Magnífica ventana natural de
grandes dimensiones ubicada en el Barranco del Fornocal.
Eduardo y yo iniciamos la marcha
en Colungo, en dirección a las piscinas. Un cartel informativo y las balizas
que encontraremos a lo largo de todo el recorrido hacen muy fácil de seguir la
ruta, a lo largo de la cual observaremos los contrastes que ofrece la sierra de
Guara, tanto en lo relativo a la vegetación como en lo tocante a la característica
orografía del terreno, con “la guinda” final de acceder a la gran ventana que
constituye el Portal de la Cunarda, enclave en el que, si llegamos en silencio,
podremos contemplar varias decenas de buitres leonados posados en lo alto del
mismo, ya que han hecho de él su morada habitual.
Siguiendo las señales vamos
dejando atrás Colungo y sus olivares. Las arrugadas aceitunas, con tan sólo
morderlas, proporcionan un intenso sabor
a recio aceite que perdura en el paladar.
Saliendo de Colungo |
La luz todavía rasante ilumina
bellamente los campos; la pendiente en ascenso resulta suave.
Robles con la hoja todavía
prendida y encinas de gran tamaño jalonan la ruta en esta primera parte.
Desde la senda de Suelves, por la
que vamos caminando, contemplamos a lo lejos un suave arco iris, reflejo de la
gran humedad reinante a causa de las tormentas habidas durante la noche
anterior.
Al poco llegamos a un cartel indicador del Portal de la Cunarda desde donde arranca un
sendero que se interna entre los altos matorrales. Aquí abandonamos la pista
(por ella volveremos luego), y en su lugar tomamos el sendero, adentrándonos en
un bosque antiguo compuesto principalmente de bojes, pinos, carrascas (un tipo
de encina) y quejigos (un tipo de roble).
En la distancia damos vista a las
primeras oquedades tan características de Guara.
Por la senda ascendemos hasta un
collado, a la izquierda del cual y muy próximo se encuentra el Tozal de la
Enclusa, al que subimos porque es un buen mirador.
Tozal de la Enclusa |
Desde él se divisan el Portal de
La Cunarda y el Barranco del Fornocal. Hay que enfocar bien la vista ya que, dependiendo de la hora del día y de la
iluminación, el Portal puede pasar desapercibido.
Tras la contemplación y habiendo trazado
mentalmente el itinerario para continuar, retornamos hasta el collado y
seguimos senda adelante ascendiendo hacia el Plano Vedado, donde encontramos una
bifurcación y una señal indicadora con las siguientes alternativas:
·
Colungo por el Barranco de los Arruellos, que es
por donde nosotros venimos.
·
Colungo por pista de Suelves, que es por donde
regresaremos,
·
Y finalmente Portal de la Cunarda, que es
nuestro objetivo.
Desde el panel informativo descendemos hacia el comienzo del Barranco del
Chuncal, que una vez alcanzado bordeamos en altura a través de un sendero cada
vez más estrecho.
Bordeando el Barranco del Chuncal |
Que finalmente se ensancha sensiblemente y da vista a las
paredes del Barranco del Fornocal, también conocido como de las Gargantas.
Paredones del Barranco del Fornocal |
Girando la vista hacia la derecha
tenemos la primera visión cercana del Portal de la Cunarda, y la verdad es que
sorprende su magnificencia.
Portal de la Cunarda y colonia de buitres alineados sobre su afilada parte superior |
Desde nuestro emplazamiento un
estrecho camino se dirige en línea recta hacia el Portal, por encima del
profundo barranco que en la otra orilla presenta unos cortados verticales.
Mientras nos aproximamos al Portal
distinguimos un nutrido grupo de buitres posados a lo largo de la arista de su
parte superior, cuyas deyecciones rayan de azul la rojiza piedra. Los vemos y
nos ven. Los miramos y nos miran. A medida que nos aproximamos van levantando
el vuelo uno tras otro hasta no quedar ni uno.
Tras una corta bajada junto a la
base de la pared, y luego por una difusa traza, alcanzamos la zona baja del
Portal de la Cunarda. Resulta impresionante.
La roca presenta mezcla de tonos
rosáceos y azulados. Éstos se corresponden con las deyecciones de la colonia de
buitres y forman una superficie rugosa, solidificada tras el paso del tiempo,
sobre la que nos apoyamos y asimos con cierta aversión hasta colocarnos bajo el
arco de la ventana, pues la mente no deja de identificarla con su origen. Pero
en fin, está petrificada y ya nos lavaremos luego las manos J
Petrificados chorretones azulados del Portal |
El panorama desde éste aéreo
enclave es de los que tensan y entusiasman a la vez. Guara en esencia.
Hay que ir con cuidado al
atravesar la ventana natural andando sobre un suelo azulado de roca de origen
orgánico, bastante pulida y deleznable,
que no trasmite demasiada seguridad.
Más allá del Portal la vegetación
está muy cerrada y no hay signos de trocha ni de senda clara. Desistimos de
explorarlo pues nuestra intención para hoy ya está cumplida.
La continuidad más allá del Portal no se ve clara |
Nos alejamos del Portal y retornamos por la trocha de acceso |
Las flores del madroño darán su fruto que tardará un año en madurar |
Para volver realizamos el
recorrido en sentido inverso hasta el desvío señalizado del Plano Vedado, desde
el que accedemos enseguida a la pista de Suelves por la que retornamos
directamente a Colungo.
En la distancia, habiendo dejado
atrás las gargantas y barrancos, el horizonte se amplía y las distintas
siluetas emergen de la llanura.
Las persistentes pinceladas
otoñales iluminan el verde predominante a medida que nos acercamos de nuevo a
Colungo.
Lugar al que llegamos tras haber realizado un recorrido de 12,5
kilómetros de longitud habiendo salvado un desnivel acumulado en ascenso de 650
metros de D+. En suma, una ruta de media jornada para aprovechar la mañana por
uno de los rincones más accesibles y originales de la Sierra de Guara.