domingo, 21 de julio de 2019

La Najarra por la Senda Santé, el Bailanderos y el Hoyo Cerrado, en circular desde Miraflores de la Sierra.




Es ésta una ruta de trazado infinito (pues se asemeja a un 8 tumbado), que aúna un desnivel en ascenso acumulado algo superior a los 1.500m de D+ y una longitud total cercana a los 24km, que discurre por zonas de pendientes muy pronunciadas (la Senda Santé, 700m de D+, al poco del comienzo, y la subida al Collado de la Najarra por la Majada de la Porra, 350m de D+, al sol del mediodía), por parajes intrincados y agrestes (el descenso desde el Collado de Pedro de los Lobos al Hueco Cerrado, 250m de D-), muy poco frecuentados, lo que en su conjunto la convierten en una circular exigente, con unas vistas amplias hacia el atractivo Hueco de San Blas y el Macizo de Peñalara.


Son las 8 de la mañana cuando Francisco y yo iniciamos la marcha en la Fuente del Cura, junto a Miraflores de la Sierra, tomando la pista asfaltada hacia el Sur que se encamina hacia el Hueco de San Blas, siguiéndola hasta encontrar enseguida una barrera cerrando el acceso a una amplia senda que sale hacia la derecha (Oeste), con marcas blancas y verdes que seguimos a partir de dicho punto.

El camino se adentra entre los robles y nuestro ritmo es muy vivo, la circular va a ser intensa y hay que avivar en los lugares donde la pendiente no resulta excesiva. Ya vemos la Najarra.

La Najarra. Por el bosque de la dcha. va la Senda Santé
A los 1.400m de altitud llegamos a un claro amplio y grande. Un solitario y gran roble, a la derecha; un murete de piedra coronado de alambre espinoso al frente; tras él la linde del pinar que comienza.


Una precaria puerta en la alambrera, con una marca blanca y verde, indica el lugar por donde cruzar la valla para, seguidamente, avanzar pegados a ella hacia el Norte, ganando altura poco a poco, manteniendo abajo y a la vista el embalse de Miraflores.


En un punto determinado, a la altitud de 1.450m, un gran mojón señala el emboque de una trocha hacia el Oeste que, abandonando la senda, se interna entre los pinos por la empinada ladera. Se trata del inicio de la Senda Santé ¡Ahora empieza lo bueno!

Desde el comienzo la pendiente es de las de “bastones para qué os quiero”. La senda va trazando lazadas muy cortas para mejor superar la pronunciada cuesta, orientándose hacia el paso más fácil entre las rocas graníticas de la parte superior.


Cuando un claro permite divisar la zona de Miraflores, las vistas son excelentes.



A paso regular y sin pausa finalmente la Senda sale a zona descubierta en los 1.800m y la Najarra se hace de nuevo visible. La pendiente se suaviza y se accede al terreno del piorno.


¡Ahí mismo está la cima de la Najarra! pensamos, pero todavía hay que alcanzarla. Resulta fácil trepar a la cumbre, aunque en la proximidad su apariencia es algo fiera. Una formación rocosa nos trae a la cabeza la imagen de una tortuga.

¿Tortuga? parada sobre las rocas

Nos detenemos apenas en el vértice geodésico y continuamos la marcha siguiendo el cómodo trazado de la Cuerda Larga.

La aislada construcción del Refugio de la Najarra (qué sensación de “nido de águilas” transmite este lugar), con vistas amplísimas sobre los escarpes del Hueco de San Blas, el Hoyo Cerrado apenas visible en su escondido emplazamiento y el Bailanderos, de suave y accesible lomo, atrae especialmente.

Vista desde el Refugio sobre el Hoyo Cerrado

Dejando atrás el Refugio descendemos al Collado de la Najarra, punto al que volveremos luego, durante el camino de retorno, y nudo del 8 que vamos trazando, pero que de momento tan sólo nos ocupa una mirada (¡Va a ser duro subir por la Majada de la Porra cuando el sol esté en lo alto!), y continuamos Cuerda Larga adelante hasta la cumbre del Bailanderos. Unas cabras reposan sobre las rocas, sin prestarnos demasiada atención.



Sin detenernos en su cima emprendemos el descenso algo abrupto hasta el Collado de Pedro de los Lobos, a lo largo del cual ya vemos con claridad el enclave del Hoyo Cerrado, nuestro próximo objetivo.

Listos para descender a la planicie del Hoyo Cerrado
En el collado enfilamos hacia el Este, al Cordel de Prado Herrero; unos hitos aislados y espaciados marcan el inicio de la difusa trayectoria hacia el barranco que comunica, 250m de desnivel más abajo, con la pradera del Hoyo Cerrado.

Tras los primeros metros de descenso nos vamos introduciendo en la empinada barranquera, que se estrecha paulatinamente.

La bajada resulta, en su conjunto, incómoda, entre pedruscos y piornos que ciegan frecuentemente el trazado, si bien algún mojón se encuentra (qué importante es recrecerlos) y técnicamente no es difícil.

Nos detenemos de golpe al descubrir una ¿serpiente o víbora? que hay sobre una roca. Zoom; es serpiente pero, sin molestarla, buscamos otro lugar por donde pasar.



