Sierra de Guadarrama bajo la tormenta |
La tormenta se cierne y ensombrece hoy las cumbres de la próxima Sierra de
Guadarrama y las dejará, probablemente, cubiertas de nieve cuando se retire. En
tales condiciones es mejor acercarse a la naturaleza en cotas más bajas, donde
sólo alcanzan las fuertes ráfagas que vienen de las montañas. El monte del
Pardo y el soto del río Manzanares son un buen lugar para ello.
Los vientos de finales de noviembre han acabado prácticamente con el color
de los árboles caducifolios. Son ahora los perennes los encargados de mantener
el verde aspecto de montes y dehesas.
Dejo el coche aparcado en Somontes, junto al río Manzanares, y comienzo la
carrera hacia la Quinta. El sendero pica continua y suavemente hacia arriba
mientras atravieso el pinar que cubre los primeros metros. Una solitaria encina
entre los pinos llama mi atención.
La pendiente se acentúa; el sendero cubierto de resbaladiza arena granítica
requiere cuidado en algunas zonas. Algún que otro pino descolla por encima de
las encinas entre las que discurre la senda. Empiezo a notar las rachas, me
ajusto el cortaviento.
Llegando a la Quinta, una otoñal parra pone su nota de color sobre el apagado
verde del fondo.
El sendero topa con la tapia que circunvala la Quinta. Giro 90º a mi
izquierda y continúo cuesta arriba manteniendo el muro a mi derecha. Noto cómo
la inclinación de la cuesta ha aumentado en este tramo. Bajo la cremallera del
cortaviento.
Finalmente alcanzo la parte alta. Son muchas las sendas que se pueden
seguir a partir de aquí, unas viran hacia la izquierda encaminándose de vuelta
al río, otras continúan de frente, por lo alto del monte, tomo una de estas. De
nuevo me he de cerrar a tope el cortaviento. Las fuertes ráfagas de aire frío
procedente de la Sierra hacen que vaya literalmente llorando.
Lejos quedan los pinos; las carrascas y encinas han tomado el relevo.
Terreno duro y solitario al que los líquenes que cubren las ramas de los
árboles confieren un aspecto muy invernal. Mantengo el ritmo acompasado, el
lagrimeo se ha reducido.
Desde un altozano diviso una zona de dehesa más despejada, atractiva, hacia
la que me dirijo, iniciando el descenso.
Finalmente alcanzo de nuevo el cauce del Manzanares. Dejando atrás el monte
cruzo el río, y por su derecha orográfica (izquierda en el sentido de la
marcha) continúo la carrera hacia la presa de Mingorrubio. Hay color y vida en
el soto.
Ronda anátida |
El muro de la presa supone el fin del recorrido aguas arriba. Lugar donde
el río Manzanares “renace” de forma artificial y turbulenta para aquietarse
poco después. A pesar de que el aire se nota mucho menos aquí, la humedad y el
frío hacen que permanezca quieto el tiempo justo de tomar unos frutos secos
antes de iniciar el retorno.
De vuelta en el Pardo, sin cruzar el puente de los Benedictinos, continúo
por la derecha del río.
De aquí hasta el arroyo de la Trofa la senda, a ratos
mera trocha, discurre por una franja frondosa y primitiva entre el Manzanares y
la alambrera que la separa de la zona no pública del Monte del Pardo.
Terreno húmedo, alfombra de hojas caídas, olor de ribera, bellotas bajo las
encinas, entorno poco frecuentado en el que hay que correr con precaución para
no resbalar y acabar rodando hasta el agua del próximo cauce; a la izquierda de
la alambrera, ramaje y espesura; a la derecha, zona más esclarecida.
Fistulinas parásitas que, con el trascurso del tiempo, se han convertido en
parte del árbol que las aloja.
El puente del ferrocarril anuncia la proximidad del arroyo de la Trofa,
afluente por la derecha del río Manzanares. Se trata de la segunda corriente
fluvial más importante del Monte de El Pardo, después del río Manzanares. De
ahí su importancia ecológica, ya que actúa como corredor biológico que conecta
la Sierra del Hoyo y el citado monte. De él se benefician numerosas especies de
mamíferos, aves y, sobre todo, reptiles y anfibios, protegidos en la Comunidad
de Madrid.
