martes, 15 de octubre de 2019

El Rocigalgo y las Tejadillas. Circular en Cabañeros por el Arroyo del Chorro y la Sierra de la Arañosa.



Dentro del Parque Nacional de Cabañeros, en su zona montañosa más alta, el barranco por el que discurre el Arroyo del Chorro de Navalucillos constituye un paraje de atractivo especial.

El acceso al aparcamiento de la entrada al Parque Nacional está en el kilómetro 16,5 de la carretera CM-4155 que une Los Navalucillos con Robledo del Buey; en este punto se encuentra el entronque con una pista de tierra con la indicación "al Rocigalgo". A partir de aquí hay unos 5 km por una pista forestal en buen estado, hasta llegar al aparcamiento del Parque, junto al cual hay una caseta informativa donde muy amablemente te explican las rutas y proporcionan un boceto del recorrido.

El itinerario aguas arriba del Arroyo del Chorro está balizado e indicado perfectamente hasta el Cerro del Rocigalgo, así como por la Sierra Fría; en cambio, no proporcionan explicación alguna sobre el tramo por la Sierra de la Arañosa, ya que todavía no está plenamente integrado entre los circuitos “oficiales” dentro del Parque Nacional.

El arroyo, nacido a unos 1.300m de altitud, en la vertiente N del Collado del Chorro (1.325m), discurre de SE a NO encajado entre dos sierras que alcanzan los 1.200m y 1.400m de altitud; a la dcha. orográfica (NE) del arroyo está la Sierra Fría, cuyo punto culminante es el Cerro del Rocigalgo (1.449m), y a la izq. orográfica (SO) la Sierra de la Arañosa, con el Risco de las Tejadillas (1.397m) como punto más elevado. En esta circular, realizada en sentido de las agujas del reloj, se asciende primero hasta el Collado del Chorro (1.325m) acompañando aguas arriba al Arroyo del Chorro.


Son las 8:30h de la mañana cuando iniciamos el recorrido hacia la Cascada Grande del Chorro. La pista llanea hasta llegar al comienzo de una escalinata de madera que, tras subirla, da paso a una senda que se adentra en un encinar.


El ambiente está cargado del frescor de la vegetación de ribera, con ejemplares aislados de abedules, fresnos y castaños.

Un gran castaño

En la cota 900m (hay señal indicadora) abandonamos momentáneamente la senda para seguir una trocha que se adentra en un pequeño rebollar alcanzando enseguida el enclave de la bella Chorrera Grande del Chorro, de 18 metros de caída.

Hacia la Chorrera Grande
Chorrera Grande
Retornamos a la senda principal que continúa ganando altura hasta llegar a las Cornisas de las Cadenas, losas rojizas que constituyen un paso aéreo pero fácil, sobreasegurado con una gruesa cadena, unos doscientos metros por encima del arroyo. Sobre las lajas de piedra son visibles los restos de las rizaduras de las olas del mar en la arena, de cuando la Península Ibérica estaba sumergida bajo las aguas.

Las Cornisas; son visibles las rizaduras sobre las rocas

A lo lejos oímos a los ciervos en plena berrea otoñal.

Seguidamente, en la cota 1.100m (hay señal indicadora), llegamos a un canchal donde de nuevo abandonamos temporalmente la senda principal para acercarnos a la Chorrera Chica, menos relevante que la anterior y más encajonada. Lo temprano de la hora permite que contemplemos estos parajes en su “rumor” natural, lejos de la algarabía habitual que los caracteriza en las horas centrales del día, cuando los visitantes son numerosos.

Chorrera Chica
De vuelta a la señal indicadora seguimos subiendo por la trocha que, al poco, nos emboca a los últimos 150 metros de desnivel hasta llegar al collado del Chorro, que discurren por una franja de robledal muy atractiva, donde algunos ejemplares más añosos destacan del resto.

Por el robledal

Una vez en el collado (1.325m), donde el bosque se acaba, tomamos hacia el Este (nueva señal indicadora) por un nítido y pendiente camino entre las jaras que emprende resueltamente la subida hasta el Cerro del Rocigalgo. De pronto nos detenemos instintivamente para evitar a una serpiente que, parsimoniosamente, atraviesa el camino.


En lo alto del Cerro del Rocigalgo hay un agradable mirador, con un gran banco de madera, que acoge al que se acerca a él. 

Mirador del Cerro del Rocigalgo
Oteamos desde la altura y sin más demora emprendemos la bajada, por donde hemos subido, hasta el Collado del Chorro en el que, a la sombra de un par de robles aislados, tomamos algo antes de continuar.

Para encarar la Sierra de la Arañosa (que ninguna indicación señala) enfilamos hacia el Oeste por un camino evidente pero bastante asilvestrado de jaras fundamentalmente, emprendiendo el recorrido de la alomada sierra.

