sábado, 27 de julio de 2019

La Machota Baja y el Bosque de la Herrería, desde el Escorial. Una subida imprevista.


Bosque de la Herrería


Resulta hermoso vagar bajo la cúpula arbórea formada por los altos robles del Bosque de la Herrería. Cualquier senda nos vale para un recorrido sin pretensiones que hemos comenzado cerca de las 11am. Con las altas temperaturas que estamos padeciendo nuestro propósito es tan sólo salir a la montaña y dar un paseo bajo los árboles en un lugar cercano.

Por el Bosque de la Herrería


Sin propósito aparente las piernas, fieles a su hábito y acabada la franja de robledal, continúan senda arriba contando, quizás, con el pinar que no hay.

Es lo que tiene el Bosque de la Herrería que, por una razón u otra, sabe a poco, pues se circunscribe a unos ciento cincuenta metros de desnivel, los que hay entre la zona de aparcamiento junto al km 30 de la M-505 y el emplazamiento de la Silla de Felipe II.

Habiendo dejado atrás la arboleda y caminando ahora junto a un murete de piedra, bajo el paraguas, autoportante sombra propia que se engancha en los rosales que jalonan el camino, el calor sigue “in crescendo”. La frente y las mejillas patinadas de sudor.

En zona de rosales silvestres
¡Cómo se enganchan!
Algo de brisa llega de Zarzalejo cuando alcanzamos el Collado de Entrecabezas (1.273m). Efímera sensación que alivia ligeramente el sofoco.

Tan sólo las mariposas parecen ajenas a la alta temperatura.


Tomamos un poco de sal y un trago de agua, que de puro caliente sabe a caldo, mientras la imagen reverberante de la Machota Baja nos marca el camino a seguir ¿Dónde ha quedado el propósito inicial de pasear bajo los árboles?

Al fondo, la Machota Baja

Estamos solos en la descubierta, las piernas continúan con su autónoma secuencia de zancadas por una senda de sobras conocida.

La cabeza divagando sobre si seguirá o no soplando la brisa desde Zarzalejo.

El roquedo, el punto geodésico de la cima, las rocas con visera de exigua sombra nos reciben en lo alto de la Machota Baja (1.410m). No teníamos propósito alguno de llegar aquí. El hábito prevaleciendo sobre la razón nos ha impulsado.


En la Machota Baja


A su resguardo, y recibiendo en el rostro la tenue brisa del benefactor Zarzalejo, descartamos la opción de descender por la intrincada vertiente Sur / Sureste de la Machota Baja; ahora el sentido común se impone: bajar por ahí supondría destrepar y, por lo tanto, prescindir de la sombra autoportante. No está el horno para tales alardes, en el estricto sentido, así que con decisión, parsimonia y entereza retornamos por donde hemos venido. Esfuerzos los justos, nos decimos ¡A buenas horas!

Descartamos destrepar por la cara Sur

Obedecen ahora las piernas el mandato de la cabeza. La vista se distrae con la figura lejana de la Peña del Fraile coronando la Machota Alta, mientras vamos descendiendo.

La Machota Alta y la Peña del Fraile sobresaliendo

Composiciones de amarillo tanaceto perfumado y grisáceo granito áspero resplandecen en el desamparo del mediodía.


Se nos hace corto el tramo, primero hasta el Collado, luego hasta la linde del bosque ¡Qué fresca y acogedora resulta la sombra de un gran arce! Nos detenemos un momento bajo él.

El arce proporciona una cobertura de primera
No manan las fuentes en este estío temprano, ni la de la Reina ni la de los Dos Hermanos. No hay agua fresca así que seguimos con nuestra reserva de agua caliente.

Desde la Silla de Felipe II contemplamos las Machotas, el Collado entre ambas y ya, sin más dilación, nos adentramos de vuelta al bosque.


Sin resultar fresco el robledal ¡Cómo podría con la que está cayendo! al menos transmite una apreciable sensación de amparo.



Se suceden los rincones conocidos y enseguida completamos el descenso llegando al coche y ¡A la bebida fresca!




