martes, 23 de mayo de 2017

El nacimiento del río Guadalquivir. En un kárstico rincón de tejos milenarios y pinos centenarios.


Nacimiento del río Guadalquivir
El Guadalquivir (del árabe «el río grande») nace en la Cañada de las Fuentes dentro de la Sierra de Cazorla, en un sitio recóndito donde es posible encontrar tejos y pinos milenarios ante los que el espíritu se encoge de admiración mientras les rinde muda pleitesía.

El lugar del nacimiento del Guadalquivir lo describe A. Machado como “Un borbollón de agua clara, debajo de un pino verde”. Modesta surgencia que da lugar al quinto río por extensión de la península ibérica (660 kilómetros de longitud).

Tras una breve parada en éste punto atravesamos un estrecho puente, pasamos por el área recreativa de la Cañada de las Fuentes y continuamos en dirección a Puerto Llano durante aproximadamente 1km hasta encontrar, a nuestra derecha, un pequeño espacio donde se puede aparcar, del que sale un camino con un cartel informativo del sendero para visitar los Tejos Milenarios.

Iniciamos la marcha por una nítida senda en trazada paralela al barranco de la Cañada de las Fuentes que, con su verdor, contrasta notablemente con la kárstica ladera que, desde arriba, se desprende del Aguilón del Loco.

Barranco de la Cañada de las Fuentes, al pie del Aguilón del Loco
Nos adentramos en el terreno de calizas antiguas sobre las que, casi incomprensiblemente, la vegetación arraiga.

A la altura de un gran pino una senda lateral se desprende del mismo e inicia la subida hacia el SE en dirección a la Loma de Cagasebo. La seguiremos más tarde, cuando volvamos de visitar el emplazamiento de los Tejos.

Así, algo más adelante, llegamos al reducto calizo de los Tejos Milenarios, ubicados a los pies del pico Cabañas, una de las máximas alturas del parque natural, donde la orientación norte hace que las temperaturas sean frescas a lo largo del año.

Gran tejo milenario
Los tejos buscan lugares inhóspitos para crecer, por lo que generalmente muestran un aspecto torturado y retorcido propio de tantos “rayos y centellas” como les han caído encima a lo largo de su dilatada y dura existencia. Nada parece detenerles y van creciendo lentamente hasta alcanzar edades muy avanzadas.


Enmudecemos ante la contemplación de estos supervivientes. El lugar entero resulta impresionante, nos sentimos partícipes fugaces de una naturaleza que nos sobrepasa, en la que el tiempo parece haberse detenido.


Reverentemente dejamos el recoleto emplazamiento y retornamos por el camino de acceso hasta encontrar de nuevo la senda que se dirige a la Loma de Cagasebo.

A la dcha. de este pino arranca la senda hacia la loma de Cagasebo
Comenzamos a ganar altura por un buen sendero en el que el pino impera sobre un sotobosque de romero y punzantes erizones.



El camino supera los últimos metros serpenteando entre las rocas calizas y alcanza la Loma de Cagasebo.


De nuevo nos  sentimos transportados a tiempos remotos. De la aplanada loma colonizada vegetalmente por erizones, sobresalen pinos centenarios  bien aferrados al áspero terreno, que de otra manera no aguantarían los vendavales que azotan estas alturas tan desprotegidas.


Ramas como brazos que casi se apoyan sobre el suelo.

Troncos gruesos y retorcidos, de gran diámetro.

Deambulamos entre estos auténticos monumentos naturales y finalmente nos detenemos bajo uno de ellos para comer unos frutos secos antes de emprender el regreso.


Dejamos atrás la elevada loma y encaramos el descenso contemplando las abundantes nubes que cubren las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.


La vegetación de la Cañada de las Fuentes ofrece perspectivas adicionales a las observadas durante la subida.


Más abajo los vivos colores de la primavera iluminan un paraje donde tenemos el privilegio de, por unos instantes, movernos entre supervivientes de épocas pretéritas.

El track de esta ruta, ampliada con el ascenso al Aguilón del Loco, se puede encontrar en el blog de Álex “Por los cerros de Úbeda”

8 comentarios:

  1. Excelente dedicatoria a estos sabios testigos enramados de la historia de esta sierra tan emblemática.
    Me ha gustado el enfoque entregado a los árboles de porte más espectacular, aquellos que, por su fronda y retorcidas ramas han captado tu interés para mostrarlos a posteriormente en el blog.
    Otra ruta con encanto especial. Como te os cunde...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los fenómenos naturales infunden respeto, y a ellos nos aproximamos con humildad, sabedores de lo relativo que todo resulta en un mundo que acoge por igual al efímero y al más longevo. El sujeto de estas historias rara vez es el hombre, fugaz en lo natural, sino más bien el entorno por el que transita visto a través de los ojos de quienes se encuentran bien en el sitio que les toca.

      Un abrazo, Javier.

      Eliminar
  2. Hola Carmar.

    Habéis cogido con ganas la Sierra de Cazorla, a este paso, va a ser vuestra tercera casa. Muy bonito el recorrido, desde el nacimiento, hasta esos bonitos tejos y pinos, que muestran la dura supervivencia en esas tierras.

    Además al tratarse de una ruta lineal, de vuelta, siempre uno se percata de detalles, que por despiste o prisa, no se han visto en el camino de ida, al final cada circuito tiene sus ventajas.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un lugar, Eduardo, el de Cazorla verdaderamente cautivador, donde la naturaleza acoge y los ecos del pasado resuenan en los oídos del caminante inquieto y dado a adentrarse por lo poco frecuentado.

      Un saludo.

      Eliminar
  3. Oh! Cazorla! Otra pendiente... una sola vida no me va a dar para tanto =)

    Salud y monte!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre faltará vida para el inquieto. No desanimemos, que oportunidades tendremos y mientras tanto, vivamos lo que tenemos.

      Vaya, hasta una especie de pareado me ha salido.

      Salud y Montaña.

      Eliminar
  4. Impresionantes los tejos, solo con esa parte merece la pena hacer el viaje hasta allí. Gracias por hacernos vivir esos maravillosos recorridos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ante ellos uno se siente como un instante fugaz en la existencia. Ya te diré dónde hay alguno también en la Sierra de Madrid.

      Un abrazo

      Eliminar