lunes, 7 de abril de 2014

Por el flanco de la Pedriza Posterior. Collados de los Hoyos y de la Ventana.

Las cimas de la Cuerda Larga todavía están cubiertas por la nieve
Abrir el foco, reubicar el sistema de coordenadas, en suma: ampliar horizontes; y sólo con esto se presentan recorridos alternativos que, de otra manera, apenas habrían sido advertidos.

La Pedriza Posterior está constituida por una amalgama de moles graníticas, apretadas y de formas caprichosas, cuyo conjunto conforma un muro de granito que encierra a la Pedriza en su herradura, separándola del mundo exterior. Varios son los puntos débiles de esta muralla: los collados, lugares en los que las formaciones rocosas se dan un respiro, aplanándose y abriéndose a ambos lados: el collado de la Ventana, el de los Hoyos y el del Miradero.

Busco un circuito poco frecuente, con un desnivel interesante (unos 1.000m) y que no me haga pisar demasiada de la nieve que, aunque en franca retirada, aun tapiza las cotas por encima de los 1.800m de altitud. El Hueco de San Blas, a los pies de la Pedriza Posterior y de la Cuerda Larga, ofrece todo esto. Los collados de los Hoyos y de la Ventana constituyen mi objetivo de hoy.

Dejo el coche en el Canto del Berrueco y emprendo el trote adentrándome en el Hueco siguiendo el curso del Arroyo del Mediano; a los 20 minutos alcanzo la zona de aparcamiento, lugar de confluencia con la pista que viene de Soto del Real; unos pocos metros más adelante salvo la barrera metálica que la cierra al tráfico. A partir de aquí me adentro en el pinar.

El rumor del bosque y de sus pájaros me envuelve. Voy atento al lugar en el que arrancan los senderos que, abandonando la pista, enfilan hacia los collados. Paso de largo la primera senda, que conduce al collado de la Ventana, y sí tomo la segunda que, hacia la izquierda, se interna en el bosque. La subida se lleva bien y la traza es clara. Hay mucha humedad.


¿Cómo se habrá deshilachado así este tronco? ¿Acaso un troll de bosque lo mordisqueó?
El sendero acaba en una pista superior llegado a la cual busco, al otro lado, derecha e izquierda, la continuación de la senda anterior. No está la cosa clara, así que opto por enfilar por una trocha poco definida que, siguiendo la margen derecha (orográfica) de un crecido arroyo, se adentra directa y empinadamente entre los pinos. Echo mano de los bastones y agradezco ir encontrando mojones de vez en cuando. Hitos que cada vez son más escasos hasta que llego a un claro del bosque en el que, ante la ausencia de traza “creo” que debo cruzar el torrente. Si la pendiente hasta aquí ha sido fuerte, a partir de este punto se acentúa todavía más ¡Benditos bastones! Mi objetivo es irme alejando del barranco por el que circula el torrente, y alcanzar la parte rocosa que vislumbro por encima de los pinos, que intuyo más llevadera y con más visibilidad del entorno.

A medida que subo soy consciente de que he tomado la decisión correcta. Los árboles ya van escaseando y transito moderadamente bien entre altos piornos, hasta que finalmente alcanzo las rocas. 



Ahora que ya veo claro el resto de la subida hasta el collado de los Hoyos, hago un  alto para tomar unas barras energéticas y bebida isotónica, mientras evalúo la ladera nevada que he de atravesar, constatando que no tiene una pendiente excesiva, lo cual me da ánimo. Las zapatillas de trial running no son el calzado ideal para cruzar pronunciadas pendientes nevadas.

El collado de los Hoyos. A la derecha la pala de nieve por la que he accedido
La neblina cubre y ronda las cumbres circundantes. Es la primera vez que accedo al collado de los Hoyos (1.926m) desde el Hueco y me lleva un tiempo ubicarme correctamente. No sé bien en qué parte exactamente de la muralla de la Pedriza Posterior me he incorporado.

Poco a poco mi memoria empieza a reconocer el entorno. La humedad ambiente hace que el granito se muestra resbaladizo, por lo que extremo el cuidado.


La Esfinge

Un vistazo hacia la Pedriza interior, con la Cuerda de los Porrones al fondo.
En el collado de la Ventana (1.785m) la bruma se ha quedado atrás. Tomo algún alimento y emprendo la marcha de vuelta al Hueco. Por senda bien marcada sobre la tierra, el trote es ligero y el descenso va rápido.

Desde el collado de la Ventana, inicio del descenso hacia el Hueco de San Blas.
Me desvío unos metros del sendero para ir a echar un vistazo a la Laguna del Lomo (1.500m), que se encuentra en un entorno recogido y tranquilo que siempre resulta agradable visitar.

La Lagunilla del Lomo, entorno escondido y apacible
Retomo el descenso y enseguida alcanzo la pista en la que desemboca la senda; al otro lado continúa el sendero que, con buenas zetas, permite descender rápida y directamente hasta la pista principal que recorre el Hueco de San Blas.


Paso junto a bastantes coches aparcados en las inmediaciones de la barrera metálica,  tomo la trocha que, atravesando un sabinar, 

finalmente desemboca en el Canto del Berrueco.

El Canto del Berrueco sobre el fondo del embalse de Santillana

2 comentarios:

  1. No ha lugar como la Pedriza, donde moraban y se escondían valientes y huidizos bandoleros, para buscar, encontrar y perder recobecos, sendas, caminos, huecos y vericuetos.

    En cada ruta por allí uno puede encontrar algo novedoso, distinto o llamativo, nunca visto antes, o mejor dicho, a lo que nunca atención se prestó.

    Bonito reportaje Carmar.

    Salud y montaña ;-)

    S2

    Trasgu

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    1. No es lo mismo ver que mirar, y es fortuna que así sea, ya que ello permite ir encontrando nuevas cosas al mirar allí donde antes pasaste tan sólo viendo. Creo que al final, leyéndolo despacio, el galimatías resulta comprensible. Gracias Trasgu y mucha Salud y Montaña.

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