¿Un recorrido de 8,5km de longitud, salvando un desnivel acumulado en ascenso de unos 500m de D+, realizado sin propósito definido previo, podría calificarse como “despropósito”?




domingo, 21 de julio de 2019

La Najarra por la Senda Santé, el Bailanderos y el Hoyo Cerrado, en circular desde Miraflores de la Sierra.




Es ésta una ruta de trazado infinito (pues se asemeja a un 8 tumbado), que aúna un desnivel en ascenso acumulado algo superior a los 1.500m de D+ y una longitud total cercana a los 24km, que discurre por zonas de pendientes muy pronunciadas (la Senda Santé, 700m de D+, al poco del comienzo, y la subida al Collado de la Najarra por la Majada de la Porra, 350m de D+, al sol del mediodía), por parajes intrincados y agrestes (el descenso desde el Collado de Pedro de los Lobos al Hueco Cerrado, 250m de D-), muy poco frecuentados, lo que en su conjunto la convierten en una circular exigente, con unas vistas amplias hacia el atractivo Hueco de San Blas y el Macizo de Peñalara.


Son las 8 de la mañana cuando Francisco y yo iniciamos la marcha en la Fuente del Cura, junto a Miraflores de la Sierra, tomando la pista asfaltada hacia el Sur que se encamina hacia el Hueco de San Blas, siguiéndola hasta encontrar enseguida una barrera cerrando el acceso a una amplia senda que sale hacia la derecha (Oeste), con marcas blancas y verdes que seguimos a partir de dicho punto.

El camino se adentra entre los robles y nuestro ritmo es muy vivo, la circular va a ser intensa y hay que avivar en los lugares donde la pendiente no resulta excesiva. Ya vemos la Najarra.

La Najarra. Por el bosque de la dcha. va la Senda Santé
A los 1.400m de altitud llegamos a un claro amplio y grande. Un solitario y gran roble, a la derecha; un murete de piedra coronado de alambre espinoso al frente; tras él la linde del pinar que comienza.


Una precaria puerta en la alambrera, con una marca blanca y verde, indica el lugar por donde cruzar la valla para, seguidamente, avanzar pegados a ella hacia el Norte, ganando altura poco a poco, manteniendo abajo y a la vista el embalse de Miraflores.


En un punto determinado, a la altitud de 1.450m, un gran mojón señala el emboque de una trocha hacia el Oeste que, abandonando la senda, se interna entre los pinos por la empinada ladera. Se trata del inicio de la Senda Santé ¡Ahora empieza lo bueno!

Desde el comienzo la pendiente es de las de “bastones para qué os quiero”. La senda va trazando lazadas muy cortas para mejor superar la pronunciada cuesta, orientándose hacia el paso más fácil entre las rocas graníticas de la parte superior.


Cuando un claro permite divisar la zona de Miraflores, las vistas son excelentes.



A paso regular y sin pausa finalmente la Senda sale a zona descubierta en los 1.800m y la Najarra se hace de nuevo visible. La pendiente se suaviza y se accede al terreno del piorno.


¡Ahí mismo está la cima de la Najarra! pensamos, pero todavía hay que alcanzarla. Resulta fácil trepar a la cumbre, aunque en la proximidad su apariencia es algo fiera. Una formación rocosa nos trae a la cabeza la imagen de una tortuga.

¿Tortuga? parada sobre las rocas

Nos detenemos apenas en el vértice geodésico y continuamos la marcha siguiendo el cómodo trazado de la Cuerda Larga.

La aislada construcción del Refugio de la Najarra (qué sensación de “nido de águilas” transmite este lugar), con vistas amplísimas sobre los escarpes del Hueco de San Blas, el Hoyo Cerrado apenas visible en su escondido emplazamiento y el Bailanderos, de suave y accesible lomo, atrae especialmente.

Vista desde el Refugio sobre el Hoyo Cerrado

Dejando atrás el Refugio descendemos al Collado de la Najarra, punto al que volveremos luego, durante el camino de retorno, y nudo del 8 que vamos trazando, pero que de momento tan sólo nos ocupa una mirada (¡Va a ser duro subir por la Majada de la Porra cuando el sol esté en lo alto!), y continuamos Cuerda Larga adelante hasta la cumbre del Bailanderos. Unas cabras reposan sobre las rocas, sin prestarnos demasiada atención.



