En el extremo
más oriental de la Sierra de Gredos, junto al valle de Iruelas, al Sur de la
localidad del Tiemblo, se encuentra un magnífico bosque de castaños. En él, espigados
ejemplares se alzan hacia el cielo compartiendo espacio y silencio con algunos
ya centenarios de tronco roto, abierto y aparentemente seco.
Desde el área
recreativa del Regajo, bajo los robles que comparten el bosque a esta altura,
observamos la frondosidad por la que nos vamos a internar. El ambiente es muy
húmedo, prevemos que no tardará en llover, así que tenemos unas pocas horas
para re-correr sus sendas alfombradas de castañas antes de mojarnos de verdad.
Puente de acceso a la Senda del Castañar |
La tenue
claridad se cuela entre las serradas hojas de los altos árboles, comienzan a
aparecer los restos de troncos secos y retorcidos a cuyo alrededor, y de la
misma raíz, salen, como en corona, tallos más jóvenes, descendientes de aquellos
que ya dejaron de crecer. Vamos en silencio, atrapados por el cautivador
entorno.
Las zancadas suenan amortiguadas por el lecho de castañas sobre el que
marchamos. El sendero, amplio y bien marcado, nos conduce hasta a una
explanada donde el bosque se abre, dando vista al refugio de Majalavilla que,
rodeado de castaños, presenta un aspecto muy acogedor.
Refugio de Majalavilla |
Dejando Majalavilla
a la derecha descendemos por marcado camino hasta llegar a la altura del Abuelo, "el señor del bosque". El Abuelo es un castaño monumental de más de quinientos
años, con unos diecinueve metros de altura por unos dieciséis de perímetro.
El Abuelo |
Tras contemplar
largamente al longevo coloso, a cuyo
lado uno toma conciencia de lo efímero de la propia existencia, reanudamos
la marcha adentrándonos en una de las zonas más solitarias y frondosas del
bosque. No es el único “anciano poderoso” que hay por el entorno. Algo más
abajo, casi junto al arroyo de la Yedra, hay otro similar al que también “presentamos
nuestros respetos”.
Otro "anciano del lugar" |
Continuamos aguas
arriba del arroyo; los castaños centenarios se mezclan con los robles formando
un atractivo conjunto.
Al poco alcanzamos la plácida pradera de Garrido, donde
el bosque se abre. Intuimos, que
no vemos, arriba, dentro de la nube que todo lo cubre, el Pico de Casillas y el
Portacho del Pozo, marcando la divisoria con el vecino valle de Iruelas.
Aún no
llueve, así que enfilamos hacia el Pozo de Hielo. Adentrándonos en el vaho, el
entorno resulta algo irreal.
De pronto una
“sensación” hace que nos detengamos de golpe. Descubrimos que estamos
compartiendo lugar y castañas con otro ser que, como nosotros, se amaga en la
neblina. Nos miramos para, a renglón seguido, continuar cada uno a lo suyo.
Ascendemos
ahora por una estrecha pista muy empinada; Ya no hay castaños; entre los
helechos, los rugosos troncos de aislados robles contrastando con los espigados
pinos han tomado el relevo.
Retorcidos robles entre enhiestos pinos |
Comienza a
llover. Estamos a 1.400m de altitud, unos 60m por debajo del Pozo de
Hielo, pero no merece la pena continuar porque no vamos a poder otear desde el
portacho, así que, media vuelta y a descender.
Hay cosas que
vemos ahora y que nos pasaron desapercibidas durante la subida, por ejemplo
este hermoso ejemplar de “Macrolepiota Procera” que, tras ser identificada en
la distancia por el amigo Andrés, estaría rica, rica rebozada y bien frita, pero
que hoy se queda en su sitio, porque hemos venido a las castañas.
La lluvia
disminuye a medida que descendemos y conforme salimos de la nube.
Pasamos por el área de las Barrancas y alcanzamos una pequeña llanura
entre robles y castaños. Seguimos el curso de agua hacia arriba hasta llegar a una
bifurcación de la que tomamos el ramal de la izquierda, por el que llegamos al
Castañar del Resecadal.
Este rincón
está cuajado de robustos árboles, de copas amplias y redondeadas; gigantes
centenarios con una edad media de ciento cincuenta años.
El Resecadal |
A partir de
aquí el camino desciende con bastante pendiente hasta salir a una bifurcación
donde, continuando por la derecha,
enseguida se alcanza el puente por el que habíamos entrado a la Senda del
Castañar. La lluvia cae moderada pero insistentemente.
