tozal de Quizáns, y más concretamente al Abrigo del mismo nombre. Ascendemos entre matas aromáticas y otros arbustos de bajo porte. Enfrente la ralla del Tozal, horadado por numerosos abrigos, a la vista y como guía.


Alcanzamos el Abrigo de Quizans, asimos la reja que lo protege, ajustamos la vista y distinguimos… ¿Una ardilla?


El sol sigue subiendo, pronto nos dará de pleno y se intensificará el calor.


El camino está indicado; echamos la vista atrás, hacia la parte final del cañón del Vero que alcanzaremos por la tarde, a la vuelta, y continuamos la marcha hacia los Pasos Len y Articazos.


Sabinas, carrascas, enebros y pinos de medio porte componen un mundo vegetal por el que discurre la estrecha senda.


Al poco alcanzamos la Cueva de Grasa. Lugar fresco y agradable con excelentes vistas.

Cueva de Grasa
Continuamos descendiendo; las paredes del otro lado del Vero se aprecian cada vez con más detalle.


Llegamos al Paso Len. Se trata de una cornisa estrecha y aérea, asegurada con sirga, con una verticalidad debajo de ella impresionante. Excelente mirador del Cañón del Vero.

El Paso Len y "su patio"


La trocha se embosca a tramos mientras descendemos, pero se sigue bien. El calor se va dejando notar.

Bordeamos por su base un gran espigón rocoso para seguidamente cruzar el cauce seco del barranco Chimiachas, tras lo cual sigue un tramo horizontal de unos 30m de longitud en forma de cornisa de unos 40cm de anchura. Se trata del Paso de los Articazos, también asegurado con sirga y con un “patio” algo menos impresionante que el del Paso Len.

Paso de los Articazos y "su patio"


El cauce del Vero lo tenemos cada vez más próximo, de hecho ya oímos las voces de los grupos de barranquistas que lo descienden regularmente en esta época. 


Llegamos al río en un momento en el que no hay nadie; sus atractivas aguas de color turquesa están bastante más frías de lo que se espera. Un hermoso remanso de paz y frescor que aprovechamos antes de emprender la segunda parte de nuestro recorrido de hoy.


Porque a partir de aquí hemos de buscar la salida del cañón ascendiendo por la áspera e intrincadísima ladera Oeste del Tozal de Alquézar que cae abruptamente sobre las aguas del Vero. Sabemos que se puede, sabemos que hay mojones ocasionales y además  llevamos el track (gracias betato por ello), así que el ánimo está presente.

El primer paso consiste en atinar con el punto de ataque de la ladera, que no es evidente. Para ello remontamos unos metros el cauce del río por la izq., orográfica buscando un lugar accesible para internarnos en la espesura. Y lo encontramos. Un delgado cabo de cordino amarillo anudado a la base de un boj confirma nuestra intuición, así que comenzamos aquí a hacer "de jabalí", y así seguiremos hasta salvar los 300m de desnivel que hay que remontar hasta salir a la parte superior del cañón.

Inicio de la "jabalinada"
Idas, venidas, el GPS de vez en cuando no marca, ocasionales mojones nos confirman la buena dirección (¡Qué tranquilidad da irlos encontrando!), las ramas de boj resultan duras, alguna zarza de vez en cuando, qué estrecheces, titubeos, ocasionales ventanas al paisaje, calor, resoplidos, ánimo que vamos bien…




Cuando llevamos ascendidos 200m de desnivel alcanzamos la Cueva Abierta ¡Qué cosas hace la naturaleza!


Aquí descansamos y bebemos un poco del agua que porteamos. Vamos en modo racionamiento desde hace un rato.

Nos cuesta encontrar el camino para seguir. Nos confundimos, vemos que no tenemos salida cuesta arriba y descendemos unos 20 metros por la trocha por la que hemos llegado al pie de la Cueva ¡Aquí está la senda!

La seguimos ya más animados. No la volvemos a perder, es fácil ahora. Las vistas hacia las fajas donde están el Paso Len y el de Articazos son espléndidas. Habiendo pasado por ellos nos cuesta identificar dónde están.


Así hasta salir, por fin, a la meseta superior del cañón, en el Tozal de Alquézar. El calor aprieta de lo lindo. Agua queda poca. La sed se deja sentir. Aún nos quedan unos 7 kilómetros hasta Alquézar pero el trazado ya es evidente. Una buena pista para comenzar.

El Cañón desde el Tozal de Alquézar
Siguiendo las señales de los postes indicadores avanzamos rápido. Zonas de pinos seguidas de boj, cualquier sombra es bienvenida.

Nos desviamos unos metros de nuestra senda para visitar el próximo Abrigo de Arpán ¡Qué claro se distingue “el ciervo”!

El Ciervo de Arpán
Retornamos y pasamos luego junto a la enorme entrada de la cueva del Trucho.
Cuesta salivar. Tomamos cortos sorbos de la poca agua que aún nos queda. Transitamos sobre conglomerados ásperos y secos. A lo lejos ya se distingue la Colegiata de Alquézar.


Finalmente accedemos a la Senda de Villacantal y en fuerte bajada alcanzamos el cauce del río Vero en el Puente de Villacantal ¡Uf, que ganas teníamos de llegar aquí! Rincón fresco, junto al agua, donde los barranquistas dan por concluido su descenso del Cañón.

Puente de Villacantal



Como remate todavía nos queda por subir los 150m de desnivel hasta Alquézar. Suerte que la cuesta está a la sombra.

Atrás quedan los intrincados, salvajes y bellos lugares por los que hemos deambulado, por delante nuestra mente tan sólo tiene la idea fija de llegar a la fuente de Alquézar.



6 comentarios:

  1. Leer la entrada y tener que ir a la nevera a echar un trago de agua. Buena circular pero para realizar en cualquier época del año menos en verano.

    Un saludo

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    1. Para rememorar la ruta y escribir esta entrada púseme yo junto a un botijo sentado, para ir acallando con agua fresca la sed que me venía de tanto en tanto.

      Incluso en verano el recorrido es de los más atractivo; ahora que, mejor con algo menos de calor.

      Salud y Montaña.

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  2. Me apuntaría a beber del botijo.
    Espectacular ruta y desconocida para mi.
    Grande la montaña.

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    1. Beber de un botijo es destreza particular. Parece fácil, como si uno naciera aprendido. Pero extasía a quien lo descubre porque eso de asir un piporro, levantarlo, inclinarlo y disfrutar de su tesoro es un arte singular. Compartamos, pues, tal utensilio.

      Salud y Montaña, José Antonio.

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  3. Es un paraje de lo mas atractivo. De vez en cuando, suelo hacer alguna intrusión para ver la fauna del lugar.
    Me gusta tu recorrido porque depara nuevos espacios por los que no he transitado y, me gustaría hacerlo de disponer de mucho mas tiempo. De todos modos, me doy por satisfecho con tu presentación y definición de la espléndida ruta.
    Saludos.

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    1. Por rutas así ves rastros de animales, gruñes y resoplas como alguno de ellos, vas y vuelves, pasas bajo las ramas de los arbustos y, al final, te has convertido en uno más de los que por allí deambulan. Pero, ¿No es eso lo que realmente significa comulgar con el entorno?

      Salud y Montaña, Javier.

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