miércoles, 26 de abril de 2017

Cazorla y sus alrededores, río Cerezuelo.


Cazorla: Peña Halcones y Castillo de la Yedra
El río Cerezuelo, también llamado Cazorla, tiene una longitud de poco más de 24km; Nace en la Sierra de Cazorla (en el paraje de Nacelrío, a 1.060m de altitud), cruza la ciudad de Cazorla por un tramo abovedado que hay bajo la iglesia y plaza de Santa María, sale a superficie de nuevo y desemboca luego en el Guadalquivir (a 399m de altitud).

Río habitualmente de aguas pausadas que de vez en cuando se pone bravo, o muy bravo, como durante el verano de 1694 cuando, tras un gran diluvio, inundó y destrozó gravemente la Iglesia de Santa María, bajo la cual pasa. Sigue sin repararse completamente desde entonces, y el paso de dos guerras (1808 y 1936, respectivamente) no contribuyó tampoco a terminar la reconstrucción.

Río olvidado y vertedero pertinaz hasta que no hace tanto la ciudad lo reconoció como valor propio y optó por recuperarlo e integrarlo, pasando de vivir de espaldas a él a incorporarlo plenamente. Tal y como ha pasado en tantas y tantas ciudades que, finalmente, se supieron dar cuenta de la suerte que conlleva ser "bañadas" por el agua.

Porque la ciudad de Cazorla, además de sus empinadas y estrechas callejuelas, tan pintorescas, ahora también tiene en cuenta a su río.

Recorrerlo aguas arriba partiendo de la plaza de Santa María supone pasear entre una vegetación de ribera luminosa, por una vereda sombreada que protege del ardiente sol.

Es casi mediodía cuando partimos de la Plaza de Santa María de la ciudad de Cazorla. Pasamos junto a la ruinas de la iglesia de Santa María por la calle Hoz y enseguida encontramos el inicio de la ruta. Atrás queda el bullicio de la ciudad, por delante todo es sosiego y rumor de agua.

Iglesia de Santa María
Inicio del recorrido junto al río Cerezuelo
La roca caliza por la que discurre la senda está pulida por el paso, así que hay que andar con cuidado a los resbalones, especialmente en los tramos húmedos y mojados. Una baranda de madera delimita el sendero.

Caminamos aguas arriba por la margen izquierda orográfica por una senda cada vez más emboscada, cruzando sus cinco  puentes, contemplando las pozas y las pequeñas cascadas, llenando los sentidos con el espectáculo de la variada vegetación.

 
 
 
 
 
Así, sin apenas darnos cuenta, llegamos al punto en el que la ruta que llevamos in mente nos lleva a tomar una estrecha y empinada senda que nos aleja del cauce, abandonando con pena el río Cerezuelo y su frondoso soto. Atrás queda la ciudad de Cazorla.

Al descubierto sí hace calor. En una zona vallada, pequeña y plana que por casualidad hay en esta empinada ladera, un par de borricos que están dentro se acercan a la alambrera que los retiene para alcanzar los trozos de manzana que les ofrecemos.

Cualquier lugar es propicio para que las arañas mantengan sus redes tendidas al sol ¡Algo atraparán!

El camino nos va aproximando a los cortados (cantiles, por estas tierras) donde el barranco de la Hoz los corta y se precipita formando la cascada de la Magdalena cuya poca agua atestigua el seco invierno pasado.

Cortados de la Magdalena
Por detrás la peña de los Halcones va quedando cada vez más alejada.

Poco después cruzamos el arroyo de la Hoz por un puente, y unos metros más adelante nos detenemos un instante en la fuente de la Hoz.

La primavera aporta unas bellas notas de color en estos lugares.

 
Tras realizar una parada en el Mirador de Riogazas empezamos a cerrar la circular dirigiéndonos hacia el Castillo de Salvatierra. La alta sierra de fondo atrae constantemente las miradas.

 
Abandonamos temporalmente el camino que venimos siguiendo para realizar una visita de ida y vuelta al castillo.

Castillo de Salvatierra
Tras haber visitado el castillo, y de regreso a la pista que dejamos antes, la seguimos hacia la derecha, para llegar al Monasterio de Montesión donde, aparte de un grupo de cabras que nos recibe con curiosidad, no se ve a nadie más por los alrededores.

Monasterio de Montesión
A partir de aquí seguimos en franco descenso el amplio camino que, bordeando el montículo del Castillo, comunica el  Monasterio con Cazorla. Ahora sí sentimos el calor que supone caminar a pleno sol pasadas las 2 de la tarde.

Zonas cultivadas, alguna huerta, la Peña de los Halcones, Cazorla y su Castillo de la Yedra cada vez más próximos.

 
Llaman la atención algunos detalles particulares antes de retornar a la Iglesia de Santa María, punto de inicio y fin de esta variada y bella circular, tras haber recorrido algo más de 12km de longitud, habiendo salvado un desnivel total en ascenso de unos 600m de D+, que hemos realizado siguiendo las indicaciones recogidas en el blog de Álex: “Por los Cerros de Úbeda”.
 
 

7 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Bueno, pero que horas son esas de empezar a caminar :) Lamentablemente yo vivo en una de esas poblaciones que viven de espaldas al río, en este caso el Huerva, que más que un río es un vertedero, en el que políticos y confederación, no hacen absolutamente nada.

    Recorrido precioso, en especial el tramo que recorre la ribera del río Cerezuelo, que "quizás" tenga algo que ver con el siguiente recorrido que tengo en mente para ambos ...

    Un saludo.

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    1. Seguro que, viniendo de ti, el recorrido que llevas en mente nos satisfará plenamente. Pronto lo comprobaremos.
      Un abrazo.

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  2. Hola Carmar.

    Cuanto más leo tu blog más me doy cuenta de la cantidad de sierras y lugares que quedan por conocer, muchos de ellos impresionantes.

    Gracias por compartir todas estas rutas que ponen los dientes largos ;-)

    Salud¡

    Fer

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    1. Gracias Fer por tu comentario.

      Mientras conservemos viva la curiosidad y la capacidad de observar, habrá sitios y lugares que descubrir y que mirar. Compartirlos supone un plus y más si también agradan a quien los lee.

      Salud y Montaña, Fer.

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  3. Respuestas
    1. Gracias Álex, seguir tus indicaciones es garantía de excelente recorrido por zonas a veces intrincadas y siempre originales.

      Salud y Montaña.

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  4. Preciosa la sierra de Cazorla. El burro es auténtico. Nunca pierdo la ocasión, como vosotros, de acercarme a ellos para ofrecerles de lo poco que puedo llevar para ofrecerles.
    Se ve que está, con la primavera, maravillosamente florecida la sierra.

    Un abrazo

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