domingo, 28 de octubre de 2018

La Peña Negra y el Mondalindo desde Valdemanco.


Vista desde la cima del Pendón: a la dcha., la Peña Negra y a la izq. el Mondalindo
Si bien pueden considerarse un par de cumbres “modestas” (aproximadamente 1.830m de altura cada una y sin dificultad técnica de ascenso), están ahí irguiéndose setecientos metros sobre la planicie, constituyendo unas excelentes atalayas desde donde mirar.

Mientras que su vertiente Sur aparece desprovista de árboles y tachonada de algunos roquedos, la ladera Norte cuenta con un importante pinar de repoblación que se extiende hasta la linea de las cumbres.

Ruta circular subiendo a la Peña Negra (1.832m) por el Este, desde el Puerto del Medio Celemín, continuación por el cordal adelante hacia el Oeste hasta alcanzar el Mondalindo (1.831m), descendiendo luego hacia el Cancho de Mondalindo (1.651m) para, ladera y espartal a través, completar el itinerario en Valdemanco. En total unos 12km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 700m de D+.


El pronóstico meteorológico para hoy hablaba de cielo muy cubierto con escasa probabilidad de lluvia, de hecho se trata de una ventana entre dos borrascas sucesivas.

En Valdemanco, punto de partida junto al depósito de agua, la humedad es muy alta (consecuencia de haber estado lloviendo abundantemente la víspera) y las cumbres se presentan con un penacho de nubes y venteadas.

Dado que tanto la longitud del recorrido y el desnivel a salvar no son excesivos opto por hacer un intento exprés, y si durante la marcha el tiempo empeorase ya veré.

Desde Valdemanco y por la Cañada Real Segoviana, con la mole de la Peña Negra y el Mondalindo a la izquierda, emprendo el trote hacia el Puerto del Medio Celemín. La pendiente es suave y la marcha cunde mucho.


La imagen de los Canchos Largo y Gordo, en el extremo más cercano de la Sierra de la Cabrera, se recorta sobre el fondo de cielo cubierto. Es un conjunto rotundo y llamativo que, desde diferentes alturas, atraerá mis miradas durante todo el recorrido.


El otoño ya se deja ver en los robles y el perfume de las jaras impregna el ambiente.


Una imagen “de familia” me hace aflorar una sonrisa.


En las proximidades del Puerto del Medio Celemín tomo una pista lateral hacia la loma que baja de la Peña Negra y, antes de entrar en el pinar que cubre la ladera hasta la cuerda cimera, hago un breve alto para observar una curiosa forma rocosa así como la Sierra de la Cabrera en toda su extensión que presenta un manto de nubes cubriendo su falda Norte.


Sierra de la Cabrera

El pinar rebosa humedad y colorido.



Tras un pronunciado giro de la pista hay una fuente con abundante agua. El paraje resulta muy atractivo. Tomo unos sorbos y continúo.


No hay más que seguir la pista e ir eligiendo las sendas que salen de ella siempre en clara orientación hacia lo alto.

Si bien la zona del Cancho Gordo va despejándose, por donde yo voy no ocurre lo mismo.

El Cancho Gordo

A partir de los aproximadamente 1.450m de altitud dejo la pista principal y tomo una clara senda a izquierdas que se enfila hacia arriba. Voy entrando en la niebla, que por suerte no es muy densa. De vez en cuando he de limpiar el vaho que empaña las gafas. Todo es sosiego alrededor.




La senda se transforma en torrentera y la pendiente se acentúa, ¡Y de qué manera! Se gana altitud rápidamente hasta desembocar en el cordal ¡Cómo sopla el viento!

Una amplia pista lo recorre por el lomo. Las ráfagas de aire y la nube que me envuelve me motivan para que avance más rápidamente; busco el resguardo momentáneo tras las antenas que hay en la Peña Negra, un buen mirador cuando hace bueno; hoy, tan sólo una breve parada para: observar un banco de granito que hay junto a las antenas, orientarme hacia el Mondalindo y emprender la carrera hacia él, sin dar tiempo a quedarme frío.

Cima de la Peña Negra


Las nubes circulan al ritmo de la ventolera. La visibilidad es suficiente y recorro la cuerda sin dificultades.


Encuentro unas vacas ya con el pelo del invierno protegiéndolas de la intemperie.