Estamos de
vuelta en el área del Regajo, donde la aglomeración de coches y personas es notable.
Apenas había unos veinte vehículos a las 9h y tres horas después más de cien,
amén de los que siguen llegando sin tregua. El bosque pierde la serenidad y
sosiego de la mañana dando acogida al bullicio y alborozo de grandes y pequeños
ansiosos de vivir la experiencia de coger castañas a puñados.
Cuando veo al abuelo siento ganas de abrazarlo y cerrar los ojos, y sentir mis pies en la tierra. Dana espera. Esas castañas tienen mejor pinta que las de Morana...
ResponderEliminarLos pies en la tierra y los sentidos bien atentos, que no hay detalle que perder de la naturaleza. De Dana a Sta. Brígida, que todas las culturas se asimilan y recomponen de una forma u otra pues, a la postre, humanos fuimos y seremos ¡Estas castañas deslumbran ante cualquier comparación! Salud y Montaña, amigo.
EliminarFue hace varias décadas que subí por primera vez a las cocinas del gran abuelo; luego, hace un par de ellas, con alguien sobre mis hombros para mayor asombro llegando de noche con tan sólo el reflejo que las nubes desprendían. Y es que su monumental cóncavo nos decía que había sido, por entonces, acoso de un fuego ignorante que a punto estuvo de cortar, por lo sano, su longeva vida. Sólo fue merma de la consistente duramen que a modo de coraza interna aguantó carros y carretas; como aquella vez que viendo y no creyéndolo los ojos vimos un Land Rover dentro.
ResponderEliminarAparcado de zaga tenía su dueño al carro bruto y del tres al cuarto por cuatro que de ser róver de campo estaba sesteando muermo y si te he visto ni me acuerdo; luego el rebaño apacentando a sus anchas más largo que poco...Y me fumo un puro.
──¡Pero hombre, cómo hace usted estas cosas!
──Son cosas de antaño. Por tradición...cómo los toros…y esas otras tordesillanas
──Vale, pero ya son momentos de dar por conclusos esos y pasar de siglo. Deje usted el Medievo y respete al gran Abuelo.
──Bueno, bien pedido así y bien mirado es posible que lleve razón. Me largo.
Puso entonces pies en polvorosa, al igual que Cristina la santa, y cruzando, no por el lecho del arroyo, se fue del de la bóveda de cañón a la izquierda, por donde supongo vino, pasando bajo los pies de un enorme pino; uno de los magister que allí acompañan a tan centenar castaño.
Sativa conjunta a cual famosa o longa que teniendo formas nos presenta siempre cara de duende o retorcida piel deforme...Y es que el dolor de lo vivido fue su propio salvador para que aquellos que lucharon en cruel guerra cercana se calentaran con las ramas de otros de sus hermanos cercanos, hoy cepellones planaltos bajos, cercos redondeados donde crecen fistulinas y otros hígados rojos que cuando voy allá siempre como a gusto y rebano con la navaja un cacho y me los tomo a los ojos de extraños que pensando mal me ven con una en este mundo, con la otra en aquelotro
Y del bosque más abajo, en la otra fuente, hace unos años arreglada, aún perviven unos castaños testigos de aquellos bosques frondosos donde todos eran eso, legiones de centuriones castaños que sumaban varios milenios de vida, incluso alguno solo era sobrepasador de tantas eras y tal vez mayor de mil años. Del tiempo de rey sabio que su sabia dio lugar al retoño hoy enorme.
...
Como aquella noche de antaño e angaño y pericia al norte, bajo un manto de estrellas frías, titilando sin manta ni cobija llevé al maestro *Dani a soportar con calma los retratos que nos dio oportunidad tan noble castaño; tal vez mayor que la de los reyes esos de la Venta Juradera allá superior al cercano milenio ¿Y por qué no? En algún momento semejante monumento tendrá la condición de prócer más que patricio.
ResponderEliminar*[ http://deicalogoamicus.blogspot.com.es/2011/12/jo-que-noche.html ]
*[ http://deicalogoamicus.blogspot.com.es/p/carballo-y-andromeda.html ]
...
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EliminarPues si vuestra leipota es prócer por apellido lleva implícito macro innecesario al ser éste ya nombrado después evitando la redundancia sobreimprecisa.
