La Cascada del Covacho |
La cortina se ve venir, se ha originado en la Sierra de Guadarrama, allá donde la nieve se remoja y encostra, va descargando su contenido por los campos que hay entre los altos montes y esta cadena más modesta desde la que oteo, evalúo y constato que el aire la trae hacia mí.
Tuerzo el gesto, ajusto las zapatillas y salgo disparado, abandonando la inhóspita cima rocosa del Cancho Hastial.
El Cancho Hastial |
Voy corriendo, perseguido por la tormenta, huyendo vanamente de un destino claro. Trochas convertidas en torrenteras por donde el agua desciende a raudales.
Con zancadas y apoyos rápidos voy chapoteando en este entorno en el que el aguacero se transforma en nieve, porque son bolitas de nieve las que descarga la nube que me ha cazado.
El cielo se ha puesto gris oscuro, el viento que sopla moderadamente a favor me empuja hacia el Pico del Estepar. Las jaras me engullen, me envuelven con un tenue y pringoso aroma que se desprende al roce, aunque nada que ver con el empalago del verano, bajo el sol.
Me gusta salir en días así, a correr por las trochas y los regajos de estas montañas graníticas en las que el barro no existe, donde hundes el pie en el lecho y sacas la zapatilla cargada de agua clara y arena.
Mientras no me paro el calor se mantiene; las piedrecitas embarcadas se ajustan bajo el arco del pie, y sigo corriendo. La molestia se atenúa, y continúo absorbiendo el entorno. Las zancadas seleccionan automática, rítmicamente los apoyos. La vista va por delante. Alcanzo el Pico del Estepar.
Cima del Pico del Estepar |
Atención extra en las bajadas. Si no hay otra opción, por dentro del curso del agua, pero siempre buscando el equilibrio, evitando el resbalón que podría provocar la torcedura.
Escuchando el ruido de las pisadas en el agua o en lecho de arena voy pasando por medio de un encinar añejo, siguiendo una empinada traza en cuyos escalones se forman pequeñas cascadas.
Y así, sin apenas haberme percatado, estoy en el terreno llano, ya veo el coche, la nube queda atrás, el recorrido realizado también. Llevo conmigo las vivencias, el remojón y las zapatillas cargadas de arena, tanto dentro como fuera.
Peñascos, senderos, trochas, lluvia, torrenteras, encinas, jaras y aire puro, todo esto para quien se adentre por estos derroteros.
Te ha perseguido la nube y me parece que te ha dado alcance, en este dia meteorológicamente difícil de predecir: sol, niebla, nubes, aguacero, y frio con humedad. En fin has tenido la recompensa de unas imágenes cambiantes, de un terreno vivo sobre el que has trotado y de respirar ese aire puro que te ha calado hondo tras la lluvia.Salud y Montaña
ResponderEliminarVolví a casa diciendo que siempre que iba a este sitio me llovía o nevaba, y en casa me dijeron que qué esperaba, pues cuando allí acudía era mayormente porque barruntaba mal tiempo en otras partes. Me percaté de que tenían razón; también de que traía buenos recuerdos y sentimientos, así que muy reconfortado me dí una ducha caliente y pensé: "Qué suerte tener en Madrid sitios tan próximos y variados que te permiten diversas formas de contactar con la Naturaleza". Salud y Montaña, amigo Manuel
EliminarEsta semana santa iremos a conocer algún sitio de esos tan chulos de los madriles, a ver si tenemos buen tiempo.....Saludos.
ResponderEliminar¡Vaya sorpresa! Pues ya toca. Tanto visitar otras Comunidades y os estáis dejando ésta que me da cobijo a mí. Espero que elijáis bien los recorridos, que en hay muchos y bonitos, y que no os defrauden. El tiempo nunca ha sido un problema para vosotros, me parece a mí. Mucha suerte, y ya lo contaréis. Salud y montaña.
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