Bosque de Navalmedio |
Al puerto de Navacerrada se puede
ascender de varias maneras: en tren, por carretera, o a pie por alguna de las
muchas sendas que surcan los extensos pinares que cubren sus vertientes Norte y
Sur, respectivamente. La circular de hoy discurre por la vertiente Sur y en
concreto por el valle de Navalmedio, con
origen y llegada en el apeadero de Camorritos.
La ascensión sigue en su inicio
el trazado de la vía del tren hasta llegar al Apeadero de Siete Picos para
luego ir ganando altura por la margen derecha orográfica del Valle de
Navalmedio en franca dirección hacia el Puerto de Navacerrada.
El descenso se hace por la Senda Whistler
que va paralela al Regajo del Puerto (izquierda orográfica del valle), cuyo
cauce se vadea en varias ocasiones.
En conjunto un recorrido de 20km
de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 900m de D+.
Son poco más de las 8h 30m cuando
iniciamos el recorrido en la parte alta del Camino de las Encinillas en el apeadero de Camorritos. El día es muy
frío y la luminosidad del ambiente resalta la belleza los árboles a esta
primera hora de la mañana.
Sin atravesar la barrera tomamos
una bien definida senda que sale en dirección NE. Este camino mantiene la
altitud de los 1.400m y contornea por la base el Cóncavo de Siete Picos hasta
llegar al apeadero de Siete Picos.
Al comienzo la pista va paralela
a las vías del tren hasta que, en un momento dado, se separa de las mismas
internándose pinar arriba.
Al poco cruzamos el arroyo del
Polvillo aprovechando un precario puente de maderas y troncos. Los trinos de
los pájaros se escuchan continuamente.
Aunque hace frío, en el bosque al
menos vamos resguardados del viento que sopla en las zonas descubiertas.
Oímos al tren bastante antes de
que llegue al apeadero de Siete Picos.
Produce una sensación algo extraña el esperar su paso, emboscados.
El último vagón desaparece de
nuestra vista dejando tras de sí el silencio de una edificación semiderruida y
desmantelada, vestigio de épocas de mayor bonanza, lo que nos impulsa a
emprender la marcha sin más demora e internarnos en una naturaleza intemporal y
acogedora.
Tras una fuerte subida, a la
altitud de los 1.600m alcanzamos el Collado
Albo, bello lugar donde el Cóncavo de Siete Picos da paso al valle de Navalmedio.
Las vistas son amplias desde este mirador.
Vistas desde el Collado Albo |
Continuamos ganando altura hacia
el N a caballo de la loma que separa el Cóncavo del Valle, por sendero cómodo,
a tramos algo perdido, que se sigue bien ¡Qué poco frecuentado parece estar
este itinerario!
Las graníticas formas que
conforman los Siete Picos muestran sus característicos rasgos: ¿caras,
inscripciones, o simplemente rasgos de naturaleza pétrea?
En un momento dado el sendero se
estrecha y se orienta francamente hacia el E, en sentido del Puerto. Dejamos
definitivamente el Cóncavo a la altura de los 1.650m.
La claridad aumenta, y se empieza
a oír el rumor que indica la proximidad del Puerto de Navacerrada, lugar frecuentado y bullicioso donde los
haya.
La senda acaba junto a la parte
trasera de la Fonda Arias, en pleno Puerto. En unos pocos metros pasamos del
sosiego del bosque al aturdimiento que produce el gentío yendo y viniendo.
En el Puerto de Navacerrada |
Antes de iniciar el descenso a
Camorritos decidimos aproximarnos al Mirador
de los Cogorros para, desde él, observar la vertiente norte segoviana,
donde la nieve cubre las laderas a partir de los 1.800m, mientras dedicamos
unos instantes a tomar algún fruto seco en la quietud del lugar.
Cara Norte de los Siete Picos |
En la soledad del Mirador de los Cogorros |
Tras esta mínima incursión volvemos
a la multitud del Puerto para, rápidamente, dirigirnos hacia la estación del
tren, cruzar las vías e internarnos en la Senda
Arias y luego en la Senda Whistler.
A partir de este momento, y en
continuado descenso, seguimos el Regajo
del Puerto, que debemos vadear en varias ocasiones, con mayor o menor
dificultad.
Altos pinos de variadas formas,
acompañados por brillantes acebos ocasionales, conforman un conjunto fresco y
atractivo donde el rumor del agua se superpone al de las pisadas.
Pinos y Acebos |
La senda que seguimos se
transforma en pista justo al llegar al entronque con el arroyo de la Fraguilla, que en este
punto vierte sus aguas en el Regajo del Puerto conformando el Río de Navalmedio.
