El Hoyo Cerrado |
No tiene este invierno la Sierra de Guadarrama nieve bastante como para
recorrerla con esquíes de travesía, y estamos ya casi a finales de febrero. Sus
laderas espolvoreadas de blanco permiten realizar recorridos con zapatillas sin
necesidad de recurrir a botas de montaña.
La Cuerda Larga |
El Hoyo Cerrado, recoleto plateau a 1.770m de altitud enclavado al pie de
la Cuerda Larga, bajo el pico de Los Bailanderos y el de Asómate de Hoyos, es
uno de mis rincones favoritos. Unas veces como punto de destino, otras como
lugar de tránsito, siempre es merecedor de una visita. Transmite paz y
recogimiento.
Son las 10 de la mañana cuando inicio el trote en el Canto del Berrueco y,
arroyo de Mediano arriba, me enfilo hacia el Hueco de San Blas.
Al cabo de unos 2.5km alcanzo el lugar donde habitualmente dejan los coches
los que acceden desde Soto del Real, cruzo la barrera metálica y continúo pista
arriba. Pronto comienzo a pisar la nieve, pequeños parches al principio. En los
laterales del talud los “chupones” de hielo atestiguan las frías noches.
Llego a un cortafuego (altitud 1.300 m) y enfilo por pendiente muy
pronunciada. Aquí ya no puedo correr. Alcanzo la pista superior (1.400m) y la
tomo hacia la derecha, siguiéndola hasta una pronunciada curva en un lugar
preparado para el manejo del ganado.
Una senda apenas marcada se interna en el pinar, monte arriba. Comienza el
zigzagueante y solitario sendero hacia el Hoyo Cerrado.
Hace rato que todo está cubierto por una capa de unos 15 centímetros de
nieve. Voy bien con las zapatillas. El silencio apenas disturbado por mi
amortiguado caminar. Envolvente naturaleza en la que me siento a gusto.
Trazas y huellas de “otros” compañeros de bosque hacen que confíe en
encontrarlos más arriba. Sin embargo, no será hoy el día, que tan sólo el
rastro vi.
Los árboles comienzan a clarear, el terreno cada vez más abierto anuncia la
proximidad del Hoyo Cerrado.
Tras una curva llego al plateau. Me detengo a contemplar su serena
apariencia.
El Hoyo Cerrado |
Continúo y lo recorro buscando a las cabras, escruto los rincones sin verlas,
desisto con resignada sonrisa, atravieso los torrentes que lo cruzan y me detengo
finalmente en un pequeño grupo de pinos que hay junto al que nace el camino de
retorno.
A mi cabeza acuden imágenes de hace cuatro años, de cuando por primera vez
visité este lugar y fui enmudecido acompañante del último tránsito de quien lo
abandonó para siempre.
Mientras observo cómo el curso de agua fluye en este invierno disfrazado de
primavera, tomo distraídamente un plátano y una barrita energética preparándome
para la bajada.
Me cuesta abandonar este lugar, siempre me ocurre. Lanzo una última mirada
hacia él antes de doblar el recodo a partir del cual “se esconde”.
Sacudo la cabeza y emprendo decididamente el trote por la trocha cubierta
de nieve. Resulta cómodo correr por ella, la mullida capa blanca lo facilita.
Atravieso el Arroyo de Vitros.
Arroyo de Vitros |
A la derecha, en el horizonte, la silueta granítica de la Pedriza Posterior
se recorta contra el cielo. La calima enturbia un ambiente que era diáfano unas
horas antes.
Al poco la trocha desemboca en una pista. Continúo descendiendo imbuido de
bosque.
Traspaso una barrera metálica y llego a la pista principal que recorre el
contorno del Hueco de San Blas manteniendo una altitud aproximada de 1.400m; la
sigo hacia la derecha durante un kilómetro aproximadamente, hasta una
pronunciada curva en una zona preparada para el manejo del ganado, desde donde
arranca la senda que tomé esta mañana para internarme en el bosque. Acabo de
cerrar el círculo.
Me cruzo con varios ciclistas mientras deshago en descenso el camino
seguido en subida. Ahora todo es amplia pista entre pinos, ya sin nieve. Queda
poco.
A la derecha el Collado de la Dehesilla, cómodo acceso a la Pedriza desde
el Hueco de San Blas.
Collado de la Dehesilla desde el Hueco de San Blas |
Tras dejar atrás la zona de aparcamiento de coches, continúo la marcha sorteando
las sabinas entre las que discurre la senda.
Las atractivas formaciones graníticas que
delimitan la Pedriza invitan a internarse entre ellas. Otro día tocará.
La felina silueta de la Muela del Berrueco, recortándose contra el embalse
de Santillana, anuncia la proximidad del lugar donde dejé el coche, que alcanzo
poco después, tras haber realizado un recorrido de casi 20km habiendo salvado
un desnivel de 825m de D+.
El Canto del Berrueco; al fondo, el embalse de Santillana |