domingo, 2 de septiembre de 2018

La Peña Ezkaurre. Vertiginoso mirador sobre el río Veral (Zuriza), mil metros más abajo.

Vertiente Este de la Peña Ezkaurre, sobre la Foz de Veral (desde el Espelunga)

Ezkaurre, en la zona de Isaba, es una mole caliza orientada de noroeste a sureste. Dos barrancos / valles, el barranco de Berroeta, al Sur, y el valle de Belabarze, al Norte, flanquean su lomo calcáreo. Este espinazo tiene más de tres kilómetros de longitud y sus alturas oscilan entre los 1.700m (la peña más occidental) y los 2.045m de la cumbre más oriental (la propia Peña Ezkaurre) cuya cima es el límite entre los valles de Ansó (Aragón) y Roncal (Navarra).

Tanto Berroeta como Belabarze están cubiertos por frondosos bosques, mayoritariamente de hayas, cuyo enorme atractivo supone un plus al de la propia cima, de manera que nos planteamos un recorrido que, con origen y llegada en la población de Isaba, los integre en una circular que resulta exigente (por su longitud: 26,3 km y desnivel acumulado en ascenso: 1.485m de D+), pero espléndida a nivel “sensorial”.

Hitos más característicos de la ruta:

Isaba – Barranco de Berroeta – Sierra de Arrigorieta – Solano de Ezkaurre – Ibón de Ezkaurre – Peña Ezkaurre – Collado Abizondo – Collado de Argibiela (Zuriza / Belabarze) – Valle de Belabarze – Barranco y Cascada homónimos – Ateak (puertas) de Belabarze – Isaba.

Es temprano cuando iniciamos la marcha en Isaba y nos encaminamos hacia las “ateak” (puertas) de Belabarze por un sendero bien marcado que al poco se transforma en pista.

Dolmen en Isaba

Ermita en el camino hacia las "ateak" de Belabarze
Por suave pendiente y por la derecha orográfica del arroyo de Belabarze, alcanzamos al cabo de un par de kilómetros una bifurcación con puente: a la izquierda la señal marca el comienzo del ascenso a la cascada de Belabarze por un estrechamiento entre dos peñas (las "ateak") por donde pasa el arroyo, que no tomamos, pues es por donde retornaremos a la vuelta; en su lugar continuamos por la propia pista en un giro pronunciado hacia la derecha para, siguiendo el GR-11 que ya no dejaremos hasta la propia cima, enfilarnos hacia el barranco de Berroeta, por donde ascenderemos.

Al poco la pista llega a una explanada dando fin a su trazado. De aquí, y siempre guiados por las marcas blancas y rojas del GR-11, nos internamos en el frondoso bosque que cubre el barranco de Berroeta, ascendiendo a la sombra de los árboles hasta que estos se acaban a la altura de los 1.400m. 



Ocasionales ventanas en la vegetación dejan contemplar las calizas que conforman las montañas en esta zona.




La salida a campo abierto permite tener una perspectiva completa de lo que todavía nos queda, con la alargada mole de la Peña de Ezkaurre visible en lontananza. A partir de aquí caminaremos a la descubierta por el cordal cimero, flanqueados por árboles solitarios (pinos y hayas).

Barranco de Berroeta con la alargada mole de la Peña de Ezkaurre, al fondo.
El cordal discurre inicialmente en dirección sureste y los árboles son cada vez más escasos conformando grupos aislados de uno o varios ejemplares. 


La Peña Ezkaurre cada vez más próxima.
La pendiente es suave y a la derecha van quedando las redondeadas cimas de la Sierra de Arrigorieta (Arnaia y Kañadaxiloa). Atrás, y cada vez más alejado, queda el punto en el que hemos abandonado el bosque.

A la izquierda se ve el claro en el que hemos abandonado el bosque que cubre el barranco de Berroeta, en primer plano.
Caminar tranquilo y solitario que, de repente, se ve interrumpido por un grupo de cabras que, cual vigilantes atentas del lugar, aparecen recortándose contra el horizonte y, tras advertir de nuestra presencia al resto del rebaño, se agrupan todas y se lanzan nerviosamente ladera abajo buscando el cobijo del bosque próximo.


En un momento determinado el sendero se orienta francamente hacia  el Norte, enfrente la poderosa muralla calcárea de la Peña Ezkaurre.


Hacia atrás las hayas solitarias que flanquean la senda por la que hemos venido.


Vamos siguiendo las marcas del GR que nos guían hacia un altiplano bajo su cara Sur, donde está el ibón de Ezkaurre, hoy sin agua y ocupado por ovejas.


Las señales rojiblancas nos llevan hasta el mismo pie de una canal que supera en línea recta los 300m de desnivel que nos separan de la cima. Salir del prado y entrar en la roca es todo uno.

