Ya apuntaba borrasca desde el
alto de Monrepós, de color rosa por lo temprano de la hora, pero borrasqueando
al fin y al cabo.
Alba, Manumar y yo habíamos
salido de Zaragoza con la idea de hacer un buen tour de “randonee skiing” (va
por ti, Manumar) en Francia, tras cruzar el Portalet, por la zona del Peireguet
y pico de la Canal Roya, así que, como la meteo había dicho que a partir de
media mañana el anticiclón se impondría, hacía allí que nos fuimos presos de
nuestra credulidad y perseverancia.
Llegando a Formigal los tres
miramos hacia la Foratata, dentro de lo que cabe en zona de cielo azul claro y
desvaído, y decidimos “acercarnos hasta la frontera a ver cómo pinta el tiempo
en la otra vertiente del Portalet”. Las nubes lo cubren todo en Francia, la
nieve cae en copos menudos y ligeros, así que, sin dudarlo, optamos por el plan
B, y retornamos a Formigal. Nuestro objetivo del día es ahora “dar una vuelta”
por el hermoso valle de las Ferraturas, en la vertiente Norte de la Foratata.
Todo lo que de escarpada tiene la
peña, lo tienen de suave y placenteras sus laderas Oeste y Norte. Esquiarlas es
una delicia para los sentidos.
La peña Foratata, desde Formigal. |
Largas y suaves palas nevadas se
extienden de Sur a Norte, hacia el collado del Forato.
A la derecha, los escarpes de la
Peña Foratata, rocosos y abruptos por todas sus caras.
A la izquierda, alguna que otra
roca sobresaliendo entre los pinos blanqueados por la ligera y continua nevada
que, entre idas y venidas, no nos abandona desde que emprendimos la subida.
En el collado del Forato nos
encaminamos hacia “la espalda de la Foratata”. El aire sopla con fuerza, la pendiente
se acentúa, la nieve está perfecta, y la que nos va cayendo encima, también.
El sol reaparece, pero enseguida
vuelven las nubes. En todo momento los copos bailan ante nuestros ojos.
Las dos cumbres de la Foratata,
la Occidental y la Oriental, asoman ya. Comienzan a mostrar su áspera cara
Norte.
Mientras nos aproximamos a ellas,
alejados de la cornisa, vamos mirando a través de las “balconadas” que el
viento ha abierto.
Alcanzamos el punto más elevado
al que se puede acceder con esquíes, nos hacemos la foto,
y nos acercamos al tronco helado y seco que marca “el límite del esquí”, antes de iniciar el descenso.
Con suaves y agradables giros llegamos
de nuevo al collado del Forato. Sin dudarlo decidimos continuar bajando hacia
el barranco del Arrigal ¿Quién se puede resistir a un poco más de esquiada
placentera por terreno solitario y nieve virgen?
En los últimos pinos decidimos
detenernos, volver a pegar las pieles, comer algo y reemprender la vuelta y
subida al Forato.
La continua nevada, que no nos ha
abandonado durante todo el rato, va cobrando cuerpo.
Optamos por subir algo más arriba
del collado, buscando alargar lo más posible la última bajada.
Al fondo, la sierra de Partacua, abajo, a la derecha, más próximo, el collado del Forato. |
Y descendemos finalmente hacia
Formigal, prestando atención al relieve que, bajo la tenue luz que filtra la
bruma, se hace cada vez más difícil de distinguir. Literalmente vamos esquiando
“como en una nube”.
¡La sonrisa no nos ha
desaparecido del rostro durante todo el recorrido!
Hola Carmar.
ResponderEliminarLugar solitario, amplias y suaves palas, es lo que busca el novel para poco a poco ir aprendiendo. Lo único malo es que en esta zona me han comentado que suele sacudir el viento, pero bueno ... Creo que la circular que te enseñe de O Forato, coincide en algún tramo con esta que hicisteis.
Muchas veces los planes B acaban saliendo mejor que los originales.
Un saludo
Tienes razón, Eduardo, la circular al Forato tiene un tramo común con esta ruta.
EliminarEn cuanto al viento, en invierno es un compañero casi inseparable.
Saludos.