Sin detenernos en su cima emprendemos el descenso algo abrupto hasta el Collado de Pedro de los Lobos, a lo largo del cual ya vemos con claridad el enclave del Hoyo Cerrado, nuestro próximo objetivo.

Listos para descender a la planicie del Hoyo Cerrado
En el collado enfilamos hacia el Este, al Cordel de Prado Herrero; unos hitos aislados y espaciados marcan el inicio de la difusa trayectoria hacia el barranco que comunica, 250m de desnivel más abajo, con la pradera del Hoyo Cerrado.

Tras los primeros metros de descenso nos vamos introduciendo en la empinada barranquera, que se estrecha paulatinamente.

La bajada resulta, en su conjunto, incómoda, entre pedruscos y piornos que ciegan frecuentemente el trazado, si bien algún mojón se encuentra (qué importante es recrecerlos) y técnicamente no es difícil.

Nos detenemos de golpe al descubrir una ¿serpiente o víbora? que hay sobre una roca. Zoom; es serpiente pero, sin molestarla, buscamos otro lugar por donde pasar.



Respiramos aliviados al alcanzar el Hoyo Cerrado.


El Hoyo Cerrado (1.800m) es un lugar aplanado que, como su nombre indica, está encerrado entre montañas, al que se accede habitualmente desde el Hueco de San Blas y del que resulta fatigoso e incómodo salir hacia las alturas que lo circundan. Un remanso de quietud atravesado por el incipiente Arroyo de Mediano.

A la dcha., el Collado de Pedro de los Lobos, del que venimos
El Hoyo, encerrado entre montañas
Aquí, a la sombra de unos pinos, charlamos con unos ciclistas que ¡Se están dando un banquete, pues hasta botella de vino han subido! Nos cuesta declinar su invitación a participar, pero lo que aún nos queda por delante nos lleva a ser frugales y a no demorarnos.

Abandonamos a regañadientes el sosiego del Hoyo y tomamos la estrecha senda que, siguiendo el trazado de la parte superior de la Cuerda, se extiende en suave descenso hacia la Majada de la Porra. 

Dejamos atrás el Hoyo Cerrado
Las vistas sobre el Hueco de San Blas y la Pedriza son de primer orden.


Hacia la mitad de la senda ésta cruza el Arroyo de los Vitros, donde nos aprovisionamos de agua. Son casi las 2pm y a la amenazadora deshidratación hay que mantenerla a raya.

A la altitud de 1.650m la senda entronca con la vertical de la Majada; en lo alto el Collado de la Najarra muestra su línea. Para llegar a él no hay trocha definida, si bien se encuentran algunos mojones en la mitad superior. La pronunciada pendiente conviene afrontarla con decisión y paso constante. Son 350m de desnivel que no dan tregua ni sombra ¡Uff!

Al pie de la Majada de la Porra, arriba el Collado de la Najarra
Tras alcanzar el Collado de la Najarra todo el desnivel de la jornada ya está subido. A partir de él toca un paulatino y largo descenso pasando por el Puerto de la Morcuera.

Mirada sobre el Hueco de San Blas desde lo alto del Collado de la Najarra

Sin detenernos en el Puerto continuamos la bajada hacia el embalse de Miraflores. Vamos acortando por cualquier sitio que se asemeje mínimamente a una senda. Los pinos siempre a la derecha y por encima, sin adentrarnos entre ellos.

Embalse de Miraflores
Perdemos la traza y hemos de atravesar una incómoda zona de altos piornos para alcanzar un gran claro ¡Qué calor!

Por delante el robledal que significa ¡Sombra!


A pesar de la semi-sombra el calor ya se deja sentir, y los kilómetros acumulados en las piernas también.


Alcanzamos el embalse de Miraflores. Desde aquí, y por buena pista, llegar al coche es cuestión de recorrer apenas 1,5km y todo ello en descenso, pero que nos cuestan más de lo esperado.