Canal de acceso a la Peña Ezkaurre
La trepada resulta sencilla (I+) y está bien marcada con hitos y pintura. La aspereza de la caliza proporciona una adherencia excelente pero hay que tener cuidado porque sus afilados bordes resultan muy cortantes.


Los primeros doscientos metros son de pronunciada pendiente si bien al final se suaviza hasta llegar al ancho lomo cimero de Ezkaurre el cual, una vez alcanzado, hay que seguir en ligero ascenso y en sentido este hasta llegar a la cima de la Peña Ezkaurre (vértice geodésico), lugar “adornado” por unas características lajas que forman una curiosa composición. Hoy está la cumbre muy concurrida.

Cima de la Peña Ezkaurre
No nos detenemos junto al vértice, sino que continuamos loma adelante unos doscientos metros, hasta que ésta se acaba. Enfrente tenemos el pico de Espelunga, entre ambos, el espectacular tajo de mil metros de profundidad que los separa. Abajo, en el fondo, la Foz de Veral.

Cara Oeste del Pico de Espelunga desde la Peña Ezkaurre, entre ambos, la Foz de Veral
Sobre nuestras cabezas no paran de dar pasadas rasantes unos pájaros habituales de los altos roquedos; el avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), cuyo curioso comportamiento está tan bien descrito por Javier en su blog de La Naturaleza Que Nos Queda. Junto con dos personas que también se han separado de la poblada cima / vértice (Lidia y Bea) contemplamos largamente el impresionante paisaje y las evoluciones de los pájaros. Dentro de pocas fechas visitaremos la zona del Espelunga y de los Alanos, y contemplaremos la abrupta vertiente Oeste del Ezkaurre desde allí, pero eso será otro día.

Finalmente decimos adiós a Lidia y Bea, ellas permanecerán más rato de contemplación, y emprendemos el descenso hacia el Collado Abizondo.

La bajada de Ezkaurre por su vertiente norte abandona la cima por una pendiente moderada, las marcas del GR indican el camino, hasta que al poco éste empieza a bajar bruscamente hacia el boscoso collado de Abizondo a través del karst. La pendiente es tan pronunciada y las rocas están tan pulidas que bajar por ella requiere de una atención constante para evitar los resbalones que acechan.


Iniciando el pronunciado descenso hacia el collado de Abizondo


En los momentos de descanso durante la fuerte bajada, la mirada se va hacia el grupo de los Alanos, en Zuriza.
Y así hasta llegar al collado de Abizondo, donde súbita y  momentáneamente la pendiente se modera y uno se da de bruces con el comienzo de un hayedo. Aquí hacemos un breve descanso para recomponernos tras la tensa bajada.

Amable inicio del hayedo tras la delicada bajada por rocas pulidas
Las marcas blancas y rojas siguen indicando el camino, que prosigue en suave descenso adentrándose en el hayedo. Pero esto dura muy poco, ya que a los apenas trescientos metros de haber dejado el collado el bosque se hace más denso y el GR se enfila en fuerte bajada entre hayas de troncos acodados (¿Será para sostenerse mejor?), a los que nos vamos agarrando a medida que descendemos. 


Finalmente la pendiente se modera y las marcas se orientan hasta desembocar en la carretera que une Isaba con el camping de Zuriza, por la que continuamos en dirección ascendente unos cien metros, hasta llegar al alto del puerto o Collado de Argibiela, límite entre Navarra y Aragón. Nos quedan todavía 9,5km de recorrido hasta Isaba.

Desde este collado parte una pista en dirección oeste que tomamos para, a unos doscientos metros,  abandonarla y seguir por un sendero a la derecha que sale de la misma. Como siempre, las marcas del GR lo indican ¡Conviene ir atento a ellas!

Hacia Isaba por Belabarze
Este camino desciende por un bosque mixto de pinos y hayas hasta llegar al fondo del valle, donde se arrellana.

Por el valle de Belabarze
El valle de Belabarze es prácticamente plano y durante todo él llaneamos paralelos al curso de agua, por la margen izquierda orográfica, con alguna que otra subida suave, hasta llegar al final del mismo, donde el río empieza a bajar bruscamente. El bosque resulta acogedor y su recorrido supone un gozo para los sentidos.

Por el bosque de Belabarze



Llegados al final del valle, y junto a unos prados, vadeamos el cauce y pasamos a la margen derecha orográfica. Perdemos momentáneamente las marcas y damos unas cuantas vueltas hasta que las volvemos a encontrar; siguiéndolas y claramente hacia la izquierda (en sentido de la marcha) nos conducen enseguida al barranco de Belabarze.

