Al sur de la provincia de
Zaragoza, en plena depresión del Ebro, sobre el campo de Cariñena, se alza la
sierra de Algairén, prolongación del sistema Ibérico en sentido Este-Oeste. Su línea
de cimas está en el entorno de los 1.000m, con picos relevantes como el de
Valdemadera (1.275m), el Mirador de la Falaguera (1.177m) y el Cerro del Espino
(1.188m). Recorrerlos en su totalidad, de punta a punta, es algo que, viendo su
perfil en el horizonte, surge como idea natural.
Tampoco he madrugado hoy, de
hecho son casi las 10 de la mañana cuando empiezo la marcha en el Raso de la
Cruz. Agradable y apacible lugar con fuente y riachuelo que después se llenará
de coches. De momento, tan sólo otro vehículo más que acaba de llegar. Como
únicos sonidos: el de un invisible pájaro carpintero percutiendo contra uno de
los troncos, el del agua fluyendo y, en la distancia, algún animado comentario
de los recién llegados.
El Raso de la Cruz |
Miro los abundantes carteles
indicadores que hay mostrando las distintas sendas que, partiendo de este
sitio, llevan a lo alto de la Sierra. Opto por el que marca “Collado de
Valdecerezo y La Nevera”.
Comienzo el recorrido por un
camino que se embosca pronto. Robles con sus caídas hojas alfombrando el
terreno, yedras arropando los desnudos troncos, algún que otro acebo, y una
pendiente por la que se trota bien.
Monte arriba llego a un cruce y,
dejando de lado el sendero a la derecha que enfila hacia “la Nevera y el
Mirador de la Falaguera”, sigo por el de la izquierda hacia el collado de
Valdecerezo.
El bosque comienza a clarear y la
luz del sol se cuela por entre los desnudos robles cuyas hojas pronto
apuntarán.
Salgo a la zona despejada del
collado donde carrascas desperdigadas sobresalen de entre las jaras.
A la derecha (hacia el Oeste) se
inicia la trocha que asciende a la primera y más alta cima de la sierra, el
pico de Valdemadera (1.275m), con pendiente creciente a medida que se aproxima
al mismo. Gayuba, jaras y alguna carrasca aislada componen la vegetación
predominante en esta zona. Las antenas y repetidores que pueblan la cumbre le
dan un aspecto “demasiado” urbano. No obstante, desde su punta, el panorama que
se domina es muy extenso.
Pico de Valdemadera |
En la distancia, el siguiente
objetivo y segundo pico de esta integral, el Mirador de la Falaguera con la
característica “cinta de hormigón” que asciende hasta la cima.
Mirador de la Falaguera, tras él, el Moncayo nevado |
Sin más demora emprendo cómoda
carrera hacia la Falaguera. Éste tramo discurre por pista que resulta agradable
por las buenas vistas, con el Moncayo nevado al fondo; enseguida me encuentro
al pie del hormigón y …. ¡Para arriba!
Desde la cima del Mirador de la
Falaguera (1.177m), mirada hacia el Valdemadera y a descender hasta entroncar
con el sendero que hay justo donde acaba el hormigón por el que, una vez
alcanzado, sigo hacia el Oeste entre olorosas jaras y punzantes carrascas.
Desde el Mirador de la Falaguera, las antenas del pico Valdemadera |
Tengo a la vista el tercer pico
del itinerario, el Cerro del Espino.
El Cerro del Espino |
Alcanzo un collado tras el que,
durante unos diez metros, coincido con un tramo de pista, para abandonarla
enseguida y tomar una nueva trocha que se interna en un pinar no demasiado
espeso pero cuya sombra se agradece.
Al poco llego a la cima del Cerro
del Espino (1.188m) que, a diferencia de las dos anteriores, ya aparece más “al
natural”, salvada sea la cruz metálica con adornos multicolores. Las amplias vistas
desde el Cerro sobre lo recorrido, el resto de las sierras circundantes y lo
que queda por recorrer hacen de él un buen otero y lugar para tomar un bocado.
Desde el Cerro del Espino, arriba, lo recorrido (Valdemadera y Falaguera); abajo, lo que queda por recorrer. |
Aquí he podido llegar corriendo,
a partir de este punto, unos metros más de carrera por el cordal hasta el
vecino Cerro de la Garba, para después ponerse en modo trepada, porque la parte
que sigue consiste en una entretenida cresta rocosa en la que es preciso usar
las manos en algún que otro paso, sin que ello suponga dificultad técnica mayor
…., con la roca seca, porque en caso de lluvia o piedra húmeda, el cuidado ha
de aumentarse.
Pasos aéreos sobre el filo de la
cresta, con algún destrepe a izquierda o derecha, siguiendo los mojones, son la
tónica de este tramo, el más montañero del recorrido, en el que todo aquello
sobre lo uno se apoya resulta áspero: la
caliza, las coriáceas y punzantes hojas de las carrascas y los leñosos troncos
y ramas cubiertos de liquen.
Trepando y destrepando |
Al final, superado el mismo,
lanzo una mirada atrás y reanudo la carrera hasta el próximo collado de la
Hermana.
El acceso al siguiente cerro está
bloqueado por una alta alambrera, con lo cual doy por concluida la integral y
tomo un sendero descendente entre los árboles que me lleva a pasar por bellos
rincones.
De hecho es coincidente con una ruta botánica marcada y bien
balizada, hasta entroncar con una pista que tiene un trazado paralelo al cordal
que acabo de realizar, y que sigo hacia el Este, para retornar al punto de
partida.
Estos primeros kilómetros de
pista “pican” ligeramente hacia arriba, en realidad se ascienden unos 150 m de
altitud que, al calor del mediodía y tras lo que llevo recorrido, son los que
más empeño me cuestan, aunque me distraigo contemplando desde la distancia la
cresta por la que acabo de “cabalgar”,
Mientras evito pisar las líneas de
procesionarias que ocasionalmente cruzan de lado a lado y observo los cerezos
en flor que hay junto a la Casa de los Frailes, ligeramente por debajo de la
pista que voy siguiendo.
Ahora ya todo es cuesta abajo y
enseguida llego al punto de partida en el Raso de la Cruz, tan solitario esta
mañana y tan concurrido a esta hora de comer,
tras haber completado un circuito de 17km salvando un desnivel acumulado de
casi 1.000m de D+ (988m, para ser precisos).
El bullicio de la chiquillería
puebla el ambiente. Ni rastro del pájaro carpintero ni de la calma de hace unas
horas
Do alto de qualquer montanha se vê uma vista maravilhosa, mas são nos caminhos que levam a estas delícias que nos deparamos com detalhes tão preciosos... que guapo carreiro de pequenos animaizinhos e que tão bonitas flores brancas!!!
ResponderEliminarA natureza nos dá tantos momentos incríveis e inesquecíveis, verdade?
Beijo e amizade.
Tienes razón Teca, en cualquier rincón de la naturaleza, como en esta humilde sierra, si vas con los sentidos activados encuentras muchas razones para estar allí. Es una vuelta a lo sencillo. Salud y Montaña.
EliminarSerpentea cima arriba clara senda
ResponderEliminarSerpentean oscuras orugas sin seda
O lo intentan...
Sólo eso :)´
Y bastante es, que mucha enjundia, concisión y belleza tienen tus aparentemente sencillas palabras. Salud y Montaña, amigo Deicar.
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