Al poco diviso el vértice geodésico que señala la cima del Mondalindo. Me resguardo tras él mientras bebo agua, a la par que acude a mi mente el origen de su nombre, que parece ser una deformación de “Monte de Don Galindo”, cumbre citada en el Libro de la Montería de Alfonso XI. Con todo esto me voy quedando frío; el tiempo por estas alturas sigue siendo malo y no tiene visos de mejorar, así que emprendo la bajada sin más demora.

Cima del Mondalindo

Para descender hacia Valdemanco debo retroceder unos 50m desde el punto geodésico hasta encontrar una senda estrecha que se orienta hacia el visible (a ratos) Cancho de Mondalindo. La he distinguido cuando subía, así que ahora voy a buscarla.

La trocha permite trotar a buena marcha. Cuanto más pronto deje atrás el inhóspito cordal, mejor.

Viento en todas partes y nubes sobre el cordal cimero



Desde el Cancho de Mondalindo, avanzado mirador hacia la Sierra de la Cabrera, no queda más que seguir una evidente trocha entre espartales en dirección a Valdemanco. 

Las bayas de escaramujo (rosal silvestre) aportan su toque otoñal al entorno

Curiosos parches de roquedos ponen su contraste en esta ladera sur de la montaña cubierta de esparto en la parte alta y surcada por un par de arroyos que hay que vadear, hasta llegar a la zona de jaras en las proximidades de la Cañada Real Segoviana.


Adusta cara simiesca

Un alto en la Fuente de las Cuevas para mirar hacia atrás, a lo recorrido, y enfilo el GR-10 para volver al punto de partida en Valdemanco.

Fuente de las Cuevas


Una circular ideal para una mañana de montaña por un terreno variado (el bosque durante la subida a la Peña Negra es muy bonito) y mucho más atractivo de lo que pueda parecer desde la distancia. Ruta corredera en todos sus tramos.



domingo, 21 de octubre de 2018

Cueva Valiente (el Pico y la Cueva) y vestigios bélicos en las Navas del Toril, desde San Rafael.


Vista desde el barranco de la Gargantilla
Tras pasar el Alto del León, en la vertiente segoviana, en plena sierra de Guadarrama y dentro del Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, se encuentra la población de San Rafael, situada a 1.230 metros sobre el nivel del mar.

Al estar asentada en la vertiente Norte de la Sierra de Malagón su temperatura media, y la de sus alrededores, suele ser fresca (en verano) o directamente muy fría (en invierno).

El cordal de la Sierra de Malagón, que confluye por el Oeste con la Sierra de Guadarrama en Cabeza Líjar, tiene en la Cueva Valiente (1.904m) el punto más alto de la misma.

El origen del curioso nombre de esta cumbre no está del todo claro: hay quien sostiene que proviene de la pequeña gruta situada en su escarpada vertiente noroeste, la cual, al parecer, daba cobijo a los valientes bandoleros de la zona, si bien hay otros que consideran que el nombre pudiera provenir de “prueba valiente”, en alusión a que su ascensión era una prueba a la que se sometía a los jóvenes adolescentes en tiempos pasados.

En cualquiera de los casos, nuestro objetivo con la circular de hoy es, tanto visitar la escondida cueva, como los abundantes restos bélicos que hay en los altos del Toril, al tiempo que deambular por el extenso y bonito bosque de pinos silvestres con sotobosque de helechos que cubren las laderas de estas montañas hasta la altitud de los 1.800m, para lo cual configuramos el siguiente itinerario:

San Rafael – el Peñoncillo – la Cueva y la cima de Cueva Valiente – Navas del Toril – Collado de la Gargantilla – barranco de la Gargantilla – San Rafael. Un recorrido circular de unos 15km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de unos 800m de D+.




Para llegar al punto de partida, nos desviamos a la izquierda en el km 62 de la antigua Nacional VI, bajando del Puerto de los Leones, en la C/ Carlos Mendoza, y dejamos el coche junto a las piscinas municipales.

A las 8:00 de la mañana ya estamos Rícar y yo caminando en el primer día realmente frío de este otoño recién estrenado. Cremalleras hasta arriba, cuello bien abrigado y adelante rápido en pos de las marcas blancas y rojas del GR-88, cuanto todavía el sol no ha acabado de salir del todo. La baja temperatura hace que nuestras zancadas sean muy rápidas.


Al principio la pendiente es suave, pero dura poco, el tiempo que tardamos en alcanzar la pista alquitranada que recorre el pie de la montaña a la altitud de 1.300m y tomar la torrentera que, en dirección Suroeste, encontramos a los pocos metros y que se enfila directamente hacia el Peñoncillo.