Alcanzo a dos personas, María y Clara, que también van recorriendo ésta
poco transitada margen. Comentamos lo primitiva que resulta.
En estas estamos cuando, de un salto, nos tenemos que apartar de la trocha
que vamos siguiendo para quitarnos del recorrido que, impertérrita y muy
decidida, viene siguiendo una nutria ¿Pero, no se trata de animales huidizos?¿Habrá
llegado utilizando el corredor del Trofa? Como dijo F. R. de la Fuente: el mejor ejemplo para demostrar la pureza de
un río es basarse en la presencia de nutrias, amantes de las aguas cristalinas
con fondos pedregosos.
El arroyo baja con poca agua; continuando unos metros por su cauce alcanzamos
la orilla del Manzanares. Al otro lado, justo enfrente, está el aparcamiento de
Somontes, donde están los coches.
Arroyo de la Trofa desembocando en el río Manzanares |
De un brinco cruzamos el Trofa, unos metros más hasta alcanzar la parte más
estrecha del Manzanares. El vadeo parece factible, cuestión de descalzarse y
cruzar. Manos a la obra, fuera zapatillas y calcetines. El agua cubre hasta
media pantorrilla y está fría, fría. Vamos, que el último metro duele.
Río Manzanares desde el aparcamiento de Somontes |
En síntesis, un re-corrido de 17km de longitud total con un desnivel acumulado
en ascenso de unos 200m de D+, por monte, dehesa y soto, pluralidad de hábitats
que comportan en su conjunto un circuito otoñal ya en las mismísimas puertas
del invierno.
Aparcamiento de Somontes |
Bonita y tranquila excursión parece, aunque lo de descalzarse y vadear el río... mejor para otra época del año, no?
ResponderEliminarPero qué suerte tienes con los animales por el campo, y rapidez con la cámara, claro!
Un abrazo
Vadear ríos en invierno tiene, ciertamente, sus riesgos ¡El catarro acecha! En cuanto a los animales, tienes toda la razón; aún no sé a qué se debe esta aparente facilidad para coincidir pero, ¡Bendita sea! Un abrazo, Francisco
EliminarEsa primera foto te ha salido alucinante y más sabiendo que llevas una cámara de bolsillo cuarto y mitad.
ResponderEliminarDe la nutria y de otros animales que te encuentras al paso mejor ni comento pues sé de buena mano que los sueles silbar para que te presten atención y te sueles parar a hablar con ellos, o algo así :)))´
Por el Pardo solía ir, hasta que un día dejé de hacerlo porque cada vez que volvía me sentía raro; era como una posesión de niebla y escarcha que me recordaba tiempos pasados...Un cristo, vamos, un cristo que se idolatra de forma pagana con todo lo que de ese tipo refiero. Hay cosa que no evolucionan y se dan bruces limpiamente. Quiero decir, ver ese río gris que antaño fue claro y donde pescar era otra cosa, me produce cierta lástima. Comprendo que la nutria, a la que no envidio, viva ahí; pero que mejor nutrimiento para ella. El yesquero parásito suele colonizar a los álamos viejos y llenos de heridas allí donde las nieblas y las escarchas son persistentes y esta estación, de sequía incipiente, da lugar a esa proliferación pues ni la corteza se lava ni el chopo puede combatirla.
Los viejos políporos sabiamente viajan al duramen vetusto, quebrarán ramas al briznar del viento.
Naturaleza que pasa de curso como cauce el Manzanares, ambos parejos finalizando cada año.
En lo referente a la cámara, valga aquí una metamorfosis del gran Baltasar (Gracián para más datos) cuando dijo que lo bueno, si breve (pequeño en este caso), dos veces bueno.
ResponderEliminarCierto lo de mi inclinación a "comunicarme" con los animales ;)))
Manzanares, aprendiz de río y maestro de ribera.
