Difusa luminosidad del comienzo del día en el embalse de Belsué |
Quién iba a suponer que las
laderas de grises margas sobre las que se asientan Belsué y los pueblos
abandonados de Lúsera e Ibirque, al pie de la modesta Sierra de Belarra
(1.400m), escondieran tal cantidad de barrancos en los que el agua salta de
poza a poza, alternando altas cascadas con suaves gradas, donde las recoletas
badinas invitan a la contemplación, y al baño cuando accesibles, todo ello en
medio de un primitivo y abigarrado bosque en el que pinos y robles coexisten
con el boj, que se encarga de aromatizar el ambiente con su característico y
agradable olor.
Tomando la antigua, y ya casi en desuso,
carretera N330 nos vamos elevando sobre el pantano de Árguis (960m), que está a
rebosar, pasamos junto al Mesón Nuevo y alcanzamos la boca del túnel de la
Manzanera (1.265m). Hacia el Este se abre el aislado valle de Nocito, siendo
Belsué (1.000m) el primer pueblo que se encuentra cuando se desciende por una
estrecha carretera, y el único habitado junto con Nocito.
El embalse de Belsué recoge todas
las aguas de este valle confluyendo estas con las del casi recién nacido Flumen
para, seguidamente y a través del agreste barranco de Cienfuens, conducirlas
bajo el nombre de río Flumen hasta la Hoya de Huesca, atravesando el Salto de
Roldan, entre las Peñas de Amán y de San Miguel.
A esta temprana hora de la mañana
la cola del pantano de Belsué asemeja
una verdadera “acuarela natural”.
Al fondo del mismo se entrevé la
angosta garganta de Cienfuens por la que se encajona el Flumen a partir del
pantano.
Son pasadas las 9am cuando
Eduardo y yo iniciamos la marcha en el pueblo abandonado de Lúsera (1.049m). Callejeamos
silenciosamente entre sus abandonadas casas, la mayoría semiderruidas.
Finalmente dejamos atrás Lúsera y
emprendemos el ascenso por la senda que, hacia el Norte, se interna en el barranco de Alaña por una grisácea
ladera de marga.
Sin apenas apercibirnos nos
encontramos caminando entre altos y olorosos bojes por un sendero alfombrado de
hojas de roble. Nos internamos en el asilvestrado bosque que cubre estas
laderas, en dirección a las Planas (1.300m). El gris ha dado paso al verde.
El agua se precipita en forma de
altas cascadas que pueden verse desde los diferentes miradores. El barranco es
agreste y sombreado. El permanente rumor del agua se torna en fuerte ruido
cuando nos aproximamos a los saltos.
Los bordes en voladizo, las
cuevas y cárcavas, atestiguan el carácter tobáceo de la zona, roca formada a
base de la combinación y consolidación del detritus vegetal y del alto
contenido en bicarbonatos que contiene el agua surgida en esta sierra calcárea.
Rincones recoletos que atraen a cada paso.
Salimos del barranco y alcanzamos
las Planas, que hacen honor al nombre. Pinos aislados, bojes y erizones como
vegetación de esta zona por la que caminamos durante algo más de dos kilómetros
teniendo a la derecha los altos picos “del otro lado”: Gabardiella, Fragineto y
el coloso de la zona, el Tozal de Guara.
Cara Norte del Tozal de Guara |
En lontananza se divisan los restos
del pueblo abandonado de Ibirque
(1.037m), al que nos dirigimos.
Se accede al lugar por una vereda luminosa,
flanqueada por los brotes florales de la primavera.
Mientras de la mayoría de las
casas apenas las paredes se mantienen en pie, la antigua iglesia se conserva
bastante bien.
Su fachada Este, totalmente
tapizada y vestida de hiedra, resulta muy atractiva.
A partir de aquí iniciamos el
retorno descendiendo por el GR16 hacia el Sur en busca del barranco de Orlato, que si bien es más amplio y menos cerrado que
el de Laña, resulta igualmente atractivo.
Aguas claras de color verde
esmeralda, badinas, cascadas y la omnipresente toba ofrecen unos paisajes que captan
constantemente la atención.
A la altura de 1.150m se
encuentra el entronque del GR16 (que continúa en sentido SE) con el GR1 (que se
encamina bruscamente hacia el O, en dirección a Lúsera). Antes de tomar el GR1
dedicamos casi una hora a tratar de encontrar la fuente del Palomar y el Dolmen
que indica el mapa. Según éste ambos se encuentran en un radio de unos 100m,
pero tras casi una hora de idas y venidas entre erizones y espesos bojes, tan
sólo pudimos dar con las huellas dejadas por alguna vaca en el lecho lodoso de
una trocha que se acababa abruptamente (inferimos que por allí debía de
encontrarse la fuente del Palomar), mientras que el Dolmen fuimos incapaces de
hallarlo por más que extendimos nuestro radio de búsqueda bastante más allá de
los 100m. Considerando que los dólmenes suelen encontrarse en claros del bosque,
y por los alrededores ni una zona despejada había, supusimos que estaba mal
ubicado en el mapa.