Completamos de esta forma un recorrido inusual y exigente, que nos ha permitido deambular por lugares muy variados y espectaculares, de los que Guadarrama guarda en su interior para los buscadores de lo inédito y amigos de lo intrincado.



domingo, 14 de julio de 2019

Chorrera del Cancho Litero y Puerto de Linera en los Montes Carpetanos.

Chorrera del Cancho Litero

Los Montes Carpetanos son un tramo de la Sierra de Guadarrama que delimita las provincias de Segovia (al Norte) y de Madrid (al Sur), extendiéndose de NO a NE desde el macizo de Peñalara hasta el puerto de Somosierra, manteniendo una altitud media por encima de los 2.000m. Integrados en el largo cordal hay picos tan relevantes como El Nevero (2.200m) y los Reajos (Capón, 2.090m y Alto, 2.100m).

Por la vertiente madrileña, comenzando en el Puerto de Navafría, se extiende una Pista Horizontal que, manteniendo la altitud en torno a los 1.800m, sigue el trazado de la cuerda cimera hasta enlazar con el Puerto de Somosierra. Discurre por zona boscosa permanentemente, cruzando las cabeceras de los distintos barrancos que van apareciendo.

En el tramo entre La Peñota y la Peña Berrocosa la Pista Horizontal “toca” el Puerto de Linera a la altitud de 1.831m para luego seguir su trazado O - E al pie de la Sierra, comunicando las cabeceras del barranco del Arroyo del Cancho Litero con la del Arroyo del Buitraguillo, ambos separados entre sí por el lomo que, desprendiéndose de la Peña Berrocosa (1.960m) hacia el Sur, continúa por el Cerro del Espino (1.886m) y acaba perdiendo altura en el Berrocazo (1.500m).

Transitar por estos hermosos y extensos parajes cubiertos de abigarrados pinares conlleva a elegir entre las numerosas y zigzagueantes pistas que los surcan o por los directos y muy pendientes cortafuegos y/o monte a través. 

Gran cortafuego que se desprende de la Peñota. Acabaremos subiendo por él
La garantía de bosque, amén de la soledad esperada a lo largo del recorrido, constituyen un objetivo en sí mismos para realizar una circular larga (unos 26km de longitud), salvando un desnivel total acumulado algo superior a los 1.000m de D+, con punto de partida y llegada en la localidad de Villavieja del Lozoya, deambulando por las coladas, caminos, laderas a través y por las numerosas pistas que surcan estos parajes.


La realizamos en el sentido de las agujas del reloj, siguiendo primero el trazado de la colada de la Solana (su descubierta hace honor al nombre).

Es temprano cuando iniciamos la marcha en Villavieja del Lozoya en pos de la Colada de la Solana pasando, al poco de comenzar, junto a la poza del Caz.

Poza del Caz
El trayecto por la Colada de la Solana, larga y jalonada de rosales silvestres, endrinos y demás arbustos punzantes,  acaba tras 5km de recorrido.

Roca de los Mil Hombres, en la Colada de la Solana

Nos enganchamos frecuentemente en los rosales silvestres
Ante la mirada curiosa de las vacas
Al alcanzar el arroyo del Montarrón, de cara a un frontal de pinar que se yergue sobre lo que hasta el momento ha sido una zona despejada. La altitud es de 1.250m y en adelante ya marcharemos por bosque. 

Frontal de pinar al final de la Colada de la Solana. Al fondo, los alomados Montes Carpetanos
Cruzando el arroyo del Montarrón nos internamos en el pinar. Inmediatamente la senda se difumina entre un caos de ramas caídas entre altos y oscuros pinos. Para visitar la escondida Chorrera hemos de remontar aguas arriba el Arroyo del Cancho Litero, sin cruzarlo y siguiendo la mejor trocha de las varias que hay, manteniendo el cauce a nuestra izquierda y a cierta distancia.

