El Picón o Peña del Mediodía, en el centro. |
Sendas recién
abiertas en terrenos colonizados por el boj, gracias a las cuales podemos
acercarnos y contornear este pico “mazacote”, de ahí el nombre de Picón, al que de otro modo resulta difícil acercarse. No parece que sea un pico
muy visitado, y eso que ahora la senda ha sido limpiada y marcada
convenientemente, cosa que agradece la piel y la ropa de quien se aventura por
ella, ofreciendo esta circular la
oportunidad de adentrarse en lo más solitario de la Sierra de Guara.
Desde la distancia
el Picón, o Peña del Mediodía, presenta un aspecto retador, irguiéndose sobre
unos contrafuertes rocosos en apariencia difícilmente franqueables.
La ruta va de
barrancos, cruce del Flumen en un par de ocasiones y continuo deambular por
parajes intrincados que, de no ser por haber sido desbrozadas las sendas de
acceso, serían difícilmente visitables / visitados.
Después de dejar
atrás una Hoya de Huesca sumergida en la densa niebla, por encima, el día
resulta radiante ¡Hasta el Moncayo se divisa! Vamos a tener suerte.
Hoya de Huesca. El Moncayo a la dcha. |
Acompañados por
un can perdido que se nos une al pie del mallo de San Miguel, Eduardo y yo
iniciamos la marcha hacia la “parte de detrás” del Salto de Roldán. Queremos
acercarnos y rodear el Picón desde el Norte, ascendiendo por el Barranco de
Valleclusa.
Los arbustos de
la parte alta y soleada, mientras buscamos el descenso hacia al río, muestran
al sol de la mañana los frutos de los que están bien provistos.
Coscoja con sus bellotas |
Enebro con sus bayas |
En general
todos los matorrales que tapizan las laderas de Guara son bajos y punzantes, formando
intransitables mantos que sólo se atraviesan si se encuentra una trocha o una senda, de
lo contrario el padecimiento es grande. “Jabalinear” es el término acuñado para
marchar por estas zonas alejadas de los circuitos habituales.
Dejando de lado
el camino que lleva al Dolmen de Belsué emprendemos la bajada hacia el río. La
senda es buena y la humedad abundante. Entre la vegetación, empezamos a ver el Picón.
Encontramos
detalles cuya contemplación nos detiene.
Finalmente damos
vista completa al Picón, irguiéndose inconfundible y altivo en la parte alta
del Barranco de las Gorgas, con las Crestas de Valleclusa a la izquierda y el
Monte Espiellos a la derecha. Por allí arriba andaremos dentro de un rato, ya
que al pie mismo del farallón del Picón pasaremos.
Tenemos también
un momento para mirar en dirección contraria, hacia Belsué, y contemplar los
Acantilados de Cienfuens, pero eso no es lo que nos trae hoy por aquí, así que
continuamos nuestro descenso hacia el Flumen.
Acantilados de Cienfuens |
Hay un
puentecillo de dos tramos, estrecha pasarela, que permite cruzar el cauce sin
problema alguno. No será lo mismo al final de la ruta, pero de eso nos
ocuparemos luego.
Éste se cruza fácilmente |
Al otro lado del
río hay unas rocas dispuestas en forma de dolmen.
Ahora
emprendemos la subida por el Barranco de Valleclusa. Quinientos metros de
desnivel en ascensión tendida y cómoda a través de una senda recién abierta
entre altos bojes, con alguna que otra carrasca y roble, rodeados de humedad y
silencio, caminando por alfombrada trocha ¡Una delicia para los sentidos!
Y así, casi sin
darnos cuenta, llegamos a la parte final, donde la pendiente se acentúa de
buena manera y salimos al sol. La boca de una gran cueva se abre ante
nosotros. Un lugar idóneo para hacer un alto y beber un poco de agua.
Tras el descanso
reanudamos la marcha. Remontamos un poco más y volvemos a ver la mole del
Picón, que hemos tenido oculto durante la subida por el barranco de Valleclusa.
Su cara Norte es imponente.
Cara Norte del Picón |
A su izquierda,
la Peña Lenases, aún menos visitada que el Picon, por lo intrincado de su acceso.
La Peña Lenases |
Hemos de descender unos cien metros hacia el Barranco de las Gorgas para luego remontar hasta el pie del espolón.
Nos sorprende
muy agradablemente encontrar una franja de hayedo que, a resguardo de las
miradas desde otros puntos, “se recoge” al pie de la cara Norte del Picón.
Volveremos en otoño, nos decimos Eduardo y yo. No contábamos con este
hallazgo.
Franja del hayedo del Picón, con las hojas caídas alfombrando el suelo |
Sobre el espolón
del Picón, al pie del cual estamos pasando, unos cuantos buitres toman el sol.
Frente a
nosotros se alza la Cresta de la Cobeta.