El barranco es bastante estrecho, y el evidente sendero discurre por un entorno de hayas centenarias que inducen a contemplarlas con respeto.


No tardamos mucho en escuchar el ruido que produce la Cascada de Belabarze, lugar, éste sí, bastante concurrido.

Cascada de Belabarze
Tras visitarla, enseguida llegamos al final del barranco, cruzamos la estrechura de las “ateak” de Belabarze y salimos junto al cartel indicador en el que por la mañana nos detuvimos antes de seguir hacia Berroeta. Acabamos de cerrar el círculo, pero no la circular, ya que todavía nos resta seguir por la pista de ascenso hasta llegar a Isaba.  Son poco más de dos kilómetros, pero las piernas acusan los veinticuatro ya recorridos junto a los más de 1.450m de desnivel ascendidos.

La luna comparte la tarde.


Mientras tanto, los tendidos rayos del sol poniente aún iluminan los densos arbolados que componen estos bellos bosques navarros por los que hemos deambulado, habiendo trazado una larga ruta que nos ha llevado por una gran diversidad de terrenos y paisajes, tocando la cima de la Peña Eskaurre y recorriendo íntegramente sus vertientes Sur y Norte, respectivamente.




10 comentarios:

  1. Magnífico recorrido y exigente.
    Fenomenal reseña. Gracias.
    Jose.

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    1. Gracias José Antonio. El recorrido es de una gran belleza. Es lo que tienen los bosques navarros.
      Salud y Montaña.

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  2. Que pena da ver la pesada huella humana de todo aquel que, por no sé qué motivo, tiene que dejar una señal de su estancia en un determinado lugar. Encontrar cúmulos de piedras que no son para identificar cruces de senderos etc. o simplemente lajas levantadas como el la cima de la Peña Ezkaurre deja de manifiesto la agresión sufrida al paisaje por estos ejemplares empeñados en ser mas protagonistas que el entorno.
    Por lo demás, una ruta de gran belleza relatada con amenidad suprema.
    Saludos.

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    1. A la cima del Ezkaurre llega mucha gente partiendo del collado de Arguibiela, al que se accede con coche desde Zuriza. Desde el collado son 700m de desnivel que se atragantan a cualquiera, dada la inclinación, pero que muchos excursionistas "de ocasión" emprenden decididos.

      Cuando llegan a la cima están para pocas alegrías, y allí se quedan un rato hablando por el móvil, recuperándose, amontonando piedras, etc.., hasta que se animan a emprender la bajada por donde subieron. Pocos recorren unos cientos de metros más y se acercan a ver la imponente cara Oeste del Espelunga y el tajo del río Veral.

      La ruta por los bosques navarros resulta preciosa.

      Un abrazo, Javier

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  3. Hola Carmar.

    Gran circular la que realizasteis que espero poder realizar más adelante. Los pirineos navarros no tienen cimas tan altas como los aragoneses, pero ofrecen unos bosques especialmente de hayas, espectaculares!

    Otra de las cosas que llama la atención de esta Peña Ezkaurre, es la diferencia entre las subidas por Aragón, (corta y vertical) o por Navarra (larga y más moderada), aunque ambas merecen la pena.

    Las vistas hacia la sierra de Alano, resultan impresionantes, al igual que ver la Peña Ezkaurre desde la cima del Espelunga, estos valles occidentales mercen muchas más visitas de las que hacemos, habrá que solucionarlo en los próximos veranos.

    Un saludo.

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    1. Pongamos manos a la obra en solucionar "la cuestión navarra". Los baños de bosque son cada vez más atractivos.

      Un saludo.

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  4. Clásica e imprescindible circular siguiendo en parte el itinerario de la Camille Xtreme. Muy muy chula.

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    1. El entorno por el que discurre es muy bonito en todos sus tramos.
      Un abrazo, Carlos

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  5. Uma rota muito bonita, apesar do achado sinal deixado por tolos no caminho.
    Amei a fotografia das margaridas na rocha e as belas cabras tão simpáticas (e afoitas) que com certeza alegraram o caminho dos animados montanheiros. :)
    Um beijo

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    1. Cualquier sustrato vegetal es bueno y aprovechado por las margaritas que, en plena y áspera roca, encuentran acomodo y alegran la sobriedad de la caliza.

      En cuanto a las cabras, perspicaces y curiosas, siempre atentas a lo que ocurre en su entorno, pocas se resisten a una mano sosegada y tendida, en tanto en cuanto sostenga unas almendras o un puñado de sal. Sólo hay que tener paciencia, dejar que se den cuenta del contenido y no moverse demasiado, para que el recelo inicial dé paso a la curiosidad y ganas de tomar lo que se les ofrece.

      Un abrazo, Teca, y gracias por visita y comentario.

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