Hayas y alerces comparten espacio con los pinos en el Pinar de Abantos |
El Abantos, elevándose abruptamente hasta los 1.763m sobre San
Lorenzo de El Escorial, localidad desplegada a los pies de su cara Sur, setecientos
metros más abajo, es una de las montañas que mejor se ven y diferencian de la
sierra de Guadarrama. En su ladera oeste está el Puerto de Malagón.
En el Pinar de Abantos, masa verde que cubre la cara Sur del
Puerto, entre los arroyos del Romeral y del Arca del Helechal, “plantado” (en el literal sentido del
término) entre los 1.300m y 1.500m de altitud, alternando con los pinos, hay un pequeño hayedo con varias docenas
de ejemplares que por él mismo constituye un aliciente suficiente como para
adentrarse en estas laderas boscosas del Pinar, si los pinos en sí no fuesen ya
razón bastante.
La senda que atraviesa el bosque
es la más directa entre San Lorenzo de El Escorial y el puerto de Malagón,
además de la más sombreada ¡Y cuán especialmente fresca resulta la sombra
proporcionada por las hayas!
La Escuela de Ingenieros de
Montes, en 1870, nada más establecer su sede en San Lorenzo de El Escorial,
comenzó a repoblar las peladas laderas del monte Abantos fundamentalmente con
pinos resineros (de largas y punzantes agujas), pero también con árboles “más
particulares”: cedros, alerces y… hayas.
Son las 9h cuando comenzamos la
marcha al pie de la Presa del Romeral enfilando la fuerte pendiente hacia el
bosque.
El recorrido, realizado en
sentido horario, comienza al pie de la Presa del Romeral y se enfila en fuerte
pendiente hacia el bosque.
Al poco, y una vez en él, las
hayas entremezcladas con los pinos, junto a los alerces,
Hayas |
Un alerce (amarillento) y un haya a su lado, en medio del pinar |
Así como las dos
fuentes de las que aprovisionarse de agua, la de Santiago (1.250m) y la del
Trampalón (1.500m), respectivamente, confieren a este tramo de exigente subida
una frescura y placidez dignas de mención que contribuyen a que resulte corto.
Fuente de Santiago |
Fuente de Trampalón |
Con la mayor parte del esfuerzo
ya hecho, al poco de superar la fuente del Trampalón, a la altitud de 1.500m, se
deja de lado y a la izquierda el sendero que continúa hacia el Puerto de
Malagón (apenas a 240m de distancia), para ir a buscar directamente el Mirador
de Rubens.
Llegando a la parte alta del cordal |
La pendiente afloja y enseguida
se alcanza el Mirador, lugar tranquilo y plano desde donde observar en
lontananza y hacia el Sur. La vista es amplia y hermosa.
Mirador de Rubens |
Vista sobre el Monasterio de San Lorenzo de el Escorial desde el Mirador de Rubens |
De vuelta a la pista que comunica
el Puerto de Malagón con la cima del Abantos nos encaminamos hacia la cima del
monte, a través de unas amplias navas donde el ganado pasta tranquilamente,
ajeno al trajín de ciclistas y caminantes,
Yendo finalmente a parar al murete
de piedra que, separando las provincias de Madrid y Ávila, se extiende por el
largo cordal que une el Abantos con el lejano Alto del León.
Junto al muro, antes de hollar
cima, derivamos hacia el Noroeste, pared adelante hasta alcanzar el Portillo de
los Pozos de Nieve. Visitar el Pozo de
Nieve que hay en la vertiente madrileña constituye una rememoración de
antaño, cuando la “fabricación artesanal de hielo” daba sustento a las
esforzadas personas que a ello se dedicaban. Sólida y amplia edificación de
gruesos muros, ajena al mundanal ruido, erigida en un pequeño claro del pinar.
Robusto que alberga en su interior el Pozo de Nieve |
Gran Pozo de Nieve |
Una lagartija se mueve por las piedras de las paredes |
Completada la visita se retorna
por el mismo camino hasta alcanzar la cumbre del Abantos, llena de artilugios meteorológicos y muy concurrida.
Cima del monte Abantos |
Para el descenso optamos por la
bajada directa a través de las Solanas de Enmedio y de las Cebadillas, jalonadas
de enebros, retamas y carrascas, donde el sol da y el calor aprieta de lo lindo,
orientando la marcha hacia el visible cordal rocoso que se descuelga desde uno
de los miradores de la parte alta, buscando de nuevo el Pinar de Abantos.
Hacia el Pinar de Abantos, que se encuentra tras el cordal rocoso |
De vuelta al Pinar se alcanza la
apetecida sombra. No hay hayas ahora, pero los ejemplares de cedro y los arces
aportan la nota exótica.
Tras los cedros, la silueta de las Machotas |
Arces |
Llegamos a los últimos compases de esta circular tan variada y
atractiva, de unos 14km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de
850m de D+, a la que el otoño, sin duda, añadirá sus pinceladas especialmente
luminosas, mientras Antonio Machado acude a la mente con su cita:
"¿Quién ha visto, sin temblar, un hayedo en un pinar?"
Hola Carmar.
ResponderEliminarSe ve que querían tener un poco de todo, aunque sin duda el pinar para esa zona es lo más acertado, tanto por su dureza para soportar las duras condiciones climatológicas de la zona (que tiene la pinta de ser parecida al Moncayo) como por el rápido crecimiento.
Un saludo
Consiguieron plantando dar sombra y O2 a unos parajes que habían sido deforestados, propiciando un variopinto collage muy atractivo y bello.
EliminarIniciativas muy de agradecer, por cierto.
Un saludo,
)A mí lo del paraguas sí que me gusta
ResponderEliminar:Ésa es una gran subida
No hay cosa mejor que tener una sombra auto portante. Para el sol del verano, nada mejor que llevar un paraguas en la mano :-)
EliminarPor cierto, que no veas la maña que se necesita para manejar con soltura el paraguas en cualquier subida y condición.
Un saludo,
Deliciosa rota! Um pouco de tudo e detalhes que encantam... alegre presença para o querido encantador de animais... ;)
ResponderEliminarUm beijo
Muchas gracias Teca por tu comentario, tan sentido y emotivo como siempre.
EliminarUn abrazo.
Si hay un lugar inmejorable en días de calor para hacer una parada, ésa es una buena nevera como la que muestras. Recuerdo un día de sofocantes temperaturas estivales meterme en una nevera de Fuendetodos donde me quedé un rato largo al frescor de sus piedras en una construcción ojival.
ResponderEliminarUn abrazo.
Placentera sensación de frescor en la sombra, a resguardo de los sofocantes calores del exterior.
EliminarSe discurría en aquellos entonces para aprovechar lo que la naturaleza daba.
Un abrazo