La comarca de las Cinco Villas
tiene parajes sorprendentes. Uno de ellos son los Aguarales de Valpalmas, una curiosa
formación geológica que merece la pena recorrer como quien se adentra en el
país de una antigua especie enana en la que sus habitantes no medían más de la
duodécima parte de la altura de un humano actual. Un ejercicio de abstracción
nos permitirá deambular por sus recovecos, atrapados temporalmente por la
relatividad de las proporciones.
Los Aguarales de Valpalmas están
situados en las cercanías del municipio de Valpalmas, en la comarca de las
Cinco Villas, provincia de Zaragoza, y a ellos se llega por una buena pista de
tierra en uno de cuyos laterales, al final casi de la misma, quedan los restos
de una antigua puerta.
Visitarlos es como traspasar la
puerta dejando atrás lo corriente y adentrarnos en lo singular. Los Aguarales pasan
desapercibidos desde la distancia, sin embargo en la proximidad resultan asombrosos.
Así, entre colinas aplanadas,
bancales cubiertos de cereal, y plantas aromáticas como el tomillo o el romero,
encontramos el espectacular fruto de la erosión.
Frágiles torrecillas de tierra
que se levantan como testigos esculpidos por el paso de los elementos y el
tiempo, cubiertas por una costra de limo y arcilla, que las protege temporalmente
del desgaste.
Conjuntos arquitectónicos
cincelados por la naturaleza que nuestra mente asemeja a los lejanos enclaves
arqueológicos en el reino de los nabateos o a los grandes cañones americanos,
solo que a otra escala.
No se trata de formaciones
construidas con tierra sino, literalmente, excavadas, labradas y esculpidas,
por el agua más que por el viento, en la tierra del lugar.
La investigadora Paloma Ibarra
describe este paraje como: “el resultado de la acción erosiva de los flujos de
agua tanto superficiales como subsuperficiales, fenómeno conocido como “piping”
(formación de tubos), sobre materiales poco resistentes y en un ambiente
semiárido con precipitaciones esporádicas de carácter tormentoso. El agua se
infiltra en el suelo aprovechando pequeñas grietas o conductos de lombrices y
va generando corrientes de barro y agua que son capaces de crear conductos por
las que circular y evacuar”.
A uno le entran deseos de encogerse
y poder así recorrer todos los túneles y cuevas de estos Aguarales, caminar
entre sus riscos, detenerse ante sus fachadas, escudriñar en lo profundo de sus
grutas y alzar la vista contemplando sus altos cuchillares.
Finalmente, los vivos colores del
redondeado cuerpo de una mariquita, posada sobre el banco que nos acoge, nos devuelven
bruscamente a la “proporcionada” realidad sacándonos del mundo liliputiense.
Nuestro Gulliver interior parpadea,
bosteza ligeramente, se repantinga en el banco de madera, se ajusta el cuello
del abrigo y contempla el horizonte a la luz de la tarde mientras percibe una
gran serenidad ¿Quién sabe si lo que acaba de suceder realmente tan sólo lo
soñó?
Hola Carmar.
ResponderEliminarLa comarca de las "Cinco Villas", además de hermosos pueblos, ofrece una gran diversidad de paisajes, desde los frondosos bosques de las Sierra de Lusia y Santo Domingo, pasando por otros más áridos como estos Aguarales de Valpalmas, que sin duda sorprende, aunque yo pensaba que eran de mayor tamaño, que sin duda resultan un buen complemento para una visita a cualquiera de las villas que los circundan.
Un saludo
Son de diversos tamaños las ventanas a través de las cuales la Naturaleza nos da acceso a sus rincones más hermosos y sorprendentes. La de este Liliput resulta proporcionada al paraje que se contempla a su través, si bien uno se queda largo rato mirando; el tiempo cobra, así mismo, otra dimensión, como adecuándose al entorno.
EliminarSalud y Montaña, "Caminante"
En verdad es cosa curiosa esa que tenéis por aquellas tierras, estarán nevadas? Pues deben tener buena foto con nieve.
ResponderEliminarSalud y mucha montaña
Siempre Salud y Montaña, Francisco, independientemente del estado y tamaño de la misma.
EliminarUn abrazo
Hola Carmar¡
ResponderEliminarEste es un lugar que me gusta mucho. Recuerdo que hace unos años hice unas fotos de estas agujas y sobre ellas dibujé unas vías de escalada. Se lo pasé a los amigos y ¡¡picaron el anzuelo¡¡. Son maquetas de montañas, je je
Salud¡
Fer
Es lo que tiene la relatividad, una vez se reajustan las coordenadas, las sensaciones siguen siendo las mismas.
EliminarSalud y Montaña, Fer.
Interesante crónica y muy bien escrita: con un toque de magia y poesía, como un sueño... Pero amigo mío, echo de menos una imagen que de idea de las dimensiones de esas formaciones porque como dices uno no sabe si está viendo una maqueta o un barranco bardena por cuyo fondo podría salir un ciclista...
ResponderEliminarGracias Carlos por tu comentario.
EliminarEn cuanto a lo que echas en falta, tienes razón; lo único que en mi descargo puedo decir es que adrede he recogido las imágenes en función de cómo creo que las vivió Gulliver durante su ensoñación, si bien él mismo, antes de ser engullido por completo en su fantasía, tiene tiempo de advertir (nos) de que “se adentra en un país en el que sus habitantes no medían más de la duodécima parte de la altura de un humano actual”, es decir, menos de 15 cm de altura. Cae (mos) a partir de ese momento en la onírica realidad que le circunda, con las proporciones reajustadas, de la cual se despierta al cabo de un rato, no pudiéndose inferir de su relato el tiempo transcurrido allí dentro. Es la colorida mariquita la que le trae de vuelta ¿Cuál de estas realidades transmutadas es la verdadera?
En cualquier caso, mi aproximación al extraño fenómeno me lleva a concluir que cada paso del Gulliver actual equivalió aproximadamente a nueve metros durante su obnubilación liliputiense.
En resumen, que no parece que pudiera salir una travesía ciclista de las correspondientes a la realidad actual ;-)
Un fuerte abrazo.
Que incrível (e certamente muito curiosa) formação geológica! Um relato precioso (com um toque mágico e um tanto poético) que me entreteve demasiado! As fotografias estão magníficas! Um sonho em plena natureza...
ResponderEliminarUm beijo
Gracias Teca por tu comentario. Los sentidos se reajustan ante paisajes tan pintorescos y la mente hace el resto.
EliminarUn abrazo.
El paisaje es sorprendente y muy delicado. Es una buena elección esta cubierta tan áspera de la geología ejeana, para variar entre la dureza de calizas y granitos a los que nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarGenial historia.
Un abrazo.
Hay que adentrarse con tiento en el delicado entorno de los Aguarales, que si Gulliver se despistase destruiría con sus enormes pies, rápidamente y sin dificultad alguna, los delicados monumentos que la naturaleza va cincelando minuciosamente con el paso del tiempo.
EliminarUn abrazo.