Río Martín a su paso por Obón |
El río Martín es un afluente del
río Ebro que, a lo largo de sus 98 kilómetros de recorrido, discurre por las
provincias de Teruel y Zaragoza.
Nace al oeste de la Sierra de San
Just (comarca de Cuencas Mineras), al confluir los ríos de la Rambla, de las
Parras, Segura y Fuenferrada. En su primer tramo, el Martín baña la depresión
de Montalbán, para atravesar después la sierra que se sitúa al norte de dicha
villa, formando una profunda hoz a lo largo de más de veinte kilómetros. En
este estrecho valle se asientan las localidades de Peñarroyas, Obón y Alcaine.
El valle desemboca en el embalse
de Cueva Foradada, a partir del cual el curso del río discurre en dirección
noreste hasta su confluencia con el Ebro en Escatrón.
Eduardo y yo ya tenemos
recorridos un par de tramos de este río (la Rambla, etc. y Muela de Montalbán), y hoy optamos por descubrir el que une
las poblaciones de Obón y Peñarroyas siguiendo el GR262, y cuyo trazado permite
adentrarse en un entorno con profundos barrancos (hocinos) y abrigos con
pinturas rupestres, a la par que acompañar a las aguas. Restos de presencia
humana, remota y actual, junto con vegetación de soto en plena primavera, son
los principales atractivos de este itinerario de ida y vuelta, con una longitud
de 19km salvando un desnivel total en ascenso de unos 800m de D+.
Iniciamos la ruta en el pueblo de
Obón encaminándonos hacia el río por una amplia y bien balizada senda, que discurre junto a un murete
de piedra seca que sustenta los bancales.
A nuestra izquierda los enhiestos
paredones calizos al pie de los cuales discurre el río Martín. El día se
presenta cubierto y con amenaza de fuertes vientos que, de momento, aún no se
notan demasiado.
Alcanzamos la base del amplio
cañón y la vegetación de ribera se muestra radiante bajo la luz de la mañana.
Cruzamos el río por un elemental
puente metálico e iniciamos la marcha aguas arriba.
Río Martín |
Al poco llegamos al Hocino de
Chornas y, al levantar la vista, nos percatamos de las numerosas cuevas y
abrigos que horadan su calizo farallón.
Subimos hasta la base del mismo
para ver las pinturas rupestres que hay en ellos. Pinturas, como suele ocurrir,
difíciles de ver en un principio y que requieren de un rato hasta que, por fin,
se distingue alguna. En este caso concreto el color blanco utilizado hace aún
más difícil su localización.
Mientras encaramado en la escalera
Eduardo se toma su tiempo con las pinturas, yo espero el turno recorriendo la
base del acantilado fijándome en los abundantes numulites que dan fe del pasado
oceánico de estos parajes.
Numulites: conchas fosilizadas |
El sendero continúa ahora
ascendiendo hacia la parte alta del cañón, y nos apartamos temporalmente del
río que queda cada vez más abajo. Después tornaremos a él.
Nos acercamos a visitar el abrigo
del Cerrado, en el que las pinturas se ven algo mejor.
Abrigo del Cerrado (a la dcha., en la foto) |
Llama la atención cómo en estas cuevas,
donde casi todo es piedra, una insignificante simiente de higuera,
probablemente transportada y depositada por algún ave, es capaz de medrar sobre
la pura roca aprovechando cualquier resquicio de suelo fértil inadvertido para
el ojo.
Siguiendo la senda alcanzamos el
punto más alto del recorrido. Las ráfagas azotan con fuerza ahora. Descendemos
apresuradamente hasta alcanzar el cauce del Martín esperando que abajo el
viento se note menos.
El río Martín en su barranco |
A partir de aquí el barranco se estrecha y las
paredes, que llegan hasta el mismo cauce, están equipadas con sirgas y grapas o
peldaños que, cómodamente, permiten seguir aguas arriba.