ResponderEliminarQue si macros , que si lepias, que si liotas y en esas guerras anduve yo indagando de cuando estos lugareños y otros paganos en sus defensas estuvieron dando guerra para rato y a los pocos fueron mermando tanta fronda vetusta del más romano invasor que de calentarse, al menos cuatro años después fueron dejando bajos tocones de aquellas sinrazones.
Incluso cañones y fragas tuvo uso pues las fundiciones eran necesarias para la balacera raso obús de bola.
Hoy gozamos del equilibrio que bajo el pico del Mirlo tiene este bosque hecho cascajo por el acoso que se volvió desde hace unos años con esto de las setas cuando antes, antaño, no había problemas de paso fuera la hora que fuera y día del año.
Son cosas de Internet y la globalización. Pero trajo, por otro lado, que los malogrados aconteceres de Guadalajara, de aquel paraíso, donde mi amigo Emilio Foved, guía de Los Casares me dijo, internémonos y viajemos al pasado en esta nave oscura y húmeda, lograsen que llegado el verano se apaguen las hogueras de las cocinas tal y como las conocían los del pueblo de toda la vida.
[Lo que me pareció raro es que no hayáis ido por donde el castañar centenario mudo testigo del paso de ese tiempo. ¿Por la lluvia? ¿Qué tal el pozo de nieve hacia La Parra?]
Y es que por El Tiemblo tiemblo cada vez que llega el verano y ahora estas fechas.
Nos vemos para una Valentina, digo o vamos, supongo.
[Leído todo lo demás desde hace semanas]
Salud, Libertad y Monte...por si a caso regresa indeseable alguna de ésas
Un abrazo enorme, meu d:)´
Borbotónica prosa que poesía parece a ratos y que agradezco sobremanera, que ya encontraba a faltar estas muestras de sabiduría de mi galaico amigo. De lepiota doy fe en ésta, que de fistulina será en la próxima cuando pasando junto a un roble vila. No llevando navaja, no pude gustarla, pero sí recordé que tú así las comías y, por lo tanto, un rato junto a ese roble estuvimos ambos. Valentina para cuando seque, que en mojado poco amiga es, así que lo iremos hablando. Salud, Montaña y abrazo como para abarcar al Abuelo.
EliminarLas rutas por los bosques en otoño son siempre una maravilla. Me han gustado mucho tus "abuelos", como bien dices, le hacen reflexionar a uno sobre su propia existencia. Por lo que veo ese bosque que visitaste es muy antiguo, toda una proeza para estar tan cerca de Madrid, no?.
ResponderEliminarSalud(os)
Cada año espero el otoño para, durante unas 3 ó 4 semanas, hacer una inmersión en la belleza de los bosques caducifolios. Este año va de robledales y castaños, mayormente. Sorprende cuántos y cuan bien cuidados están los montes y bosques alrededor de Madrid; tan sólo algunos puntos concretos de Guadarrama, entre ellos algunos itinerarios de la Pedriza, están verdaderamente masificados y con potencial de mejora. Salud y Montaña, Rubén.
ResponderEliminarBonito bosque has buscado, cuando voy contigo me llevas por otros secarrales menos amables...
ResponderEliminarA ver si podemos hacer una salida antes de que lleguen las nieves de verdad y te calces los esquíes, que luego ya parece que no te los quitas.
Un abrazo
Es que bosque y tresmiles, a la par, no es que sean demasiado compatibles, o una cosa u otra :) ¡Y como te ha dado por las alturas, pues eso! En cuanto los legajos, los tratos y las representaciones te den cuartel, nos vamos por ahí de excursión, que aun tenemos tiempo. Un abrazo
ResponderEliminarHola Carmar.
ResponderEliminarBonito bosque de de castañas, todo un placer poder recorrer esas sendas, en paz y tranquilidad, sin el agobio de la multitud, y poder hablar con los abuelos.
Eso si, a la próxima échate una muleta, por si te toca torear, jaja.
Un saludo
Telepático conversar con los abuelos que, entre otras cosas, nos transmiten serenidad a la par que resignación ante las adversidades, mostrando sus cicatrices, restos evidentes de pretéritas cuitas que dejaron su marca pero que no les impidieron que continuaran con su existencia. Todo un ejemplo ante el que inclinamos la cabeza.
ResponderEliminarAntes que torear prefiero correr o trepar a un árbol.
Salud y Montaña, compañero.