La Cerrada de Parrate |
Muy bien aconsejados por el gran
conocedor de estas Sierras, Álex Conejero, que califica esta ruta como
impresionante, y que discurre por uno de los parajes más recónditos, agrestes y
bellos de la Sierra de Segura, y cuyo trabajadísimo track se puede encontrar en
su blog “Por los Cerros de Úbeda”, iniciamos la marcha junto al puente de
hierro bajo el que pasa el Arroyo de las Espumaderas a unos 13 km del Camping Llanos
de Arance, en la pista que bordea el Embalse del Tranco por el Este, mientras las
brumas de la mañana van levantándose dando paso a lo que será un día soleado.
Embalse del Tranco |
Por delante un itinerario
verdaderamente intrincado a lo largo del cual no nos cruzaremos con nadie en
absoluto, transitaremos por zonas que sesenta años atrás estuvieron bastante
pobladas, recorreremos los antiguos caminos de herradura, nos asomaremos y nos
introduciremos en la Cerrada de Parrate, y al final en la de los Centenares,
para acabar culminando una circular de unos 23km de longitud resultando un
desnivel en ascenso de algo más de 1.000m de D+, a lo largo de la cual la ayuda
del track resulta inestimable para evitar que los titubeos y despistes normales
en tan montaraz y abandonado territorio den al traste con una excursión de gran
envergadura.
Dejando a nuestra izquierda la
cascada del Arroyo de las Espumaderas enfilamos la pista aguas arriba que, en
fuerte pendiente, sale desde aquí al SE en dirección al Molino de Parrate.
Arroyo de las Espumaredas |
El camino zigzaguea entre
antiguos bancales donde las negras aceitunas se encuentran desperdigadas al pie
de los viejos olivos hoy desatendidos. Su sabor, penetrante y denso,
permanece durante largo rato en el paladar. Los bastones son y serán de gran
ayuda a lo largo del recorrido.
Antiguos olivos |
Vamos muy atentos al track para,
llegados a las proximidades de las ruinas del Cortijo de las Malezas de
Pontones (a dos kilómetros largos del comienzo), dejar la pista y adentrarnos
hacia el SE entre los olivos y encinas, sin mojón ni hito que lo anuncie, en
dirección hacia la Cerrada de Parrate por la que se abre paso el Arroyo de las
Espumaderas, cuyo barranco empezamos a recorrer a media altura atentos a la
presencia de los jabalíes con los que nos llegamos a cruzar en dos ocasiones.
El sendero está tan difuminado y
asilvestrado que resulta bastante dificultoso de seguir. Con el GPS en la mano
vamos haciendo camino bajo las enmarañadas carrascas.
Finalmente salimos a una parte
elevada y luminosa desde la que ya se divisa la brecha de la Cerrada de
Parrate. Si bien la trocha es estrecha a
tramos, y se muestra poco transitada, resulta clara en esta zona.
Por la Cerrada de Parrate |
La senda acaba introduciéndonos
de pleno en la Cerrada, al pie del corte por el que el Arroyo de las
Espumaderas salva el perfil rocoso y cae formando pequeñas cascadas.
Antes de tomar el intuido sendero
ascendente que, abandonando la senda por la derecha (hacia el S), “nos sacará”
a la parte superior, sobre el cortado, continuamos durante unos metros más
hacia la base de las cascadas.
Cascadas en la Cerrada |
Llegar hasta ellas es la parte
más aérea y delicada del recorrido. Unos cincuenta metros de repisa cubierta de
guijarros apenas sostenidos, de unos treinta centímetros de anchura en algunos
pasos, que nos traen el áspero sabor de la adrenalina a la boca y que tan sólo
desaparece cuando, tras ver los saltos de agua en la proximidad, hemos
retornado al inicio del sendero ascendente que habíamos dejado atrás.
¡Con mucho cuidado en estas estrechísimas repisas! |
De vuelta en el inicio del sendero, ascendemos muy atentos a dónde
ponemos las manos con las que nos ayudamos a subir en algunos momentos (ojo a
las víboras en estos terrenos, porque vimos una en serpenteante y rápida
retirada afortunadamente a tiempo de no poner la mano encima) y salimos a las
terrazas calcáreas de la parte superior, donde nos despistamos en algún momento
hasta alcanzar un mirador rocoso desde el cual podemos contemplar tanto la
hondura de la que venimos, como el apacible lugar de las Huelgas, al que nos
dirigimos.
La chopera anuncia las Huelgas |
Dejamos atrás la parte más
emboscada e intrincada de la circular de hoy y damos comienzo a la que, por
caminos y sendas largo tiempo en desuso, nos llevará a visitar viejas aldeas
abandonadas, convertidos sus restos en mudos testigos de la vida y el trajín
que hace varias décadas hubo por estas zonas, donde cada mínima cosa o lugar
tenían su fin en aras de una difícil subsistencia en la naturaleza.
Sin más demora, que es mucho lo que aún queda
por andar, iniciamos el descenso hacia el atractivo y luminoso enclave de las
Huelgas, donde el Arroyo de los Centenares aporta sus aguas al de las
Espumaderas para juntos precipitarse por la Cerrada de Parrate, alegrada la
vista por el verdor de una fresca chopera mientras la mente divaga sobre el
posible origen de su nombre (La palabra huelga es una forma derivada del verbo
holgar, en el sentido de descansar después de la fatiga del trabajo).
