Muela de Montalbán |
Dentro del plan de recorrer los atractivos rincones de Teruel que Eduardo y
yo tenemos “in mente”, la Muela de Montalbán quedaba como eslabón pendiente
tras haber realizado la circular de los hocinos
que conforman el curso alto del río Martín.
El río Martín, afluente del río
Ebro, discurre por las provincias de Teruel y Zaragoza y nace al oeste de la Sierra
de San Just, en el término municipal de Martín del Río (comarca de Cuencas
Mineras), al confluir los ríos de la Rambla, de las Parras, Segura y
Fuenferrada.
En su primer tramo, el ya
conformado río Martín baña la depresión de Montalbán sobre cuya planicie se
eleva el macizo de la Muela.
Recorrido circular bien
señalizado, con alguna que otra subida empinada y la roca caliza luciendo sus escarpes y oquedades; la ladera Norte asentada por pinos, sabinas y
encinas; el entorno perfumado por lavanda, té de roca, romero y tomillo.
Es una ruta tranquila,
en la que las prisas no se corresponderían con el paisaje y donde Eduardo y yo nos
dejamos guiar por los carteles indicadores.
Tras dejar atrás el pueblo y atravesar
una chopera, lo primero que aparece es el río Martín, que cruzamos por una
pasarela de madera para continuar por una pista que se adentra en un pinar de
repoblación.
Dejando atrás Montalbán |
Las sosegadas aguas reflejan los árboles que las rodean.
Así, se llega a un cruce
señalizado que lleva a Valdemiguel y poco después se encuentra la fuente del
mismo nombre.
Fuente de Valdemiguel |
Comienzan las primeras lazadas
que poco a poco van ganando altura. Ésta es la parte más empinada de todo el
camino, entre pinos y guillomos.
Compartiendo el camino |
Sigue un tramo equipado con
barandillas de madera, y en unos minutos llegamos al Mirador Geológico de
Valdemiguel.
El sendero sigue discurriendo por
terreno cada vez más abundante en sabinas, hasta alcanzar la parte alta y un
cruce de caminos con letreros.
Primero visitamos la Cueva del
Greñicas, escondida entre las encinas, y rememoramos su historia mientras
tomamos un plátano: “El «Greñicas» empezó su carrera criminal cometiendo un doble asesinato, con dos ancianos, padre e hijo, vecinos de Montalbán, por el año 1867. Condenado a cadena perpetua, se fugó del presidio de Melilla en 1878 y desde entonces hacía sus incursiones al país de su origen, ya para cometer venganzas, ya para hacer robos y estafas. En la historia de la criminalidad de dicha comarca no se ha conocido otro que infundiera más pavor. El nombre de «Greñicas» erizaba los cabellos, atemorizaba a las gentes y asustaba a los niños: era una sombra, un fantasma, un demonio, peor cuando se le veía y que todo el mundo lo callaba”
Cueva del Greñicas |
Dejándola atrás ascendemos a la parte superior
del macizo, traspasamos el espinazo divisorio de vertientes y alcanzamos la plana cima de la Muela. Boscosa, áspera y entretenida
cara Norte contrastando con la pelada e insulsa cara Sur.
Retornamos a la divisoria. Desde un portillo abierto en la roca caliza nuestras miradas se
dirigen hacia la Punta que vemos al Este y que nos llama la atención. Las plantas aromáticas colonizan estas calizas.
Té de roca |
Lavanda |
Romero |
Pero antes de acercarnos a ella optamos por visitar el Mirador del Morrón Royo, que hemos dejado de lado tras inspeccionar la Cueva.
Vista desde el Mirador del Morrón Royo |
Para retornar seguidamente al
espinazo calizo por el que el macizo se extiende hacia el Este.
Hace calor y la densa y ancha
cúpula de la copa de un aislado arce de Montpellier, justo unos metros por
debajo de la Punta, nos parece un sitio ideal para refrescarnos mientras
tomamos una barrita energética.
A la sombra del oportuno arece, con la cima al alcance de la mano |
Arce de Montpellier |
Alcanzamos la cima y, desde ella,
calibramos la estrecha cresta que se extiende más allá.
Aunque no se intuye una salida
clara al otro lado, el airoso trazado de la arista nos mueve a explorarla.