Hasta llegar al Risco de las Tejadillas (punto más elevado de la Sierra de la Arañosa), la senda se sigue bien y las jaras pringan de aromático aceite todo lo que las roza.

Por la Sierra de la Arañosa
Jara pringosa rezumando aceite oloroso
El Risco es otra buena atalaya a partir de la cual el entorno se hace rocoso y áspero y la senda se torna difusa; son ahora los mojones los que indican el sentido de la marcha. Sorprendemos a una cervatilla que, en cuanto nos ve, se aleja a escape sin darnos tiempo a fotografiarla.

Risco de las Tejadillas


Los hitos son visibles y están muy bien puestos. Recrecemos los caídos y ponemos algunos adicionales. Son muy útiles en las zonas montaraces y apartadas de los circuitos habituales.

Vamos dejando atrás la parte más rocosa de la Sierra de la Arañosa
Como referencia, hay que tener en cuenta que “nunca” bajamos de la cota 1.200m hasta enlazar, tras finalizar el recorrido de los roquedos, con la pedregosa Senda de la Arañosa por la que, ya sin ningún titubeo y con la pista cada vez en mejores condiciones, desde la que se ve la panorámica completa del Barranco del Chorro, continuamos la marcha hasta enlazar en la cota 800m con el itinerario de subida junto al Arroyo del Chorro, completando seguidamente una circular que no deja indiferente.

En suma, se culmina un circuito solitario, bello y largo (20,6km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de unos 1.000m de D+), sin dificultades técnicas, por unos parajes agrestes y sosegados, donde el sol puede convertirse en un poderoso adversario durante el recorrido de los cordales de las Sierras en los meses de la canícula.

Agallones de los robles


10 comentarios:

  1. Tanto como serpiente. Tal vez una culebra de escalera
    Saludos

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    1. Gracias por la identificación. Viendo el resto de fotos que tomé, sí parece que sea una culebra escalera.

      Un saludo.

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  2. Hola Carmar¡

    Bonito sitio y totalmente desconocido para mí.
    Gracias por descubrirnos estos lugares.

    Salud¡

    Fer

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    1. Hola Fer,

      Es Cabañeros un lugar que, cuando desconocido, parece poco relevante, pero en realidad es muy atractivo y con una riqueza natural extraordinaria.

      Salud y Montaña

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  3. Hola Carmar.

    Está vez viste a tiempo la culebra y no estuviste a punto de pisarla :). Segunda incursión este año en el Parque Nacional de Cabañeros, realizando una circular atractiva y muy bien trazada, solo le falto el toque de color de los robles en otoño, pero con estos calores, las escasas precipitaciones y la poca humedad, va retrasado.

    Un saludo

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    1. Hola Eduardo,

      Sí, el toque de color en el robledal hubiese sido la guinda, pero como bien dices, el atractivo de la circular es mucho. Y la culebra no la pisamos de milagro :-)

      Un saludo

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  4. Cabañeros es un zona con mucha riqueza natural. Entiendo las limitaciones de los recorridos por la excesiva protección a que someten el parque. Recuerdo que, hace unos años fui con un amiguete después de ver al lince en Jaén, en el centro de interpretación nos pusieron tantas pegas a la libertad de circulación que decidimos dejarlo.
    La culebra de escalera es una serpiente de la familia Colubridae. En este caso, se trata de un ejemplar adulto por las rayas longitudinales (los jóvenes llevan un dibujo de escalera; de ahí su nombre). Con los días mas calurosos, estos ofidios alargan su jornada activa antes del letargo. Tienen mucho genio pero, no son venenosas. La mala costumbre de aprovechar el calor del asfalto de las carreteras les causa muchas bajas por atropellos.
    Una caminata muy agradable y con todo lujo de detalles. Gracias.
    Un abrazo

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    1. Gracias Javier por completar los detalles de la culebra. Vuestras aportaciones completan, y de buena manera, el contenido de los meros observadores de campo, entre los que me incluyo.

      La ruta resultó muy agradecida y las restricciones del Parque han aflojado frente a lo que comentas. Son amables en la caseta de información.

      Un abrazo

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  5. Hola Carlos,
    Bonita excursión, la foto de la culebra me ha recordado las dos que tuve ocasión de ver en el Nevero este verano. La primera muy parecida a la manchega tuya, la segunda mucho más robusta, corta y rápida, tanto que literalmente volaba por encima de las retamas bajas y piedras.
    Debe ser un gusto oír la berrea según se va andando por el parque, una evidencia más de lo vivo que está el campo.

    Un abrazo y mucha montaña!!

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    1. Francisco,
      "Está vivo" el campo, y tanto que lo está. No tiene uno más que integrarse en la naturaleza con primitivo espíritu, desembarazado de cualquier adorno urbano, para enseguida darse cuenta de que eres otro entre sus habituales. Oyes y eres oído; ves y eres visto; observas y eres observado.
      Un abrazo, salud y montaña.

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