Nos toca vadear el
Martín entrando en el agua porque, aunque modesto, baja crecido y no
encontramos rocas suficientes como para hacerlo saltando sobre ellas ¡Y qué
fría resulta el agua cuando, cubriéndote hasta por encima del tobillo, has de progresar
lentamente para evitar una caída o un tropezón! Dos cruces fueron necesarios,
que hicimos quitándonos pulcramente zapatillas y calcetines en cada ocasión.
El barranco vuelve a abrirse y el
terreno se ensancha. El viento azota fuerte y avanzamos sorteando ramas rotas
bajo el riesgo de que alguna de ellas nos caiga encima, entrando rápidamente en
calor a costa de acelerar la marcha.
En terreno más abierto, caminando
entre viejos olivos y chopos, observamos que las piedras se han tornado
“royas”. Hacia ellas nos dirigimos.
Un puente para salvar un cauce
por el que ya no pasa agua (que bien nos hubiera venido antes) y palomares
abandonados son fieles testigos de humanización reciente.
De nuevo junto al río Martín salvamos
un tramo y una poza pasando por unas sólidas pasarelas y nos adentramos en la
zona de roca roja, arenisca de Rodeno, por la que vamos a transitar a partir de
este punto.
El camino gana altura y se
encarama sobre los rojizos acantilados a cuyo pie serpentea el río. Dejamos a
nuestra izquierda el desvío que nos llevaría a “las icnitas de arcosaurio”, y
que visitaremos a la vuelta, continuando ahora la marcha hasta alcanzar el
Mirador del Portillo. Las fuertes ráfagas hacen que nos encaramemos a él con
sumo cuidado.
Peñarroyas desde el Mirador del Portillo |
A pesar del viento el paisaje nos
retiene un rato en esta atalaya desde la que observamos que hay un sendero
abajo que, al pie de los paredones, discurre junto al río Martín y empezamos a
considerar que podríamos retornar por él y pasar por las icnitas de arcosaurio
haciendo una pequeña circular.
Bajo los cortados, el río Martín |
Teniendo a la vista las casas de
Peñarroyas, y sin demorarlo más, descendemos hacia la población por una calzada
bien enlosada mientras vamos dando forma a la circular, cuyo inconveniente será
cuántas veces y cómo atravesaremos el río. Lo decidiremos una vez lleguemos al
pueblo.
Curiosa calzada de descenso a Peñarroyas |
Las afueras de Peñarroyas conservan
los restos de antiguas construcciones, ahora en ruinas.
Junto a la fuente, mientras
tomamos unos frutos secos, optamos finalmente por retornar en circular junto al
río. Ahora que, eso sí, si hay que vadear lo haremos con las zapatillas
puestas, aplicando la práctica del “trail runner”, que otra cosa lleva
demasiado tiempo.
Encontramos y seguimos las marcas
blancas y amarillas del PR que se encamina hacia el río, unas personas nos
dicen que hay que atravesarlo en varias
ocasiones, pero ya lo hemos decidido y, además, somos buscadores de lo
intrincado.
Al poco de abandonar Peñarroyas nos
detenemos unos instantes junto a los grabados rupestres de Pozos Boyetes.
Grabado rupestre de Pozos Boyetes |
Continuamos, alcanzamos el cauce
del Martín y, sin dudarlo, procedemos al primero de los cinco vadeos que este
escondido y montaraz tramo comporta, en un marco de singular belleza.
Salimos de la encajonada
barranquera y las marcas del PR nos llevan en fuerte ascenso hasta la atalaya
donde se encuentran las “icnitas de arcosaurio” (réplica en molde de las originales
que fueron extraídas y llevadas a un museo).
Sedimento arenoso fosilizado en la senda hacia las icnitas de arcosaurio |
El panorama desde esta altura es
digno de admiración.