El bosque sigue en sombra y nosotros, ni aún con la pronunciada cuesta, podemos desabrigarnos ni un ápice. La fuerte pendiente hace que ganemos altura muy rápidamente.

Nos anima constatar que los rayos del sol ya comienzan a iluminar las copas de los pinos. Esperamos alcanzar pronto un entorno algo más templado.


El Peñoncillo (1.725m) ya se encuentra “en lo cálido”, nosotros aún no.

El Peñoncillo
A la altitud de 1.550m alcanzamos la loma que entronca directamente con el Peñoncillo. El fuerte viento que azota la ladera, y que nos “ventilará” durante el resto de la jornada, hace que el frío siga siendo notable.




Finalmente llegamos a la soleada explanada que hay entre el Peñoncillo y la cumbre de Cueva Valiente. El día es magnífico.


Hacia atrás observamos las cumbres de Guadarrama: Montón de Trigo, Siete Picos, Peñalara, etc.

Frente a nosotros la cara Norte de la Cueva Valiente, todavía a la sombra, y la fachada rocosa, a media altura, en la que se encuentra la Cueva.

En la fría cara Norte, todavía a la sombra, se encuentra la cueva.
Hacia dichas placas rocosas nos encaminamos, siguiendo algunos mojones aislados.

A la altitud de los 1.800m se encuentra la gruta,  a la que se accede por su lado derecho.

La Cueva tiene poca profundidad y consta de un par de tramos consecutivos de unos siete metros de longitud cada uno. En el primero se puede caminar erguido mientras que para acceder al segundo ya hay que agacharse. En su interior estamos a resguardo del viento.

Acceso a la gruta


El fondo de la cueva nos recuerda una gigantesca garganta "con campanilla y amígdalas"


Gateamos hacia la luz a lo largo del tramo interior


Accediendo al tramo que  da al exterior, profusamente flanqueado por helechos

Ni desde abajo ni desde la cumbre resulta sencillo dar con su enclavamiento, pero merece la pena esforzarse en hallarla.

A los pies de la Cueva el panorama es amplio
Tras visitarla emprendemos el ascenso hacia la cima internándonos en la densa vegetación que cubre la empinada ladera, fundamentalmente pinos, helechos y rododendros. La pendiente es bastante fuerte y la trocha es difusa. El todo tieso y algunos mojones aislados permiten alcanzar la parte superior rápidamente.




En la cima de la Cueva Valiente (1.904m) hay: un refugio muy limpio, un punto geodésico desde el que se tiene buena panorámica en 360º y unos bloques de granito de gran tamaño y formas curiosas, todo ello azotado hoy por un ventarrón que no cesa, lo que nos lleva a estar el tiempo justo dado que la sensación térmica es muy baja.



Amplio panorama desde el punto geodésico de la cumbre. A la izq., al fondo, el cerro de la Salamanca
Emprendemos el descenso hacia el oeste siguiendo una deteriorada pista hasta alcanzar las Navas del Toril (1.750m) donde la abandonamos temporalmente para visitar los restos bélicos (trincheras, torretas, etc..) que abundan en dicho paraje. 










Por otra parte, la Nava constituye en sí misma una atalaya privilegiada sobre los parajes circundantes.

La Machota Alta, desde las Navas del Toril


En la lejanía, las "peladas" y alineadas cimas de los tres Calocos, desde las Navas del Toril
Finalmente retornamos de nuevo a la pista que nos llevará hasta el Collado de la Gargantilla. La comodidad de la misma permite que nos fijemos en alguno de los detalles del bosque por el que transitamos, bien sea el bello sotobosque de helechos o algún “pájaro lignificado” sobre seco tronco (la imaginación es lo que tiene :-).



¿Ave lignificada, espejismo, ...?
Una vez en el Collado de la Gargantilla (1.550m), apacible explanada que marca la separación entre Peguerinos (al Sur) y San Rafael (al Noreste), en el que por fin ya no estamos a merced del viento, tomamos la senda que, paralela al arroyo de la Gargantilla, conduce hacia San Rafael.

Es éste un camino muy agradable desde el que se tiene una panorámica completa de la cara Norte de Cueva Valiente por cuya umbría hemos ascendido esta la mañana.

Ubicación de la Cueva de Cueva Valiente
Llegamos a San Rafael y atravesamos sus amplias calles, constatando que los serbales tienen sus bayas a punto, como corresponde al otoño, tras haber realizado una bonita y poco habitual circular lo suficientemente deprisa como para llegar a comer a casa a la hora habitual.