Secuencia de una cresta acertadamente abandonada |
Si bien tardamos poco en darnos
cuenta de que aquello no tiene salida, de que contornearla carece de sentido y
de que lo mejor que podemos hacer es dejar los equilibrios y “bajarnos” de allí,
remontar a la cima de partida y descender hacia Montalbán por el “sendero
oficial”, no sin antes hacer otro alto bajo la fresca sombra del oportuno arce.
El camino de retorno discurre
primero a través de un descenso pronunciado entre rocas, y después atraviesa de
nuevo el pinar hasta acceder a una pista básicamente llana que, tras pasar al
pie de la Piedra Chimila, llega al cruce señalizado que lleva a Valdemiguel,
punto donde el circuito se cierra.
Piedra Chimila |
Ahora toca ya desandar el camino
de la mañana, llegar al pueblo y buscar la sombra de uno de los árboles que hay
en un pequeño parque próximo, para realizar unas tandas de estiramientos antes de marchar, tras haber
realizado una circular de 14km de longitud, salvando un desnivel total en
ascenso de 675m de D+.
Qué sensación tan confortable proporciona una buena sombra |
Como había dicho Eduardo: “Una buena
excursión para una mañana del mes de agosto”.
Hola Carlos.
ResponderEliminarMenudo pendejo que era el Greñicas, y bien cabezón, porque venirse por aquellos años desde Melilla hasta Montalbán, no era moco de pavo.
Un buen recorrido, para una mañana del mes de agosto, donde en tierras agrestes, el camino discurre en gran parte a cobijo de los pinos.
Un saludo.
Una circular bien escogida, aderezada con algunas ocurrencias sobre la marcha, y pringándonos los dedos con los aceites esenciales de las plantas aromáticas cuyo aroma todavía perfuma el fondo de la mochila. Un buen recorrido para una mañana del mes de agosto.
EliminarUn saludo, Eduardo
Cruzar caminhos com aromas emblemáticos é um privilégio para quem anda buscando recantos encantados como eu... preciosa caminhada na montanha encantada...
ResponderEliminarUm beijo
Encantados quedamos de paisajes y aromas absorbidos. Y con las plantas recogidas, después rememoramos en casa lo vivido mientras, sorbo a sorbo, tomábamos una olorosa y digestiva infusión de té de roca.
EliminarGracias por tu visita y comentario. Un saludo, Teca.
Que buenas esas aromáticas y sobre todo esas sombras... uuuumm el arce, señor árbol, sí señor, el más chillón en el otoño.
ResponderEliminarSalud!
Chillón y de bonita hoja es el arce, amigo de hacerse notar con sus aislados puntos de color en las laderas tan pronto el otoño se anuncia, que ya está próximo, por cierto.
EliminarSalud y montaña, Pirene.
A este paso vais a tener que hacer una guía de excursiones de la provincia de Teruel. De la Cueva del Tío Greñicas había oido hablar........
ResponderEliminarSalud(os),
Parafraseando a la Bullonera diré que los de Huesca y de Teruel, como los zaragozanos, es conveniente que compartamos lo bueno que tenemos y así vayamos paliando el desconocimiento de lo propio que algunos veníamos arrastrando.
EliminarSalud y Montña, Rubén.
No os va a quedar resquicio aragonés por el que transitar, lo que sería muy buena señal. Bellos paisajes para los que no los conocemos, que invitan a recorrerlos algún día. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarCreo Rafa que, afortunadamente, los resquicios por descubrir llegan hasta donde el interés alcanza, así que, lo mismo que en nuestra querida Guadarrama, me parece a mí que vamos a seguir teniendo lugares nuevos para rato.
EliminarUn abrazo fuerte.
Este muro pétreo calizo tiene rincones verdaderamente espectaculares. También cabe destacar zonas colindantes donde la fauna, aunque hay que buscarla con esfuerzo, da unas sorpresas realmente satisfactorias con las que saciar la curiosidad del amante de la naturaleza.
ResponderEliminarMe imagino que verás muchas especies; lástima que no siempre la cámara dispare a la velocidad con la que huye el animal en cuestión.
Con frecuencia me he quedado con la cámara en la mano, sin apenas haber podido "desenfundar", y con un palmo de ..... Su alerta hace que no sólo te localicen, sino que hasta oyen el ruido del velcro de la funda cuando, con rapidez y sigilo, estás sacando la máquina. No obstante, cuando logras "cazarlos" la satisfacción es enorme.
EliminarUn abrazo.