Pero no podemos eternizarnos, y
menos con las zapatillas empapadas; además aún deberemos vadear dos veces más
el río en el camino de vuelta (la pulcritud y parsimonia que tuvimos hace unas
horas no las vamos a repetir. En total serán siete los vadeos por dentro del
agua), con lo que sin pausa iniciamos el retorno no sin antes lanzar una mirada
a las peculiares formaciones rocosas que flanquean el camino por el que, en
repetidos sube y baja, completamos el retorno a Obón al trote para mantener el
calor del cuerpo que, si paramos, se nos escapa por las mojadas zapatillas.
Exploradores de paisajes y románticos aventureros, tuneados al siglo XXI. Un abrazote!! Salud y montaña brother.
ResponderEliminarHi brother, thanks for stepping by!
EliminarTuneados y del sol protegidos, los de Huesca y de Teruel, junto a los Zaragozanos tienen mucho en conjunto que ofrecer.
Otro abrazo fuerte. Salud y Montaña brother.
Hola Carmar.
ResponderEliminarEl río Martín a pesar de ser un río modesto en caudal, ofrece un paisaje, y unos recorridos, muy bonitos, que sin duda para el que no conoce la zona, resultan sorprendentes.
Tenemos que seguir investigando por la zona, y hacer alguna incursión en otoño!
Un saludo.
El otoño, Eduardo, suena perfecto para degustar los colores que tanto apreciamos.
EliminarSalud y Montaña.
Gostaria de apreciar alguma destas rotas com vocês no outono... seria possível? Qual melhor lugar para ficar?
EliminarSou uma aventureira brasileira em busca de natureza de todos os tipos, mas sem grandes perigos... ahah...
Belíssima paisagem...
Um beijo
Siendo atractivo el otoño, no lo es menos la primavera. En ambas estaciones correr por la naturaleza proporciona unas sensaciones muy agradables.
EliminarSalud y Montaña, Teca.
Hola Carmar
ResponderEliminarUn recorrido bien bonito, a ver si un día de estos me acerco que lleva mucho tiempo en la lista de pendientes...
Gracias por compartirlo.
Salud¡
Fer
Nuestras listas se van manteniendo activas y llenas en parte debido a los trasvases que van de una a la otra. Es bueno compartir.
EliminarSalud y Montaña, Fer.
Es un paraje maravilloso. Hace mucho que no lo he visitado.
ResponderEliminarCuando fui en busca del búho real me pegué una pechada de impresión. Es tan farragoso el cañón para buscar al búho como el del río Mesa donde está mi pueblo. Por cobardía, no me extraña que no haya vuelto para saber algo más de aquellos territorio de la rapaz nocturna de nuestra península.
Que ruta más alucinante. De buena gana hubiera ido con vosotros pero, seguro que vais muy rápidos.
Un abrazo.
La velocidad de marcha no suele ser baja, es verdad, pero se ajusta al sentir del equipo en cada caso y circunstancias. De todas formas el hacer las fotos requiere su tiempo, y con gusto se lo dedicamos.
EliminarCon esto quiero decir que estaría bien compartir salida en algún momento, creo que con estos mimbres nos saldría un buen cesto ¿De cara a las vacaciones de verana, quizá?
Si te parece, lo vamos conformando.
Un abrazo.
A ver, a ver, que me dais miedo. No sé que tipo de salida podríamos compartir si me despisto con el paso de cualquier bicho. Creo que tendría que ser en un lugar neutral y con algunas cervezas de por medio, por eso de ingerir líquidos, vamos...
EliminarNo sé, soy autónomo y tendré que mirar esa palabra que comentas ¿vacaciones? la he oído muchas veces pero, rara vez me he integrado en ella, jaja.
En fin, hay más días que longaniza, algo saldrá, no te preocupes.
Un abrazo
Vacaciones = "Periodo más o menos largo, ocasionalmente de hasta varios días de duración, durante el cual uno se siente completamente dueño de su propio tiempo"
EliminarLo de la longaniza me atrae, y lo de la contemplación del búho en su hábitat, también. Bueno, hasta que algo salga nos iremos leyendo que, sin estar de vacaciones, parece que la lectura nos transporta a esa naturaleza que tanto amamos.
Un abrazo.