Cresta de la Cobeta, al frente y a la dcha. |
Iniciamos la
bajada hacia el fondo del barranco Reguero del Águila. El trayecto ya nos
resulta familiar, pues ambos lo hemos realizado ya cuando, tiempo atrás,
ascendimos al Picón por su cara Sur.
En lontananza y
alineadas vemos las caras Norte de los montes que nos esperan: el Sopilata, la Peña de Amán, la “pequeña” Peña del Fraile y el mallo de San Miguel. Aún nos
queda un buen trecho para completar la ruta.
Una última
mirada hacia la gran proa del Picón o Peña del Mediodía, y nos lanzamos en pos
del collado de Buesa, pero antes hemos de bajar desde lo alto del Sopilata, o
Supialla, hasta la senda que hay doscientos metros de desnivel más abajo. Para
acceder a ella, de nuevo encontramos la ladera cubierta de tupida coscoja ¡Qué engañosa
resulta la vegetación de Guara, tan atractiva y uniforme en la distancia, y tan
punzante y prieta en la proximidad!
Cara Sur del Picón |
Una vez en la senda de uso común para llegar a
la Peña de Amán el camino se nos hace fácil y placentero. A partir de ahora se
acabó el jabalinear.
Peña de Amán y collado de Buesa a su dcha. |
Desde el collado
de Buesa emprendemos un trote descendente por la amplia y sombreada senda que
se deja correr. Cunde mucho la marcha mientras vamos contemplando la espectacular cara Norte de las Peñas que componen el Salto de Roldán.
Peña de Amán (iza) y Peña del Fraile (dcha) |
Al poco, y casi
sin darnos cuenta nos encontramos junto al Flumen, cuyo cauce seguimos aguas
abajo durante un centenar de metros hasta llegar al punto donde se vadea, a la
vista del Salto de Roldán, donde sí o sí
uno se moja.
El criterio que
siguiera quien decidiera habilitar el cruce del cauce, se me escapa: consta de
un tronco aplanado (tipo traviesa de ferrocarril), con una anchura de
aproximadamente 20 centímetros que salva el primero de los dos brazos del río.
Salvo en verano, dicho tronco está indefectiblemente, o húmedo o cubierto de
escarcha. El segundo tramo y siguiente, separado del anterior por una gran roca
(habitualmente mojada), queda a criterio del excursionista y sus recursos, que
no suelen ser otros que meterse dentro del agua o, si el caudal no es muy
abundante, intentar un gran salto con aterrizaje bastante dudoso. En suma, un paso
conflictivo.
¿Quién decidiría que con un sólo tronco se cruzaba todo el río? |
Una vez “al otro
lado” emprendemos la última subida del día, que sienta bien ya que nos ayuda a
entrar en calor, que el agua estaba muy, pero que muy, fría.
El trazado del
camino nos permite ir observando la imponente fachada Norte del Salto de Roldán.
En resumen, una
circular de unos 15,5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de
algo más de 1.100m de D+, por parajes agrestes y montaraces ideal para los que buscan
las soledades de la montaña “de antes”. Recomendable realizarla en el sentido
de las agujas del reloj, ya que así el vadeo del Flumen al pie del Salto de
Roldán queda para el final.
Qué poco conozco Guara y qué rutas tan interesantes hay.
ResponderEliminarMagnífico reportaje.
Saludos.
Gracias José Antonio. También para mí Guara era una asignatura pendiente mientras centraba la mayor parte de mi interés en el Pirineo, hasta que llegó un momento en el que decidí empezar a conocerla. Me sigue sorprendiendo cada vez que voy a ella.
EliminarSalud, Montaña, y buen año.
Hola Carmar.
ResponderEliminarNo es conveniente centrar nuestras miras siempre en un mismo lugar (Pirineos, Guara ...), porque sino acabamos perdiéndonos otras sierras menores o menos conocidas que ofrecen parajes igual o más bonitos de los que estamos habituados a ver.
En cuanto al recorrido, sin duda una gran circular, mira que hace tiempo que te lo iba diciendo y al final le llego su oportunidad, siendo una grata sorpresa, a pesar de que la luz no sea la mejor para realizar unas buenas fotografías.
Un saludo
Suelen sorprender gratamente estos recorridos tan montaraces por la Sierra de Guara.
EliminarEl sol, en invierno, se alza poco sobre el horizonte, con lo cual, si encima lo tienes a contraluz, obliga a realizar unas cuantas maniobras para sacar unas fotos decentes.
Un saludo, Eduardo.
Hola Carmar¡
ResponderEliminarEsa zona de la Sierra de Guara me gusta mucho, como bien dices, las soledades salvajes tienen una gran encanto¡¡. Una excursión realmente interesante¡¡
Gracias por compartirla.
Salud¡
Fer
Guara es un reducto de esencias. No hay más que ir a percibirlas.
EliminarGracias por tu comentario y un abrazo.