Hojas que pardean, prestas a caer dejando a
la vista las leñosas ramas que el verano había tupido.
En lo vertical, ocultos entre las ramas, buscados
cobijos que, en función del tamaño de la abertura, seleccionan a sus ocupantes,
restringiendo el acceso de oportunistas de mayor envergadura y amigos de lo
ajeno.
En los más elaborados el agujero no está
al ras del tronco, para impedir el acceso de serpientes al interior.
Otros, más sencillos, aposentados en las
horquillas más altas.
El reducido número de los nidos hechos por
las mismas aves, y la poca abundancia de
troncos huecos, albergues alternativos, lleva al hombre a tratar de paliar la
situación, construyéndolos artificialmente y ubicándolos en la espesura.
Suspendidos y sin demasiado apoyo, entre
caducifolios y perennes, aguardan el retorno de las aves que, con los primeros
fríos, ya han emigrado. El silencio y el sosiego reinan en el entorno.
Matas con frutos maduros, a disposición de
todo aquel que los necesite acopiar para su sustento de cara al invierno.
Parsimoniosos ejemplares unos, como sopesando
y henchidos contra el relente.
Ágiles y nerviosos otros, vulnerables y
esquivos en la proximidad del agua.
Y así pasará el invierno, descuidándose
los nidos.
Hasta que, con la primavera, los esqueletos de los arboles muestren las señales de vida, y retornen los pájaros en su búsqueda
permanente de albergue, para poblar ramas, devorar brotes,
Bonito reportaje Carmar ... detalles que muchas veces nos pasan inadvertidos.
ResponderEliminarS2
Trasgu
Gracias Trasgu por advertirlos ¿Hace tiempo que no te mueves por ahí? Se echan de menos las entradas de los "unogradistas". Un saludo y buenas navidades.
EliminarEeeeeeiiiinn!! Carmar ....
Eliminarhacemos lo que podemos, muchas veces menos de lo que quisiéramos ... las obligaciones familiares nos atan.
S2
Trasgu
Uno de los objetivos de los ornitólogos es localizar el enclave donde las aves crían, y una vez detectado viene la espera para ver y observar. Se construyen parapetos mimetizados donde camuflar las lentes, y desde donde escudriñar lo que pasa, sacar fotos, definir el estado de evolución de los polluelos, y ponerles nombre. Y llega el día de empezar a volar, de iniciarse a solas y sentir por uno mismo lo que significa salir del remanso de protección. Que sepamos mirar sin alterar por el puro deseo de conocer. Salud y Montaña
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