Respiramos aliviados al alcanzar el Hoyo Cerrado.


El Hoyo Cerrado (1.800m) es un lugar aplanado que, como su nombre indica, está encerrado entre montañas, al que se accede habitualmente desde el Hueco de San Blas y del que resulta fatigoso e incómodo salir hacia las alturas que lo circundan. Un remanso de quietud atravesado por el incipiente Arroyo de Mediano.

A la dcha., el Collado de Pedro de los Lobos, del que venimos
El Hoyo, encerrado entre montañas
Aquí, a la sombra de unos pinos, charlamos con unos ciclistas que ¡Se están dando un banquete, pues hasta botella de vino han subido! Nos cuesta declinar su invitación a participar, pero lo que aún nos queda por delante nos lleva a ser frugales y a no demorarnos.

Abandonamos a regañadientes el sosiego del Hoyo y tomamos la estrecha senda que, siguiendo el trazado de la parte superior de la Cuerda, se extiende en suave descenso hacia la Majada de la Porra. 

Dejamos atrás el Hoyo Cerrado
Las vistas sobre el Hueco de San Blas y la Pedriza son de primer orden.


Hacia la mitad de la senda ésta cruza el Arroyo de los Vitros, donde nos aprovisionamos de agua. Son casi las 2pm y a la amenazadora deshidratación hay que mantenerla a raya.

A la altitud de 1.650m la senda entronca con la vertical de la Majada; en lo alto el Collado de la Najarra muestra su línea. Para llegar a él no hay trocha definida, si bien se encuentran algunos mojones en la mitad superior. La pronunciada pendiente conviene afrontarla con decisión y paso constante. Son 350m de desnivel que no dan tregua ni sombra ¡Uff!

Al pie de la Majada de la Porra, arriba el Collado de la Najarra
Tras alcanzar el Collado de la Najarra todo el desnivel de la jornada ya está subido. A partir de él toca un paulatino y largo descenso pasando por el Puerto de la Morcuera.

Mirada sobre el Hueco de San Blas desde lo alto del Collado de la Najarra

Sin detenernos en el Puerto continuamos la bajada hacia el embalse de Miraflores. Vamos acortando por cualquier sitio que se asemeje mínimamente a una senda. Los pinos siempre a la derecha y por encima, sin adentrarnos entre ellos.

Embalse de Miraflores
Perdemos la traza y hemos de atravesar una incómoda zona de altos piornos para alcanzar un gran claro ¡Qué calor!

Por delante el robledal que significa ¡Sombra!


A pesar de la semi-sombra el calor ya se deja sentir, y los kilómetros acumulados en las piernas también.


Alcanzamos el embalse de Miraflores. Desde aquí, y por buena pista, llegar al coche es cuestión de recorrer apenas 1,5km y todo ello en descenso, pero que nos cuestan más de lo esperado.

Completamos de esta forma un recorrido inusual y exigente, que nos ha permitido deambular por lugares muy variados y espectaculares, de los que Guadarrama guarda en su interior para los buscadores de lo inédito y amigos de lo intrincado.



4 comentarios:

  1. Solo leer la entrada ya me han entrado los sudores! Demasiado exigente para las fechas en las que nos encontramos, hay que tener cuidado, que el año es muy largo y hay épocas mejores para estos recorridos.

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Eduardo por tu comentario, que no encuentro desacertado, pues exigente si que es la ruta.

      Habiendo épocas mejores para recorridos de este calibre también es cierto que el Pirineo está a la vuelta de la esquina y es ésta una manera de adaptarse.

      Bueno, un saludo.

      Eliminar
  2. Hola Carmar,
    Aunque trato de imaginarlo, no acabo de ver tu afirmación inicial "Es ésta una ruta de trazado infinito (pues se asemeja a un 8 tumbado)". Entrar en bucle haciendo esa ruta una y otra vez... ni loco! :-)
    Es más bien ruta para recomendar hacerla una vez o ninguna, que es bien dura y más en estas fechas, como te escribe Eduardo.
    Eso sí, bonita también lo es un rato largo, muuuy largo :-), con paisajes de bosque, de altura a nivel de las águilas, y bajadas penosas (más que incómodas, poco realista has estado ahí) y subidas aún más penosas y con calor del bueno apretando de lo lindo... En otras palabras, me parece una ruta de la categoría bestia.

    No has indicado que la cabra final está captada a menor altura que el Puerto de la Morcuera, a mi me pareció llamativo.

    Un abrazo y mucha montaña!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Francisco, compañero de fatigas por rutas infinitas. Claro que se puede repetir en otras ocasiones, quizás en época menos calurosa será más conveniente, pero en fin, que por completa y con paisajes variados, hay pocas en Guadarrama que aúnen tanto, si bien alguna sí tengo en la lista de pendientes (a comentar en cuanto te animes).

      Es una circular equiparable a alguna de las pirenaicas, que en la memoria si tendrás, solo que en lugar de hacerse todo el nivel de tirón, pues las limitaciones de la Sierra obliga a hacerlo en varios tramos.

      En suma, ideal para "los buscadores de lo inédito y amigos de lo intrincado"

      Salud y Montaña, Francisco

      Eliminar