Villa medieval enclavada en la Sierra
de Guara del Somontano aragonés. Zona de barrancos y conglomerados sobre cuyos
escarpes se yergue Santa María la Mayor, colegiata-castillo con orígenes de
fortaleza, construida en el siglo IX por Jalafibn Rasid para frenar a los
reinos cristianos del norte y a cuyos pies el río Vero discurre encajonado en
su angostura fluyendo hacia el Cinca.
Hace calor en el pueblo mientras
deambulamos por sus estrechas calles. Cuesta arriba y cuesta abajo, callejones
y pasadizos nos llevan hasta una plaza flanqueada por dos panaderías y un
pasadizo abovedado, de la que parte una larga escalinata cuyos escalones de
piedra se dirigen resueltamente hacia el fondo del barranco.
Dejamos atrás a los grupos de
paseantes y curiosos que callejean por el pueblo y nos lanzamos escaleras
abajo, a un ritmo controlado, eso sí, porque los escalones conviene bajarlos de
uno en uno y con cuidado. A la mitad de la bajada los peldaños en la roca son
sustituidos por rampas y escalones de madera. Ciento cincuenta metros de
descenso hasta alcanzar la base del conglomerado. Todo es verde y húmedo, muy
húmedo, aquí abajo. El río aún no se ve pero su proximidad se siente.
Las escaleras se internan en el barranco |
Las higueras medran por doquier,
enraizadas sólida y variadamente, extendiendo sus lustrosas hojas.
Al poco se alcanza una zona donde
el cañón hace un recodo. Hemos llegado junto al río. Nos dirigimos
momentáneamente cauce arriba hasta alcanzar la cueva de Picamartillos bajo la
cual fluyen mansamente las aguas del Vero.
Cueva de Picamartillos |
Enfrente, en la otra orilla, se
observan las numerosas oquedades del farallón, algunas de ellas antiguos
alojamientos cavernícolas de los tiempos de nuestros antepasados.
Para encarar la siguiente etapa
del recorrido, y acceder a “las pasarelas”, hemos de retornar unos metros,
hasta un pequeño puentecillo, bajo el cual las bayas de aro se alzan luminosas,
Arum maculatum |
y cruzarlo para ya entrar en la parte “colgada” del barranco, cuyos tramos
metálicos, ajenos a las avenidas del agua, se extienden por encima del cauce, anclados
y pegados al farallón; tan pegados que cruzarse con alguien en sentido
contrario obliga a ceder el paso, so pena de darse un buen coscorrón contra la
pared rocosa o de salirse exageradamente por fuera de las sirgas que constituyen
los pasamanos.
Seguidamente se llega a una
presa, también contorneada por pasarela metálica, tras la cual el camino brinda
dos opciones para retornar a Alquezar:
O bien seguimos un empinado
sendero que se lanza hacia arriba de la pared, ganando rápidamente altura,
Sendero abrupto que sube derecho hacia Alquezar. Abajo, el Vero |
o continuamos unos cuantos metros
más junto al río, por el fondo del barranco, hasta enlazar con un sendero que,
paulatina y suavemente, diverge del cauce y se enfila hacia la población
bordeando la atalaya rocosa sobre la que se levanta la colegiata.
Sendero más suave que bordea la colegiata. |
Colegiata, desde el sendero que la bordea |
Una gran balsa de agua medio
cubierta de verdín y flanqueada por higueras y juncos llama la atención en
medio del olivar. La humedad del fondo de la angostura da paso a la sequedad de
las partes exteriores. El calor aprieta sobremanera.
En suma, poco más de 2km de
recorrido para rodear la mole de conglomerado que sustenta la colegiata,
caminando sobre las pasarelas del río Vero, en un entorno característico de los
barrancos que surcan la Sierra de Guara: piedra, sol, altos paredones y agua
serpenteante. Atrás queda una ciudad que nació musulmana, pasando luego a ser cristiana a comienzos del siglo XI.
Que bonito Carlos, gracias por el reportaje.
ResponderEliminarCelebro que te guste, Luís. Resulta un paseo la mar de agradable, si estás por la zona. Un abrazo.
EliminarHola tocayo!!! Bonito paseo para una mañana de verano sí señor. Una pregunta: Esa balsa de agua ¿puede pertenecer al sistema de depuración de aguas de Alquézar?
ResponderEliminarNo tengo certeza de para qué es la balsa; oler mal, no olía; mosquitos, tampoco más de lo normal; el agua no tenía el aspecto residual, y tampoco había ninguna instalación adicional de las habituales en las balsas de tratamiento de aguas, por lo que me decanto más hacia la posibilidad de que sea una balsa para el riego. Salud y montaña, tocayo.
EliminarVaya sorpresa leer que has estado tan cerca de nuestro querido y cercano Alquézar al que tantas y tantas veces vamos por la versatilidad que nos da además de agradarnos siempre la vista con su gran belleza.
ResponderEliminarEsta ruta es la típica de la zona y una de las más bonitas. Si te vuelves a acercar por la zona te podemos acompañar por la Guara profunda, menos transitada pero igualmente preciosa.
Un abrazo!
Visita no prevista la que hicimos, aprovechando un día de asueto en Sabiñánigo, y que decidimos emplear abriendo nuestros sentidos a: de Alquezar, su colegiata y el tramo del Vero, de Radiquero, sus quesos, y de Colungo, el anís. Tras ello, algo de reposo antes de emprender carretera arriba de vuelta al Serrablo.
ResponderEliminarGracias por el ofrecimiento que gustosamente acepto desde ya mismo, pues será un placer deambular con vosotros por esa Guara de vuestras entrañas. Mejor compañía, difícil. Os avisaré con tiempo.
Un abrazo!