El Pico del Nevero, al fondo, elevándose sobre los bosques que cubren la vertiente norte, segoviana, de los Montes Carpetanos |
Es éste un itinerario infrecuente
y solitario por la vertiente norte (segoviana) de los Montes Carpetanos,
cubierta principalmente por densos bosques de pinos silvestres hasta los 1.800
m de altitud (algunos tejos, cerezos y bastantes helechos también se
encuentran), con origen y final en el Área Recreativa del Chorro de Navafría
(1300 m).
A lo largo de los primeros 4.5km se
ganan unos 300m de D+ siguiendo cauce arriba el Arroyo del Artiñuelo, hasta el
punto en el que recibe las aguas el Arroyo de las Mostrencas. En este corto
tramo se encuentran ¡cuatro refugios!: el del Chorro, el del Peñón, el de la
Fragua y el de las Mostrencas. Tal concentración, tan característica de esta
zona de Navafría, no es frecuente en otras áreas de la Sierra de Guadarrama.
Refugio del Chorro, el primero de la serie de hoy |
Arroyo del Artiñuelo |
Jardín colgante junto a la pista |
Refugio del Peñón, el segundo de la serie de hoy |
Tejo en el pinar |
Refugio de la Fragua, el tercero de la serie de hoy |
A la altura del Refugio de las
Mostrencas la pista que venimos siguiendo hace un pronunciado giro de casi 180º,
e inicia un paulatino ascenso que, alejándose definitivamente del Arroyo del
Artiñuelo, conduce, por medio de un fresco pinar de muy altos ejemplares, hasta
los 1.800m de altitud. Una ladera muy pendiente que, gracias a la pista, se
transita cómodamente.
Refugio de las Mostrencas, el cuarto de la serie de hoy |
A partir de los 1.800m la inclinación
disminuye sensiblemente, lo cual facilita el resto del trayecto hasta alcanzar
el Romalo Pelado, ya que no hay pista o senda por la que hacerlo, con lo cual
nos vemos abocados a culminar la subida con un monte a través.
Si bien la pendiente es moderada
el bosque resulta especialmente montaraz. El suelo está cubierto de multitud de ramas y de enebros rastreros, a
la par que los pinos, pequeños y retorcidos, mantienen en sus troncos viejas y
secas ramas contra las que conviene no golpearse. Suerte que es un tramo breve,
porque resulta fatigoso.
Viejos pinos con ramas secas y líquenes |
El punto geodésico del Romalo
Pelado está, a modo de islote, en un claro del agreste entorno boscoso.
El Romalo Pelado |
Abandonamos el enclave en busca
del Camino de las Lagunillas.
Nueva ración de pinar selvático
durante un corto trecho hasta llegar a las Lagunillas, pradera despejada y
atractiva sobre la que ponemos ansiosamente el pie, para inmediatamente
comprender la razón de su nombre, ya que se trata de la típica zona de pasto en
la que rezuma el agua por todas partes.
Las Lagunillas |
La cruzamos completamente para
tomar la pista “al otro lado” por la que iniciamos el alomado descenso hacia
Los Bañaderos.
Al poco, y antes de llegar a una
torre de vigilancia, pasamos junto a otro refugio, éste más desangelado que los
anteriores.
Quinto y último de los refugios de la serie de hoy |
Torre de vigilancia |
Al pie de la torre de vigilancia
conviene ir atentos al GPS, pues el itinerario deja entonces de seguir las
pistas que hay alrededor para orientarse directamente hacia abajo, pegado a una
alambrera metálica que nace allí mismo y que ahora hay que seguir durante un
rato en pos de los Bañaderos.
Al poco la vegetación y el bosque
se clarifican, el terreno se vuelve a hacer fácilmente transitable y la marcha
cunde más.
Los Bañaderos, con abrevaderos y
bloques de sal para el ganado, constituyen un espectacular mirador sobre el
Arroyo del Artiñuelo, 300m de D más abajo del abrupto corte, y sobre la gran
mancha boscosa que precede a la misma cumbre del Pico del Nevero.
Los Bañaderos y su Mirador |
Desechando las pistas o caminos
que salen hacia la izquierda (N, NO), vamos culminando el recorrido hasta llegar
a la zona de La Solana, sobre el río Cega.
La cascada del Chorro desde la Solana |
Alcanzando luego el Área Recreativa
del Chorro, ahora muy concurrida, tras haber realizado en el sentido horario
una circular de algo más de 18km de longitud, superando un desnivel total en
ascenso de 750m de D+, transitando por unos parajes muy variados, a lo largo de
la cual tan sólo nos hemos cruzado con un ciclista junto al Refugio de la
Fragua.
Desde luego, aparte de un paisaje poblado de pinar y algún despistado tejo, etc., hay una buena equipación de refugios que pueden ayudar mucho en caso de tormenta u otros imprevistos.
ResponderEliminarBonito paseo veraniego con buena dosis de soledad humana.
Un abrazo, caminante.
Estos refugios, que desde el exterior parecen tan solitarios, por dentro suelen encontrarse bien provistos de pulgas que, si entras descuidado y aún más si permaneces un rato, hacen su agosto en pantorrillas y cuantas zonas accesibles de piel que encuentran, dejando un pertinaz recuerdo en el desafortunado despistado.
EliminarAsí que, muy fuerte habría de ser la tormenta para que un servidor, que por propia experiencia sabe lo que se dice, buscase cobijo en uno de ellos.
Un abrazo, Javier.
Hola Carmar.
ResponderEliminarMuchos refugios, en muy poco espacio, seguro que en su día cada uno tendría su cometido, y que ahora se encuentren en un estado aceptable, porque muchas veces se construyen y luego se dejan al abandono, eso y el mal uso que se da a veces.
Muy curioso el topónimo de Romalo.
Un saludo
Tantos refugios resultan hoy día útiles cuando, por ejemplo, en ivierno realizas recorridos con esquí de travesía por estos lugares, quieres descansar un rato en un sitio abrigado. Dan una estampa bien maja en la nieve.
EliminarUn saludo, Eduardo