Presa de Piedralaves, en el cordal, a la izquierda, el pico Lanchamala |
El pico Lanchamala constituye el
punto más alto de la Sierra del Valle, prolongación oriental de la Sierra de
Gredos, y forma parte de un cordal que se extiende de Este a Oeste. Los bosques
y parajes de sus vertientes Norte (cuenca del Alberche) y Sur (cuenca del
Tiétar) tienen el aspecto de ser poco frecuentados, salvo el muy conocido
Castañar del Tiemblo, que en otoño se satura de visitantes.
Es temprano cuando Francisco y yo comenzamos la marcha en la presa de
Piedralaves o del Horcajo (1.036m), con la intención de recorrer el tramo de
cordal entre el Puerto de Navaluenga (1.784m) y el Portacho de las Serradillas
(1.855m), en medio el pico Lanchamala (1.994m), si bien el propósito real no es
otro que el de visitar los robles y pinos centenarios que se encuentran en esta
vertiente Sur de la Sierra.
La mañana es fresca, estamos a la sombra, y como el frío se combate caminando,
iniciamos sin demora la marcha hacia la Pradera del Pozo, amplio rellano al pie
del Puerto de Navaluenga, introduciéndonos en un hermoso bosque de robles.
Qué delicia de entorno en el que la humedad y el relente de la noche se
hacen presentes a cada paso.
Nos dejamos imbuir del ambiente de musgo y helecho, de vez en cuanto
encontramos mojones aislados, hay poco o ningún rastro de pasos anteriores, y así
vamos subiendo hasta salir a un terreno más abierto, libre de robles.
Nos encaminamos hacia el pinar que se encuentra a nuestra derecha.
Enhiestos y altísimos ejemplares que preceden a la Pradera del Pozo (1.436m).
Una vez en ella decidimos subir directamente al cordal, recto y todo tieso
hasta la punta del Llano de la Plata (1.846 m). Cuatrocientos metros que nos
hacen entrar en calor ¡Suerte que las nubes andan revueltas esta mañana y
nublan el cielo rebajando el sol!
Desde arriba contemplamos la presa de Piedralaves, ochocientos metros más
abajo, lugar que no perderemos de vista a lo largo de la ruta de hoy.
Presa de Piedralaves desde el Llano de la Plata |
Seguimos el recorrido por el lomo de la Sierra por trocha que discurre
entre piornos, de momento no demasiado altos. Extensos piornales, de apariencia
suave y colorida en la distancia, que muestran su lado más punzante y leñoso en
la proximidad.
El viento y las nubes contribuyen a que el ambiente resulte frío
por estas alturas, y así vamos pasando por los distintos puntos culminantes
hasta llegar al más alto, el de Lanchamala.
Observadores observados |
Bajamos al Portacho de las Serradillas y, sin darnos cuenta de que desde
aquí tendríamos que empezar a bajar, continuamos derechos ascendiendo al
siguiente pico, el de la Serradilla. Durante la subida los piornos nos llegan a
la altura del pecho y transitar entre ellos resulta muy penoso. Mientras
braceamos entre los espesos y duros matorrales un pensamiento comienza a cobrar
cuerpo: <<Lleguemos hasta esas rocas de ahí arriba y miremos el mapa
>>. Nos decimos. Y eso hacemos. Nos guarecemos del viento, sacamos el
mapa, lo miramos, y constatamos nuestro despiste ¡Tan embalados íbamos que hemos
pasado de largo el Portacho! Así que, otro “peeling” con los piornos y vuelta
por donde acabamos de subir.
Desde el Portacho hacia abajo la senda discurre por un agradabilísimo pasto
de altura por donde nace y circula el arroyo de la Serradilla cuyas aguas, a
medida que descienden, van encajonándose en una pendiente y estrecha garganta.
A la dcha. el pico Lanchamala |
Las aguas del arroyo de las Serradillas se embarrancan camino de la presa de Piedrlaves |
Las marcas nos llevan por la derecha del barranco que se va formando. Nada
recomendable tomar unos mojones que se internan hacia él; mejor seguir por la clara
senda que, circunvalando la loma que desciende de la Serradilla, nos encamina
primero hacia el Cerrillo del Enebro para alcanzar enseguida el paso entre éste
y el de la Sarnosa, desde donde se tiene una buena vista del resto de cordal de
la Sierra del Valle hacia el Oeste, con los picos relevantes de Lanchalisa y
Mojón Cimero, así como de los bosques que cubren su cara Sur, llegando de esta
forma al final del arco que venimos trazando desde esta mañana.
Hacia la vertiente de Piedralaves un frondoso bosque de robles se abre ante
nosotros y descendemos embelesados por este último e inesperado hallazgo.
Quercus pyrenaica = roble melojo = rebollo |
Llegados a una pista, y por acortar el recorrido, decidimos rematar la
bajada con el punto de aventura que supone abandonar el buen trazado de la
misma y lanzarnos hacia abajo, y por empinadísima pendiente (benditos bastones
sin los que ni lo hubiéramos intentado siquiera), al encuentro de la presa que
ya tenemos bien próxima. Áspera, intrincada y resbaladiza bajada que nos
deposita finalmente junto a las embalsadas aguas tras haber realizado un
recorrido de unos 14 kilómetros, salvando un desnivel
total de unos 1.100m de D+.
Castilla serena e introspectiva que, carente de cualquier vestigio de
ostentación, atesora en las faldas de la Sierra del Valle unos parajes y conjuntos
de árboles centenarios, espectaculares en cualquier época del año.
Castañar en flor |
Una ruta preciosa. Gracias!
ResponderEliminarDe anónimos o nombrados se agradecen las visitas y los comentarios. Me alegro de que te haya gustado. Un saludo.
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