Antes de continuar descendiendo
junto al recién formado río nos desviamos por una pista forestal que asciende hacia la izquierda y que permite
visitar el Pino de la Cadena. Árbol
singular de la Comunidad de Madrid. Ejemplar de unos 190 años de edad con unos
24m de altura cuya peculiaridad estriba en la cadena que lo rodea por su base, recordando
el gesto de Ricardo Urgoitiz, que compró este pino y lo salvó del corte en 1924,
para dedicarlo a la memoria de su padre, de cuyo fallecimiento fue informado mientras leía un libro
bajo la sombra de sus ramas ¿Seguirán dándose este tipo de actuaciones
en estos días?
En el centro, a la dcha. de la pista, el Pino de la Cadena |
Tras la contemplación del
ejemplar desandamos el tramo de pista hasta el río y seguimos su curso hasta
llegar a la Majadilla Verde, donde
unos caballos se dedican a comer hierba cuidadosa y concienzudamente.
A medida que salimos a la
descubierta sí sentimos el calor mientras, a través de la vegetación, se hace
visible el embalse de Navalmedio.
Embalse de Navalmedio |
Dejamos atrás la vista del
embalse y descendemos directamente hacia Camorritos a través de una empinada
dehesa con pinos y encinas en la que sin el menor aviso somos rebasados por un
rebaño de vacas que nos adelanta a la carrera, desapareciendo rápidamente de
nuestra vista, en pos de no sabemos qué o dónde, aunque imaginamos que se
deberá a “la hora del pienso o de la sal”. Quedamos algo atónitos por la
rapidez y sorpresa de lo acontecido, al tiempo que nos sentimos reconfortados
por habernos podido quitar del paso de las reses guareciéndonos tras el tronco
de una oportuna encina que teníamos a mano.
La dehesa de "la suerte" |
Entramos luego en un robledal,
todavía sin hojas, surcado por el río Pradillo, último que vadeamos en la
jornada bajo el atento reojo de una rezagada vaca bien armada que sigue
bebiendo sin inmutarse por nuestra presencia.
Finalmente alcanzamos y cruzamos
de nuevo las vías en Camorritos, llegando a continuación al lugar donde dejamos
el coche por la mañana, completando un circuito muy poco frecuentado, realizado
mayoritariamente a la sombra de los altos pinos, en el bello entorno del bosque
que cubre la vertiente Sur de los Siete Picos.
Preciosa y solitaria ruta por ese genuino Guadarrama, libre de masificaciones. Un abrazo y a disfrutar de la S.S.
ResponderEliminarGracias Rafa, buena SSanta para ti también. Aún es posible diseñar solitarias y bellas rutas por nuestra querida Sierra. Parece cantera inagotable.
EliminarUn abrazo
No os faltan rutas últimamente! eh?!
ResponderEliminarMuy majas fotos que demuestran lo majo de la ruta.
¡Salud!
La naturaleza va proveyendo de rutas variadas y diversas. Es lo bueno que tiene.
EliminarGracias por tu comentario y a seguir con Salud y Montaña.
Qué suerte poder hacer fotos. Yo me contenté con sortear ciclistas que parece que han tomado como suyo estos parajes y no respetan a nadie y que si se te ocurre llamarles la atención te miran como un bicho raro. A ver si hay suertecilla, los mandan a todos a las carreteras y nos libramos de esta lacra.
ResponderEliminarQué suerte poder hacer fotos. Yo me contenté con sortear ciclistas que parece que han tomado como suyo estos parajes y no respetan a nadie y que si se te ocurre llamarles la atención te miran como un bicho raro. A ver si hay suertecilla, los mandan a todos a las carreteras y nos libramos de esta lacra.
ResponderEliminarPues vaya mala suerte tuviste. En nuestro caso tan sólo con dos ciclistas topamos y como estaban en una zona bastante endiablada iban empujando la bici. Nos saludamos todos amablemente.
EliminarEs una pena no poder sentir la paz de la montaña y el entorno por culpa de quien pierde de vista que se es uno más en la naturaleza.
Gracias por tu comentario y Salud y Montaña, José.
Hay que ver como te cunden las zancadas. Me he interesado por el edificio ruinoso por la gran curiosidad que me crean cuando los veo, ya que siempre es posible hallar alguna lechuza o cárabo en su interior.
ResponderEliminarVaya! por lo que comenta José, veo que hay problemillas con los bicicleteros. Tal vez les hayan dado tanta atención que igual se han crecido algo.
Un abrazo