Con lo que desistimos algo
frustrados y bien arañados y retornamos al entronque de los GR 1 y 16, reanudando
la marcha de retorno hacia Lúsera, dejando atrás río y bosque.
Son dos las colladas que se deben
traspasar hasta llegar al abandonado pueblo, la primera la collada Barbero, la segunda la
de Santa Coloma; ambas en la cota 1.238m. La senda discurre en un moderado
sube y baja, a la sombra de pinos y altos bojes.
Hacia la collada de Santa Coloma, en el centro, al fondo. |
Traspasada la collada de Santa
Coloma ya se ve el pueblo de Lúsera. La circular está a punto de completarse.
Lúsera a la vista |
Si bien antes hay que descender
fuertemente y vadear, sin problema, el barranco de la Tosca para, seguidamente,
remontar hasta Lúsera por una luminosa senda que acaba en la zona de aparcamiento
donde dejamos el coche por la mañana.
Llegando a Lúsera |
En resumen, una circular de 16km
de longitud, salvando un desnivel acumulado en ascenso de 800m de D+, por unos
lugares agrestes y montaraces donde el agua abunda, y que, aun estando todavía
sin hojas los robles, se encuentra sombra durante la mayor parte del recorrido,
suponiendo una gratísima sorpresa que contrasta con el escaso atractivo que,
desde la distancia, ofrecen las grises margas.
Acompanhando as suas maravilhosas rotas de longe em todos os seu detalhes, com certeza pediria para que fosse um guia de perto... Muito linda, muito rica rota percorrida...
ResponderEliminarMuito obrigada pelos detalhes descritos...
Um beijo
Nada cuesta y en cambio mucho agrada ejercer de guía virtual por senderos y vericuetos que tan bellos rincones nos ofrecen.
EliminarGracias por tus amables comentarios y por leer estas entradas que, al escribirlas, son como una repetición de las sensaciones experimentadas durante la ruta.
Salud y Montaña, Teca.
Hola Carmar.
ResponderEliminarQue gran descubrimiento! Agua, bosque, en un lugar en el que todo hace indicar, que es un secarral, sin ningún interés.
Nos queda pendiente, una segunda circular por la zona, eso si, el dolmen lo dejaremos de lado :) que menudo trajín nos llevamos buscandolo, para luego estar en otra zona bien lejana.
Un saludo.
Buscadores de lo inédito y amantes de lo intrincado vamos descubriendo lugares insospechados que mucha satisfacción nos producen.
EliminarDa gusto tener pendiente esa segunda circular, que en sí misma constituye todo un aliciente.
Salud y Montaña, Eduardo
Las construcciones abandonadas, con la esencia más pura y natural de la mano del hombre, siempre me llaman la atención por el efecto tan conmovedor de sus estructuras e historias guardadas tras de ellas para la eternidad. Sólo pido que jamás lleguen los cretinos del spray a grabar en las paredes de piedra su capacidad cerebral.
ResponderEliminarMuy guapo el paseo.
Un abrazo
El hálito de los moradores que se fueron se percibe durante el sosegado deambular por sus calles y cada vez que, cuidadosamente y con respeto, traspasas el umbral de alguna puerta y plantas el pie entre los escombros de los muros y tejados que en su día allí estuvieron. Bajo un extrañamente duradero dintel te detienes para observar el interior, fijando la mirada en los detalles y en las zarzas y ortigas que ahora colonizan las estancias.
EliminarSensaciones de existencias pasadas que ojala nadie llegue a profanar.
Salud, Montaña y un abrazo.
Ciertamente la primavera es la mejor época para visitar esta Sierra de Guara nuestra que tanta belleza esconde.
ResponderEliminarSalud!
Y qué decir del otoño, cuando robles, hayas y arces colorean sus laderas antes de entregarse definitivamente al duro invierno.
EliminarSalud y Montaña, Pirene.
Hola Carmar
ResponderEliminarCuanta agua y que verde, da gusto ver estos lugares en primavera.
Salud¡
Fer
Primavera y otoño son las épocas más atractivas en estos lugares.
EliminarSalud y Montaña, Fer.
Hola Carlos.
ResponderEliminarQue maravilla de parajes y cuantas ganas tengo de conocerlos. Ojala pronto pueda dejarme caer por allí.
Un abrazo.
Serás muy gratamente sorprendido por ellos. Te encontrarás como en casa. Decídete porque "Pronto enseguida es tarde"
EliminarUn abrazo