Castillo de Loarre |
La Sierra de Loarre forma parte
de las cadenas montañosas exteriores pirenaicas en su sector oscense. Se
extiende entre el valle del Gállego y la sierra de Gratal. Su nombre lo toma
del castillo de Loarre (1.040m) emplazado en la ladera meridional. Culmina en
el Puchilibro, a 1.595 m, uno de los más altos del Prepirineo.
El castillo acapara,
explicablemente, la mayor parte de la atención; el pico queda relegado a un segundo
plano, y tan sólo capta el interés de los que van más allá, de aquellos que buscan
mirar al castillo desde arriba, a la par que hacer un poco de ejercicio
saboreando, en pequeñas dosis, lo que el Prepirineo ofrece: erizón y boj en las
solanas, pino y más boj en las umbrías, aristosa roca caliza, trochas estrechas
y empinados tramos de cuestas para, finalmente, acceder a unas atalayas desde
las que un extenso panorama se abre ante los ojos.
Ascender al Puchilibro es
sencillo y el trayecto resulta corto, con aproximadamente 500m de desnivel positivo. Si además
se continúa el recorrido con la visita a los repetidores del monte vecino, y se
baja por el Plá de Lugan, se completa un agradable circuito de unos 9km de
longitud.
Itinerario que no tiene pérdida
puesto que está perfectamente marcado. En los cruces siempre hay un letrero que
indica el camino a seguir, y así hasta la misma cima.
La fortaleza recibe el sol de la
mañana.
Atrás y abajo queda la niebla;
tan sólo las colinas y los puntos altos se ven libres de su manto.
La mirada, a medida que asciendo,
va dirigiéndose permanentemente atrás. El castillo va achicándose.
La montaña reclama ahora la
atención, encaro un tramo más empinado de roca caliza que ralentiza la carrera. La ciudadela está fuera de la vista, ya es sólo sierra y naturaleza.
Me centro
en no rozarme con los erizones y alcanzo un collado: a la derecha (Este) la
senda hacia la cima del Puchilibro, a la izquierda (Oeste), la que lleva hacia
los repetidores.
Llegando al collado, enfrente, a la izquierda, los repetidores. |
Primero al Puchilibro, que
alcanzo enseguida.
Últimos metros para llegar a la cima del Puchilibro |
En la cima, bastante plana, paro
un momento para contemplar las cumbres nevadas del Pirineo.
Retorno al collado y sigo la
senda hacia los repetidores. Hay que cabalgar con cuidado sobre un tramo de
cresta caliza bastante estrecha a tramos, asegurado por la buena adherencia de
las zapatillas sobre la áspera roca.
Cresta antes de alcanzar los repetidores |
Se acaba la cresta, que abandono
tomando una trocha entre erizones que sale unos metros antes de su final.
Toca dejar la arista y meterse por los erizones |
Atrás quedan arista y Puchilibro |
La sigo hasta llegar al repetidor,
accediendo a una pista que viene del otro lado, por la que asciendo hasta la
caseta de guarda que hay en el cerro siguiente, desde donde contemplo el
Puchilibro y la cresta de equilibrista, antes de iniciar el descenso hacia el
castillo.
Puchilibro y cresta del equilibrista, desde la caseta de guarda |
Tras dos horas y cuarto de
recorrido estoy de vuelta en el coche, a tiempo de llegar a comer a Zaragoza,
con los pulmones oreados, las piernas ligeras y la mente despejada.
Atrás quedan Puchilibro y castillo,
al sol del mediodía.
Castillo de Loarre y sobre él, el Puchilibro |
Delante, la niebla que me vuelve
a engullir.
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