Las Huelgas |
Un lugar idóneo para recuperar
las fuerzas tras el trabajoso transitar por la Cerrada de Parrate y prepararnos
para el largo camino que todavía nos espera, mientras observamos cómo los pinos
han crecido dentro de las antiguas estancias que antaño fuesen cobijo de las
personas que por aquí moraron.
Dejamos atrás el plácido sitio y
los altos paredones bajo los que se encuentra encaminándonos aguas arriba del
Arroyo de los Centenares, hacia el Sur, en dirección al pueblo del mismo nombre.
Dejamos atrás las Huelgas |
Paredones sobre las Huelgas |
Decidimos abandonar temporalmente
la planicie por la que discurre el camino y ascender hacia nuestra izquierda,
monte a través, hasta los restos de la aldea de Miravete.
Ascendiendo a Miravete |
La vida parece
detenida en estos lugares silenciosos y solitarios. Vestigios antiguos que dan
testimonio de existencias pasadas.
Miravete |
Abandonamos sus ruinas y
emprendemos la decidida marcha hacia el siguiente enclave, los Centenares, no
sin echar la vista atrás de vez en cuando.
Miravete queda atrás, sobre el claro de la izq., al pie de los paredones |
Imbuidos de melancolía nos limitamos
a circunvalar lo que queda de la aldea de los Centenares, mirándola desde una
respetuosa distancia, mientras seguimos la pista que conduce hasta la fuente y
lavadero del lugar.
Fuente y lavadero de los Centenares, que aparece al fondo |
La fresca y oportuna agua
contribuye a alegrar el ánimo algo decaído por las elucubraciones sobre el
pasado y final de estos núcleos habitados en su momento.
Fuente y lavadero de los Centenares |
Atrás queda la aldea de los Centenares |
Tras ello emprendemos la que será
la última subida del recorrido para llegar a la población de las Canalejas, que
se encuentra al otro lado de la loma y de la que tan sólo se mantienen en pie su
cementerio (cuyo tamaño da idea del elevado número de personas que vivían allí)
y las paredes de la iglesia, mientras que del resto de las numerosas viviendas
tan sólo quedan piedras amontonadas.
Cementerio e iglesia de las Canalejas |
Siguiendo la pista por la que
veníamos abandonamos las Canalejas hasta llegar, pocos metros más adelante, a
un arroyo que se enfila hacia el Oeste punto en el cual abandonamos la pista y
en su lugar tomamos un camino de herradura que, paralelo al cauce, se adentra
en el Estrecho de los Centenares.
Hacia el estrecho de los Centenares |
Tramo fácil de seguir pero agreste, en el que
la imaginación lleva a pensar en las dificultades que encontrarían cuando
quienes los transitaban eran los serranos y sus caballerías.
Aguas transparentes en el estrecho |
Camino de herradura tallado sobre la roca |
Saliendo del estrecho |
En un punto determinado, ya
saliendo del estrecho, divisamos más abajo entre los pinos la continuación de
la pista que antes habíamos dejado a la salida de las Canalejas, y decidimos
atajar por el pinar cuando lo vemos factible.
Embalse del Tranco |
De vuelta en la pista, con el todavía
lejano embalse del Tranco a la vista, no resta más que seguirla hasta cerrar la
circular junto a las ruinas del Cortijo de las Malezas de Pontones, punto en el
que la habíamos abandonado por la mañana para adentrarnos en la Cerrada de
Parrate, descendiendo seguidamente hasta la desembocadura del Arroyo de las
Espumaderas en el embalse.
Circular intensa tanto por su
longitud y desnivel acumulado, como por la variedad de hermosos paisajes
recorridos, en los que los vestigios de la profusa presencia humana,
abruptamente interrumpida con la creación del Coto Nacional de Caza, en forma
de senderos y asentamientos abandonados y derruidos transmiten al entorno un
hálito especial y conmovedor.
Olivos hoy abandonados |
Cuando los caminos se quedaron
sin tiempo y su memoria se pierde, los lugares que unían se hacen extraños,
solitarios y sin nombre. (La Torre del Vinagre. Por Alfredo Benavente Navarro.)
Tiene que ser una ruta alucinante por su soledad y grandeza. Me encanta la Sierra de Cazorla.
ResponderEliminarEl lavadero tiene un encanto especial como elemento integrado en la naturaleza, sabiendo por cierto, la crudeza que soportaban las mujeres lavando en sus gélidas aguas durante el invierno.
Tal vez estuviera habitado por ranas y tritones.
Un abrazo
En esos lugares antaño habitados, hoy despoblados, se siente la presencia de los que en su día fueron.
EliminarGran recorrido el descrito que, sin duda, te atraparía.
Un abrazo,
Muy bonito pero impracticable sin track.
ResponderEliminarImpracticable sin track a lo mejor no, pero que sin él, en una tirada, muy difícil de atinar, sobre todo si no estás familiarizado con la zona. El track seguido está muy bien hecho, y es fruto de mucho conocimiento compartido. Muy de agradecer.
EliminarUn abrazo,
Hola Carmar.
ResponderEliminarRecorrido de los que nos gustan, solitarios, intrincados, pero con mucha belleza, por parajes en los que la vida en antaño, era dura!
Una lastima el despoblamiento de la zona, por causas ajenas a sus habitantes, veo que por allí la sequía también se nota, el embalse se ve bastante bajo, seguro que las tormentas de la semana pasada, habrán dado alegría a los embalses, y al bosque
Un saludo.
Recorrido cinco estrellas, Eduardo, de los que no pararías de hacer fotos.
EliminarSalud y Montaña.
Ya sabes, que yo suele hacer pocas fotos :)
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