Cara Norte de las Cabezas de Hierro. La Mayor, a la izqda. La Menor, a la dcha. El collado, en el centro. |
Con la temporada invernal terminada: comienzo de abril; con una inusual abundancia de nieve: más de 2m sigue habiendo en Guadarrama; y con un pronóstico de tiempo aceptable: nubes altas, sin precipitaciones, frío y poco viento; Manuel y yo optamos por uno de los itinerarios de esquí de travesía más agrestes que se encuentran por la zona: recorrer, en subida y en bajada, las vertientes Norte y Sur de la Cabeza de Hierro Mayor, tomando como punto de partida el aparcamiento de la estación de Valdesquí.
Son las 8:30h cuando descendemos esquiando por la orilla derecha del Arroyo de Guarramillas hasta entroncar con el camino que, viniendo del refugio del Pingarrón, cruza el torrente por un puente de madera.
A partir de este punto nos internamos en un primer tramo de bosque, hasta salir al terreno abierto de las Cerradillas. La primera revuelta del sendero, cuando entramos en la parte baja del Valle, nos brinda la mejor panorámica del tubo Norte de las Cabezas de Hierro. La acumulación de nieve promete.
A medida que nos deslizamos por un buen sendero entre los pinos, hacia el cruce del Arroyo de la Cerradillas, constatamos lo abajo que llega la nieve en la cara Norte de las Cabezas.
Salimos al terreno abierto del valle de las Cerradillas encaminándonos a buscar la base de la ladera Noroeste de Cabezas, por la que subiremos hasta el collado del mismo nombre.
Las nubes comienzan a enturbiar la nitidez de la mañana. Tan sólo Manuel y yo moviéndonos por un entorno blanco y frío, entre escasos pinos y algunas rocas que afloran.
Valle de las Cerradillas |
Ascendemos rápidamente en pos del sol que se adivina a través del velo nuboso, pero que no calienta.
A la izquierda, la cima de la Cabeza de Hierro Mayor |
Esquiando por una superficie helada y rugosa, alcanzamos la cima de la Cabeza de Hierro Mayor (2.383m) con las tablas puestas.
Hace viento y frío. En vano buscamos un mínimo resguardo mientras tomamos una barrita energética y recorremos con la mirada la desierta Cuerda Larga.
Cabeza de Hierro Menor, estribación de Maliciosa y Bola del Mundo |
La amplia loma de Pandasco, por la que nunca hemos descendido, con las conocidas “zetas” de la Pedriza en la parte más inferior, nos llama la atención y tardamos apenas un instante en decidirnos a descender por el Arroyo de Simón de los Chorros. Un viento blanco nos empuja por estas amplias palas, a las que la neblina confiere un algo quimérico e ilusorio.
De esta forma, en medio de un frío más que notable (-6ºC y con viento), enlazamos y alcanzamos la base del Arroyo de la Sierra del Francés, en la vertical del collado de Cabezas, lugar donde rápidamente colocamos las pieles.
Cara Sur de las Cabezas de Hierro. La Menor, a la izqda. La Mayor, a la dcha. El collado, en el centro |
Emprendemos la subida, ahora por el Sur, hasta el collado, a un ritmo vivo, el frío ayuda a ello, y lo alcanzamos en menos tiempo del previsto, y sin más pausa que la de quitar pieles y ponernos en modo de descenso, iniciamos la que promete ser “la bajada del día”: ¡El tubo Norte de Cabezas, hasta donde la nieve se acabe!
Resultarán un total de 700m de desnivel.
Para comenzar, unos primeros 150m de contraste y adaptación, entre la nieve helada y grumosa de las zonas altas, y la más uniforme que encontraremos después.
A continuación, nos dirigimos a la embocadura del tubo Norte, al encuentro de sus 300m de desnivel con 45º de inclinación, ideales para giros, derrapes, nieve levantada y rápida selección de la mejor trayectoria
Resultarán un total de 700m de desnivel.
Para comenzar, unos primeros 150m de contraste y adaptación, entre la nieve helada y grumosa de las zonas altas, y la más uniforme que encontraremos después.
A continuación, nos dirigimos a la embocadura del tubo Norte, al encuentro de sus 300m de desnivel con 45º de inclinación, ideales para giros, derrapes, nieve levantada y rápida selección de la mejor trayectoria
para, en un santiamén, encontrarnos en la linde del bosque, a la izquierda de la base del tubo, con un cierto sabor amargo de adrenalina en la boca.
Por delante, todavía 250m de desnivel esquiando entre los pinos, hasta alcanzar la pista y el arroyo de Cerradillas, a los 1.635m de altitud.
Deslizarnos zigzagueando por entre los árboles, buscando el mejor paso a través de la cada vez más tupida vegetación, sobre una nieve noble y franca, constituyen sin duda la guinda de la jornada.
Deslizarnos zigzagueando por entre los árboles, buscando el mejor paso a través de la cada vez más tupida vegetación, sobre una nieve noble y franca, constituyen sin duda la guinda de la jornada.
La satisfacción de esquiar por parajes extensos, agrestes y solitarios, tan próximos a Madrid, nos mantiene con la sonrisa en los rostros durante el retorno por el bosque.
Ya queda poco, y hasta tenemos tiempo para, en el lugar donde finalmente nos quitamos las tablas, observar el corte de la nieve y la fuerza del deshielo.
Son las 14:30h cuando llegamos de nuevo al coche, tras haber realizado un desnivel total de algo más de 1.400m de D+, moviéndonos y surcando las laderas Norte y Sur de Cabezas, en uno de los recorridos ciertamente más inusuales y agrestes que ofrece la sierra de Guadarrama.
Manuel (Mnl) y Carmar. Reporteros gráficos. |
Con la sonrisa en la cara tras disfrutar en esta nuestra montaña con los esquíes. ¡Qué más podemos pedir!Una actividad completa, variada, vivida con intensidad, con los sentidos abiertos, y aprovechando cada resquicio del terreno para dejarnos llevar por las líneas imaginarias muchas veces trazadas mentalmente. La montaña nos apasiona y estos días lo certifican. Compartiendo vivencias, resoplando a ritmo, soportando el castigo del viento blanco, transmitiendo la posición a los que están pendientes,...todo esto y más compone el escenario. Y de vuelta pensando nuevos proyectos. Somos inquietos, estamos vivos. Salud y Montaña
ResponderEliminarSigamos entrándonos bien adentro en la hermosura que brindan las montañas, y que están ahí, a disposición de los que trazan imaginativos itinerarios, que luego siguen y recorren. La nieve durará ya poco, pero se mantendrá viva en nuestra memoria mientras, calzadas las zapatillas y guardados los esquíes, las re-corramos de ahora en adelante sintiendo el sonido del agua y escuchando nuestras zancadas sobre las sendas, que nos conducirán por diferentes trazados también bien adentro en la espesura de los bosques y a lo largo de las crestas cimeras, camino de altos oteros desde los que observar embelesados. Salud y Montaña.
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