martes, 11 de abril de 2017

De Camorritos al Puerto de Navacerrada por Navalmedio. Recorrido circular por un bosque poco frecuentado.


Bosque de Navalmedio
Al puerto de Navacerrada se puede ascender de varias maneras: en tren, por carretera, o a pie por alguna de las muchas sendas que surcan los extensos pinares que cubren sus vertientes Norte y Sur, respectivamente. La circular de hoy discurre por la vertiente Sur y en concreto  por el valle de Navalmedio, con origen y llegada en el apeadero de Camorritos.

La ascensión sigue en su inicio el trazado de la vía del tren hasta llegar al Apeadero de Siete Picos para luego ir ganando altura por la margen derecha orográfica del Valle de Navalmedio en franca dirección hacia el Puerto de Navacerrada.

El descenso se hace por la Senda Whistler que va paralela al Regajo del Puerto (izquierda orográfica del valle), cuyo cauce se vadea en varias ocasiones.

En conjunto un recorrido de 20km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 900m de D+.

Son poco más de las 8h 30m cuando iniciamos el recorrido en la parte alta del Camino de las Encinillas en el apeadero de Camorritos. El día es muy frío y la luminosidad del ambiente resalta la belleza los árboles a esta primera hora de la mañana.

Sin atravesar la barrera tomamos una bien definida senda que sale en dirección NE. Este camino mantiene la altitud de los 1.400m y contornea por la base el Cóncavo de Siete Picos hasta llegar al apeadero de Siete Picos.

Al comienzo la pista va paralela a las vías del tren hasta que, en un momento dado, se separa de las mismas internándose pinar arriba.

Al poco cruzamos el arroyo del Polvillo aprovechando un precario puente de maderas y troncos. Los trinos de los pájaros se escuchan continuamente.

Aunque hace frío, en el bosque al menos vamos resguardados del viento que sopla en las zonas descubiertas.

Oímos al tren bastante antes de que llegue al apeadero de Siete Picos. Produce una sensación algo extraña el esperar su paso, emboscados.

El último vagón desaparece de nuestra vista dejando tras de sí el silencio de una edificación semiderruida y desmantelada, vestigio de épocas de mayor bonanza, lo que nos impulsa a emprender la marcha sin más demora e internarnos en una naturaleza intemporal y acogedora.

 
Tras una fuerte subida, a la altitud de los 1.600m alcanzamos el Collado Albo, bello lugar donde el Cóncavo de Siete Picos da paso al valle de Navalmedio. Las vistas son amplias desde este mirador.

Vistas desde el Collado Albo
Continuamos ganando altura hacia el N a caballo de la loma que separa el Cóncavo del Valle, por sendero cómodo, a tramos algo perdido, que se sigue bien ¡Qué poco frecuentado parece estar este itinerario!

 
 
Las graníticas formas que conforman los Siete Picos muestran sus característicos rasgos: ¿caras, inscripciones, o simplemente rasgos de naturaleza pétrea?

En un momento dado el sendero se estrecha y se orienta francamente hacia el E, en sentido del Puerto. Dejamos definitivamente el Cóncavo a la altura de los 1.650m.

La claridad aumenta, y se empieza a oír el rumor que indica la proximidad del Puerto de Navacerrada, lugar frecuentado y bullicioso donde los haya.

La senda acaba junto a la parte trasera de la Fonda Arias, en pleno Puerto. En unos pocos metros pasamos del sosiego del bosque al aturdimiento que produce el gentío yendo y viniendo.

En el Puerto de Navacerrada
Antes de iniciar el descenso a Camorritos decidimos aproximarnos al Mirador de los Cogorros para, desde él, observar la vertiente norte segoviana, donde la nieve cubre las laderas a partir de los 1.800m, mientras dedicamos unos instantes a tomar algún fruto seco en la quietud del lugar.

Cara Norte de los Siete Picos
En la soledad del Mirador de los Cogorros
Tras esta mínima incursión volvemos a la multitud del Puerto para, rápidamente, dirigirnos hacia la estación del tren, cruzar las vías e internarnos en la Senda Arias y luego en la Senda Whistler.

A partir de este momento, y en continuado descenso, seguimos el Regajo del Puerto, que debemos vadear en varias ocasiones, con mayor o menor dificultad.

Altos pinos de variadas formas, acompañados por brillantes acebos ocasionales, conforman un conjunto fresco y atractivo donde el rumor del agua se superpone al de las pisadas.