Álamos viejos, heridos, cicatrizados, colonizados, ... ¿pero acaso no resulta siempre de esta manera tras el paso de los años? Lo hermoso es contemplar cómo, aún así, se mantienen erguidos a la espera de lo que pueda seguir viniendo. Naturaleza que acompaña el curso del agua y en la(s) que nos sumergimos a fondo. Salud y Montaña, dilecto Déicar
Eso: Salud, Libertad y Monte por si acaso...llega rivera gobernando la otra orilla :)))´
EliminarTuve que viajar al sur para poder ver la nutria y, tan sólo fue durante un breve momento. Hay animales que se resisten al observador y, la nutria y el sencillo y abundante tejón fueron dos de ellos para mí. Me he quedado alucinado por tu encuentro "anecdótico" con la simpática nutria, ni más ni menos que echando leches por una ajustada senda y, -apártense todos que voy a toda pastilla-.
ResponderEliminarMejor exponente de ríos todavía limpios sería el mirlo acuático, cuya alimentación consiste principalmente en invertebrados acuáticos necesitados de aguas muy oxigenadas. La nutria como el martín pescador han aprendido, supongo, debido a la presión humana contaminante de nuestros ríos, a sacar la mejor tajada de ellos. Sólo les basta la existencia de abundantes peces de los que alimentarse.
Me alegra tu suerte con la bella nutria y, precioso trote a través de tan maravilloso paraje.
Abrazos.
Tras el encuentro con la nutria le hice menos ascos a eso de meterme en el Manzanares para vadearlo. Es cierto también que en pasado el verano, con eso de que los riegos ya se han terminado, las aguas de los ríos, si bien menos abundantes, bajan más claras; hasta el fondo se ve nítidamente, con lo que todos los mamíferos que por cerca andamos, acuáticos o no, nos encontramos a gusto y adaptados ¡A pesar de lo fría que está el agua! Abrazos
EliminarFotos de categoría. La nutria está en expansión gracias a que se alimenta de cangrejo americano, según observaciones de Carlos Lastanao en el blog El Grumete del Beagle( de Enero). Hay personas como Carmar que son tan silenciosas como una lechuza. Ese momento de sorpresa son tres segundos como mucho para clavar una foto. La cámara pata negra supera a los pepinos reflex con trípode: ligera, con buen zoom y óptica entre las mejores del mundo. Yo he hecho fotos profesionales con un 55/200 y al compararlas con las tuyas en planos idénticos hace falta ser muy experto para diferenciarlas. Los animales tienen suerte contigo; todos se deben quedar clavados pensando ¡¿Qué coño hace este aquí?!
ResponderEliminarVaya Andrés, tendremos que organizar una salida estas Navidades sólo para hacer fotos, que bien majas salen.
EliminarLa suerte con los animales es mutua, que bien contento me pongo yo pudiendo compartir hábitat con ellos. En contraprestación lo menos que podemos procurar es tratar de hacer tanto ruido como ellos, esto es, el mínimo que se produce al correr o caminar. Así nos entendemos todos; de otra forma, todos nos ahuyentamos.
Un fuerte abrazo
Hola Carlos.
ResponderEliminarBonito recorrido por el monte del Pardo, y sotos del Manzanares, donde todavía se conservan algunas pinceladas del otoño que está llegando a su fin.
Curioso el encontronazo con la nutria, porque son difíciles de ver, y en cuanto notan la presencia humana, se las piran que da gusto. Veo que no te importa cruzar aguas tranquilas, aunque las bravas se te apoderan :)
De la cámara sin comentarios, eso de cámara de bolsillo cuarto y mitad, vamos a dejarlo a parte, que para ser compacta, es una máquina de primera, jaja.
Nos vemos el lunes, y desayuna fuerte, que tenemos que dejar el pabellón bien alto, jaja. Un saludo
Parece que las hojas de los árboles se están resistiendo al invierno; cosas del veranillo de San Martín que estamos teniendo.
ResponderEliminarEn lo de los retratos, nada es verdad o mentira, casi todo depende del ojo con el que se mira.
Aguas calmas o bravas, todas bajan ya bien frías en esta época así que, remojarse, lo imprescindible ;))
Y pronto llega el lunes con su buen desayuno y bcadillo extra fin de carrera.