Se agradece la sombra de los pinos
Finalmente unos mojones nos indican la senda para superar un farallón rocoso. Desde su parte alta, unos pocos metros en realidad, ya se distingue (que no se ve) la ubicación de la Chorrera del Cancho Litero, a la que se desciende sin dificultad. Enclave ciertamente recoleto el de la cascada.

Observando "el escondite" de la Chorrera del Cancho Litero
Chorrera del Cancho Litero
Tras la visita desandamos el camino hecho hasta retornar a la entrada del bosque de pinos tras la Solana. Toca, ahora sí, alcanzar y vadear el Arroyo del Cancho Litero por unos troncos colocados de forma muy oportuna.


La presencia de un enorme toro, junto a varias vacas que ocupan una pequeña nava, nos induce a rodear prudentemente el lugar.

A la vista de los toros, preferimos dar un rodeo para no molestar
Ascendiendo por el Camino de Gallegos
Hasta alcanzar una pista superior, el Camino de Gallegos, que seguimos hasta entroncar con el evidente y ancho cortafuegos que comunica directamente con la cima de la Peñota. Sopesamos la conveniencia de seguir por la pista y sus amplias lazadas o enfilar cortafuegos arriba. Decidimos optar por la directa y hacia arriba, asumiéndolo como una forma de “entrenamiento”. La primera mitad vamos alegres y derechos, luego comenzamos a hacer zetas y finalmente resoplamos hasta acabarlo. Prácticamente ya está superado el desnivel total de la circular.

Una vez arriba tomamos la Pista Horizontal, alcanzamos el Puerto de Linera donde, tras una breve parada, continuamos por ella hacia el Collado del Espino para pasar a la cuenca del Barranco del Buitraguillo. Son amplias las vistas hacia la Sierra de la Cabrera.

Sierra de la Cabrera (izq) y Mondalindo (dcha), desde la Pista Horizontal
Poco antes de llegar al Arroyo de las Lagunillas (que más abajo vierte en el del Buitraguillo) iniciamos el acompañamiento de sus aguas monte a través. Iniciamos ahora el tramo más agreste del recorrido, por el que descendemos durante 350m de desnivel sin trocha alguna, por el muy asilvestrado y cada vez más pendiente entorno.

Iniciamos la sesión de "monte a través"
La primera parte es llevadera, en cambio la segunda (donde las líneas de nivel “se aprietan”) nos obliga a ir abriéndonos camino entre los arbustos y árboles caídos, al tiempo que esmeramos la atención para evitar resbalones y torceduras. 





Tensión y adrenalina hasta llegar al Arroyo del Buitraguillo y a una senda de cazadores (de apenas 1km de longitud), que permite relajar las piernas y la atención, hasta entroncar con una pista a 1.420m que tomamos en sentido Sur.

Senda de cazadores junto al arroyo del Buitraguillo
(Si se quiere obviar “la experiencia” del montaraz acompañamiento de las aguas del Arroyo de las Lagunillas, en lugar de abandonar en su parte alta la Horizontal para iniciar el monte a través, se sigue por ella hasta cruzar el arroyo (unos 200m más adelante) y encontrar un visible y próximo cortafuego descendiendo por él hacia el Este hasta que termina en otra pista inferior (1.630m) cuyo trazado descendente hacia el Sur ya podemos seguir fácilmente).

Aún queda trecho, pero ahora se camina muy bien, además algo de aire nos da de cara, lo que contribuye a refrescarnos.

En un momento determinado un ciervo cruza el camino a unos cincuenta metros de donde estamos. Como no nos percibe podemos verle evolucionar y comer ajeno a nuestra presencia, hasta que nos siente, gira la cabeza, nos ve, nos miramos durante un instante, y huye rápidamente. Bonito encuentro.


Resulta agradable caminar por la Colada del Roblazgo, flanqueada de robles. 

Colada del Roblazgo
En dirección a Villavieja de Lozoya, lugar donde concluye esta circular que nos ha permitida recorrer la densa masa forestal que cubre la vertiente Sur de los Montes Carpetanos, donde numerosas pistas hay y que pocas visitas recibe a pesar de la naturaleza montaraz que ofrece.