Pinos y Acebos
 
La senda que seguimos se transforma en pista justo al llegar al entronque  con el arroyo de la Fraguilla, que en este punto vierte sus aguas en el Regajo del Puerto conformando el Río de Navalmedio.

Antes de continuar descendiendo junto al recién formado río nos desviamos por una pista forestal  que asciende hacia la izquierda y que permite visitar el Pino de la Cadena. Árbol singular de la Comunidad de Madrid. Ejemplar de unos 190 años de edad con unos 24m de altura cuya peculiaridad estriba en la cadena que lo rodea por su base, recordando el gesto de Ricardo Urgoitiz, que compró este pino y lo salvó del corte en 1924, para dedicarlo a la memoria de su padre, de cuyo fallecimiento fue informado mientras leía un libro bajo la sombra de sus ramas ¿Seguirán dándose este tipo de actuaciones en estos días?

En el centro, a la dcha. de la pista, el Pino de la Cadena
Tras la contemplación del ejemplar desandamos el tramo de pista hasta el río y seguimos su curso hasta llegar a la Majadilla Verde, donde unos caballos se dedican a comer hierba cuidadosa y concienzudamente.

A medida que salimos a la descubierta sí sentimos el calor mientras, a través de la vegetación, se hace visible el embalse de Navalmedio.

Embalse de Navalmedio
Dejamos atrás la vista del embalse y descendemos directamente hacia Camorritos a través de una empinada dehesa con pinos y encinas en la que sin el menor aviso somos rebasados por un rebaño de vacas que nos adelanta a la carrera, desapareciendo rápidamente de nuestra vista, en pos de no sabemos qué o dónde, aunque imaginamos que se deberá a “la hora del pienso o de la sal”. Quedamos algo atónitos por la rapidez y sorpresa de lo acontecido, al tiempo que nos sentimos reconfortados por habernos podido quitar del paso de las reses guareciéndonos tras el tronco de una oportuna encina que teníamos a mano.


La dehesa de "la suerte"
Entramos luego en un robledal, todavía sin hojas, surcado por el río Pradillo, último que vadeamos en la jornada bajo el atento reojo de una rezagada vaca bien armada que sigue bebiendo sin inmutarse por nuestra presencia.

Finalmente alcanzamos y cruzamos de nuevo las vías en Camorritos, llegando a continuación al lugar donde dejamos el coche por la mañana, completando un circuito muy poco frecuentado, realizado mayoritariamente a la sombra de los altos pinos, en el bello entorno del bosque que cubre la vertiente Sur de los Siete Picos.

8 comentarios:

  1. Preciosa y solitaria ruta por ese genuino Guadarrama, libre de masificaciones. Un abrazo y a disfrutar de la S.S.

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    1. Gracias Rafa, buena SSanta para ti también. Aún es posible diseñar solitarias y bellas rutas por nuestra querida Sierra. Parece cantera inagotable.
      Un abrazo

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  2. No os faltan rutas últimamente! eh?!
    Muy majas fotos que demuestran lo majo de la ruta.

    ¡Salud!

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    1. La naturaleza va proveyendo de rutas variadas y diversas. Es lo bueno que tiene.
      Gracias por tu comentario y a seguir con Salud y Montaña.

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  3. Qué suerte poder hacer fotos. Yo me contenté con sortear ciclistas que parece que han tomado como suyo estos parajes y no respetan a nadie y que si se te ocurre llamarles la atención te miran como un bicho raro. A ver si hay suertecilla, los mandan a todos a las carreteras y nos libramos de esta lacra.

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  4. Qué suerte poder hacer fotos. Yo me contenté con sortear ciclistas que parece que han tomado como suyo estos parajes y no respetan a nadie y que si se te ocurre llamarles la atención te miran como un bicho raro. A ver si hay suertecilla, los mandan a todos a las carreteras y nos libramos de esta lacra.

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    1. Pues vaya mala suerte tuviste. En nuestro caso tan sólo con dos ciclistas topamos y como estaban en una zona bastante endiablada iban empujando la bici. Nos saludamos todos amablemente.
      Es una pena no poder sentir la paz de la montaña y el entorno por culpa de quien pierde de vista que se es uno más en la naturaleza.
      Gracias por tu comentario y Salud y Montaña, José.

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  5. Hay que ver como te cunden las zancadas. Me he interesado por el edificio ruinoso por la gran curiosidad que me crean cuando los veo, ya que siempre es posible hallar alguna lechuza o cárabo en su interior.
    Vaya! por lo que comenta José, veo que hay problemillas con los bicicleteros. Tal vez les hayan dado tanta atención que igual se han crecido algo.

    Un abrazo

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